domingo, 31 de marzo de 2024

Capítulo 5. IV. Enseñanza y curación

IV. Enseñanza y curación.

1. Lo que el miedo ha ocultado sigue siendo parte de ti. 2Unirse a la Expiación es la manera de escapar del miedo. 3El Espíritu Santo te ayudará a reinterpretar todo lo que percibes como temible, y te enseñará que sólo lo que es amoroso es cierto. 4La verdad está más allá de tu capacidad para destruir; aceptarla, en cambio, está ente­ramente a tu alcance. 5Te pertenece porque, al ser tú una extensión de Dios, la creaste junto con Él. 6Es tuya porque forma parte de ti, tal como tú formas parte de Dios porque El te creó. 7Nada que sea bueno se puede perder, pues procede del Espíritu Santo, la Voz que habla en favor de la creación. 8Nada que no sea bueno fue creado jamás, y, por lo tanto, no puede ser protegido. 9La Expia­ción garantiza la seguridad del Reino, y la unión de la Filiación lo protege. 10El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la Filiación está unida. 11En presencia de aquellos que oyen la exhor­tación del Espíritu Santo a ser uno, el ego se desvanece y queda des-hecho.

Muchos guiones, que han dado lugar a películas cinematográficas o que han inspirado a multitud de escritores, tratan de la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre el miedo y el amor. De alguna manera, el hombre y la humanidad, proyectan fuera de sí, la dualidad de su mundo interno, en un intento de encontrar una respuesta a la búsqueda de la verdad.

Las enseñanzas de un Curso de Milagros, nos pone de manifiesto, que esa dualidad es el alimento con el que el ego trata de justificar su existencia. Mientras que el miedo, es parte interesada en la creencia en la dualidad, pues de esta manera da sentido a su identidad, el Amor, carece de esa visión dualista, pues no percibe la separación como real y lo que no es real, no existe, es ilusión.

Una mente recta, está inspirada por el Espíritu Santo, y cuando estamos conectados a su Canal, tan sólo podemos ver un mundo unido por el pacto del Amor.

2. Lo que el ego forja se lo guarda para sí, y, por lo tanto, carece de fuerza. 2Su existencia no se puede compartir. 3No muere, simple­mente nunca nació. 4El nacimiento físico no es un comienzo, es una continuación. 5Todo lo que continúa ha nacido ya. 6Aumen­tará a medida que estés cada vez más dispuesto a devolverle a la parte superior de tu mente la parte que no está sana, devolvién­dole de este modo tu mente indivisa a la creación. 7Yo he venido a sentar las bases para que tus propios pensamientos puedan hacerte verdaderamente libre. 8Has cargado con un fardo de ideas que no se pueden compartir y que son demasiado endebles como para poder expandirse. aMas una vez que las concebiste no supiste cómo erradicarlas. 9Tú no puedes cancelar tus propios errores pasados por tu cuenta. 10No desaparecerán de tu mente sin la Expiación, remedio éste que no es obra tuya. 11La Expiación debe entenderse exclusivamente como un simple acto de compar­tir. 12Eso es lo que quise decir cuando afirmé que incluso en este mundo es posible escuchar una sola Voz. 13Si formas parte de Dios y la Filiación es una, no puedes estar limitado al ser que el ego ve.

Si el nacimiento físico fuese un comienzo, tal y como defiende las creencias que dan lugar al ego, su identidad quedaría fundamentada. Sin embargo, a lo largo de las Enseñanzas del Curso hemos aprendido que la mente tiene la capacidad de fabricar una ilusión, percibirla y hacerla real, aun careciendo del sello sagrado de la eternidad. Esa ilusión revela una voluntad dotada de poder creador pero dirigida en una dirección contraria a la de su Fuente, a la de Dios.

El Hijo de Dios, en esa proyección, fabrica un proceso en el que el nacimiento físico se interpreta como el único comienzo de la vida, pero, el Hijo de Dios no es un cuerpo, es el Espíritu que mora en él, y que se encuentra en el proceso de autodescubrimiento que le llevará a liberarse de toda atadura a lo falso e ilusorio.

Este punto es muy aclaratorio en lo relativo al proceso al que hemos hecho referencia y al que se suele llamar "despertar". Nos dice que no podemos cancelar nuestros propios errores pasados por nuestra cuenta. Tan sólo podremos conseguirlo haciendo uso de la Expiación, es decir, entregando al Espíritu Santo todas nuestras decisiones para que la mente recta nos guíe hacia la verdad.

3. Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. 2Se puede compartir porque es amoroso. 3Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también. 4El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. 5Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pue­den entrar en conflicto entre sí. 6 Las ideas del ego, en cambio, pueden entrar en conflicto porque ocurren en diferentes niveles y también porque incluyen pensamientos que incluso en el mismo nivel están en franca oposición. 7Es imposible compartir pensamien­tos que se oponen entre sí. 8Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti. 9El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase. 10Todos los demás permanecerán contigo hasta que el Espíritu Santo los haya reinterpretado a la luz del Reino, haciendo que sean también dig­nos de ser compartidos. 11Cuando se hayan purificado lo sufi­ciente Él te permitirá compartirlos. 12La decisión de compartirlos es lo que los purifica.

Hoy se habla y se escribe mucho sobre las dos fuerzas que prevalecen en el universo, la fuerza de Atracción y la fuerza de Repulsión. La primera de ellas, está basada en el Amor, mientras que la segunda, lo hace en el miedo.

La fuerza del Amor-atracción es expansiva, sin embargo, la fuerza del miedo-repulsión se contrae. El Amor crece al compartirlo, pues encuentra la misma frecuencia entre las partes. El miedo requiere del miedo, para seguir existiendo, es autodestructiva y requiere retroalimentarse para perpetuando su creencia.

Desde esta visión, el acto de dar, se convierte en un acto purificador, en cambio, cuando no lo hacemos por miedo a perder lo que tenemos, lo que hacemos es garantizar nuestras carencias.

4. Yo oí una sola Voz porque comprendí que era imposible que pudiese expiar únicamente para mí mismo. 2Escuchar una sola Voz implica que has decidido compartirla para así poderla oír tú mismo. 3La Mente que estaba en mí se siente todavía irresistible­mente atraída hacia todas las mentes creadas por Dios, porque la Plenitud de Dios es la plenitud de Su Hijo. 4Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud. 5Muéstrale que él no puede hacerte daño y que no le guardas rencor, pues, de lo contrario, te estarás guardando ren­cor a ti mismo. 6Ese es el significado de: "Ofrécele también la otra mejilla".

Me quedo con la frase: "Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud". Me tomo unos minutos para imaginar un mundo donde se aplique esta enseñanza. Desecho en mis hermanos una respuesta no receptiva al recibir mis muestras de amor al no responder a sus agresiones o gestos de rabia, venganza y miedo. Desecho la creencia de que mis muestras de amor, sean interpretadas como un gesto de debilidad y no de inocencia e indefensión. 

La Visión del Espíritu Santo, al conectar con ella, nos permitirá tener una mayor comprensión sobre lo percibido y, sobre todo, nos aportará la luz necesaria para reconocer la Santidad en nuestros hermanos.

5. Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. 2Enseñar debe ser curativo, ya que consiste en compartir ideas y en el reconocimiento de que compartir ideas es reforzar­las. 3No puedo olvidar la necesidad que tengo de enseñar lo que he aprendido, la cual surgió en mí precisamente por haberlo apren­dido. 4Te exhorto a que enseñes lo que has aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello. 5Haz que sea algo con lo que pue­des contar en mi nombre porque mi nombre es el Nombre del Hijo de Dios. 6Lo que aprendí te lo doy libremente, y la Mente que estaba en mí se regocija cuando eliges escucharla.

En el mensaje de este párrafo, reconozco el motivo que me ha llevado desde el principio, en el que descubrí estas Enseñanzas, a compartir mis interpretaciones sobre la misma. Como Jesús nos revela, no podemos olvidar la necesidad de enseñar lo que se ha aprendido. Es enseñando como se conserva lo aprendido, es como realmente se aprende.

6. El Espíritu Santo expía en todos nosotros des-haciendo y de esta manera te libera de la carga que le has impuesto a tu mente. 2Al seguir al Espíritu Santo se te conduce de regreso a Dios, que es donde te corresponde estar. aMas ¿cómo podrías encontrar el camino que conduce a Él sino llevando a tu hermano contigo? 3Mi papel en la Expiación no concluirá hasta que no te unas a ella y se la ofrezcas a otros. 4Lo que enseñes es lo que aprenderás. 5Nunca te dejaré desamparado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios que me creó. 6Abandonas a Dios y te abandonas a ti mismo cuando aban­donas a cualquiera de tus hermanos. 7Tienes que aprender a ver­los tal como son, y entender que le pertenecen a Dios al igual que tú. 8¿De qué mejor manera puedes tratar a tu hermano que dán­dole a Dios lo que es de Dios?

Una vez más, el Curso nos recuerda que no podremos alcanzar la Gloria del Cielo hasta que la alcancemos unidos a nuestros hermanos. La Plenitud de Dios y de Su Hijo es completa cuando toda la Filiación haga la Voluntad del Padre.

Así pues, desechemos cualquier camino que nos ofrezca el retorno a la Tierra Prometida de una manera individual. La Enseñanza que no esté basada en la Unicidad de la Filiación no nos abrirá las puertas del Cielo, es decir, no nos permitirá reconocer nuestra verdadera identidad divina.

7. La Expiación te confiere el poder de una mente que ha sanado, pero el poder de crear es de Dios. 2Por lo tanto, aquellos que han sido perdonados deben dedicarse en primer lugar a curar, pues al haber aceptado la idea de la curación, deben compartirla para así conservarla. 3El poder de la creación en su totalidad no se puede expresar si una sola de las ideas de Dios se encuentra excluida del Reino. 4La voluntad conjunta de la Filiación es el único creador que puede crear como el Padre, ya que sólo lo que es íntegro puede pensar íntegramente, y al pensamiento de Dios no le falta nada. 5Cualquier pensamiento que tengas que no sea a través del Espíritu Santo no es íntegro.

Es otra manera de expresar lo que hemos descrito en el punto anterior.

8. ¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? 2Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. 3He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abri­gado. 4Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. 5Se encuen­tran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. 6Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. 7Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. 8Mi bendición va contigo para que la extiendas. 9Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. 10Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. 11El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. 12No podemos perder. 13Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia. 14Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. 15Los Pensamientos de Dios están contigo.

¡Qué así sea!

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 91

LECCIÓN 91

Los milagros se ven en la luz.

1. Es importante recordar que los milagros y la visión van nece­sariamente de la mano. 2Esto necesita repetirse una y otra vez. 3Es una de las ideas centrales de tu nuevo sistema de pensa­miento, y de la percepción a la que da lugar. 4El milagro está siempre aquí. 5Tu visión no causa su presencia, ni su ausencia es el resultado de que no veas. 6Es únicamente tu conciencia de los milagros la que se ve afectada. 7Los verás en la luz, mas no los verás en la oscuridad.

2. Para ti, pues, la luz es crucial. 2Mientras sigas en la oscuridad no podrás ver el milagro. 3Por lo tanto, estarás convencido de que no está ahí. 4Esto se deriva de las mismas premisas de las que procede la oscuridad. 5Negar la luz hace que te resulte imposi­ble percibirla. 6No percibir la luz es percibir la oscuridad. 7La luz entonces no te sirve de nada, a pesar de que está ahí. 8No la puedes usar porque su presencia te es desconocida. 9Y la apa­rente realidad de la oscuridad hace que la idea de la luz no tenga sentido.

3. Si se te dijera que lo que no ves se encuentra ahí, ello te parece­ría una locura. 2Es muy difícil llegar a convencerse de que lo que en verdad es una locura es no ver lo que se encuentra ahí, y, en su lugar, ver lo que no está ahí. 3Tú no dudas de que los ojos del cuerpo puedan ver. 4No dudas de la realidad de las imágenes que te muestran. 5Tienes absoluta fe en la oscuridad, no en la luz. 6¿Cómo se puede invertir esto? 7Tú no lo podrías hacer solo, pero no estás solo en esto.

4. Tus esfuerzos, por insignificantes que sean, están fuertemente respaldados. 2Sólo con que te percatases de cuán grande es esa fortaleza, tus dudas desaparecerían. 3Hoy dedicaremos el día a tratar de que sientas esa fortaleza. 4Cuando hayas sentido la for­taleza que mora en ti, la cual pone fácilmente a tu alcance todos los milagros, dejarás de dudar. 5Los milagros que tu sensación de debilidad ocultan se harán patentes de inmediato en tu concien­cia una vez que sientas la fortaleza que mora en ti.

5. Reserva diez minutos en tres ocasiones hoy para tener un rato de quietud en el que trates de dejar atrás tu debilidad. 2Esto se puede lograr fácilmente si te das instrucciones a ti mismo de que no eres un cuerpo. 3La fe se canaliza hacia lo que deseas, y tú diriges la mente en conformidad con ello. 4Tu voluntad sigue siendo tu maestro, y dispone de toda la fortaleza necesaria para hacer lo que desea. 5Puedes escaparte del cuerpo si así lo decides. 6Puedes experimentar la fortaleza que mora en ti.

6. Comienza las sesiones de práctica más largas con esta declara­ción que entraña una auténtica relación de causa y efecto:

2Los milagros se ven en la luz.
3Los ojos del cuerpo no perciben la luz.
4Mas yo no soy un cuerpo. 5¿Qué soy entonces?

6La pregunta con la que finaliza esta declaración es crucial para los ejercicios de hoy. 7Lo que piensas que eres es una creencia que debe ser erradicada. 8Pero lo que realmente eres es algo que tiene que serte revelado. 9La creencia de que eres un cuerpo necesita ser corregida, ya que es un error. 10La verdad de lo que eres apela a la fortaleza que mora en ti para que lleve a tu conciencia lo que el error oculta.

7. Si no eres un cuerpo, ¿qué eres entonces? 2Necesitas hacerte consciente de lo que el Espíritu Santo utiliza para reemplazar en tu mente la imagen de que eres un cuerpo. 3Necesitas sentir algo en lo que depositar tu fe a medida que la retiras del cuerpo. 4Nece­sitas tener una experiencia real de otra cosa, algo más sólido y seguro; algo más digno de tu fe y que realmente esté ahí.

8. Si no eres un cuerpo, ¿qué eres entonces? 2Hazte esta pregunta honestamente, y dedica después varios minutos a dejar que los pensamientos erróneos que tienes acerca de tus atributos sean corregidos y a que sus opuestos ocupen su lugar. 3Puedes decir, por ejemplo:

4No soy débil, sino fuerte.
5No soy un inútil, sino alguien todopoderoso.
6No estoy limitado, sino que soy ilimitado.
7No tengo dudas, sino seguridad.
8No soy una ilusión, sino algo real.
9No puedo ver en la oscuridad, sino en la luz.

9. En la segunda parte de tu sesión de práctica, trata de experi­mentar estas verdades acerca de ti mismo. 2Concéntrate en espe­cial en la experiencia de fortaleza. 3Recuerda que toda sensación de debilidad está asociada con la creencia de que eres un cuerpo, la cual es una creencia errónea y no merece que se tenga fe en ella. 4Deja de tener fe en ella, aunque sólo sea por un instante. 5medida que avancemos te irás acostumbrando a tener fe en lo que es más valioso en ti.

10. Relájate durante el resto de la sesión de práctica, confiando en que tus esfuerzos, por insignificantes que sean, tienen todo el res­paldo de la fortaleza de Dios y de todos Sus Pensamientos. 2De Ellos es de donde procederá tu fortaleza. 3A través de Su fuerte respaldo es como sentirás la fortaleza que mora en ti. 4Dios y todos Sus Pensamientos se unen a ti en esta sesión de práctica, en la que compartes un propósito semejante al de Ellos. 5De Ellos es la luz en la que verás milagros porque Su fortaleza es tuya. 6Su fortaleza se convierte en tus ojos para que puedas ver.

11. Cinco o seis veces por hora, a intervalos razonablemente regu­lares, recuérdate a ti mismo que los milagros se ven en la luz. 2Asegúrate también de hacerle frente a cualquier tentación con la idea de hoy. 3La siguiente variación podría resultarte útil para este propósito especial:

4Los milagros se ven en la luz.
5No voy a cerrar los ojos por causa de esto.


¿Qué me enseña esta lección?

La función del milagro es poner fin al error de percepción con el que se identifica el ego. Dicho error le lleva a concebir una conciencia dual, basada en la separación de su creador y de lo creado; una conciencia que da lugar a la culpa como vía de redención de lo que interpreta "su acto pecaminoso"; una conciencia que cree en el miedo y siente miedo y que responde con violencia para protegerse de aquello que interpreta como un ataque; una conciencia que cree en la enfermedad como una respuesta de su cuerpo, un vehículo separado e independiente de su mente.

El milagro no se puede ver con los ojos del ego, pues su visión le mantiene en la oscuridad, en el desamor.

El milagro es la expresión del perdón, como viva expresión del amor. Cuando el milagro se produce, se alcanza un estado de coherencia en la conciencia que nos lleva a la visión correcta del ser. El milagro se ve en la luz, pues la luz es la condición natural del espíritu.

La creencia de que somos un cuerpo necesita ser corregida, ya que es un error.

Lo primero que tenemos que saber, es que, 
Dios no creó el cuerpo porque el cuerpo es destructible, y, por consiguiente, no forma parte del Reino. El cuerpo es el símbolo de lo que crees ser. Es todas luces un mecanismo de separación y, por lo tanto, no existe. El Espíritu Santo, como siempre, se vale de lo que tú has hecho y lo transforma en un recurso de aprendizaje. Una vez más, y como siempre, reinterpreta lo que el ego utiliza como un razonamiento en favor de la separación, y lo con­vierte en una demostración contra ésta. Si la mente puede curar al cuerpo, pero el cuerpo no puede curar a la mente, entonces la mente tiene que ser más fuerte que el cuerpo. Todo milagro es una demostración de esto” (T-6.V.A.2:1-7).

¿Qué uso debemos dar al cuerpo, a pesar de conocer que no es real, mientras que permanezcamos en el sueño?

“El mejor uso que podemos hacer del cuerpo es utilizarlo para que nos ayude a ampliar nuestra percepción, de forma que podamos alcanzar la verdadera visión de la que el ojo físico es incapaz. Aprender a hacer esto es la única utilidad real del cuerpo” (T-1.VII.2:4-5).

Es preciso que el cuerpo deje de atraernos y dejemos de prestarle ningún valor como medio de obtener algo, si queremos que nuestros pensamientos sean tan libres como los de Dios.

Debemos poner en manos del Espíritu Santo nuestra enseñanza en el uso del cuerpo. Debemos dejar de utilizar el cuerpo para fomentar la separación y el ataque y usarlo sólo como un medio de comunicación.


Ejemplo-Guía: "Mi cuerpo está enfermo"

No es preciso decir, que el ejemplo de hoy, nos invita al análisis de uno de los temas que
cuenta con más "seguidores". Entre estos seguidores, es frecuente compartir una misma pregunta: ¿Si he puesto mi visión al servicio del Espíritu Santo, por qué mi cuerpo no sana?

Se trata de una pregunta basada en una premisa errónea de las enseñanzas del curso. Si planteamos que nuestro cuerpo está enfermo, es evidente que lo estamos viendo y si lo vemos, lo estamos haciendo real. Le estamos pidiendo al Espíritu Santo que sane algo que no es real, cuando en verdad, nuestra propuesta debe ser pedir que corrija nuestra percepción errónea.

Aprovecharé este ejemplo para profundizar un poco más en el tema de la enfermedad, desde el punto de vista que nos aporta Un Curso de Milagros. Para ello, compartiré las aportaciones realizadas por Kenneth Wapnick.

“La enfermedad es un conflicto en la mente que se desplaza sobre el cuerpo: el conflicto entre el ego y Dios.  En verdad, no existe tal conflicto, pues Dios ni siquiera reconoce la existencia de lo que es inherentemente ilusorio. Para el ego, no obstante, la guerra en contra de Dios es muy real y mientras más nos identifiquemos con su sistema de pensamiento, más nos identificaremos con la creencia de que nuestra mente es un campo de batalla. Este conflicto básico descansa sobre la creencia en la separación, la cual nuestra culpa nos recuerda continuamente. La enfermedad, por lo tanto, es la proyección de esta culpa”.

“Esta proyección de la culpa se puede entender de tres maneras. Primero, al atacarnos a nosotros mismos el ego procura expiar nuestra naturaleza pecaminosa y expresa nuestra negociación inconsciente con Dios de castigarnos a nosotros mismos, en vez de permitir que Dios nos castigue.   El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios”.

“Segundo, no es suficiente que nos ataquemos, pues el ego continuará su progresiva búsqueda de chivos expiatorios. UCDM, nos dice sobre este particular:  "Siempre que consientes sufrir, sentir privación, ser tratado injustamente o tener cualquier tipo de necesidad, no haces sino acusar a tu hermano de haber atacado al Hijo de Dios" (T-7.I.3:1).  

La necesidad del ego de proyectar la culpa es doblemente servida: primero proyecta la culpa sobre nuestro propio cuerpo y nos enferma como castigo por nuestros “pecados”. Luego trata de proyectar la responsabilidad de nuestro sufrimiento sobre otras personas.  Generalmente la acusación es inconsciente, pero en ocasiones estamos conscientes de un placer secreto que se deriva de acusar a alguien más por nuestra enfermedad: “Debido a lo que me has hecho, ahora estoy enfermo".

“El tercer uso que el ego tiene para la enfermedad es como “una defensa en contra de la verdad”. Como afirma el libro de ejercicios:

“La enfermedad es una decisión. No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir. Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse. Ahora enfermas, para que la verdad se marche y deje de ser una amenaza para tus falsos castillos" (L-pI.136.7).

La verdad es espíritu, nuestra identidad y única realidad. A medida que avanzamos en nuestro camino espiritual y progresivamente reconocemos que el único significado de este mundo radica en ayudarnos a recordar nuestro verdadero Hogar, el ego atacará esta verdad por medio de reforzar nuestra identidad física. Uno de los medios más poderosos para lograr esto es enfermarnos. Si sentimos dolor, hacemos el cuerpo real; si el cuerpo es real, el espíritu no puede serlo. De este modo el ego se pone a salvo del “ataque” de la verdad”.

¿Has dudado de la verdad, cuando compruebas que a pesar de que crees estar sirviendo a la luz, tu cuerpo enferma? ¿Por qué no sanamos cuando conocemos el significado de la enfermedad?

Kenneth, nos dice a este respecto: “Si uno procurase descubrir el significado de cualquier síntoma específico, encontraría que su forma refleja el tipo específico de falta de perdón que yace sepultado en la mente del ego. Tal discernimiento, sin embargo, no sana, pues el perdón debe elegirse primero en lugar de la culpa. Desperdiciar horas interminables en la búsqueda de tal discernimiento puede muy bien servir a la astuta estrategia del ego de “buscar y no hallar”. Es el contenido detrás de la forma lo que es esencial”.

“Sólo la mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso” (T-2.IV.2:4-5), pues “la enfermedad, no obstante, no es algo que se origine en el cuerpo, sino en la mente. Toda forma de enfermedad es un signo de que la mente está dividida” (T-8.IX.8:6-7).

Es únicamente cuando elegimos el milagro y podemos decir y verdaderamente creer que “no me gobiernan otras leyes que las de Dios” (L-pl.76), que los efectos de las leyes del ego desaparecen: “Los milagros despiertan nuevamente la conciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad. Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su poder curativo” (T-1.I.20).


Reflexión: ¿Crees que lo que ves es real? ¿Por qué?

sábado, 30 de marzo de 2024

Capítulo 5. III. El Guía a la salvación.

III. El Guía a la salvación.

1. La manera de reconocer a tu hermano es reconociendo al Espí­ritu Santo en él. 2He dicho ya que el Espíritu Santo es el puente para la transferencia de la percepción al conocimiento, de modo que podemos usar los términos como si en verdad estuviesen relacionados, pues en Su Mente lo están. 3Esta relación no puede por menos que estar en Su Mente porque, de no ser así, la separa­ción entre las dos formas de pensar no se podría subsanar. 4El Espíritu Santo forma parte de la Santísima Trinidad porque Su Mente es parcialmente tuya y también parcialmente de Dios. 5Esto necesita aclararse, no con palabras sino mediante la experiencia.

Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas del Curso que la mente mecta, es lo real, la Verdad, y se podría resumir en la Visión de la Unidad. Este punto nos dice que para reconocer al hermano debemos reconocer al Espíritu Santo en él. Con ello debemos entender que, el Espíritu Santo es la Mente Recta, la que nos revela la Verdad, la que nos permite Ver la Unidad en nuestros hermanos. 

2. El Espíritu Santo es la idea de la curación. 2Al ser un pensa­miento, la idea se expande a medida que se comparte. 3Al ser la Llamada a Dios, es asimismo la idea de Dios.4Puesto que tú for­mas parte de Dios, es también la idea de lo que tú eres, así como de lo que son todas Sus creaciones. 5La idea del Espíritu Santo comparte la propiedad de otras ideas porque obedece las leyes del Universo del que forma parte. 6Se refuerza al compartirse. 7Se expande en ti a medida que se la ofreces a tu hermano. 8Tu her­mano no tiene que ser consciente del Espíritu Santo en él o en ti para que se produzca este milagro. 9Puede que él se haya de­sentendido de la Llamada a Dios, tal como tú lo hiciste. 10Este desentendimiento se subsana en ambos a medida que tomas con­ciencia de la Llamada a Dios en él, reconociendo de esta forma su existencia.

Conectar con el canal por donde el Espíritu Santo emite Su mensaje nos permitirá oír la Voz de la curación y en la medida en que compartimos ese canal y ese mensaje con nuestros hermanos, estaremos expandiendo, creando, un mundo en el que se favorece los vínculos basados en la percepción de la Unidad.

Como bien se recoge en este punto, no es necesario que nuestro hermano sea consciente del Espíritu Santo, es decir, que conecte con el canal de la curación, para que nuestra Visión de la Unidad, nuestra expresión de Amor, se extienda hacia él, conocedores de la presencia del Espíritu Santo en su mente.


3. Existen dos formas diametralmente opuestas de ver a tu her­mano. 2Ambas tienen que encontrarse en tu mente porque tú eres el perceptor. 3Tienen que encontrarse también en la suya, puesto que lo estás percibiendo a él. 4Mira a tu hermano a través del Espíritu Santo en su mente, y reconocerás al Espíritu Santo en la tuya. 5Lo que reconoces en tu hermano lo reconoces en ti, y lo que compartes, lo refuerzas.

Este punto nos revela un mecanismo que debemos conocer, pues nos enseña que aquello que percibimos en el otro se encuentra en nuestra mente, o, lo que es lo mismo, lo que reconocemos en nuestro hermano, lo reconocemos en nosotros mismos y estamos compartiéndolo.

4. La Voz del Espíritu Santo en ti es débil. 2Por eso es por lo que debes compartirla. 3Tiene que hacerse más fuerte antes de que puedas oírla. 4Es imposible que la oigas dentro de ti mientras siga siendo tan débil en tu mente. 5No es que de por sí sea débil, sino que está limitada por tu renuencia a oírla. 6Si cometes el error de buscar al Espíritu Santo únicamente en ti, tus pensa­mientos te asustarán, ya que al adoptar el punto de vista del ego, estarás emprendiendo un viaje que le es ajeno al ego utilizándolo a él de guía. 7Esto no puede sino producir miedo.

Es un pensamiento muy compartido entre los estudiantes del curso, la cuestión del por qué, si somos capaces de comprender los mensajes de las enseñanzas, no somos capaces de vivirlos y experimentar sus efectos en nuestra mente y en lo percibido. Por ejemplo, si entendemos que debemos pensar con la mente recta y, como tal, ver a nuestros hermanos desde la Unidad, ¿qué nos lo impide?

En ocasiones, nos sorprendemos buscando fuera de nuestra mente acontecimientos que justifiquen la razón por la cual no podemos aplicar la Unidad en nuestras relaciones. Pero esa respuesta es errónea pues se basa en que lo percibido, lo que hacemos, es más importante que lo que pensamos.

Cuando una creencia se encuentra arraigada en nuestra mente, nuestro comportamiento es el efecto de dicha creencia. Siendo esto así, lo correcto será sintonizar, permanentemente, el canal del Espíritu Santo, es decir, expandir la Visión de la Unidad en todos y cada uno de nuestros pensamientos, para que la melodía que emana de ese canal contagie a los demás permitiéndoles reconocer al Espíritu Santo en ellos.

5. Las demoras pertenecen al ámbito del ego porque el tiempo es un concepto suyo. 2En la eternidad, tanto el tiempo como las demoras carecen de sentido. 3He dicho anteriormente que el Espí­ritu Santo es la Respuesta de Dios al ego. 4Todo lo que el Espíritu Santo te recuerda está en directa oposición a las nociones del ego, pues las percepciones verdaderas y las falsas se oponen entre sí. 5La tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho. 6Lo deshace en el mismo nivel en que el ego opera, pues, de otro modo, la mente sería incapaz de comprender el cambio.

El canal por el que emite Su mensaje el Espíritu Santo, es una frecuencia adaptada al resto de los canales por donde suele expresarse el ego. Las vibraciones del Espíritu Santo se adaptan a la mente perceptiva propia del sistema de pensamiento del ego, de no ser así, el exceso de Luz propia de la Manifestación Divina, no sería comprendida. 

No se trata de adquirir la condición Divina, pues ya Somos el Hijo de Dios, por lo que nuestro "despertar" debemos entenderlo como atemporal, pues nos revela nuestra divinidad, nuestra eternidad. Pero, como hemos dicho, en el mundo de percepción del ego, todo adquiere una expresión temporal, de ahí que tengamos la evidencia de que nuestro despertar depende del paso del tiempo.

6. He subrayado repetidamente que uno de los niveles de la mente no es comprensible para el otro. 2Lo mismo ocurre con el ego y el Espíritu Santo, con el tiempo y la eternidad. 3La eternidad es una idea de Dios, por lo tanto, el Espíritu Santo la comprende perfectamente. 4El tiempo es una creencia del ego, por lo tanto, la mente inferior -el dominio del ego- la acepta sin reservas. 5El único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.

El pasado, no es real, pues ya ha pasado, y el futuro, no es real, pues aún no ha llegado. Son conceptos abstractos que se utilizan para comprender la linealidad de los acontecimientos. Si reflexionamos sobre el contenido de este punto, podremos comprender que todas las percepciones y todos los pensamientos que seamos capaces de hacer conscientes en nuestra mente, se producen en el ahora, en el presente. El "ahora" se convierte de este modo en el aspecto atemporal del tiempo.

7. El Espíritu Santo es el mediador entre las interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu. 2Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. 3Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. 4Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento. 5El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. 6El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú des­conoces esto. 7La tarea del Espíritu Santo consiste, pues, en rein­terpretarte a ti en nombre de Dios.

Una nueva manera de ver al Espíritu Santo en su función de "mediador" entre el mundo temporal del ego y el plano eterno de la Espiritualidad, es representarlo como la luz que ha de difuminar nuestra oscuridad. La luz representa la capacidad de entendimiento, de percibir correctamente. Esa luz forma parte de nosotros, pues forma parte de la Expresión de Dios. Todos tenemos la capacidad de entender lo que somos realmente. Buscamos fuera de nosotros, los canales que nos permitan el reencuentro con nuestro Ser Verdadero. 

Ese reencuentro siempre se producirá en el ahora, en nuestro eterno presente.

8. Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás. 2Ello se debe a que tú, separado del legítimo lugar que ocupas en la Filiación, no significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación es Dios. 3Ésa es tu vida, tu eternidad y tu Ser. 4Esto es lo que el Espíritu Santo te recuerda. 5Esto es lo que Él ve. 6Esta visión ate­moriza al ego por ser tan serena. 7La paz es el mayor enemigo del ego porque, de acuerdo con su interpretación de la realidad, la guerra es la garantía de su propia supervivencia. 8El ego se hace más fuerte en la lucha. 9Si crees que hay lucha, reaccionarás con saña porque la idea de peligro se habrá adentrado en tu mente. 10Dicha idea es un llamamiento al ego. 11El Espíritu Santo está tan pendiente como el ego de cualquier señal de peligro, oponiéndose a éste con todas Sus fuerzas de la misma forma en que el ego le da la bienvenida. 12El Espíritu Santo contrarresta esa acogida dán­dole la bienvenida a la paz. 13 La eternidad y la paz están tan estre­chamente relacionadas como lo están el tiempo y la guerra.

Sinceramente, cuando el contenido de este punto ha llegado a mi mente, he sentido el impulso de cerrar el libro y dar por finalizado su estudio. He percibido tal revelación, lo veo todo tan claro y tan sencillo, que me he dicho: ¿qué necesito más para ser realmente lo que Soy? 

Si mi mente recordase, permanentemente, el mensaje con el que se inicia este párrafo: "no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás", estaría conectado, eternamente, con el canal por donde emite su luz el Espíritu Santo y la Visión de la Unidad guiaría todos mis pasos. 

Sí, necesitamos a nuestros hermanos, para conocernos, pues ese es el Plan de Salvación de Dios, para nosotros. Su Creación dio lugar a la Filiación y en su Hijo va implícito un Pacto Espiritual emanado de la Esencia del Amor: Todos Somos Uno y Uno Somos Todos.

Ese pensamiento, esa creencia, nos permitirá sustituir la guerra por la paz. ¿Acaso no has sentido paz al saber que formas parte del Plan de Dios y ese Plan conlleva saberse Uno con el resto de la Creación? 

9. La percepción deriva significado de las relaciones. 2Aquellas que aceptas constituyen los cimientos de tus creencias. 3La separa­ción es simplemente otro término para referirse a una mente divi­dida. 4El ego es el símbolo de la separación, tal como el Espíritu Santo es el símbolo de la paz. 5Lo que percibes en otros lo refuer­zas en ti. 6Puedes permitir que tu mente perciba falsamente, pero el Espíritu Santo le permite reinterpretar sus propias percepciones falsas.

Lo que percibimos en otros lo reforzamos en nosotros, pues el otro actúa como un espejo que nos refleja nuestra verdadera imagen. Tenemos un desconocimiento de lo que somos. Alcanzamos a identificarnos con aspectos de nuestra personalidad y pensamos que somos de una manera u otra. Pero la realidad, es que, en la medida en que percibamos el "rostro" de la separación en los demás, y cuando decimos separación estamos describiendo el símbolo del miedo, del dolor, del sufrimiento, de la enfermedad, lo que realmente estamos percibiendo es nuestra mente falsa, errónea, la naturaleza propia del ego.

10. El Espíritu Santo es el maestro perfecto. 2Se vale únicamente de lo que tu mente ya comprende para enseñarte que tú no lo comprendes. 3El Espíritu Santo puede tratar con un alumno rea­cio sin oponerse a su mente porque parte de ella está todavía de parte de Dios. 4A pesar de los intentos del ego por ocultarla, esa parte es todavía mucho más poderosa que el ego, si bien éste no la reconoce. 5El Espíritu Santo la reconoce perfectamente porque se trata de Su Propia morada: el lugar de la mente donde Él se siente a gusto. 6Tú también te sientes a gusto ahí porque es un lugar de paz, y la paz es de Dios. 7Tú, que formas parte de Dios, no te sientes a gusto salvo en Su paz. 8Si la paz es eterna, sólo te puedes sentir a gusto en la eternidad.

Cuando en algún momento de nuestra vida, alcancemos la lucidez que nos permite conectar con Dios, experimentaremos ese instante santo que se caracteriza por el goce de la paz. Reconozco esos instantes por la luz que envuelve a mis pensamientos. Durante el tiempo que transcurre en lo temporal, la vivencia no va acompasada con el transcurrir del tiempo. Lo más hermoso de ese instante es la liberación que se siente sobre todos los asuntos mundanos que nos privan de la paz.

Reconozco que he sido incapaz de permanecer en ese espacio eterno, gozando de la paz. Comprendo que la razón de ello, responde a la multitud de canales con los que sintonizamos y que son propios del ego. Por esa misma razón, intento cambiar de canal, de emisora, cuando percibo que el mensaje no aporta paz. No es un problema de canales, es una decisión del operador, el sintonizar uno u otro, y esa es nuestra potestad. 

11. El ego construyó el mundo tal como lo percibe, pero el Espíritu Santo -el reintérprete de lo que el ego construyó- ve el mundo como un recurso de enseñanza para llevarte a tu hogar. 2El Espí­ritu Santo tiene que percibir el tiempo y re-interpretarlo como eterno. 3Tiene que llevar a cabo Su labor mediante el uso de opuestos porque tiene que operar para una mente y con una mente que está en oposición. 4Haz todas las correcciones que ten­gas que hacer, procura aprender y mantén una actitud receptiva con respecto al aprendizaje. 5Tú no creaste la verdad, pero la ver­dad puede todavía hacerte libre. 6 Contempla todo tal como el Espíritu Santo lo contempla, y entiende todo tal como Él lo entiende. 7Su entendimiento evoca a Dios en memoria mía. 8El Espíritu Santo está siempre en comunión con Dios, y forma parte de ti. 9Él es tu Guía a la salvación porque recuerda lo pasado y lo que ha de venir, y lo trae al presente. 10Él mantiene ese regocijo en tu mente con gran ternura, y sólo te pide que lo incrementes com­partiéndolo en Nombre de Dios de modo que Su júbilo se incre­mente en ti.

La enseñanza del Espíritu Santo no puede ser otra que la de corregir nuestras falsas creencias y sustituirla por la Verdad. Esas falsas creencias nos llevan a alimentar la ilusión de la separación, mientras que la Verdad se sustenta en la mente recta y todos los pensamientos que refuerzan la Visión de la Unidad. En resumen, se trata de corregir el miedo con la fuerza eterna del Amor.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 90

LECCIÓN 90

Éstas son las ideas que vamos a utilizar en este repaso:

1. (79) Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.

2Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. 3Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento. 4Hoy quiero recordar la simpli­cidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. 5El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. 6E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar.

2. Para las aplicaciones concretas de esta idea puedes usar las si­guientes variaciones:

2Esto supone un problema para mí que quiero que se resuelva.
3El milagro que se encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí.
4La solución de este problema es el milagro que el problema oculta.

3. (80) Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.

2La única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo indebidamente. 3Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir cierto tiempo antes de que pueda resolverse. 4No veo el problema y la solución como acontecimien­tos simultáneos. 5Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los pudiera separar. 6El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. 7Y comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya.

4. Las siguientes variaciones de la idea de hoy resultarán útiles para las aplicaciones concretas:

2No tengo que esperar a que esto se resuelva.
3La solución a este problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptarla.
4El tiempo no puede separar este problema de su solución.


¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.

El problema encuentra su origen en la creencia de que somos capaces de tener problemas, y esa creencia, reside solo y exclusivamente en la mente dual, en la mente del ego. Todo problema es el fruto de un pensamiento anclado en el resentimiento. Toda solución es el fruto de un pensamiento alimentado por el Amor.

¿Vas a elegir desde el pasado o desde el ahora?
¿Vas a elegir desde la culpa o desde la inocencia?
¿Vas a elegir desde el resentimiento o desde el perdón?

Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.

El despertar de la consciencia, lleva implícito, la comunión con nuestra verdadera identidad. Cuando tengamos la certeza de que somos Seres de Luz y que, temporalmente, nuestro espíritu se encuentra espiritualizando la materia a través de nuestras acciones de amor, entonces, sabremos reconocer que todos los problemas se han resueltos. El problema dejará de existir como tal.

¿Acaso piensas que tu Padre te ha abandonado?
¿Acaso crees que tu hogar es la oscuridad?
¿Acaso el Sol ha dejado algún día de brillar?

viernes, 29 de marzo de 2024

Capítulo 5. II. La Voz que habla por Dios

II. La Voz que habla por Dios

1. Curar no es crear; es reparar. 2El Espíritu Santo fomenta la curación mirando más allá de ella hacia lo que los Hijos de Dios eran antes de que la curación fuese necesaria, y hacia lo que serán una vez que hayan sanado. 3Esta alteración de la secuencia tem­poral debería resultarte familiar, ya que es muy similar al cambio que el milagro produce en la percepción que se tiene del tiempo. 4El Espíritu Santo es la motivación para alcanzar la mentalidad milagrosa; la decisión de subsanar la separación renunciando a ella. 5Tu voluntad se encuentra todavía en ti porque Dios la ubicó en tu mente, y aunque puedes mantenerla dormida, no puedes destruirla. 6Dios Mismo mantiene tu voluntad viva al transmi­tirla desde Su Mente a la tuya mientras perdure el tiempo. 7El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre e Hijo.

Ya se nos ha enseñado que la curación es el pensamiento de dos mentes que perciben su unidad. En este nuevo apartado, se nos recuerda que la curación no es un acto creativo, sino reparador. Y en este sentido, debemos poner en manos del Espíritu Santo, nuestra voluntad de alcanzar la mentalidad milagrosa, la que ha de permitirnos corregir, expiar, nuestros errores mentales, los cuales están basados en la errónea creencia en la separación.

2. El Espíritu Santo es el espíritu del júbilo. 2Es la Llamada a retor­nar con la que Dios bendijo las mentes de Sus Hijos separados. 3Ésa es la vocación de la mente. 4Antes de la separación la mente no tenía ninguna vocación, ya que antes de eso simplemente era, y no habría podido entender la llamada al recto pensar. 5El Espíritu Santo es la Respuesta de Dios a la separación; el medio a través del cual la Expiación cura hasta que la mente en su totalidad se reincorpore al proceso de creación.

Si careciéramos de ese mecanismo de seguridad que ha de permitirnos corregir el error que fabrica nuestra mente, no sería posible recordar lo que realmente somos. Pero esa situación formaría parte del propio error de la mente, pues no podemos renunciar a lo que somos y, la Voz del Espíritu Santo, se hará oír pues la Voluntad del Padre forma parte de nuestra Realidad.

3. Tanto la separación como el principio que gobierna la Expia­ción dieron comienzo simultáneamente.  2Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo. 3Esta llamada es tan poderosa que el ego siempre se desvanece ante su sonido. 4Por eso es por lo que tienes que elegir escuchar una de las dos voces que hay dentro de ti. 5Una la inventaste tú, y no forma parte de Dios. 6La otra te la dio Dios, Quien sólo te pide que la escuches. 7El Espíritu Santo se encuentra en ti en un sentido muy literal. 8Suya es la Voz que te llama a retornar a donde estabas antes y a donde estarás de nuevo. 9Aun en este mundo es posible oír sólo esa Voz y ninguna otra. 10Ello requiere esfuerzo, así como un  gran deseo de aprender. 11Ésa es la última lección que yo aprendí, y los Hijos de Dios gozan de la misma igualdad como alumnos que como Hijos.

Esfuerzo y deseo de aprender, son las expresiones que deben definir a nuestra voluntad. El término "esfuerzo" no debemos interpretarlo como una acción incómoda, dolorosa, ni como una exigencia cercana al concepto egoico del sacrificio. Ese esfuerzo debemos interpretarlo como una invitación a ver las cosas de otra manera, a una invitación a dirigir nuestra voluntad en la dirección que nos permita desaprender lo aprendido y a orientarnos hacia la visión correcta de la unidad.

Cada encuentro con uno de nuestros hermanos es una oportunidad para avanzar en la orientación del aprendizaje verdadero. En vez de percibirlos desde el miedo, como enemigos, veamos en ellos, la vía de aprendizaje que necesitamos para alcanzar la visión de la unidad.

4. eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. 2El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la oscuridad. 3Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde: 4Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, 5pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora.

El Espíritu Santo se convierte en símbolo de la luz que disipa las tinieblas. Es decir, se convierte en el estado mental milagroso que nos permite ver la realidad por encima de la ilusión. 

5. Dios no guía porque lo único que puede hacer es compartir Su perfecto conocimiento. 2Guiar entraña evaluación, ya que implica que hay una manera correcta de proceder y otra incorrecta, una que se debe escoger y otra que se debe evitar. 3Al escoger una, renuncias a la otra. 4Elegir al Espíritu Santo es elegir a Dios. 5Dios no está dentro ti en un sentido literal, más bien, tú formas parte de Él. 6Cuando elegiste abandonarlo te dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento contigo libre­mente. 7La comunicación directa se interrumpió al tú inventar otra voz.

Este apartado parece estar definiendo un patrón cósmico, universal, que podemos identificar cuando analizamos las relaciones padres/hijo en el mundo temporal. Como padre puedo afirmar, que los hijos, una vez "separado" de su progenitor, comienzan una andadura evolutiva que le lleva a adquirir pensamientos separados de los padres. En ese crecimiento evolutivo, se llega a alcanzar un estado que permite reconocer los pensamientos erróneos y a corregirlos adquiriendo los verdaderos.

6. El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. 2Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. 3Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar. 4En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. 5El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente. 6Elegir implica que la mente está divi­dida. 7El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. 8Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo. 9La voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo.

No me imagino a un padre, que ame a sus hijos, que decida abandonarlos cuando éstos se encuentren perdidos. Es como si Dios, al ver el acto volitivo de Su Hijo que le llevó a la conciencia de la separación, le hubiese dicho: "como en mi mundo tan sólo existe la Unidad, no puedo bajar hasta tu nivel -la dualidad- para guiarte".

En su lugar, Dios, se manifiesta a través del Espíritu Santo, Su Voz, y le encomienda la misión de iluminar la mente para permitirle recordar su verdadera y única realidad. Desde esa perspectiva, el Espíritu Santo es una de las alternativas que podemos elegir.

7. La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. 2No exige nada porque su deseo no es controlar. 3No vence porque no ataca. 4Su Voz es simplemente un recorda­torio. 5Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. 6Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. 7La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz. 8La paz es más poderosa que la guerra porque sana. 9La guerra es división, no expansión. 10Nadie gana en la batalla. 11¿Qué saca un hombre con ganar el mundo entero si con ello pierde su propia alma? 12Si le prestas oídos a la voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. 13En realidad no puedes perderla, pero puedes no cono­cerla. 14Por lo tanto, te parecerá que la has "perdido" hasta que elijas correctamente.

La enseñanza continúa aportándonos información sobre el modo en el que se manifiesta en nuestro interior la Voz del Espíritu Santo. Esta información nos ayuda a reconocer si los pensamientos que llegan a nuestra mente proceden de Él o es una falsa ilusión.

  • No da órdenes.
  • No es exigente.
  • No ataca.
  • Favorece el recuerdo de lo que somos.
  • Es serena y pacífica.
Y, sobre todo, nos permitirá ver el milagro del Amor.

8. El Espíritu Santo es tu Guía a la hora de elegir. 2Reside en la parte de tu mente que siempre habla en favor de la elección correcta porque habla por Dios. 3Él es el último nexo de comuni­cación que te queda con Dios, comunicación que puedes inte­rrumpir, pero no destruir. 4El Espíritu Santo es el vehículo mediante el cual la Voluntad de Dios se cumple así en la tierra como en el Cielo. 5Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. 6La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. 7Estos altares no son objetos, son devociones. 8Sin embargo, ahora tienes otras devociones. 9Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. 10La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. 11La decisión es muy simple. 12Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti.

"Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente". La mente está al servicio de la voluntad, si así lo decidimos. El acto volitivo lo hemos heredado de nuestro Creador. Cuando nuestra voluntad se alinea a la de Dios, nuestra mente sintoniza el canal por donde se emite la frecuencia divina y se conecta con lo verdadero. En cambio, cuando nuestra voluntad se dirige a fabricar una realidad diferente a la de Dios, el canal con el que se conecta es el que emite la frecuencia del sistema de pensamiento del ego. 

Tal y como se recoge en este punto, la decisión es muy simple: ¿qué frecuencia elegiremos, la de Dios o la del ego?

9. Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. 2Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potes­tad tanto en el Cielo como en la tierra. 3El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. 4Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. 5Se toma mediante el acto de dar, y es por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. 6Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. 7Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar.

Jesús nos revela en este mensaje que su ejemplo es la decisión correcta que debemos seguir para que nuestra voluntad sea la Voluntad del Padre. Jesús, representa el Amor y la superación del miedo. El Amor nos lleva a expandirnos y a crear. Al expandirnos, compartimos lo que somos y nos reconocemos en la Filiación Divina.

10. Te he asegurado que la Mente que decidió por mí se encuentra también en ti, y que puedes permitirle que te transforme, tal como me transformó a mí. 2Esta Mente es inequívoca porque sólo oye una Voz y contesta de una sola manera. 3Tú eres la luz del mundo junto conmigo. 4El descanso no se deriva de dormir sino de despertar. 5El Espíritu Santo es la llamada a despertar y a regocijarse. 6El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio. 7Nuestra jubilosa tarea es la de despertarlo a la Llamada a Dios. 8Todos responderán a la Llamada del Espíritu Santo, ya que, de lo contrario, la Filiación no sería una. 9¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte del Reino que la de restituirlo a la per­fecta integración que le devuelve la plenitud? 10Escucha sólo esto a través del Espíritu Santo en ti, y enseña a tus hermanos a escu­char tal como yo te estoy enseñando a ti.

"El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio". ¡Cuánta verdad!
Cuando nuestra mente se pone al servicio del ego, del miedo, las vivencias que se experimentan nos llevan hasta la saciedad y hasta el agotamiento. La culpa, la falta de amor, el odio, la envidia, la avaricia, la gula, cuando forman parte de nuestros pensamientos, se convierten en una pesada carga que nos agota.

La ansiedad, la depresión, el estrés, el enfado, las luchas, se apoderan de nuestra mente y guían nuestros pasos hacia un destino doloroso, en espera de que se produzca en nuestro interior una llamada de auxilio, de ayuda, para poder salir de esa red de sufrimiento.

Cuando nuestra mente vibre a la frecuencia del Espíritu Santo, ningún aliado del miedo tendrá cabida en ella. Caminaremos ligeros de equipaje y seremos incansables, pues la fuerza de la Vida nos inspira.

11.  Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme. 2Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unicidad* en la que fue creada. 3Recuerda que "yugo" quiere decir “unión”, y “carga” significa “mensaje”. 4Reformulemos la frase "Mi yugo es llevadero y mi carga ligera" de esta forma: "Unámonos, pues mi mensaje es la Luz".

La Enseñanza de Jesús, ofreciéndonos el Camino hacia la Plenitud, nos aguarda. Tan sólo nuestra decisión de seguir sus pasos, ha de permitirnos despertar del falso sueño en el que nos encontramos, a raíz de identificarnos con la separación y con el ego. Elegir la Luz, es elegir la Unidad.

12. Te he pedido encarecidamente que te comportes tal como yo me comporté, pero para eso tenemos que responder a la misma Mente. 2Esa Mente es el Espíritu Santo, Cuya Voluntad dispone siempre en favor de Dios. 3El Espíritu Santo, te enseña cómo tenerme a mí de modelo para tu pensamiento, y, consecuente­mente, a comportarte como yo. 4El poder de nuestra motivación conjunta está más allá de lo que se puede creer, pero no más allá de lo que se puede lograr. 5Lo que juntos podemos lograr es ilimi­tado porque la Llamada a Dios es la llamada a lo ilimitado. 6Hijo de Dios, mi mensaje es para ti, para que lo oigas y se lo trans­mitas a otros a medida que respondes al Espíritu Santo en ti.

¡Qué así sea!

Capítulo 8. III. El encuentro santo.

III. El encuentro santo. 1. Gloria a Dios en las alturas, y también a ti porque así lo ha dispuesto Su Voluntad.  2 Pide y se te dará, pue...