sábado, 16 de marzo de 2024

Capítulo 3. VI. Los juicios y el problema de la autoridad

VI. Los juicios y el problema de la autoridad

1. Hemos hablado ya del juicio Final, aunque no con gran detalle. 2Después del juicio Final no habrá ningún otro. 3Dicho juicio es simbólico porque más allá de la percepción no hay juicios. 4Cuando la Biblia dice "No juzguéis y no seréis juzgados" lo que quiere decir es que si juzgas la realidad de otros no podrás evitar juzgar la tuya propia.

En efecto, el Capítulo 2, del Texto, está dedicado al significado del Juicio Final. He querido recoger parte de lo expuesto para que nos sirva de introducción: 

"El Juicio Final se originó a raíz de la separación como uno de los muchos recursos de aprendizaje que se incluyeron en el plan general. Del mismo modo en que la separación abarcó un período de millones de años, así el juicio Final se extenderá por un período igualmente largo, o tal vez aún más largo. Su duración, no obstante, puede acortarse enorme­mente mediante los milagros, el recurso que acorta el tiempo, pero que no lo abole. Si un número suficiente de nosotros llega a alcanzar una mentalidad verdaderamente milagrosa, este proceso de acortar el tiempo puede llegar a ser virtualmente inconmensu­rable. Es esencial, no obstante, que te liberes a ti mismo del miedo cuanto antes, pues tienes que escapar del conflicto si es que has de llevar paz a otras mentes” (T-2.VIII.2:4-8).  

“Por lo general, se considera al juicio Final como un proceso que Dios emprendió. Pero en realidad son mis hermanos quienes lo emprenderán con mi ayuda. El Juicio Final es la última curación, en vez de un reparto de castigos, por mucho que pienses que los castigos son merecidos. El castigo es un concepto completamente opuesto a la mentalidad recta, y el objetivo del juicio Final es restituirte tu mentalidad recta. Se podría decir que el juicio Final es un proceso de correcta evaluación. Significa simplemente que todos llegarán por fin a entender qué es lo que tiene valor y qué es lo que no lo tiene. Después de que esto ocurra, la capacidad para elegir podrá ser dirigida racionalmente. Pero hasta que no se haga esa distinción, las oscilaciones entre la voluntad libre y la aprisionada no podrán sino continuar (T-2.VIII.2:1-8)". 

La percepción, la separación, el juicio, son consecuencias directas de un acto de autoría, de un acto de voluntad. Tenemos que recordar que, la voluntad de crear nos fue dada por el Creador, Quien estaba expresando esa misma Voluntad en Su creación. Puesto que la capacidad de crear reside en la mente, todo lo que creamos es necesariamente una cuestión de voluntad. 

Podríamos decir que el principio de la voluntad es el más elevado, lo podemos comparar con la propiedad intrínseca de una semilla, sin la cual, nada florecería. Cuando ese impulso creador es "capturado" por el deseo, tiene lugar una fusión de fuerzas semejante a la unión del fuego y el agua, de la luz y la oscuridad, lo que se percibe como las luchas titánicas del bien y del mal: la ilusión de la falsa dualidad.



2. La decisión de juzgar en vez de conocer es lo que nos hace perder la paz. 2Juzgar es el proceso en el que se basa la percep­ción, pero no el conocimiento. 3He hecho referencia a esto ante­riormente al hablar de la naturaleza selectiva de la percepción, y he señalado que la evaluación es obviamente su requisito previo. 4Los juicios siempre entrañan rechazo. 5Nunca ponen de relieve solamente los aspectos positivos de lo que juzgan, ya sea en ti o en otros. 6Lo que se ha percibido y se ha rechazado, o lo que se ha juzgado y se ha determinado que es imperfecto permanece en tu mente porque ha sido percibido. 7Una de las ilusiones de las que adoleces es la creencia de que los juicios que emites no tienen ningún efecto. 8Esto no puede ser verdad a menos que también creas que aquello contra lo que has juzgado no existe. 9Obvia­mente no crees esto, pues, de lo contrario, no lo habrías juzgado. 10En última instancia, no importa si tus juicios son acertados o no, 11pues, en cualquier caso, estás depositando tu fe en lo irreal. 12Esto es inevitable, independientemente del tipo de juicio de que se trate, ya que juzgar implica que abrigas la creencia de que la realidad está a tu disposición para que puedas seleccionar de ella lo que mejor te parezca.

Intentar comprender y aceptar la afirmación que nos hace este punto con la mente dual se nos antoja contradictorio, pues el simple hecho de percibir, función con la que se encuentra identificada la mente dual, lleva implícito la autoría de juzgar, de separar. 

Podemos hacer un ejercicio práctico in situ. Fija tu mirada en un objeto, bien sea animado o inanimado. De forma inmediata, instantánea, de nuestro cerebro parece emanar pensamientos con el propósito de identificar lo que nuestros ojos evidencian o lo que nuestro órgano de percepción interpreta. En ese cerebro parece almacenarse la información necesaria que nos permite identificar el objeto y de forma subyacente le apropiamos un significado que puede ser clasificado como bueno o malo. El juicio toma presencia en el proceso de percepción como una fase ineludible. Es más, lo hace con ese propósito de aportarnos la información que necesitamos percibir para sentirnos seguros o inquietos. Sin embargo, esa visión, esa percepción es arbitraria, es parcial y no es verdadera, pues carece de la información integral del objeto, es decir, carece del conocimiento. 

Cuando el objeto percibido es una persona o una relación de personas, ese proceso descrito nos lleva a juzgar, a interpretar, de forma sesgada, pues interpretamos situaciones de las que no tenemos la visión integral de lo que sucede. Así, consideramos a la vida como injusta cuando sucesos que interpretamos como dolorosos forman parte de nuestras vivencias. 

Imaginemos, que somos los autores de la redacción de una novela. A lo largo del desarrollo de esa obra, los personajes experimentan vivencias dramáticas, las cuales son la consecuencia directa de acciones que se encuentran concadenadas entre sí formando un ciclo de aprendizaje. El escritor que tiene una visión integral de la obra y es conocedor de la trama, está en condiciones de ver el proceso como un todo, lo que le facilita la labor de conocer el para qué de todas las anécdotas que se desarrollan en el devenir de la novela. De carecer de esa visión, el lector, puede sacar conclusiones ilusorias, no reales, del proceso vital de los personajes que dan vida al contenido y al guión de la obra. 

De todo ello se extrae una importante reflexión. Desde la percepción, nuestra visión no será real y verdadera y el juicio es el ejercicio mental que nos conducirá tarde o temprano a la conclusión de que el Juicio Final o proceso final de evaluación ha de conducirnos a la Mente Recta.


3. No tienes idea del tremendo alivio y de la profunda paz que resultan de estar con tus hermanos o contigo mismo sin emitir juicios de ninguna clase. 2Cuando reconozcas lo que eres y lo que tus hermanos son, te darás cuenta de que juzgarlos de cualquier forma que sea no tiene sentido. 3De hecho, pierdes el significado de lo que ellos son precisamente porque los juzgas. 4Toda incerti­dumbre procede de la creencia de que es imprescindible juzgar. 5No tienes que juzgar para organizar tu vida, y definitivamente no tienes que hacerlo para organizarte a ti mismo. 6En presencia del conocimiento todo juicio queda, automáticamente suspendido, y éste es el proceso que le permite al conocimiento reemplazar a la percepción.

Siguiendo con el ejercicio iniciado en el punto anterior, me gusta imaginar  que la práctica de la mirada nueva, de la mirada inocente, es una senda que sin duda ha de llevarnos a la percepción verdadera. No en vano, Jesús, en sus Enseñanzas, nos alentaría a nacer de nuevo y a rodearnos de niños, pues en su estado de consciencia, el niño es aún puro y se encuentra abierto a mirar sin juzgar lo percibido. Tan solo cuando los adultos tratan de encausarlos por la vía de la educación es cuando los privamos de la facultad de la pureza y de la inocencia.

¿Has probado percibir sin juzgar? El resultado es la libertad, es la paz.

4. Tienes miedo de todo aquello que has percibido y te has negado a aceptar. 2Crees que por haberte negado a aceptarlo has perdido control sobre ello. 3Por eso es por lo que lo ves en pesadillas, o disfrazado bajo apariencias agradables en lo que parecen ser tus sueños más felices. 4Nada que te hayas negado a aceptar puede ser llevado a la conciencia. 5De por sí, no es peligroso, pero tú has hecho que a ti te parezca que lo es.

Si miramos y no aceptamos lo que vemos, estamos separándonos de la realidad. Es un mecanismo muy estudiado por la psicología para tratar trastornos de comportamiento. El mecanismo es tan autómata que ha pasado a formar parte de nuestro inconsciente.

Si al mirarnos, observamos aspectos que no aceptamos, bien por condicionamientos morales, éticos o físico, pasamos por la fase de prohibirnos ser lo que vemos, y esa parte de nosotros pasa a ser encarcelada en las mazmorras de nuestra naturaleza inconsciente, la cual clamará por salir y ser aceptada, promoviendo una lucha interior con conlleva un gran desgaste interior.

Lo que percibimos no es real, pero lo hacemos real nosotros. El miedo no es real, pero sí lo será si nuestra mente le aporta significado y valor. 


5. Cuando te sientes cansado es porque te has juzgado a ti mismo como capaz de estar cansado. 2Cuando te ríes de alguien es por­que has juzgado a esa persona como alguien que no vale nada. 3Cuando te ríes de ti mismo no puedes por menos que reírte de los demás, aunque sólo sea porque no puedes tolerar la idea de ser menos que ellos. 4Todo esto hace que te sientas cansado, ya que es algo básicamente descorazonador. 5No eres realmente capaz de estar cansado, pero eres muy capaz de agotarte a ti mismo. 6La fatiga que produce el juzgar continuamente es algo realmente intolerable. 7Es curioso que una habilidad tan debili­tante goce de tanta popularidad. 8No obstante, si deseas ser el autor de la realidad, te empeñarás en aferrarte a los juicios. 9También les tendrás miedo, y creerás que algún día serán usados con­tra ti. 10Sin embargo, esta creencia sólo puede existir en la medida en que creas en la eficacia de los juicios como un arma para defender tu propia autoridad.

Cuesta imaginar que sin juicio pueda producirse el proceso de identificación. No saber lo que somos, ni cómo somos, es un pensamiento que favorece la incertidumbre y el miedo. Necesitamos saber que nuestro cuerpo tiene un origen y responde a unas leyes físicas y a roles de comportamiento. No estamos dispuestos a dejar de juzgar lo que percibimos, pues el simple hecho de no conocer las causas del dolor, del sufrimiento, de la escasez, nos produce un profundo miedo. Resulta más fácil pensar que nuestro cuerpo es la causa de nuestro dolor, que reconocer que toda experiencia percibida de dolor es una proyección del dolor que acuñamos en nuestra mente definiendo nuestras creencias.

6. Dios ofrece únicamente misericordia. 2Tus palabras deben reflejar sólo misericordia porque eso es lo que has recibido y eso es lo que deberías dar. 3La justicia es un expediente temporal, o un intento de enseñarte el significado de la misericordia. 4Es juz­gadora únicamente porque tú eres capaz de cometer injusticias. 

Cuando recurrimos al diccionario para conocer el significado del término "misericordia", extraemos entre otros el siguiente:

4. f. Rel. Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.

Es obvio que esta interpretación, está condicionada al proceder de la visión que nos aporta la religión, cuyos preceptos aceptan que la humanidad es fruto del "pecado" y debe ser salvada a través de la redención, la expiación, el castigo, etc.
Desde este punto de vista, la misericordia, se entiende como un Atributo de Dios, lo que significa que el Hacedor participa de la opinión aceptada por los "padres de la religión".

Sin embargo, las enseñanzas del Curso nos habla de las consecuencias del error procedente de la creencia en el "pecado original", y no revela que, hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, es decir, con capacidad creadora y bajo la cualidad de la Inocencia y de la Plenitud. Siendo esto así, la creencia en el pecado no tiene cabida y el concepto misericordia adopta un significado bien distinto.

Este punto nos dice que Dios ofrece únicamente misericordia, y si lo dicho anteriormente es, igualmente, cierto, esa misericordia ofrecida por nuestro Creador no puede significar el perdón de nuestros pecados, sino una virtud mucho más elevada, la capacidad de no ver el pecado.

Os dejo un enlace en el que tuve ocasión de desarrollar, a petición de una estudiante, el tema de la misericordia y donde se extrae, de forma más amplia, una información más extensa sobre este tema:

https://nuevosarquetipos.blogspot.com/2014/09/existe-diferencia-entre-la-misericordia.html

Os dejo un punto extraído de dicho artículo:

Como bien recoge el inspirado cabalista, Kabaleb, en su obra “Los Dioses Internos”, si somos ricos en misericordia, seremos incapaces de sentir rencor hacia nuestros enemigos. La actitud misericordiosa va más allá que el simple perdón, porque el perdón se refiere siempre a un hecho concreto que hemos considerado y hemos decidido perdonar. En cambio, la misericordia es un impulso primordial que está ahí y que perdona, por así decirlo, incluso antes de que la ofensa se haya producido. Es el perdón como sistema, como principio, sin tener demasiado en cuenta la ofensa en sí. Pero no hay que entender que misericordia sea cerrar los ojos ante una realidad desagradable dando patente de corso al otro para que siga equivocándose. Esta virtud lleva propiedades activísimas que transforman a su beneficiario, inculcándole esa misma actitud ante la vida. Por ello la misericordia es la vía del progreso rápido, porque suprime el tiempo que se tardaría en vivir el karma que la injuria ha generado y el tiempo que supondría el vengar la afrenta y el que el otro emplearía en vengarse a su vez de la que le hemos infligido.


7. He hablado de distintos síntomas, y, a ese nivel, la variedad de los mismos es casi infinita. 2Todos ellos tienen, no obstante, una sola causa: el problema de la autoridad. 3Ésta es "la raíz de todo mal". 4Cada síntoma que el ego inventa es una contradicción debido a que la mente está dividida entre el ego y el Espíritu Santo, de tal modo que cualquier cosa que el ego haga es parcial y contradictoria. 5Esta posición insostenible es el resultado del problema de la autoridad que, al aceptar como premisa el único pensamiento inconcebible, sólo puede producir ideas que a su vez son inconcebibles.

La autoría es el acto volitivo y como ya he tenido ocasión de expresar con anterioridad, la Voluntad es el Atributo Primigenio, podríamos utilizar el término Superior, con el que la Divinidad ejerce Su  Poder Creador. Sin ese Impulso inicial, la acción creadora no tendría lugar. Como hemos dicho en otras ocasiones, el acto de voluntad es como la semilla, sin la cual, no podría tener lugar ninguna creación, ningún fruto, ningún efecto. 
El principio de la Voluntad es la causa de todo efecto.
Si la naturaleza egoica participa de la creencia de que su voluntad ha atentado contra las Leyes de Dios, dando lugar a Su ira, expulsándonos del Paraíso Terrenal, acto que nos ha convertido en pecadores, entonces, esa autoría será, como bien recoge este punto, la raíz de todo mal.
Mientras que alberguemos la creencia de que podemos crear un mundo al margen de la autoría de nuestro creador, estaremos dando lugar a infinitos síntomas, todos derivados de error primigenio, el cual, nos lleva a creernos merecedores del castigo eterno para redimir nuestros pecados.

8. El problema de la autoridad es en realidad una cuestión de autoría. 2Cuando tienes un problema de autoridad, es siempre porque crees ser tu propio autor y proyectas ese engaño sobre los demás. 3Percibes entonces la situación como una en que los demás están literalmente luchando contigo para arrebatarte tu autoría. 4Éste es el error fundamental de todos aquellos que creen haber usurpado el poder de Dios. 5Esta creencia les resulta aterradora, pero a Dios ni siquiera le inquieta. 6Él está deseoso, no obstante, por erradicarla, no como un castigo para Sus Hijos, sino tan sólo porque sabe que les produce infelicidad. 7Las creaciones de Dios disponen de la verdadera Autoría, mas tú prefieres permanecer anónimo cuando eliges separarte de tu Autor. 8Al no tener certeza con respecto a Quién es tu verdadero Autor, crees que tu creación fue anónima. 9Esto te pone en una situación en la que lo único que parece tener sentido es creer que tú te creaste a ti mismo. 10La disputa acerca de quién es tu autor ha dejado a tu mente en tal estado de incertidumbre que ésta puede incluso llegar a dudar de que tú realmente existas.

Es obvio pensar, que, si nos creemos los autores de nuestra identidad, percibiremos a los demás con el deseo de hacer valer su propia autoría sobre la nuestra. Al error original de creernos el padre de nuestro Padre, se añade el de creer que "el ladrón piensa que todo el mundo es de su condición" y nos defendemos del ataque de los demás, en una proyección del ataque que nosotros emitimos contra Dios.

Detrás de uno de los síntomas más extendidos en el mundo que percibimos, la depresión, se esconde la causa de no saber quiénes somos realmente y quién nuestro Creador.

9. Sólo los que abandonan todo deseo de rechazar pueden saber que es imposible que ellos puedan ser rechazados. 2No has usur­pado el poder de Dios, pero lo has perdido. 3Afortunadamente, perder algo no significa que haya desaparecido. 4Significa simple­mente que no recuerdas dónde está. 5Su existencia no depende de que puedas identificarlo, o incluso localizarlo. 6Es posible contem­plar la realidad sin juzgar y simplemente saber que está ahí.

Si cambiamos el término rechazar por el de atacar, podríamos reescribir la primera frase y decir: "sólo los que abandonan todo deseo de atacar pueden saber que es imposible que ellos puedan ser atacados". ¿Podrías imaginar por un momento un mundo en el que no tengamos miedo a ser atacados? Esto tan sólo será posible, cuando realmente reconozcamos nuestra verdadera autoría, y despertemos a la Filiación Divina a la que pertenecemos.

El desarrollo del pensamiento racional del ser humano lo ha llevado a participar en la firme creencia de que tan sólo existe aquello que es capaz de percibir con sus sentidos físicos. Es evidente, que tal estado de la mente es el resultado de creer en que nuestra verdadera identidad es el ego, esto es, la percepción del envoltorio material con la que hemos vestido a la verdadera y única esencia del Ser, el Espíritu.

El poder de nuestra mente, a Imagen y Semejanza de la de Dios, es infinito. Su poder creador nos capacita para fabricar una realidad que nuble la visión de nuestra verdadera realidad, llevándonos a negarla y sustituirla por una identidad ilusoria. Sin embargo, este punto nos confirma que es posible contemplar la realidad sin necesidad de juzgar, interpretar (hacer uso de la percepción sensorial) y simplemente saber que está ahí.

"Benditos los que creen sin haber visto"

10. La paz es el patrimonio natural del espíritu. 2Todo el mundo es libre
de rechazar su herencia, pero no de establecer lo que ésta es. 3El problema que todos tienen que resolver es la cuestión funda­mental de la autoría. 4Todo miedo procede en última instancia, y a veces por rutas muy tortuosas, de negar la verdadera Autoría. 5La ofensa no es nunca contra Dios, sino contra aquellos que lo niegan. 6Negar Su Autoría es negarte a ti mismo la razón de tu paz, de modo que sólo te puedes ver a ti mismo fragmentado. 7Esta extraña percepción es el problema de la autoridad.

La situación es la siguiente: Nuestra mente está al servicio de una falsa creencia, que nos lleva a pensar que somos pecadores y como consecuencia de ello, somos merecedores del castigo y del rigor redentor. Todo ello, en base a nuestra autoría de los hechos, da lugar a infinitos síntomas que se traducen en dolor y sufrimiento.
Si nuestra mente sirve a la verdad, lo que significa que reconocemos que la Autoría verdadera es Dios, entonces despertamos a la Inocencia y a la Plenitud, lo que se traduce en Paz y Felicidad.

La cuestión es: ¿qué vas a hacer con el poder de tu voluntad? ¿Servir a Dios o al ego?

11. No hay nadie que de una manera u otra no se sienta aprisio­nado. 2Si ése es el resultado de su libre albedrío, tiene, por ende, que considerar que su voluntad no es libre, o, de lo contrario, el razonamiento circular de esta premisa sería evidente. 3El libre albedrío no puede sino conducir a la libertad. 4Los juicios siempre aprisionan, ya que fragmentan la realidad con las inestables balanzas del deseo. 5Los deseos no son hechos. 6Desear implica que ejercer la voluntad no es suficiente. 7Sin embargo, nadie que esté en su mente recta podría creer que lo que desea es tan real como lo que su voluntad dispone. 8En vez de "Busca primero el Reino de los Cielos" di: "Que tu voluntad sea antes que nada alcan­zar el Reino de los Cielos" y habrás dicho: "Sé lo que soy y acepto mi herencia”.

¡Sé lo que soy y acepto mi herencia!

2 comentarios:

  1. Hola Juan José, sólo quiero agradecerte por tu blog. Estoy comenzando a estudiar UCDM por mi cuenta y Dios me permitió encontrar tus escritos! Mil gracias por tomarte el tiempo para hacer este blog y ser ayuda para los que comenzamos este camino. Bendiciones.

    ResponderEliminar

Capítulo 8. IV. El regalo de la libertad.

IV. El regalo de la libertad. 1. Si lo que la Voluntad de Dios dispone para ti es paz y dicha absolutas, y eso no es lo único que experime...