martes, 7 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 280

LECCIÓN 280

¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios?

1. Aquel que Dios creó ilimitado es libre. 2Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad. 3Níngún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su Padre; 4nin­gún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; 5ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. 6¿Puedo acaso imponerle límites al Hijo de Dios, cuando su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?

2. Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. 2Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. 3El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí.


¿Qué me enseña esta lección?

Quedar sumido en lo que se ha llamado “sueño” ha supuesto, al Hijo de Dios, la identificación con la individualidad y el abandono de la Unicidad.

Hacer uso de los atributos con los que nuestro Padre nos ha dotado, ha propiciado la experiencia de lo individual y, al mismo tiempo, ha supuesto la toma de conciencia de un mundo donde imperan las leyes del espacio y del tiempo, o lo que es lo mismo, el sometimiento a las leyes del sistema de pensamiento del ego.

En la medida en que el Hijo de Dios cedió su hegemonía al ego y estableció su identidad en lo corporal, podemos decir que perdió la libertad. Al establecer las leyes físicas como su única verdad, adquirió la creencia de que su vida se resumía en un triste viaje desde el nacimiento a la muerte.

El ego ha fabricado leyes para argumentar a favor de su verdad. Ha establecido leyes para defender la credibilidad del pecado y del miedo; ha fabricado leyes para justificar el uso del castigo y ha fabricado fórmulas magistrales para atender la enfermedad.

El Hijo de Dios se cree víctima de sus acciones pecaminosas y merecedor de todos los males que su Hacedor le quiera enviar. Sustituyó el amor por el miedo, pues el miedo es el resultado de su proyección en el mundo material.

Un niño, a su corta edad, siente la iniciativa de experimentar por sí solo. Decide asirse de la mano de su padre y correr en busca de aquello que ha llamado su atención. Al poco, pierde la referencia de su tutor y se ve perdido. Tal vez, recuerde las recomendaciones de su padre advirtiéndole que no se alejara de su lado y, ahora, sienta el temor de recibir la regañina de este. Pero al poco tiempo, cuando toma consciencia de que se encuentra perdido, su prioridad se dirige a encontrar de nuevo a su padre, pues el mundo que le rodea le produce un profundo miedo y una profunda inseguridad.

Pero lo que no sabe ese niño es que su padre no ha dejado de observar sus movimientos. Él respeta la libertad de decisión de su hijo; sabe que esa decisión le aportará una importante lección. Le aguarda con paciencia, y está dispuesto a contestar a su hijo si este reclamase su voz.

El Hijo de Dios es libre y siempre lo ha sido. Su falta de libertad forma parte de la ilusión del sueño con el que se encuentra identificado.

Ahora que somos conscientes de ello, actuemos con total libertad y recuperemos nuestra consciencia de unicidad.

Ejemplo-Guía: "¿Podríamos vivir en un mundo sin límites?

A medida que he ido redactando este texto, me he ido dando cuenta de la limitación que me presenta mi mente. Reconozco que no he podido evitar llevar a cabo una suposición que no favorece el "Sí" como respuesta a la cuestión que he planteado.

El primer pensamiento que me ha llegado ha sido pesimista a la hora de trascender la visión de la falta de libertad que se observa, en un mundo donde difícilmente es identificable la expresión libertad. Es un bien muy codiciado, pero al ponerle precio, su disfrute se hace inalcanzable.

¿Qué es la libertad? Para muchos, la libertad parece tener un coste muy elevado; sin embargo, ese tipo de libertad, ganada a golpe de poder, es efímera, pues la libertad, al igual que ocurre con la felicidad, no es un logro externo que conseguimos con nuestro esfuerzo, sino que es algo que forma parte de nosotros, como si se tratase de una "condición", que da lugar a un "estado del Ser", y que nadie nos puede ofrecer, ni quitar, pues va implícita en nuestra Esencia al haber sido creados a "Imagen y Semejanza" de Dios.

Si Dios es ilimitado, Su Hijo es, igualmente, ilimitado, y en ello radica su poder creador.

La libertad y el amor van unidos de la mano, mientras que la falta de libertad y el miedo se convierten en sus sustitutos en un mundo fabricado bajo un sistema de pensamiento sustentado en esos dos pilares: la esclavitud y el miedo.

Cuando en este mundo creemos estar creando, lo que hacemos realmente es "fabricar", y lo fabricado sale con el sello de propiedad que le confiere la consigna de "esclavitud". El nivel de esclavitud está condicionado según los niveles de fabricación. A mayor producción, mayor esclavitud, pues, cuando fabricamos, ponemos precio y le asignamos un valor muy personal a nuestra "creación". Desde nuestra mente, estamos emitiendo un pensamiento de temor o miedo a sufrir cualquier pérdida que pueda afectar a nuestras expectativas comerciales. En toda fabricación encontramos ese patrón de claros tintes gananciales. En igual medida, el producto fabricado se convierte en un objeto al que hemos otorgado un importante valor y no me refiero tan solo al económico, sino a que depositamos en ello toda nuestra felicidad.

Cuando la felicidad queda dependiente de aspectos materiales, tenemos que tener bien presente que le hemos otorgado un débil escenario, donde conseguir su manifestación nos será prácticamente imposible. Lo material, al estar sujeto a la ley limitadora de la temporalidad, todo lo que nace en este mundo está abocado a la muerte, no favorece el estado permanente de la felicidad y ello nos produce un profundo dolor y miedo.

¿Entonces la libertad es una condición que no es posible en este mundo? No, no desesperemos tan pronto. El hecho de que la libertad no sea el sello con el que patentamos nuestras fabricaciones no significa que no sea posible. Significa, tan solo, que, en vez de fabricar, debemos crear. Si fabricar o lo fabricado va acompañado del miedo, utilicemos nuestra mente para crear desde el Amor, esto es, con la patente de proceder de nuestra Visión Espiritual, de nuestra Visión Crística, es decir, desde la Visión de la Unidad.

Llegado a este punto, se admiten sugerencias, pues puede ocurrir que estemos tan acostumbrados a un mundo limitado, donde estamos habituados a fabricar, que ya no tengamos ideas originales que nos lleven a ver las cosas de otra manera.

Sugiero una línea de creación, ya compartida por otros visionarios de nuestro tiempo, basada en hacer uso de nuestros "dones y talentos" y compartirlos desde la libertad, desde el amor, desde el intercambio. Compartiendo nuestros excedentes, nuestras habilidades naturales o adquiridas, sin miedo a perder, sino en la certeza de que dar es recibir, podríamos crear un mundo sin apegos, sin temores, sin las típicas limitaciones que nos imponemos por ser escasos y necesitados. En verdad, con ese pensamiento de escasez, somos esclavos de nuestros propios miedos.

Reflexión: Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado.

Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (7ª parte).

II. La perfidia de creerse especial (7ª parte).

13. La esperanza de ser especial hace que parezca posible que Dios hizo al cuerpo para que fuese la prisión que mantiene a Su Hijo separado de El. 2Pues el especialismo requiere un lugar especial donde Dios no pueda entrar y un escondite donde a lo único que se le da la bienvenida es a tu insignificante yo. 3Nada es sagrado aquí, excepto tú y sólo tú, un ente aparte y separado de todos tus hermanos; a salvo de cualquier intrusión de la cordura en las ilu­siones; a salvo de Dios, pero destinado al conflicto eterno. 4He aquí las puertas del infierno tras las cuales tú mismo te encerraste, para gobernar en la demencia y en la soledad tu reino especial, separado de Dios y alejado de la verdad y de la salvación.

El especialismo, para sobrevivir, para asegurar y garantizar su existencia, necesita mantener alejada a la verdad o, lo que es lo mismo, negar a Dios en su expresión amorosa y en su lugar rendir culto al Dios temerario y vengativo dispuesto a castigar a su hijo por haberle desobedecido.

Para lograr esa seguridad, el ego a veces está dispuesto a adoptar ropajes aparentemente espirituales, aunque se niega a cambiar su sistema de creencias en el que la Divinidad muestra su rostro más "especial", el de castigar al pecador y el de salvar a sus devotos seguidores. Sin embargo, cuando esa pantomima es descubierta por la mirada de la razón, se evidencia que todo responde al deseo de ser especial. En este contexto, el ego espiritual lo que pretende es sentirse el elegido por Dios para salvar a la humanidad de sus pecados, no importándole ser la mano ejecutora que dará cumplimiento a la sentencia de culpabilidad del pecador.

Una mirada reflexiva sobre la influencia que ejercen las religiones sobre la humanidad nos descubre cómo, detrás de la máscara del culto a un falso Dios, se ocultan creencias que responden al deseo de ser especial.

14. La llave que tú tiraste Dios se la dio a tu hermano, cuyas santas manos quieren ofrecértela cuando estés listo para aceptar el plan de Dios para tu salvación en vez del tuyo. 2¿Cómo puedes llegar a estar listo, salvo reconociendo toda tu abyecta desdicha y dándote cuenta de que tu plan ha fracasado y de que jamás te aportará ninguna clase de paz o felicidad? 3Ésta es la desesperación por la que ahora estás pasando, pero no es más que una ilusión de deses­peración. 4La muerte de tu especialismo no es tu muerte, sino tu despertar a la vida eterna. 5No haces sino emerger de una ilusión de lo que eres a la aceptación de ti mismo tal como Dios te creó.

La llave que nos abre las puertas de la salvación no puede ser un camino de dolor y sufrimiento, tal y como lo ha entendido el sistema de pensamiento del ego. No hay que condenarse, ni castigarse, para corregir el error al que hemos llamado pecado.

Pecar genera culpabilidad y la culpa exige redención y castigo. Elegir erróneamente nos ofrece la oportunidad de elegir desde la rectitud, aportándonos la experiencia correcta. Pero para llevar a cabo ese cambio en nuestros pensamientos, debemos aceptar que el acto que nos ha llevado a la creencia en el pecado es una elección de nuestra mente y no una acción del cuerpo al que hemos culpado de ser el causante de nuestra debilidad. Dicha culpa nos ha llevado a maltratarlo, creyendo que con ese acto purificador redimiríamos nuestra culpa.

Conocer que la causa de nuestras acciones se encuentra en nuestras creencias nos ofrece la llave que nos abre las puertas de la salvación, pues siempre podremos elegir el momento para cambiar de forma de pensar y poner a nuestra mente al servicio del guía correcto para corregir los errores.  

lunes, 6 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 279

LECCIÓN 279

La libertad de la creación garantiza la mía.

1. Se me ha prometido el fin de los sueños porque el Amor de Dios no abandonó a Su Hijo. 2Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegar 3Pero en realidad sus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su lugar. 4Ahora él es libre. 5¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?

2. Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. 2Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su Hijo. 3¿Me negarías, entonces, los regalos que me hiciste?


¿Qué me enseña esta lección?

Tomar consciencia de que el sueño ha tocado a su fin ha de llevarnos a pensar, sentir y actuar en frecuencia de unidad.

No debemos conformarnos con pensar que con la simple teoría habremos conseguido dejar de vivir en el sueño. Tendremos que elegir pensar, sentir y vivir de otra manera. Tendremos que dar testimonio de la Verdad. Tendremos que trascender al ego y utilizar el cuerpo para comunicar nuestra función dentro del Plan de Salvación previsto por Dios para su Hijo.

Al igual que elegimos materializar la energía prestándole nuestra atención, inoculándole la semilla de nuestra Voluntad y de nuestros Deseos, ahora es el instante en el que podemos dejar de servir a ese mundo ilusorio y dirigir todo nuestro potencial creador en hacer consciente el Ser que habita en nosotros.

Con el sueño, nos desconectamos de nuestro Padre. Con nuestro despertar, elegimos volver a Él.

Con el sueño, sustituimos el amor por el miedo; la inocencia por la culpa; el perdón por el castigo. Con nuestro despertar, renunciamos al miedo, a la culpa y al castigo, y vivimos, de nuevo, de manera consciente, en el Amor, en la Inocencia y en el Perdón.


Ejemplo-Guía: "La libertad en el mundo de la ilusión"

Siempre he tenido como referente, en el tema de la libertad en este mundo, a Nelson Mandela. Su visión sobre este particular ha quedado recogida en muchas de las frases compartidas con la humanidad. Permitidme que elija una como muestra de su pensamiento:
"Yo no nací con hambre de ser libre, yo nací libre, libre en cualquier sentido que yo pueda entender".
Cuando reflexiono sobre la libertad desde el punto de vista metafísico, me impresiona comprobar que, junto al Amor, es uno de los Principios más elevados con los que Dios ha dotado a Su Creación. Como consecuencia de esta reflexión, no he podido evitar preguntarme si no hubiese sido más fácil para El Creador haber privado de libertad a Su Creación; de este modo se hubiese garantizado la total fidelidad del Hijo hacia el Padre.

Bueno, coincidiréis conmigo en que esta reflexión nos aleja de la verdad, pues ser Amor y privar de la libertad de ejercer la voluntad son contradictorias. Pero no desecharé haber llegado a esta conclusión, pues me permite situar el tema en el escenario adecuado para llegar a comprender que la Creación es el fruto de la Libertad-Voluntad. La libertad es la condición que, junto a la esencia del Amor, nos permite crear.

¿Cómo podría Dios crear a Su Hijo, haciendo uso de Su Libertad, desde Su Esencia Amorosa, y Su Obra no contar con esos Atributos? No seríamos como Él nos ha creado.

Mientras que la verdadera libertad es un atributo creador, y debe ir acompañada del Amor, cuando la mente abandona la visión de la unidad, la visión del Cielo, para fabricar un mundo donde rigen las leyes de la dualidad, la libertad deja de ser un canal para expresar amor y se convierte en el arma más utilizada por el miedo. La privación de la libertad para salvaguardar nuestros intereses más deseados se ha convertido en una de las prácticas favoritas de nuestras sociedades.

Cuando vemos que los demás atacan nuestros intereses, lo primero que hacemos es privar de la libertad al causante de nuestros temores. 

Este comportamiento, que adquiere una dimensión visible en la sociedad de la que formamos parte, podemos encontrarlo, más oculto, en nuestro interior. No es extraño que la sociedad en la que todos vivimos sea la viva muestra de nuestros miedos internos.

Desde muy pequeños, nuestras muestras de libertad quedan condicionadas, mutiladas, por el "padre" de todos los miedos, las creencias. Esas creencias atesoran todo el bagaje del pasado ancestral, se convierten en postulamientos y leyes y, en verdad, son los barrotes más sólidos con los que vemos sometida nuestra libertad.

En la frase de Nelson Mandela, cuando expresa que no nace con hambre de libertad, sino que nace libre, lo que está expresando es la condición natural del Ser. Fue esa convicción de lo que es ser libre lo que le permitió sentirse libre a pesar de encontrarse entre barrotes que le privaban de ese estado. 

Si nuestra mente nos lleva a evidenciar nuestra verdadera identidad, esa creencia nos hará libres. Desde este punto de vista, ser verdaderamente libres se convierte en una decisión.

Reflexión: ¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?

Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (6ª parte).

II. La perfidia de creerse especial (6ª parte).

11. Tú le perteneces a tu hermano, pues a él no se le negó ninguna parte del amor. 2¿Cómo iba a ser que tú perdieses por ser él ínte­gro? 3Lo que se le ha dado a él es lo que hace que tú seas íntegro, y lo que hace que él sea íntegro también. 4El Amor de Dios te dio a ti tu hermano, y a ti a él porque el Padre se dio a Sí Mismo. 5Lo que es igual a Dios es uno con El. 6Y ahora que finalmente tienes la esperanza de paz a la vista, sólo el deseo de ser especial podría hacer que el hecho innegable de que tú y tu Padre sois uno pare­ciese ser todo menos el Cielo.

Nuestra mente dividida y errada oculta una de las formas más celosamente protegidas del miedo. Me estoy refiriendo al miedo a no ser nada. De la fuente de este miedo surge, inevitablemente, el miedo a la muerte, el miedo a desaparecer y dejar de tener una identidad perceptible.

El miedo a no ser nada nos lleva a entregarnos a una causa agotadora, la que nos permita reconocernos como "alguien". Dicho de otro modo, si no somos nada, entonces no habremos cumplido nuestro deseo de ser especial, habremos fracasado en nuestro principal objetivo. Así que para asegurarnos de que nuestro deseo especial triunfa, tendremos que garantizar que somos alguien y no cualquier alguien, sino el más poderoso.

El miedo a no ser nada, ni alguien, responde al vacío y a la necesidad con la que se ha identificado su mente. Esa mente se cree separada de la "fuente de la abundancia" y en su lugar imagina que para alcanzar sus objetivos es preciso rodearse de medios que le permitan conseguir su fin. De este modo, el mundo exterior se presenta como el campo abonado donde recolectar la cosecha ajena. Pero ocurre que el otro también participa de la misma creencia, la de la escasez, y dado que el mundo ilusorio está regido por la temporalidad, nada es estable y duradero, ni el propio cuerpo con el que identifica. Por lo tanto, lo que siembra le ofrece frutos efímeros que lo inspirarán a conservarlo desplegando muchos esfuerzos. Resulta más fácil apoderarse de lo ajeno, aunque sea efímero, que emplearse en las labores de siembra, mantenimiento y recolección.

En el terreno psicológico, el miedo a no ser nada nos lleva a apoderarnos de la identidad del otro. Este miedo, negado por el ego, favorece el exceso de protagonismos en el desarrollo de la personalidad, dando lugar a personajes que pasan a la historia por sus complejos de superioridad.

12. El deseo de ser especial es el sello de la traición impreso sobre el regalo del amor. 2Todo lo que apoya sus propósitos no tiene otro objetivo que el de matar. 3Todo regalo que lleve impreso su sello no ofrece otra cosa que traición al que lo da y al que lo recibe. 4Ni una sola mirada de los ojos que él ciega deja de con­templar escenas de muerte. 5Todo aquel que cree en su poder no hace sino transigir y hacer concesiones para establecer al pecado como substituto del amor y servirle con gran lealtad. 6toda rela­ción que tenga el propósito del pecado en gran estima no hace sino aferrarse al asesinato como arma de seguridad y como el protector supremo de todas las ilusiones contra la "amenaza" del amor.

El deseo de ser especial responde a la necesidad de rellenar el vacío que ha dejado en nuestra mente la sustitución del amor por el miedo. Ya hemos hecho referencia al miedo mejor guardado del sistema de pensamiento del ego, el miedo a no ser nada, lo que se ha traducido en el miedo a la muerte y a desaparecer tras ella.

De este modo, el deseo de ser especial es el principal pensamiento que nos lleva a atentar contra la realidad de la vida, ya que es una apuesta por reconocer la muerte como una parte real de la existencia. Dando muestra de la afirmación "nadie puede dar lo que no tiene", el ego no puede ser portador de vida en el sentido verdadero de su significado, ya que si así fuese, estaría admitiendo que es un pensamiento ilusorio, pues su sistema de creencias se fundamenta en la temporalidad de la existencia.

domingo, 5 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 278

 LECCIÓN 278

Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre.

1. Si acepto que estoy aprisionado dentro de un cuerpo, en un mundo en el que todo lo que aparentemente vive parece morir, entonces mi Padre está aprisionado al igual que yo. 2Y esto es lo que creo cuando afirmo que tengo que obedecer las leyes que el mundo obedece, y que las flaquezas y los pecados que percibo son reales e ineludibles. 3Si de algún modo estoy aprisionado, ello sig­nifica que no conozco ni a mi Padre ni a mi Ser. 4significa asi­mismo que no formo parte de la realidad en absoluto, 5pues la verdad es libre, y lo que está aprisionado no forma parte de la verdad.

2. Padre, lo único que pido es la verdad. 2He tenido muchos pensamien­tos descabellados acerca de mí mismo y de mi creación, y he introducido en mi mente un sueño de miedo. 3Hoy no quiero soñar. 4Elijo el camino que conduce a Ti en lugar de la locura y el miedo. 5Pues la verdad está a salvo, y sólo el amor es seguro.


¿Qué me enseña esta lección?

Te entrego mi mano, Padre, tómala y camina junto a mí. De este modo, gozando de Tu Presencia, dejaré de sentir miedo, dejaré de vivir en la ilusión, dejaré de sentirme prisionero de las ataduras a un mundo que no es real.

Soy tu Hijo y tomo consciencia de Tu Eterna Presencia. Por unos instantes, elegí aprender por propia iniciativa y esa decisión, me llevó a fabricar una nueva identidad fundamentada en la percepción. En este mundo, al que otorgué realidad, es necesario trabajar para ganarse el sustento que ha de alimentar el cuerpo con el que me identifico. Ese cuerpo necesita ser protegido, pues teme ser atacado por otros cuerpos. El ataque se convierte en la mejor defensa, en un mundo donde nos sentimos separados del resto.

Hoy despierto al sueño que ha dado lugar a tantas pesadillas. Hoy, elijo volver a mi verdadero Hogar. Hoy elijo oír la voz de mi Padre. Hoy elijo la Verdad, la que me revela lo que en realidad soy: Un ser espiritual dotado de los atributos de su creador.

Siento el calor que desprenden tus manos. Mis manos, con seguridad, se aferran a Ellas. Me siento fundir en ese intercambio. Mi identidad pasa a formar parte de Tu identidad.

He vuelto, Padre. Mi mente es Tu Mente. Vivo en Tu Unidad.

¡Qué se haga Tu Voluntad!


Ejemplo-Guía: "¿Quién es el prisionero y quién es el carcelero?

Si aún pensamos que el prisionero y el carcelero son protagonistas distintos del guion, es la señal inequívoca de que aún creemos en la separación, en que aún estamos sujetos a las leyes de causa-efecto, en que aún no gozamos de la verdadera libertad.

¿Podría existir el papel de carcelero si no existiese el papel de reo? El guion del carcelero es custodiar al prisionero, asegurándose de que cumple su condena. Es la condena lo que nos convierte en reos, y es la condición de reo la que hace necesaria la presencia del guardián que vele para que el prisionero cumpla su condena y expíe su delito.

Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas que estamos estudiando de Un Curso de Milagros, que nadie puede condenarnos desde el exterior, sino que es la proyección de nuestra propia condena, la que hace que recibamos el reflejo de nuestro mundo interno.

Cuando nos sentimos culpables internamente, ese es el mecanismo que utilizamos de una manera inconsciente. Proyectamos nuestra propia condenación, nuestra propia culpa y exigimos la corrección de nuestro "delito", de nuestro "pecado" de manera interna, pues no soportamos esa turbia visión, de tal modo que proyectamos la figura del carcelero, el cual velará para garantizar que cumplamos nuestra condena. Sinceramente, todo un montaje demencial, como el que da lugar al sistema de pensamiento en el que vivimos.


Es importante reconocer esta dinámica mental. Se trata de un mecanismo inconsciente
 de autodefensa, para no ver el rostro oscuro de nuestros dementes pensamientos. Ese reconocimiento no persigue el objetivo del autocastigo. Todo lo contrario, persigue el de la liberación, al comprender que todas esas fabricaciones elaboradas por nuestra mente son falsas. Como bien nos aconseja el Curso: "No tengas miedo al mirar el miedo, pues no puede ser visto.

Si nos quejamos de la privación de libertad, preguntémonos a quién hemos nombrado nuestro carcelero y descubramos al reo condenado, es decir, descubramos qué estamos condenando de nosotros mismos y qué mecanismo de autocastigo nos estamos infringiendo. De este modo tendremos la oportunidad de elegir aplicarnos el autoperdón y, aunque dejemos en el paro al colectivo de carceleros, es mejor buscarles otro cometido que sentirnos privados de libertad.


Reflexión: La verdad es libre, y lo que está aprisionado no forma parte de la verdad.

sábado, 4 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 277

  LECCIÓN 277

No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

1. Tu Hijo es libre, Padre mío. 2No dejes que me imagine que lo he apri­sionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. 3Él no está sujeto a ninguna de las leyes que promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo. 4Lo que cambia no puede alterarlo a él en absoluto. 5Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. 6Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor.

2. No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de Dios. 2El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias. 3Mas lo que él es está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. 4Es libre por razón de Quién es su Padre. 5nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo.


¿Qué me enseña esta lección?

La dimensión material está sujeta a las leyes de Jehová (Yod-He-Vav-He). Jehová representa las cuatro fases de todo proceso creativo en el mundo físico, donde el Yod es el Inicio, la semilla, y está relacionado con la Voluntad.

El He es la fase de interiorización, el arraigo de la semilla en la tierra, y está relacionado con la fuerza del deseo.

El Vav es la fase de exteriorización, el brote de la planta al exterior de la tierra, y está relacionado con la fuerza del pensamiento.

El 2º He es la fase de materialización, el fruto, y está relacionado con el cuerpo material.

Jehová rige sobre las leyes imperantes en la dimensión terrenal y nos revela que toda semilla aporta su fruto y que cada fruto engendra una nueva semilla. Jehová representa el aprendizaje a través de la experiencia material.

El Hijo de Dios, atendiendo a la llamada de esa dimensión, dejó su comunión con Dios, donde el Conocimiento era por vía directa, y se identificó con el cuerpo físico y con las leyes que en él imperan. Este proceso lo hemos llamado sueño, pues en verdad, la consciencia se encuentra identificada con un mundo ilusorio, sujeto a la temporalidad, y por lo tanto no real.

El estado de conciencia característico de esta dimensión nos revela las leyes del tiempo, donde la existencia queda sujeta al intervalo comprendido entre el nacimiento y la muerte.

Con las leyes de Jehová, cosechamos lo que sembramos y pagamos por lo que hemos hecho mal. La idea ancestral del pecado, a nivel del inconsciente colectivo de la humanidad, se ha grabado a fuego en nuestra genética, de tal modo que fabricamos un sistema para pagar nuestras deudas pendientes. Este sistema está basado en la creencia en el pecado, en la culpa y en la reencarnación.

Hoy, proclamo mi firme voluntad de abandonar esa vía de aprendizaje; no necesito volver a encarnar en un nuevo cuerpo con el propósito de redimir la ilusión del pecado y de la culpa.

Soy libre para perdonar y libre para salvar el mundo, pues no soy un cuerpo, sino un ser espiritual, inocente e impecable.

El amor sustituye la idea del miedo, de la culpa y del castigo.


Ejemplo-Guía: ¿Qué leyes rigen tus creencias?

Todas ellas tienen un punto en común, un origen, una causa que la motiva, una creencia que la sostiene y la fortalece ante nuestros ojos: la culpa.

La culpa es el pensamiento que se origina cuando la mente sirve al error que ha llamado pecado.

No existiría esa visión, esa creencia si nuestra mente no hubiese interpretado que la relación causa-efecto es un proceso real, gracias al cual la culpa es el fruto de haber prestado atención a un pensamiento pecador que viola la libertad con la que nuestro Creador nos ha creado.

Al igual que el fruto, lleva en su interior una nueva semilla; la culpa, como fruto del pecado, engendra nuevos pensamientos pecaminosos, los cuales se convierten en la semilla de nuevos frutos, como el dolor, el sufrimiento, la ira, la enfermedad, la muerte, etc.

Por lo tanto, el origen de todas las leyes que rigen el mundo que hacemos real, el mundo físico, se encuentra en un falso pensamiento.

El tema elegido para el ejemplo-guía de esta lección es una invitación a reflexionar sobre nuestro código de creencias, pues en él encontraremos todo un sólido sistema construido en base a la percepción del mundo físico, donde la ley imperante queda supeditada bajo la regencia de Jehová, es decir, bajo la ley de causa y efecto (la hago y la pago).

La sociedad, que hemos construido entre todos, también custodia celosamente todo un código de leyes para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. Ese manual legislativo, lo conocemos vagamente, salvo que hayamos elegido el Derecho como vocación, pero lo padecemos continuamente en nuestro devenir. Hay leyes hasta para respirar. Lo más llamativo de esto es que, si profundizamos en el terreno legal, da la impresión de que alguien se ha olvidado de la verdadera esencia de la vida: el perdón y el amor.

Bueno, es cierto que hemos evolucionado en el sentido de que hemos superado la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente), aunque creo que me he precipitado al hacer esta apreciación, pues aún esta ley está vigente en algunos países, lo que nos indica (de manera oculta) que aún se encuentra formando parte de la mente del ser humano.

¿Quién no ha deseado la muerte de un asesino, cuando la víctima es cercana o no tan cercana? Son manifestaciones de nuestro rigor personal, expresados a través del canal de la palabra, el canal que utilizamos para hacer público lo que llevamos en nuestro corazón.

Si dirigimos nuestra mirada al terreno de la ciencia, descubriremos que todos sus postulados se sostienen bajo los pilares de las leyes. Sin embargo, un acercamiento a esa disciplina nos permitirá comprobar, rápidamente, que sus postulados, los mismos que han sido cánones en un pasado, ahora son demolidos por nuevos principios que renuevan las ideas, o lo que es lo mismo, establecen nuevas leyes. Entre las leyes de Newton y las de Einstein se reparten las verdades científicas de los últimos tiempos, aunque será por poco tiempo, pues la física cuántica viene poniendo en duda muchas de las "verdades" que hasta ayer parecían inamovibles.

Si os sentís interesados en profundizar sobre la visión de los nuevos "paradigmas" desde un punto científico, pero muy cercano al campo espiritual, os recomiendo la lectura de la obra "Las mariposas vuelan libres" de Stephen Davis. Lo encontraréis, gratis, en la red. 

¿Qué leyes te gobiernan? ¿Qué creencias te limitan? ¿Qué deseo te convierte prisionero de tus hábitos?

¿Nos atrevemos a dar una respuesta honesta a estas cuestiones? Pues, ponte cómodo y manos a la obra.


Reflexión: Nuestro verdadero Ser es Eterno e Invulnerable.

viernes, 3 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 276

LECCIÓN 276

Se me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.

1. ¿Qué dice la Palabra de Dios? 2"Mi Hijo es tan puro y santo como Yo Mismo." 3Así fue como Dios se convirtió en el Padre del Hijo que Él ama, pues así fue como lo creó. 4Ésta es la Palabra que el Hijo no creó con el Padre, pues nació como resultado de ella. 5Aceptemos Su Paternidad, y todo se nos dará. 6Mas si negamos que fuimos creados en Su Amor, estaremos negando nuestro Ser, y así, no tendremos certeza acerca de quiénes somos, Quién es nuestro Padre y cuál es nuestro propósito aquí. 7No obstante, sólo con que reconozcamos a Aquel que nos dio Su Palabra en nuestra creación, Su recuerdo aflorará de nuevo en nuestras mentes y así podremos recordar a nuestro Ser.

2. Padre, he hecho mía Tu Palabra. ?Y es ésta la que les quiero compartir a todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como si fuesen míos, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy muy afortunado.

Hoy puedo compartir con todos vosotros el motivo de mi alegría.

Hoy puedo afirmar que he recordado mi identidad verdadera.

Hoy puedo afirmar que conozco mi procedencia. Conozco Quién es mi Padre.

Hoy puedo afirmar que soy consciente de cuál es mi propósito en este mundo.

Soy muy afortunado, y mi fortuna no es perecedera y temporal, pues no atesora bienes de este mundo. Mi abundancia, mi riqueza, procede de mi voluntad de amar por encima de todas las cosas, la cual es mi única y verdadera esencia.

Soy muy afortunado, pues me siento un ser libre. Ningún temor atenaza mis miembros; ningún miedo me priva del goce que experimento al sentirme uno con los demás.

Soy muy afortunado, pues ninguna culpa atormenta mi alma. No hago necesario el castigo para recuperar mi inocencia; tan sólo tomo consciencia de los errores y los entrego al Espíritu Santo para que Su Visión Plena los corrija de acuerdo con la Voluntad del Padre.

Soy muy afortunado, pues ya no me siento solo. La Palabra de mi Padre me inspira aquello que debo decir, aquello que debo hacer. Él me toma de la mano, y su Presencia me llena de gozo, de seguridad, de Amor.


Ejemplo-Guía: "¿Qué "palabra" compartimos con el mundo?

El uso de la palabra procede de la necesidad de identificar y reconocer las cosas. A través de la palabra estamos dando nombre y estamos otorgando entendimiento a lo que proyectamos desde nuestra mente. Nadie le dijo al hombre: "Esto que ves aquí se llamará piedra" y "Esto otro se llamará agua".

Nos cuentan los textos sagrados que hubo un tiempo en el que los hombres hablaban una misma lengua, pero esto fue así hasta el episodio de la construcción de la "torre de Babel": 

De acuerdo con la Biblia (principal fuente de los relatos), Dios, para evitar el éxito de la edificación, hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes idiomas (dando lugar al origen de los diferentes idiomas) y se dispersaran por toda la Tierra.

Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Sena-ar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». 

Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, (balbuceo) porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie (Génesis 11:1-9). 

Toda esta simbología recogida en los textos sagrados nos enseña el hecho de cómo los deseos del ego de "imitar" a Dios le llevan a perder la condición de Unidad y dan lugar a la división. 

La palabra se convierte en el canal a través del cual expresamos nuestro pensamiento. Si ese canal lo utilizamos para expresar la Palabra de Dios, es decir, somos uno, puros y santos, tal y como Él nos ha creado, estaremos propiciando la unificación de los múltiples idiomas que personifican nuestro actual estado de separación.

Si utilizamos la palabra para dar identidad a nuestra propia división interna, cada vez seremos más raciales y crearemos líneas fronterizas para salvaguardar y proteger nuestros miedos y nuestros temores. Sobre este tema podríamos escribir largo y tendido, pero creo que no merece la pena hacerlo real cuando tenemos la oportunidad de sembrar la verdadera Palabra de Dios: viendo la Unidad.


Reflexión: "Dar la Palabra de Dios es compartir la Verdad de lo que realmente somos".

Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (5ª parte).

II. La perfidia de creerse especial (5ª parte).

9. Has llegado muy lejos por el camino de la verdad, demasiado lejos como para titubear ahora. 2Un paso más, y todo vestigio del temor a Dios quedará disuelto en el amor. 3El deseo de ser espe­cial de tu hermano y el tuyo son enemigos, y en su mutuo odio están comprometidos a matarse el uno al otro y a negar que son lo mismo. 4Mas no han sido ilusiones las que han llegado hasta este último obstáculo, el cual parece hacer que Dios y Su Cielo estén tan lejos que no se pueden alcanzar. 5Aquí en este santo lugar se alza la verdad esperando para recibirte a ti y a tu her­mano en silenciosa bendición y en una paz tan real y abarcadora que nada queda excluido. 6No traigas ninguna de las ilusiones que abrigas acerca de ti mismo a este lugar, al que vienes lleno de esperanza y honestidad.

Tengo la sensación, basada en la propia experiencia, de que el proceso que hemos llamado "despertar" no es un camino fácil. Se dice de él que se asemeja a un camino de rosas, en el que, para alcanzar la belleza de su flor, hay que recorrer un trayecto de espinas.

Nadie aprende por cuenta ajena. Este dicho se confirma en la realidad que nos muestra el mundo perceptivo. Para la mente dividida, la que hace realidad el mundo ilusorio de la percepción, la salvación se nos antoja como una larga travesía en la que debemos recorrer todo tipo de vicisitudes plagadas de sufrimiento. Es el agotamiento hasta la saciedad lo que nos hace aborrecer aquello que hemos devorado con tanto ardor y pasión. Cuando el deseo de ser especial se haya satisfecho por completo, cuando el dolor haya sido tan intenso que ya no podamos seguir creyendo en el camino elegido, en el guía idolatrado, entonces se percibirá una tenue luz en nuestro horizonte, anunciando que existe la esperanza de un nuevo camino, de elegir un nuevo guía, el cual sí sabrá guiarnos hacia la "tierra prometida", donde nos reencontraremos con nuestra verdadera Identidad, con nuestra naturaleza divina, inocente y pura.

Muchos ya hemos vislumbrado en nuestro horizonte esa tenue luz. Ahora tan sólo nos resta tomar una nueva elección que nos lleve a abandonar las antiguas creencias que nos han mantenido prisioneros de la cárcel del olvido y en la que hemos servido a un falso guía.

10. He aquí el que te puede salvar de tu deseo de ser especial. 2Él tiene tanta necesidad de que lo aceptes como parte de ti, como tú de que él te acepte a ti. 3Eres tan semejante a Dios como Dios lo es a Sí Mismo. 4Dios no es especial, pues Él no se quedaría con nin­guna parte de lo que Él es sólo para Sí, negándosela a Su Hijo y reservándola sólo para Sí Mismo. 5esto es lo que tú temes, pues si Él no es especial, entonces Su Voluntad dispuso que Su Hijo fuese como Él, y, por lo tanto, tu hermano no puede sino ser como tú. 6Él no es especial, pero lo tiene todo, incluyéndote a ti. 7Dale sólo lo que ya es suyo, y recuerda que Dios Se dio a Sí Mismo a ambos con el mismo amor, para que ambos pudierais compartir el universo con Él, Quien dispuso que el amor jamás pudiese ser dividido ni mantenerse separado de lo que es y ha de ser para siempre.

Si Dios fuese especial, Su hijo también lo sería, lo que lo convertiría en el Padre del ego y el mundo físico, sujeto a las leyes de la temporalidad; sería real y sus verdades transitorias.

Si Dios fuese especial, sus creaciones serían caóticas y sus leyes dementes. 

Si Dios fuese especial, sus relaciones serían especiales y el miedo se establecería en ellas, haciendo imposible alcanzar la paz y la felicidad.

El recuerdo de Dios desde nuestro corazón nos inunda de paz y sosiego, pues reconocemos que ninguna mente infectada por el deseo de ser especial puede elevarnos hacia la morada del Cielo donde la visión de la unicidad nos funde con la Filiación. Si has recordado en algún instante santo esa visión del Cielo y de Dios, negarás que nuestro Creador albergue el deseo de ser especial.

Alegrémonos, hermano, pues el recuerdo de Dios abrirá nuestros ojos verdaderos a la visión crística, lo que nos permitirá reconocer que somos Uno en la Mente del Hacedor.

jueves, 2 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 275

LECCIÓN 275

La sanadora Voz de Dios protege hoy todas las cosas.

1. Escuchemos hoy a la Voz que habla por Dios, la cual nos habla de una lección ancestral que es tan cierta hoy como siempre lo fue. 2Sin embargo, este día ha sido seleccionado como aquel en el que hemos de buscar y oír, aprender y entender. 3Escuchemos juntos, 4pues lo que nos dice la Voz que habla por Dios no lo podemos entender por nuestra cuenta, ni aprenderlo estando separados. 5En esto reside la protección de todas las cosas. 6en esto se encuentra la curación que brinda la Voz que habla por Dios.

2. Tu sanadora Voz protege hoy todas las cosas, por lo tanto, dejo todo en Tus Manos. 2No tengo que estar ansioso por nada. 3Pues Tu Voz me indicará lo que tengo que hacer y adónde debo ir, con quién debo hablar y qué debo decirle, qué pensamientos debo albergar y qué palabras transmitirIe al mundo. 4La seguridad que ofrezco me es dada a mí. 5Padre, Tu Voz protege todas las cosas a través de mí.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Por qué nos angustiamos? ¿Por qué nos identificamos con el conflicto? ¿Por qué experimentamos el miedo, la preocupación, la necesidad, el ataque, la ansiedad? ¿Por qué no mantenemos la confianza, la certeza, en que somos protegidos por nuestro Padre?

¿Acaso puedes demostrar que Dios te ha fallado?

Es fácil confundir los deseos del ego con el Plan que Dios nos tiene encomendado.
El ego busca el placer. El Espíritu se regocija en el Amor.
El ego se juzga como pecador. El Espíritu se regocija en la Inocencia.
El ego se culpa y reclama la redención en el castigo. El Espíritu se regocija en el perdón.
El ego se identifica con el cuerpo. El Espíritu se regocija en la semejanza a Dios.
El ego cree en la separación. El Espíritu se regocija en la Unidad con el Creador y con Todo lo Creado.

Haz consciente este instante. Hazlo un instante santo. Aquieta tu mente. Libérala de toda ansiedad y temor. Disponte a oír la Voz Sanadora de Dios. Siente la paz que te protege. Todo cuanto es Dios está a tu disposición. Tan sólo tienes que amar, pues este es el código que te permite el acceso a Él.

¿Qué te falta? ¿Albergas algún temor?

No.


Ejemplo-Guía: "¿Qué voz es la que te guía?

El sincronismo mente-cerebro (cuerpo) es tan veloz que a veces pensamos que es el cuerpo el que toma las decisiones. Pero no es así. El cuerpo no tiene esa capacidad de elección. Es nuestra mente la que toma todas las decisiones, y entre estas se encuentran las que somos conscientes y las que son automáticas, esto es, inconscientes. 

El latido del corazón, por ejemplo, actúa de una manera automática. No le tenemos que mandar la orden de que haga su trabajo. Aunque ya existen referencias sobre el dominio consciente que ejercen sobre el corazón almas que han entrenado la mente. 

Si es la mente la causa de todos nuestros actos, de todos los efectos que experimentamos, es el momento de reflexionar sobre la dirección a la que nos conducen sus decisiones. Esa dirección está condicionada a la voz a la que sirve nuestra mente. 

El Hijo de Dios, desde el instante de su creación, ha estado en conexión directa con Su Creador. Ya hemos visto a lo largo de estas enseñanzas que esa conexión directa quedó velada a raíz de prestar atención a un falso pensamiento, el cual dio la opción de elegir ver las cosas de otra manera. Esa otra visión es lo que se conoce en los textos sagrados como "pecado" y ha dado lugar a la falsa creencia en la separación. Por lo tanto, nos encontramos sumidos en una realidad ilusoria, en la que pensamos que podemos tomar decisiones contrarias a las leyes de Dios. Creemos que la voz del ego es la que nos muestra la verdadera identidad de lo que somos, y el resultado de seguir la dirección ofrecida por el sistema de pensamiento del ego es el mundo demente y sin sentido en el que creemos estar viviendo. 

¿Por qué creemos que no podemos oír la Voz de Dios? 

Un Curso de Milagros no dice al respecto: 

"Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. No obstante, eso es lo que quieres. Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo" (T-4.IV.1:1-5). 

Si tuviésemos que utilizar un término para definir el estado de la mente que sirve al ego, recurriríamos al término "enfermo", es decir, diríamos que la mente que sigue las directrices de la voz del ego es una mente enferma. Con ello, lo que debemos entender es que la mente del ego es una mente errada que necesita corrección, que requiere ser reparada. 

El Capítulo 5 del Curso, titulado Curación y Plenitud, nos ofrece en el punto II un apartado dedicado a la "Voz que habla por Dios". Antes de adentrarnos en los detalles de su exposición, recordar que el Espíritu Santo se encuentra en la mente recta, desde donde realiza su función como la Voz al servicio de Dios.

La Voz que habla por Dios 

“Curar no es crear; es reparar. El Espíritu Santo fomenta la curación mirando más allá de ella hacia lo que los Hijos de Dios eran antes de que la curación fuese necesaria, y hacia lo que serán una vez que hayan sanado. Esta alteración de la secuencia tem­poral debería resultarte familiar, ya que es muy similar al cambio que el milagro produce en la percepción que se tiene del tiempo. El Espíritu Santo es la motivación para alcanzar la mentalidad milagrosa; la decisión de subsanar la separación renunciando a ella. Tu voluntad se encuentra todavía en ti porque Dios la ubicó en tu mente, y aunque puedes mantenerla dormida, no puedes destruirla. Dios Mismo mantiene tu voluntad viva al transmi­tirla desde Su Mente a la tuya mientras perdure el tiempo. El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre e Hijo” (T-5.II.1:1-7). 

“El Espíritu Santo es el espíritu del júbilo. Es la Llamada a retor­nar con la que Dios bendijo las mentes de Sus Hijos separados. Ésa es la vocación de la mente. Antes de la separación la mente no tenía ninguna vocación, ya que antes de eso simplemente era, y no habría podido entender la llamada al recto pensar. El Espíritu Santo es la Respuesta de Dios a la separación; el medio a través del cual la Expiación cura hasta que la mente en su totalidad se reincorpore al proceso de creación” (T-5.II.2:1-5).

“Tanto la separación como el principio que gobierna la Expia­ción dieron comienzo simultáneamente. Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo. Esta llamada es tan poderosa que el ego siempre se desvanece ante su sonido. Por eso es por lo que tienes que elegir escuchar una de las dos voces que hay dentro de ti. Una la inventaste tú, y no forma parte de Dios. La otra te la dio Dios, Quien sólo te pide que la escuches. El Espíritu Santo se encuentra en ti en un sentido muy literal. Suya es la Voz que te llama a retornar a donde estabas antes y a donde estarás de nuevo. Aun en este mundo es posible oír sólo esa Voz y ninguna otra. Ello requiere esfuerzo, así como un gran deseo de aprender. Ésa es la última lección que yo aprendí, y los Hijos de Dios gozan de la misma igualdad como alumnos que como Hijos” (T-5.II.3:1-11). 

“Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la oscuridad. Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde: Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora” (T-5.II,4:1-5). 

“Dios no guía porque la único que puede hacer es compartir Su perfecto conocimiento. Guiar entraña evaluación, ya que implica que hay una manera correcta de proceder y otra incorrecta, una que se debe escoger y otra que se debe evitar. Al escoger una, renuncias a la otra. Elegir al Espíritu Santo es elegir a Dios. Dios no está dentro ti en un sentido literal, más bien, tú formas parte de Él. Cuando elegiste abandonarlo te dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento contigo libre­mente. La comunicación directa se interrumpió al tú inventar otra voz” (T-5.II.5:1-9). 

“El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar. En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente. Elegir implica que la mente está divi­dida. El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo. La voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo” (T-5.II.6:1-9). 

“La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. No exige nada porque su deseo no es controlar. No vence porque no ataca. Su Voz es simplemente un recorda­torio. Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz. La paz es más poderosa que la guerra porque sana. La guerra es división, no expansión. Nadie gana en la batalla. ¿Qué saca un hombre con ganar el mundo entero si con ello pierde su propia alma? Si le prestas oídos a la voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. En realidad, no puedes perderla, pero puedes no cono­cerla. Por lo tanto, te parecerá que la has "perdido" hasta que elijas correctamente” (T-5.II.7:1-14). 

“El Espíritu Santo es tu Guía a la hora de elegir. Reside en la parte de tu mente que siempre habla en favor de la elección correcta porque habla por Dios. Él es el último nexo de comuni­cación que te queda con Dios, comunicación que puedes inte­rrumpir, pero no destruir. El Espíritu Santo es el vehículo mediante el cual la Voluntad de Dios se cumple así en la tierra como en el Cielo. Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. Estos altares no son objetos, son devociones. Sin embargo, ahora tienes otras devociones. Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. La decisión es muy simple. Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti” (T-5.II.8:1-12). 

“Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potes­tad tanto en el Cielo como en la tierra. El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. Se toma mediante el acto de dar, y es, por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar” (T-5.II.9:1-7).  

“Te he asegurado que la Mente que decidió por mí se encuentra también en ti, y que puedes permitirle que te transforme, tal como me transformó a mí. Esta Mente es inequívoca porque sólo oye una Voz y contesta de una sola manera. Tú eres la luz del mundo junto conmigo. El descanso no se deriva de dormir sino de despertar. El Espíritu Santo es la llamada a despertar y a regocijarse. El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio. Nuestra jubilosa tarea es la de despertarlo a la Llamada a Dios. Todos responderán a la Llamada del Espíritu Santo, ya que, de lo contrario, la Filiación no sería una. ¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte del Reino que la de restituirlo a la per­fecta integración que le devuelve la plenitud? Escucha sólo esto a través del Espíritu Santo en ti, y enseña a tus hermanos a escu­char tal como yo te estoy enseñando a ti” (T-5.II.10:1-10).  

“Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme. Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unicidad en la que fue creada. Recuerda que "yugo" quiere decir “unión”, y “carga” significa “mensaje”. Reformulemos la frase "Mi yugo es llevadero y mi carga ligera" de esta forma: Unámonos, pues mi mensaje es la Luz” (T-5.II.11:1-4).  

“Te he pedido encarecidamente que te comportes tal como yo me comporté, pero para eso tenemos que responder a la misma Mente. 2Esa Mente es el Espíritu Santo, Cuya Voluntad dispone siempre en favor de Dios. 3El Espíritu Santo, te enseña cómo tenerme a mí de modelo para tu pensamiento, y, consecuente­mente, a comportarte como yo. 4El poder de nuestra motivación conjunta está más allá de lo que se puede creer, pero no más allá de lo que se puede lograr. 5Lo que juntos podemos lograr es ilimi­tado porque la Llamada a Dios es la llamada a lo ilimitado. 6Hijo de Dios, mi mensaje es para ti, para que lo oigas y se lo trans­mitas a otros a medida que respondes al Espíritu Santo en ti” (T-5.II.12:1-6). 

¿Qué podemos añadir a tan maravillosa exposición? No he querido prescindir de ninguna de las palabras recogidas en el Texto. Tan sólo nos queda elegir y poner nuestra mente al servicio de la Voz que ya se encuentra en nuestro interior, en espera de ser oída: la Voz del Espíritu Santo.


Reflexión: ¿Qué Voz decides oír?

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 280

LECCIÓN 280 ¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios? 1.  Aquel que Dios creó ilimitado es libre.  2 Puedo inventar una prisión par...