jueves, 22 de julio de 2021

El Reino de los Cielos en Un Curso de Milagros: Final

 Cumplir con las Leyes Divinas nos permite ser ciudadanos conscientes del Reino de los Cielos.

  • Busca primero el Reino de los Cielos porque ahí es donde las leyes de Dios operan verdaderamente, y no pueden sino operar verdaderamente porque son las leyes de la verdad. Pero busca sólo eso, puesto que no puedes encontrar nada más. No hay nada más. Dios es el Todo de todo en un sentido muy literal.
No hay júbilo mayor que dar el Reino a los demás.
  • El Reino, que no es sino gloria excelsa y júbilo perfecto, reside en ti para que lo des. ¿No te gustaría darlo?
Tu mente puede elegir entre Ser el Reino de Dios o tener y atesorar los tesoros del reino material.
  • Tu identificación con el Reino de Dios es incuestionable, y sólo tú pones en duda este hecho cuando piensas irracionalmente.
Cuando sirves al reino que has fabricado, dejas del extender el Verdadero Reino y dejas de ejercer tu potestad creadora.
  • Tu mente dividida está obstruyendo la extensión del Reino, y en la extensión de éste reside tu felicidad. Si no extiendes el Reino, es que no estás pensando con tu Creador ni creando como Él creó.
El Reino no puede serte arrebatado. Eres tú, el que decides abandonarlo.
  • No podrás por menos que sentirte atemorizado si crees que tu hermano te está atacando para arrebatarte el Reino de los Cielos. Ésta es la base fundamental de todas las proyecciones del ego.
 Cuando eliges extender el Reino de los Cielos, gozas de perfecta paz.
  • El Reino se extiende para siempre porque está en la Mente de Dios. No conoces tu propio gozo porque no conoces la plenitud de tu propio Ser. Excluye cualquier parte del Reino y no podrás gozar de plenitud. Una mente dividida no puede percibir su llenura, y necesita que el milagro de su plenitud alboree en ella y la cure. Esto vuelve a despertar la plenitud en dicha mente; y al aceptar dicha plenitud se reincorpora al Reino. Cuando aprecias por completo la llenura de Ser de tu mente, el egoísmo se vuelve imposible y la extensión inevitable. Por eso es por lo que el Reino goza de perfecta paz. El espíritu está cumpliendo su función, y sólo el pleno cumplimiento produce paz.
Cuando niegas la Voluntad del Padre, estás negando la Luz de su Reino.
  • La verdad es la Voluntad de Dios. Comparte Su Voluntad y estarás compartiendo Su conocimiento. Niega que Su Voluntad sea la tuya, y estarás negando Su Reino y el tuyo.
 Tu misión es enseñar al Reino el verdadero significado de lo que es el Reino.
  • Te exhorto a recordar que te he escogido a ti para que le enseñes al Reino lo que es el Reino. Esta lección no admite excepciones porque la falta de excepciones es la lección en sí. Cada Hijo que regresa al Reino con esta lección en su corazón ha sanado a la Filiación y ha dado gracias a Dios. Todo aquel que aprende esta lección se convierte en el maestro perfecto porque la ha aprendido del Espíritu Santo.
 El Reino de los Cielos incluye a todos los Hijos de Dios.
  • El Reino de Dios incluye a todos Sus Hijos y a los hijos de éstos, que son tan semejantes a los Hijos como éstos son semejantes al Padre. Conoce, entonces, a los Hijos de Dios, y habrás conocido a toda la creación.
 El Reino es Paz.
  • El conocimiento no es la motivación para aprender este curso. La paz lo es. La paz es el requisito previo para alcanzar el conocimiento, simplemente porque los que están en conflicto no están en paz, y la paz es la condición necesaria para el conocimiento porque es la condición del Reino.
 El ego se interpone en tu encuentro con el Reino.
  • Tú no puedes encontrar el Reino por tu cuenta, y tú, que eres el Reino, no puedes encontrarte a ti mismo por tu cuenta. Para lograr el objetivo del plan de estudios, por lo tanto, no debes escuchar al ego, cuyo propósito es derrotar su propio objetivo.
Ser el Reino es una elección que debes tomar con libertad.
  • Yo puedo enseñarte, pero tú tienes que elegir seguir mis enseñanzas. ¿Cómo podría ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad?
Ser el Reino es amar la creación de Dios.
  • En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él.
 El Reino de los Cielos está dentro de cada uno de nosotros.
  •  Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. ¿Crees que yo te iba a engañar? El Reino de los Cielos está dentro de ti. Ten fe en que la verdad está en mí porque yo sé que está en ti.
El Reino de los Cielos, ni se compra, ni se vende.
  • No obstante, no puedes vender el Reino de los Cielos. Tu herencia no se puede comprar ni vender. Ninguna parte de la Filiación puede quedar desheredada, pues Dios goza de plenitud y todas sus extensiones son como Él.
 La Voluntad es el Principio Primigenio del Padre; es la expresión más elevada del Espíritu y el valor más preciado del Reino.
  • La Expiación no es el precio de tu plenitud; es, no obstante, el precio de ser consciente de tu plenitud. Lo que decidiste "vender" tuvo que ser salvaguardado para ti, ya que no lo habrías podido volver a "comprar". Aun así, tienes que invertir en ello, no con dinero sino con espíritu. Porque el espíritu es voluntad, y la voluntad es el "precio" del Reino.
 Donde hay amor, no hay culpa, y el Reino es pleno amor.
  • Ante el glorioso esplendor del Reino la culpabilidad se desvanece, y habiéndose transformado en bondad ya nunca volverá a ser lo que antes fue.
 El Reino de Dios es la heredad de Su Hijo.
  • El Hijo de Dios tiene derecho a heredar el Reino, el cual se le dio en su creación. No trates de robárselo, pues estarás buscándote culpabilidad y no podrás sino experimentarla.
 El Reino pertenece al Espíritu y no al mundo material.
  • Mi nacimiento en ti es tu despertar a la grandeza. No me des la bienvenida en un pesebre, sino en el altar de la santidad, en el que la santidad mora en perfecta paz. Mi Reino no es de este mundo, puesto que está en ti. Y tú eres de tu Padre. Unámonos en honor a ti, que no puedes sino permanecer para siempre más allá de la pequeñez.
  El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios.
  •  No hay nada externo a ti. Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él. El Cielo no es un lugar ni tampoco una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad  y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada adentro.
  
Hasta aquí, hemos expuestos las afirmaciones recogidas en el manual “Un Curso de Milagros” con respecto al significado de “Reino de los Cielos” o “Reino de Dios”. Como adelanté al principio, en la Introducción, gracias al contenido expuesto podríamos extraer la información necesaria para adquirir una visión, lo suficientemente clara y completa, que nos permitiese comprender lo que se quiere decir cuando se utiliza el término “Reino de los Cielos”.

A esta altura del camino recorrido, podemos concluir, que cuando se habla del Reino de los Cielos, muchos han interpretado que se alude a un “reino” de orden físico, cuyo gobierno sería dirigido por un Alto dignatario o representante y legítimo heredero de la Estirpe Espiritual. Esta idea se ha desarrollado ampliamente a lo largo de la historia, desembocando en la certeza de que la Iglesia es el vivo reflejo del Reino de Dios en la tierra. El camino para alcanzar ese “reino”, pasa por cumplir los mandatos y preceptos enunciados por los defensores de la ley eclesiástica. Sus representantes “legales”, los componentes de la curia vaticana, tienen la potestad de decidir si las almas son merecedoras o no, de ser ciudadanos del Reino.

La traducción hebrea de la palabra “reino”, Malkut, advertíamos que representa al Séfira que se corresponde en el Árbol Cabalístico con el Mundo Material o la Región Física. Ocurre, que esta vinculación esotérica, ha derivado socialmente, en que los esquemas sociales, adquiriesen ese “patrón” organizativo, donde la Monarquía, con la figura del rey a la cabeza, se erigía como la máxima representación del poder y del orden social.
No deja de ser curioso, que la aplicación de ese modelo cósmico al plano físico, ha contribuido a establecer un esquema social lo más alejado del verdadero Propósito Cósmico.
Mientras que en el Reino de los Cielos debe imperar la Unidad, en el reino material, impera la separación. Con el tiempo, se fueron constituyendo numerosos reinos dentro de un mismo país, los cuales, para salvaguardar sus bienes y posesiones, entablaban sangrientas contiendas con los reinos vecinos.

Una visión más clara y cercana a la verdad, es la que nos ofrece el punto de vista espiritual. El Organigrama Divino, representado por 10 Centros de Consciencia (Séfiras) constituye lo que se conoce como “Árbol Cabalístico”, donde se recoge 10 Escenarios o Centros Iniciáticos, los cuales se expresan en potencialidades que el Alma debe desarrollar para alcanzar su condición divina. Dicho de otro modo, somos Hijos de Dios y hemos heredado potencialmente todas sus cualidades. Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Esa heredad se encuentra en nosotros en estado potencial, decíamos, por lo que debemos ir desarrollándola dentro de un proceso evolutivo. Podemos comparar ese “trabajo” con el que desarrolla un bebe al nacer. Decimos de él, que es un ser creador, con capacidad para crear, pero esa condición estará activa, tan sólo, cuando alcance la madurez para ello.
Por lo tanto, cuando decimos que el Alma, potencialmente, es poseedora de 10 Atributos, debemos saber, igualmente, que éstos deben ser desarrollados. Desde este punto de vista, cuando atribuimos a Malkut el significado de Reino, debemos comprender, que lo que realmente significa, es que para que esa condición divina se alcance, debemos estar capacitados para que cada uno de nuestros actos, a nivel material, sea el reflejo de la Voluntad del Padre, es decir, que sean portadores de Unidad, Amor y Paz. Si actuamos así, estaremos instituyendo el Reino de Dios en la Tierra.

Existe un axioma hermético que dice: “Como Arriba, es Abajo”. Si prestamos atención al Árbol Cabalístico, vemos como el Séfira superior es Kether, representante del Padre y cuyo Atributo es Voluntad. El más inferior, es Malkut, representante del Mundo Físico. Si aplicamos el axioma, diremos que las Leyes de Arriba, las Divinas, deben ser las Leyes de Abajo, las humanas, expresado de otro modo, El Yo Espiritual debe manifestarse en el Yo Físico y la Voluntad del Padre, debe ser la Voluntad del ego. Cuando existe esta “Com-unión”, entonces, “estaremos” en lo que “Somos”, es decir, en el Reino de los Cielos.

Compartiendo un pensamiento: “El Reino de Dios es libertad”. Tan sólo tú, debes elegir el camino que ha de conducirte a ser consciente de Él.

Me gustaría finalizar con una frase de Ralph Nader que dice así: “La labor del líder es producir más líderes, no más seguidores”. Parafraseándola, “La labor del rey es producir más reyes, no más súbditos”  Esto es extender el Reino de los Cielos, no para obtener más posesiones, sino para Ser lo que realmente Somos.

El Reino de los Cielos en Un Curso de Milagros: 3ª parte

 El Reino es la morada del Ser.

  • Cuando despiertes, verás la verdad a tu alrededor y dentro de ti, y ya no creerás en los sueños porque éstos dejarán de ser reales para ti. El Reino, en cambio, y todo lo que allí has creado, será sumamente real para ti porque es hermoso y verdadero.
  • En el Reino no hay ninguna duda acerca de lo que eres y de donde te encuentras. La duda no tiene cabida allí porque la primera pregunta jamás se planteó. Al haber sido por fin completamente contestada, nunca existió. Sólo el Ser vive en el Reino, donde todo mora en Dios con absoluta certeza.
 El cuerpo físico no forma parte del Reino.
  • Dios no creó el cuerpo porque el cuerpo es destructible, y, por consiguiente, no forma parte del Reino.
Tan sólo lo verdadero puede formar parte del Reino. Tan sólo la Unidad es verdadera. Mientras que creas en un mundo dual, no podrás formar parte del Reino.
  • El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. Mas lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta unificación.
 El Espíritu Santo es la llave que te abre las Puertas del Reino.
  •  Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino.
 Debes enseñar que formas parte del Reino, así lo aprenderás.
  • Aprendes primero que tener se basa en dar, y no en obtener. Luego aprendes que aprendes lo que enseñas, y que quieres aprender a estar en paz. Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto que es la condición del Reino. Has creído estar fuera del Reino, y, como consecuencia de ello, te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento. Es esencial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.
 El Reino de los Cielos, es Plenitud.
  • La plenitud del Reino no depende de tu percepción, pero tu conciencia de su plenitud sí.
 Creer en lo ilusorio, te mantiene fuera del Reino.
  • La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro  del Reino. Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio. Cuando desechaste la verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. Al concebir otro reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente sólo el Reino de Dios, y, de esta manera, excluiste parte de tu mente de él.
 Por ser Hijo de Dios, posees el poder de acrecentar el Reino.
  • Tienes el poder de acrecentar el Reino, aunque no de acrecentar a su Creador. Reivindicas ese poder cuando te mantienes alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. Al aceptar que tienes ese poder, aprendes a recordar lo que eres.
El mejor regalo que puedes hacer a la humanidad es extender la Paz que habita en el Reino.
  • Yo le di al Reino únicamente amor porque creí que eso era lo que yo era. Lo que tú crees ser determina los regalos que haces, y si Dios te creó extendiéndose a Sí Mismo hasta dar lugar a lo que eres, sólo puedes extenderte a ti mismo tal como Él lo hizo. Sólo la dicha aumenta eternamente, pues la dicha y la eternidad son inseparables. Dios se extiende hacia afuera, más allá de todo límite y más allá del tiempo, y tú que eres co-creador con Él, extiendes Su Reino eternamente y más allá de todo límite. La eternidad es el sello indeleble de la creación. Los eternos son felices y viven en paz eternamente.
 Cuando piensas y amas como Dios, gozas de la integridad del Reino.
  • Pensar como Dios es compartir Su certeza acerca de lo que eres, y crear como Él es compartir el Amor perfecto que Él comparte contigo. Hacia esto te conduce el Espíritu Santo, para que tu dicha sea total porque el Reino de Dios es íntegro.
 El Pensamiento que impera en el Reino del Padre responde a la Integridad, a la Unicidad, a la Paz.
  • Curar es el único tipo de pensamiento en este mundo que se asemeja al Pensamiento de Dios, y por razón de los elementos que ambos tienen en común, el Pensamiento de Dios puede transferirse fácilmente a él. Cuando un hermano se percibe a sí mismo enfermo, se está percibiendo como un ser incompleto, y, por ende, necesitado. Si tú también lo percibes así, lo estás viendo como si realmente no formase parte del Reino y se encontrase separado de él, con lo cual el Reino queda velado para ambos. La enfermedad y la separación no son de Dios, pero el Reino sí. Si enturbias el Reino estarás percibiendo lo que no es de Dios.
  • Curar es, por consiguiente, corregir la percepción de tu hermano y la tuya compartiendo con él el Espíritu Santo. Esto os sitúa a ambos dentro del Reino y reinstaura la plenitud del mismo en vuestras mentes. Es también un reflejo de la creación porque unifica al aumentar e integra al extender. Lo que proyectas o extiendes es real para ti. Esta es una ley inmutable de la mente, tanto en este mundo como en el Reino. El contenido, sin embargo, es diferente en este mundo porque los pensamientos que dicha ley gobierna aquí son muy diferentes de los Pensamientos del Reino.
 En el Reino no hay creencias. Tan sólo certeza.
  • La ley que prevalece dentro del Reino se adapta fuera de él a la premisa: "Crees en lo que proyectas". Ésa es la manera en que enseña porque fuera del Reino es esencial aprender. Dicha manera de enseñar implica que aprenderás lo que eres de lo que has proyectado sobre los demás, y de lo que, por lo tanto, crees que ellos son. En el Reino ni se enseña ni se aprende porque en él no hay creencias. Tan sólo hay certeza.
 El Reino es Dios. Somos una expansión de Dios y el Reino es nuestra heredad.
  • ¿Qué significado puede tener la perfecta consistencia del Reino para los que están confundidos? Es evidente que la confusión del alumno interfiere en su entendimiento de tal significado, y, por lo tanto, le impide apreciarlo. En el Reino no hay confusión porque sólo hay un significado. Este significado procede de Dios y es Dios. Puesto que es también lo que tú eres, es algo que compartes y extiendes tal como tu Creador lo hiciera. Esto no tiene que ser traducido porque se entiende perfectamente, pero sí necesita extensión porque significa extensión. La comunicación es perfectamente directa y está perfectamente unificada. Es completamente libre porque nada discordante puede jamás infiltrarse en ella. Por eso es por lo que es el Reino de Dios. Le pertenece a Él y es, por lo tanto, como Él. Ésa es su realidad, y no hay nada que pueda afectarla.
Conocer el significado de Dios, es conocernos a nosotros mismos. Esa potestad nos lleva ser Uno con el Reino.
  • El significado de Dios espera en el Reino porque allí es donde Él lo ubicó. No espera en el tiempo. Simplemente descansa en el Reino porque allí es donde le corresponde estar, al igual que a ti.
Estar en el Reino, es Ser el Reino.
  • Estar en el Reino quiere decir que pones toda tu atención en él. Mientras sigas creyendo que puedes prestar atención a lo que no es cierto, estarás eligiendo aceptar el conflicto. Mas ¿es esto realmente una elección? Parece serlo, pero las apariencias y la realidad no pueden ser lo mismo. Tú, que eres el Reino, no tienes nada que ver con las apariencias. La realidad es tuya porque tú eres la realidad. De esta manera es como en última instancia tener y ser se reconcilian en tu mente, no en el Reino. El altar que se encuentra allí es la única realidad. El altar es perfectamente inequívoco en el pensamiento porque es un reflejo del Pensamiento perfecto. Tu mente recta ve únicamente hermanos porque ve únicamente en su propia luz.
Continuará...

El Reino de los Cielos en Un Curso de Milagros: 2ª parte

Retomamos el tema iniciado en la entrega anterior dedicado a las referencias recogidas en Un Curso de Milagros, sobre el Reino de los Cielos. Decíamos, que el contenido de dicho Texto, nos aportará la información precisa para que todas nuestras dudas, queden disipadas con relación a este tema. 

En esta nueva entrega, veremos algunas de las características que definen el "estado" del Reino: la Unidad; la Luz; el Amor;  la ausencia del conflicto, de la culpabilidad y del miedo.

La Unidad de la Filiación protege el Reino.
  • La Expiación garantiza la seguridad del Reino, y la unión de la Filiación lo protege. El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la Filiación está unida. En presencia de aquellos que oyen la exhortación del Espíritu Santo a ser uno, el ego se desvanece y queda des-hecho.
En el Reino de los Cielos no existen pensamientos en conflicto.
  • Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. Se puede compartir porque es amoroso. Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también. El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pueden entrar en conflicto entre sí. Las ideas del ego, en cambio, pueden entrar en conflicto porque ocurren en diferentes niveles y también porque incluyen pensamientos que incluso en el mismo nivel están en franca oposición. Es imposible compartir pensamientos que se oponen entre sí. Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti. El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase. Todos los demás permanecerán contigo hasta que el Espíritu Santo los haya reinterpretado a la luz del Reino, haciendo que sean también dignos de ser compartidos. Cuando se hayan purificado lo suficiente Él te permitirá compartirlos. La decisión de compartirlos es lo que los purifica.
 En el Reino de los Cielos no hay culpabilidad.
  • En el Cielo no hay culpabilidad porque el Reino se alcanza por medio de la Expiación, la cual te libera para que puedas crear.
El Reino de los Cielos no está completo sin tu presencia.
  • Dios en Su conocimiento no está esperando, pero a Su Reino le falta algo mientras tú esperes.
No te olvides de que formas parte del Reino de los Cielos.
  • Acuérdate siempre del Reino, y recuerda que tú que formas parte de él, jamás te puedes perder.
En el Reino de los Cielos no existe el miedo.
  • El ego no será destruido porque forma parte de tu pensamiento, pero como no es creativo, y es, por consiguiente, incapaz de compartir, será reinterpretado de otra manera para así liberarte del miedo. La parte de la mente que le diste al ego regresará simplemente al Reino, donde a toda ella le corresponde estar. Puedes demorar la compleción del Reino, pero no puedes introducir el concepto de miedo en él.
Para extender el Reino de los Cielos, debes creer en Él.
  • Dios te creó para que creases. No puedes extender Su Reino hasta que no conozcas la plenitud de éste.
El Reino de los Cielos, es el Reino de la Luz.
  • No hay tinieblas en ninguna parte del Reino, y tu papel sólo consiste en impedir que las tinieblas moren en tu mente. Ésta armonía con la luz es ilimitada porque está en armonía con la luz del mundo. Cada uno de nosotros es la luz del mundo, y al unir nuestras mentes en esa luz proclamamos el Reino de Dios juntos y cual uno solo.
El Reino de los Cielos es amor.
  • Cuando Dios te creó te hizo parte de Él. Por eso es por lo que el ataque no tiene cabida dentro del Reino. Hiciste al ego sin amor, y, por consiguiente, él no te ama. No puedes permanecer dentro del Reino sin amor, y puesto que el Reino es amor, crees estar privado de él.
Dios nos creó como parte de Sí Mismo, luego somos una parte de Su Reino.
  • Escucha pues, la única respuesta del Espíritu Santo a todas las preguntas que el ego plantea: eres una criatura de Dios, una parte de Su Reino de inestimable valor que Él creó como parte de Sí Mismo. Eso es lo único que existe y lo único que es real. Has elegido un sueño en el que has tenido pesadillas, pero el sueño no es real y Dios te exhorta a despertar.
Continuará...

El Reino de los Cielos en Un Curso de Milagros: 1ª parte

En verdad, para aquellos que aún tengáis alguna duda sobre el significado del término “Reino de los Cielos”; si aún buscáis dónde buscarlo o dónde encontrarlo, Un Curso de Milagros, os facilitará ese trabajo. Os invito a seguir el contenido que a continuación expongo y os prometo, que al final, quedaréis profundamente satisfechos.

Somos libres de elegir entre establecer el reino del ego o de expandir el Reino de los Cielos. Ambos se encuentran en nuestra mente. El primero significa miedo y culpabilidad. El segundo Paz y Unidad. 
  • Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no puedes sino elegir acertadamente si recuerdas esto:
El espíritu está eternamente en estado de gracia.
Tu realidad es únicamente espíritu.
Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.
El Atributo más elevado de la Divinidad es la Voluntad. Cuando nuestra Voluntad exclama: “Padre, hágase en mí tu Voluntad”, realmente lo que estamos expresando es que nuestra mente sea Una.
  •  Desear implica que ejercer la voluntad no es suficiente. Sin embargo, nadie que esté en su mente recta podría creer que lo que desea es tan real como lo que su voluntad dispone. En vez de "Busca primero el Reino de los Cielos" di: "Que tu voluntad sea antes que nada alcanzar el Reino de los Cielos" y habrás dicho: "Sé lo que soy y acepto mi herencia”.
El origen del reino queda revelado, quedando claro que no pertenece al mundo material. Nos fue entregado desde más de él, lo que significa que pertenece a los mundos espirituales. Cabalísticamente, el Reino del Espíritu es la Esfera de Kether, donde se manifiesta la Voluntad Divina.
  • Tu reino no es de este mundo porque te fue dado desde más allá de él. La idea de un problema de autoridad tiene sentido únicamente en este mundo. Al mundo no se le abandona mediante la muerte sino mediante la verdad, y la verdad sólo la pueden conocer aquellos para quienes el Reino fue creado, y por quienes espera.
El Reino de los Cielos es la herencia, el derecho del Espíritu, que Dios, en su expansión, dispuso como regalo para Sus Creaciones.
  • El Reino de los Cielos es el derecho del espíritu, cuya belleza y dignidad están mucho más allá de cualquier duda, más allá de la percepción, y se alzan para siempre como las señales del Amor de Dios hacia Sus creaciones, las cuales son absolutamente dignas de Él y sólo de Él. Ninguna otra cosa es lo suficientemente valiosa como para poder ser una ofrenda para una creación de Dios Mismo.
El Reino de los Cielos está en nuestro interior. Somos el Reino de los Cielos.
  • Es difícil entender lo que realmente quiere decir "El Reino de los Cielos está dentro de ti". Ello se debe a que no es comprensible para el ego, que lo interpreta como si algo que está afuera estuviese adentro; lo cual no tiene sentido. La palabra "adentro" es innecesaria. Tú eres el Reino de los Cielos. ¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador?, y ¿qué otra cosa sino tú es Su Reino? Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, transciende la suma de sus partes. Tú también tienes un Reino que tu espíritu creó. Éste no ha dejado de crear como consecuencia de las ilusiones del ego. Tus creaciones no son huérfanas, de la misma manera en que tú tampoco lo eres. Tu ego y tu espíritu nunca serán co-creadores, pero tu espíritu y tu Creador lo serán siempre. Ten por seguro que tus creaciones están tan a salvo como tú.
El Reino de los Cielos está totalmente a salvo de los ataques del ego.
  • El Reino está perfectamente unido y perfectamente protegido, y el ego no prevalecerá contra él. Amén.
Tener y Ser, desde el punto de vista del Espíritu es lo mismo. Por lo tanto, no hay distinción entre tener el Reino de  Dios y ser el Reino de Dios.
  • En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: Dios te ha dado todo. Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortalmente. En el lenguaje del ego, "tener" y "ser" significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. El Espíritu Santo sabe que lo "tienes" todo y que lo "eres" todo. Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previamente aceptada. Por eso es por lo que no hacemos ninguna distinción entre tener el Reino de Dios y ser el Reino de Dios.
Nuestra mente tiene la capacidad de crear. Cuando nuestra mente es recta, estaremos creando desde la Unidad, desde el Amor. Esas creaciones se encuentran en el Reino de los Cielos, pues desde El, han sido emanadas.
  • Puesto que tú eres el Reino de Dios te puedo conducir de vuelta a tus propias creaciones. Ahora no las reconoces, pero aquello de lo cual te has disociado aún se encuentra ahí.
La Universalidad, la Paz y  la Integridad son cualidades propias del Reino de los Cielos.
  • El Espíritu Santo -la Inspiración que toda la Filiación comparte- induce a una clase de percepción en la que muchos elementos son como los del Reino de los Cielos: En primer lugar, su universalidad es perfectamente inequívoca, y nadie que la alcance podría pensar ni por un momento que compartirla signifique cualquier otra cosa que no sea ganar.
  • En segundo lugar, es una percepción que es incapaz de atacar, y, por lo tanto, es verdaderamente receptiva. Esto quiere decir que si bien no engendra conocimiento, tampoco lo obstruye en modo alguno.
  • Finalmente, señala al camino que lleva a lo que está más allá de la curación qué trae consigo, y conduce a la mente más allá de su propia integración, hacia los senderos de la creación. En este punto es donde se producen suficientes cambios cuantitativos para producir un verdadero salto cualitativo.
Somos el Reino de los Cielos, pero lo hemos olvidado. Teníamos Luz y nuestra creencia en la oscuridad nos llevó a quedar dormidos.
  • Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la oscuridad. Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde: Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora.
Continuará...

Capítulo 8. IV. El regalo de la libertad.

IV. El regalo de la libertad. 1. Si lo que la Voluntad de Dios dispone para ti es paz y dicha absolutas, y eso no es lo único que experime...