miércoles, 31 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 151

LECCIÓN 151

Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.

1. Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. 2Eso no es juzgar. 3Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda. 4Su aparente certeza no es sino una capa con la que pre­tende ocultar la incertidumbre. 5Necesita una defensa irracional porque es irracional. 6la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.

2. No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. 2No cues­tionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. 3Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan. 4El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo. 5¿Por qué confías en ellos tan ciegamente? 6¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?

3. ¿Cómo ibas a poder juzgar? 2Tus juicios se basan en el testimo­nio que te ofrecen los sentidos. 3No obstante, jamás hubo testi­monio más falso que ése. 4Mas ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? 5Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. 6Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. 7Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.

4. ¿A eso es a lo que llamas juzgar? 2Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. 3No puedes juzgar. 4Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos. 5El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.

5. El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defende­ría a toda costa, es lo que tú eres. 2Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. 3Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. 4Es únicamente a sí mismo a quien condena. 5Es en sí mismo donde ve culpabilidad. 6Es su propia desespera­ción lo que ve en ti.

6. No prestes oídos a su voz. 2Los testigos que te envía para pro­barte que su propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. 3Confías en ellos ciegamente por­que no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. 4Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.

7. Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que ellos te presentan puedan despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tú creas. 2Él no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él, ni en lo que la boca de su cuerpo le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. 3Él ignora todos esos testigos, los cuales no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. 4Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla.

8. Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. 2Cristo no puede dudar de Sí Mismo. 3La Voz que habla por Dios puede tan sólo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. 4Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpabilidad, al no estar dispuesto ya a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.

9. Así es como Él te juzga. 2Acepta Su Palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. 3¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel que conoce la gloria del Padre y la del Hijo? 4¿Podrían acaso los murmullos del ego llegar hasta Él? 5¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? 6Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. 7Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.

10. Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida. 2Él te concede una visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. 3Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.

11. Él seleccionará los elementos en ellos que representan la ver­dad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles. 2Y re-interpretará desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro y seguro, todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte. 3Y verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y, sobre el mundo, únicamente la bendición del Cielo.

12. Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves. 2Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo. 3En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. 4Así es como verás la santa faz de Cristo en todo, y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.

13. Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del perí­odo que pasamos con Dios. 2Introduciremos estos momentos con una repetición lenta del pensamiento con el que comienza el día. 3Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silen­ciosamente a Aquel que ve los elementos que son verdad en ellos. 4Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Volun­tad de Dios.

14. Ofrécele tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. 2Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asu­mirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. 3Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. 4Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.

15. Pasa así quince minutos al despertar, y dedica gustosamente quince más antes de irte a dormir. 2Tu ministerio dará comienzo cuando todos tus pensamientos hayan sido purificados. 3Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. 4Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. 5Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha re-interpretado en tu mente.

16. Tal es tu Pascua. 2de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. 3Mediante tu transfiguración el mundo se redime y se le libera jubilosamente de la culpabili­dad. 4Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas llenos de gozo y agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.

17. Y recordaremos cada hora a Aquel que es la salvación y la liberación. 2Y según damos las gracias, el mundo se une a noso­tros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. 3Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos.


¿Qué me enseña esta lección?

Ser Hijo de Dios, nos da la potestad de expresar la Voluntad y dirigir su fuerza en la dirección que creamos conveniente. La cuestión de la dirección es una elección. No es un pecado, el elegir, sin embargo, para el ego, esa elección le llevó a creer que no era digna a la mirada de su Padre.

¿Acaso castigarías a tu hijo por el simple hecho de utilizar los atributos con los que le has creado?
¿No sería más lógico que le permitieses tomar consciencia de los efectos que su acción le reporta?

Dios no ha expulsado a su Hijo del Paraíso Terrenal, del Jardín del Edén, dispuesto para que gozara de su condición divina. En ese Estado, el Hijo de Dios era guiado por su Padre para que en su crecimiento anímico fuese desarrollando su Potencial Creador.

Ese Hijo tomó la decisión de identificarse con el mundo material y en esa toma de contacto con las vibraciones físicas, se quedó “estancado”, situación que se asemeja a un estado de “sueño”, pues ha olvidado su verdadera procedencia.

Una vez en el “sueño”, el Hijo de Dios ha cedido su hegemonía a ego, el cual adquiere una nueva identidad, la que le ofrece la percepción que recibe a través de los sentidos del cuerpo físico. Esas sensaciones se convierten en su verdad y ello le lleva a pensar que su única realidad es la que le aporta su cuerpo. Un cuerpo cuya realidad es temporal, nace y muere.

El recuerdo de lo que fue, de su relación con Dios, se le antoja un recuerdo temeroso, pues interpreta que fue arrojado al mundo de la perdición por el simple hecho de haber utilizado su mente para identificarse con un mundo transitorio e ilusorio. El miedo sustituye al amor; la culpa se erige como el sentimiento de arrepentimiento que debe ser redimido. Ello da lugar al castigo, como el antídoto que nos hace sentir aliviados del remordimiento de nuestros pecados.

Deseamos limpiarnos de nuestra “suciedad” y amparado en la falsa creencias de que nos encontramos separados de los demás, proyectamos nuestra oscuridad sobre el mundo, y nos entregamos a enjuiciar las imperfecciones ajenas en un intento por limpiar las nuestras.

Por lo general, el despertar de la consciencia espiritual suele venir acompañada de una experiencia de extremos dolor: una pérdida de un ser querido; una enfermedad grave; un accidente extremo… Tras esas duras experiencias para el ego, se produce el despertar al mundo espiritual. Es como si se alcance la evidencia de que nos encontrábamos identificados con una falsa creencia, con un error.

Ese despertar, nos lleva a sublimar los sentidos físicos y en su lugar, buscamos otras sensaciones más duraderas, como son la paz, el amor incondicional, la justicia, la unidad…

Cuando esto ocurre, nuestra identidad ya no es el ego, sino el Espíritu, y la Voz que oímos a partir de ese momento proviene de nuestro Padre… Participamos del feliz reencuentro de la Gran Familia Divina: La Filiación.


Ejemplo-Guía: "El juicio condenatorio y la vía del castigo"

Llegado este punto del proceso de aprendizaje ofrecido por las Lecciones del Curso de Milagros, tengo la certeza de que abordamos uno de los puntos más importantes de cara a lo que hemos llamado la Salvación o Despertar. Me estoy refiriendo al juicio condenatorio.

Juzgar, es una función que se le atribuye a la mente. El juicio, requiere percepción y la percepción nos lleva a la creencia en la dualidad. Cada experiencia nos lleva a un aprendizaje, en el que alcanzamos una conclusión que inscribimos en nuestra conciencia. Si tocamos el fuego con nuestras manos nos quemaremos y ello nos reportará una información que interpretaremos como dolorosa, lo que nos llevará a extraer una conclusión, tocar el fuego es malo y doloroso.

Una vez que hemos integrado en nuestra conciencia el resultado de una experiencia, este proceso nos lleva a adoptar una creencia y en el ejemplo del fuego, podemos llegar a la conclusión de que el fuego es malo y dañino. Pero alguien puede objetar que esa conclusión es muy rigurosa y que está condicionada por un elemento que no se ha valorado, el fuego es malo y dañino, dependiendo del uso que se le dé, es decir, dependiendo de otra creencia, su utilidad.

Si aplicamos esta dinámica a cualquier aspecto de la vida, podemos concluir que somos un conjunto de creencias, las cuales, todas ellas, se fundamentan en una creencia original que es falsa: pensar que el mundo material es real y que las mentes están separadas.

Desde la creencia en la realidad que nos ofrece el mundo material, no podemos evitar en utilizar nuestra mente con un criterio divisorio y separador. Escudriñar el mundo que percibe, es una invitación que no rechaza, sino que la busca. Juzgar es necesario para conocer lo que es bueno y lo que no lo es.

El juicio se convierte en su principal arma de aprendizaje y de defensa, pues en la medida en que juzgamos, estamos defendiéndonos o atacándolo; atrayéndolo o destruyéndolo.

El juicio es un hábito adquirido por la creencia en la percepción. Se ha convertido en el arma estratégica y favorita del ego, pues de este modo aleja de si mismo aquello que juzga y condena, y de este modo se libera de la culpa que siente conscientemente si decide mirar de frente aquello que está juzgando. De alguna manera, el ego sabe que juzgando mantiene su argumento de ser un cuerpo separado del resto.

El juicio, por lo tanto, nos aleja de la verdad, en cuanto que interpone una condición entre ella y nuestra conciencia. No puedo aceptar ser uno con el otro, pues no puedo aceptar ser uno con lo que condeno.

Hoy, podemos reflexionar sobre un aspecto que nos ayudará a conocernos. Para ello, os invita a responder a la siguiente cuestión:

¿Qué juzgas y condenas en los demás?

Reflexión: ¿Realmente crees que eres lo que tus sentidos te dictan que eres?

martes, 30 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 150

CUARTO REPASO

Introducción

1. Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de prepa­ración que ahora queremos alcanzar.

2. Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:

2Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad eternamente.

3. Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosa­mente la falta de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impi­den ver y reconocer tus pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante auto­engaños diseñados para que ocupen su lugar.

4. Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.

5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:

3Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán sufi­ciente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.

6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. 2así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.

7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él. 6no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.

8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensa­miento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogi­miento con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.

9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quie­tud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. 3concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenza­mos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.

10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cum­plimiento de Su Palabra. 2cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.


LECCIÓN 150

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

(139) Aceptaré la Expiación para mí mismo.
(140) La salvación es lo único que cura.


¿Qué me enseña esta lección?

(139) Aceptaré la Expiación para mí mismo.

La mente inspirada por la voz del ego, al proyectarse, dio lugar al descubrimiento del mundo físico y la identificación con él. Este "acto", ilusoriamente,  ha dado lugar a la visión del ego. La percepción que recibe el ego, a través del cuerpo, da lugar a la conciencia y a creer que dicho vehículo es su única realidad.

Ese error sustenta todo el sistema del pensamiento del ego, el cual, al percibir los cuerpos como entes separados, le lleva a la conclusión que nos encontramos separados unos de otros, negando cualquier vinculación en las vivencias compartidas.

Ese error debe ser corregido, deshecho, y ello sólo es posible a través de la Expiación que nos dispensa el Espíritu Santo.

La Expiación nos permite eliminar todas aquellas capas que nos impedían conocer nuestra verdadera realidad. Corregir el error de la separación, nos lleva recuperar la Esencia de nuestro Ser y, es esa nueva visión, la que nos lleva a la Percepción Verdadera, la antesala, en este mundo, del Verdadero Conocimiento: es la Visión de la Unidad.

Reflexión: ¿Cómo vivo la vida desde la creencia en la separación? ¿Cómo vivo la vida desde la visión del cuerpo?


(140) La salvación es lo único que cura.

La falsa creencia en la separación, nos lleva a sentirnos culpables, pues interpretamos que la orientación que hemos dado a nuestra mente,  nos ha desvinculado de nuestro Creador.

Esta situación es semejante a lo que ocurre en el proceso evolutivo que afrontamos cuando somos una criatura recién nacida. En los primeros años, nuestra mente no es individual, sino que se alimenta de la mente de nuestros padres. Durante ese periodo de tiempo, los conflictos mentales de los padres repercute directamente en la salud de los hijos. Esta apreciación es demostrada en la metodología de la Bioneuroemoción.
Cuando ese niño alcanza la edad en que comienza a utilizar su cuerpo mental individual, suele ocurrir que no sigue las pautas de pensamiento orientada por sus padres, y utiliza su mente para acuñar sus propias creencias, lo que da lugar a una personalidad distinta a la de sus progenitores.

Nuestro Padre es Uno y Es Perfecto…, nuestra personalidad egoica se cree escindida de ese estado de unidad y de perfección y en cambio ha fabricado una realidad en la que se descubre como un ser pecador y merecedor del castigo que le permita redimir su culpa.

Tan solo la salvación nos eleva a la condición que ha de permitirnos deshacer ese error y curar nuestra mente. 

Reflexión: ¿Cuál crees que es la causa de la enfermedad? ¿Cuál crees que es el camino de la curación?

lunes, 29 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 149

CUARTO REPASO

Introducción

1. Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de prepa­ración que ahora queremos alcanzar.

2. Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:

2Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad eternamente.


3. Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosa­mente la falta de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impi­den ver y reconocer tus pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante auto­engaños diseñados para que ocupen su lugar.

4. Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.

5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:

3Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán sufi­ciente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.


6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. 2así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.

7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él. 6no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.

8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensa­miento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogi­miento con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.

9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quie­tud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. 3concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenza­mos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.

10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cum­plimiento de Su Palabra. 2cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.


LECCIÓN 149

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

(137) Cuando me curo no soy el único que se cura.
(138) El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir.


¿Qué me enseña esta lección?

(137) Cuando me curo no soy el único que se cura.

La capacidad de enfermar no se encuentra en el cuerpo, sino en la mente. Las mentes se encuentran unidas, a diferencia de los cuerpos que se encuentran separados.

Si mi mente corrige el error y se cura, la expansión creadora de esa corrección permitirá que otras mentes, también, se curen. Podemos llamar a esta secuencia de curación: curación cuántica.

La mente enferma es aquella que se ha identificado con el cuerpo y ha dado lugar a lo que conocemos con el nombre de ego. Su visión está limitada por la información recibida a través de la percepción de los sentidos. La enfermedad, desde este punto de vista, ofrece al ego la certeza de que es un cuerpo, negando cualquier otra identidad que no proceda de su percepción material.

¿Por qué crees que enfermas? ¿Por qué crees que te curas?


(138) El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir.

¿Qué otra alternativa querrías elegir si verdaderamente aspiras a ser feliz?

¿Acaso, si deseas la luz, elegirías la oscuridad?

¿Acaso, si eres consciente de que te pertenece la dicha, la plenitud y la abundancia, vas a decidir abandonar el Edén?

¿Si tu Padre te regala el Cielo…, vas a despreciar su ofrenda y desear el infierno?

¿Si la Verdad es tu Realidad…, decidirás recrear tu mirada con la visión de la ilusión?

Tal vez pienses que debes elegir, sin embargo, tu herencia ya ha sido dispuesta… Eres el legítimo heredero y Príncipe de Todos los confines del Cielo… Esa es tu potestad.

domingo, 28 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 148

CUARTO REPASO

Introducción

1. Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de prepa­ración que ahora queremos alcanzar.

2. Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:

2Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad eternamente.

3. Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosa­mente la falta de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impi­den ver y reconocer tus pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante auto­engaños diseñados para que ocupen su lugar.

4. Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.

5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:

3Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán sufi­ciente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.

6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. 2así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.

7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él. 6no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.

8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensa­miento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogi­miento con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.

9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quie­tud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. 3concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenza­mos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.

10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cum­plimiento de Su Palabra. 2cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.


LECCIÓN 148

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

(135) Si me defiendo he sido atacado.
(136) La enfermedad es una defensa contra la verdad.


¿Qué me enseña esta lección?

(135) Si me defiendo he sido atacado.

Tan sólo el cuerpo y sus fabricaciones, toman la decisión de defenderse, pues tan sólo el ego percibe el mundo como una amenaza, como un ataque.

La seguridad del ego es imposible, pues aquello en lo que cree está permanentemente sujeto a la temporalidad y al cambio.

La verdad del ego, justifica el ataque como una venganza que viene a recordarle su identificación con el pecado y el merecido castigo por su pecaminoso acto.

El miedo ha sustituido al amor; la falsa creencia en la separación justifica que los deseos del otro viene a quitarle lo que posee, sus pertenencias, aquellas que le aportan una identidad. Es por ello, que decide defenderse del mundo hostil que le rodea y para ello, ataca y condena el comportamiento ajeno.

Cada vez que mantengo una actitud de defensa, estoy interpretando que me he sentido atacado e intento ganar la partida para no perder lo que más valoro: mi cuerpo, mi estima, mis pertenencias, mi poder, mi seguridad física.

¿De qué te defiendes?

(136) La enfermedad es una defensa contra la verdad.

Si crees ser tu cuerpo físico, sin duda alguna, creerás, igualmente, en la enfermedad, pues dándole valor a aquello que percibes desde tu vehículo físico, lo identificas como tu verdad.

Si ves con los ojos de tu cuerpo, aquello que es ilusorio y le aportas credibilidad, estarás sustituyendo y atacando lo que realmente es verdad.
¿Te has preguntado si no le has dado valor a la enfermedad para justificar tu creencia en que eres un cuerpo?

No olvides, que lo real, lo único que es verdad, es eterno y que lo ilusorio es temporal. ¿Acaso tu cuerpo físico es eterno? Entonces, estás identificándote con lo que no es real; estarás alimentando una verdad que no lo es y todas tus acciones para mantenerte firme en tu verdad, atacará, realmente, a la verdad.

Pregúntate, ¿Para qué necesitas la enfermedad? ¿Qué beneficio te aporta perder la paz y la plenitud? ¿Qué estímulo crees encontrar en la percepción del dolor, del castigo, del sufrimiento?

No necesitas la enfermedad para nada, pues Todo en ti es Pleno. Todo en ti está a salvo. No hay necesidad de castigo, ni de sacrificio, ni de escasez, ni de penas y tristezas. Tener la verdadera visión de lo que Somos; tener la certeza de que Somos Hijos de Dios, de que Somos una Unidad con nuestro Padre, nos dará la confianza para que nuestra mente goce de plena Salud.

sábado, 27 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 147

CUARTO REPASO

Introducción

1. Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de prepa­ración que ahora queremos alcanzar.

2. Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:

2Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad eternamente.

3. Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosa­mente la falta de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impi­den ver y reconocer tus pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante auto­engaños diseñados para que ocupen su lugar.

4. Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.

5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:

3Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán sufi­ciente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.

6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. 2así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.

7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él. 6no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.

8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensa­miento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogi­miento con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.

9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quie­tud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. 3concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenza­mos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.

10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cum­plimiento de Su Palabra. 2cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.


LECCIÓN 147
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

(133) No le daré ningún valor a lo que no lo tiene.
(134) Permítaseme poder percibir el perdón tal como es.


¿Qué me enseña esta lección?

(133) No le daré ningún valor a lo que no lo tiene.

Donde tengas tus tesoros, allí pondrás tu corazón.

Si deseas ver con los ojos del cuerpo, quedarás embelesado con los placeres que te ofrece el mundo material y quedarás apegado al mundo de la ilusión.

Buscarás encontrar, incansablemente, el recuerdo de esa etapa paradisíaca en la que tu verdadero Ser formaba una Unidad con Todo lo Creado. Añorarás ese Estado de Gracia y de Plenitud.

Pero por mucho que busques, no lograrás encontrar en el mundo material, la paz, la alegría, la dicha, la felicidad. Ese mundo material es temporal y está sujeto a las leyes tenebrosas de la muerte. Te identificarás con lo que posees, con lo que tienes y tu identidad será tan transitoria como aquello que crees poseer.

Le das valor a lo efímero; proteges la escuela de tu pensamiento que ha forjado la creencia de que eres tan sólo un cuerpo. Todo cuanto acometes, lleva el sello del miedo, de la pérdida de la inocencia, de la culpa y del castigo. Sustituiste el Amor por el temor; sustituiste la Gracia por la Culpa; sustituiste la Salvación por la pérdida y el castigo.

No le daré ningún valor a lo que no lo tiene.

¿A qué le das valor?


 (134) Permítaseme poder percibir el perdón tal como es.

Tienes necesidad del perdón porque crees que has pecado. Te sientes culpable de haber violado las Leyes de Dios y reclamas la fuerza del perdón para que te libere de tus cargas.

Sin embargo, tu Padre, tu Creador, no ve las cosas como tú las ves. Él no te contempla como un ser pecador, pues Él te hizo perfecto como Él es Perfecto.

Para tu Padre, no es necesario el perdón, pues Él no ve tu pecado. Si no ve el pecado, no es necesario el perdón.

Si en tu interpretación del mundo, en tus juicios, contemplas el pecado en el mundo, es necesario que sepas, que ese rostro es tu propio rostro. Si has percibido el pecado busca en tu interior la creencia que te ha llevado a verlo. Necesitarás perdonarlo en tu interior.

¿Dónde ves el pecado?

Capítulo 8. IV. El regalo de la libertad.

IV. El regalo de la libertad. 1. Si lo que la Voluntad de Dios dispone para ti es paz y dicha absolutas, y eso no es lo único que experime...