martes, 19 de marzo de 2024

Capítulo 4. I. La enseñanza y el aprendizaje correctos

I. La enseñanza y el aprendizaje correctos

1. Un buen maestro clarifica sus propias ideas y las refuerza al enseñarlas. 2En el proceso de aprendizaje tanto el maestro como el alumno están a la par. 3Ambos se encuentran en el mismo nivel de aprendizaje, y a menos que compartan sus lecciones les faltará convicción. 4Un buen maestro debe tener fe en las ideas que enseña, pero tiene que satisfacer además otra condición: debe tener fe en los estudiantes a quienes ofrece sus ideas.

Una de las bases principales de la enseñanza que se recoge en Un Curso de Milagros es arrojar luz, es decir, entendimiento, sobre la creencia errónea de que somos un cuerpo material y que, por lo tanto, estamos separados unos de otros. Esa creencia es el pilar central donde se sustenta la visión de la dualidad.

Este punto, nos revela que aquello a lo que llamamos dualidad, podemos verlo con otra mirada, la cual nos permitirá, comprender que los polos opuestos son partes de una misma y única unidad. Aplicando esa visión al tema de la enseñanza, los actores principales que participan de la misma, esto es, maestro y alumno, no deben ser vistos como agentes separados, sino como elementos imprescindibles para que el proceso de enseñar y aprender se complete.

Si observamos el actual sistema social en el que nos encontramos, es posibles que se rechace la idea de que "maestro" y "alumno" formen una sola realidad. Profundizar en temas de valores sociales nos llevaría a evidenciar que la opinión generalizada es que el alumno no puede compararse en términos de igualdad con el maestro, el cual se ha cultivado y formado para ejercer en la condición de enseñar.

Pero de igual modo, que no podremos recibir, sin dar, el maestro no conseguirá transmitir sus enseñanzas de acuerdo a la Ley de la Unidad, si considera al alumno separado del proceso de enseñar, es más, el maestro aprenderá (recibirá) en la medida que comparta su saber con la plena certeza de la igualdad que lo une al alumno.

Este punto añade una cuestión que viene a responder a las insatisfacciones que suelen acompañar al estudiante cuando decide compartir sus conocimientos con los demás. En ocasiones, he sido partícipe de esa inquietante insatisfacción por parte de algunos estudiantes, los cuales han puesto de manifiesto que a la hora de compartir las enseñanzas no consiguen ganar la atención de sus oyentes, recibiendo, a veces, impresiones que consiguen hacerles dudar de la certeza de dichas enseñanzas.

Si aplicamos lo que nos orienta este punto, la falta de fe y convicción interna hará que, se materialicen, exteriormente, experiencias que  pongan de manifiesto el nivel de compromiso personal. En esos casos, la motivación interna está más orientada en convencer al otro de nuestras creencias, por sentirnos especiales a ellos, que verdaderamente, dar lo que somos en esencia: seres de luz.



2. Muchos montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de pensamiento intactos, y aprender signi­fica cambiar. 2Los que creen estar separados siempre temen cam­biar porque no pueden concebir que los cambios sean un paso hacia adelante en el proceso de subsanar la separación. 3Siempre los perciben como un paso hacia una mayor separación, debido a que la separación fue su primera experiencia de cambio. 4Crees que si no permites ningún cambio en tu ego alcanzarás la paz. 5Esta marcada confusión sólo puede tener lugar si sostienes que un mismo sistema de pensamiento puede erigirse sobre dos cimientos distintos. 6Nada puede llegar al espíritu desde el ego, ni nada puede llegar al ego desde el espíritu. 7El espíritu no puede ni reforzar al ego, ni aminorar el conflicto interno de éste. 8El ego en sí es una contradicción. 9Tu falso ser y el Ser de Dios están en oposición. 10Y lo están con respecto a sus orígenes, rumbos y de­senlaces. 11Son fundamentalmente irreconciliables porque el espí­ritu no puede percibir y el ego no puede gozar de conocimiento. 12No están, por lo tanto, en comunicación, ni jamás lo podrán estar. 13El ego, sin embargo, puede aprender, aún cuando su hace­dor esté desencaminado. 14Este, no obstante, no puede hacer que lo que fue infundido con vida sea completamente exánime.

"Aprender significa cambiar" y esta afirmación aterroriza al ego. A estas alturas de
las enseñanzas que se recogen en el Texto del Curso, podemos tener la certeza de que el Espíritu es lo Verdadero, y su esencia lo hace eterno e inalterable, mientras que el ego, da lugar a la errónea e ilusoria creencia, surgida tras el falso pensamiento de que podemos ser diferente a lo que realmente somos.

El Espíritu no necesita cambiar pues su Esencia es el Conocimiento. En cambio, el ego, fabricado por el falso pensamiento, responde a las leyes del cambio. En este escenario, el aprendizaje forma parte de la percepción verdadera y se nos presenta como una vía que nos permite corregir el error y cambiar nuestra manera de ver las cosas.


3. El espíritu no tiene necesidad de que se le enseñe nada, pero el ego sí. 2El proceso de aprender se percibe, en última instancia, como algo aterrador porque conduce, no a la destrucción del ego, sino al abandono de éste a la luz del espíritu. 3Éste es el cambio que el ego no puede sino temer, puesto que no comparte mi cari­dad. 4La lección que yo tuve que aprender es la misma que tú tienes que aprender ahora, y puesto que la aprendí, puedo ense­ñártela. 5Nunca atacaré a tu ego, si bien estoy tratando de enseñar­te cómo surgió su sistema de pensamiento. 6Cuando te recuerdo tu verdadera creación, tu ego no puede por menos que reaccionar con miedo.

La expresión "Hágase la Luz", es propicia para el tema que estamos tratando, pues cuando vibramos en el acorde de la Luz, la oscuridad se disipa, lo que significa que el Poder del Entendimiento disipa el error de la ilusión del ego.


4. Aprender y enseñar son los mayores recursos de que dispones ahora porque te permiten cambiar de mentalidad y ayudar a otros a hacer lo mismo. 2Negarte a cambiar de mentalidad no consegui­ría probar que la separación no ocurrió. 3El soñador que duda de la realidad de su sueño mientras todavía está soñando no está realmente sanando su mente dividida. 4Tú sueñas con un ego separado y crees en el mundo que se basa en él. 5Todo ello te parece muy real. 6No puedes deshacerlo sin cambiar de mentali­dad al respecto. 7Si estás dispuesto a renunciar al papel de guar­dián de tu sistema de pensamiento y ofrecérmelo a mí, yo lo corregiré con gran delicadeza y te conduciré de regreso a Dios.

Este punto termina con un mensaje muy esclarecedor, pues la lectura de los apartados anteriores, en los que se define claramente que "El espíritu no puede ni reforzar al ego, ni aminorar el conflicto interno de éste" y que "son fundamentalmente irreconciliables porque el espí­ritu no puede percibir y el ego no puede gozar de conocimiento, puede suscitar en nosotros la pregunta siguiente: ¿Cómo debemos relacionarnos con el ego para poder liberarnos de las ataduras de su falsedad?

La respuesta, se intuye, no está en lo que podamos hacer con nuestras propias iniciativas, sino, entregando al Espíritu Santo y a Jesús, nuestra actual percepción, de modo que Su visión Verdadera nos ilumine y nos permita Expiar, es decir, corregir lo falso e ilusorio.


5. Todo buen maestro espera impartir a sus estudiantes tanto de lo que él mismo ha aprendido que algún día dejen de necesitarle. 2Este es el verdadero y único objetivo del maestro. 3Es imposible convencer al ego de esto porque va en contra de todas sus leyes. 4Pero recuerda que las leyes se promulgan para proteger la continuidad del sistema en que cree el que las promulga. 5Es natural que el ego trate de protegerse a sí mismo una vez que lo inven­taste, pero no es natural que desees obedecer sus leyes a menos que tú creas en ellas. 6El ego no puede tomar esta decisión debido a la naturaleza de su origen. 7Pero tú puedes tomarla debido a la naturaleza del tuyo.

Si no entregamos la corrección de nuestros errores en manos del Espíritu Santo, o dicho de otro modo, si no dejamos de sintonizar la frecuencia que nos mantiene recibiendo la visión errónea del ego, permaneceremos permanentemente prisioneros de la ilusión. 

La voluntad de aprender y de cambiar se convierte en la fuerza motora que ha de llevarnos a dar ese primer paso que ha de llevarnos a cambiar el dial de la frecuencia sintonizada. Ese impulso motor, esa voluntad, lleva implícita el poder divino. 


6. Los egos pueden chocar en cualquier situación, pero es imposi­ble que el espíritu choque en absoluto. 2Si percibes a un maestro simplemente como "un ego más grande" sentirás miedo, ya que agrandar un ego es aumentar la ansiedad que produce la separa­ción. 3Enseñaré contigo y viviré contigo si estás dispuesto a pensar conmigo, pero mi objetivo será siempre eximirte finalmente de la necesidad de un maestro. 4Esto es lo opuesto al objetivo del maestro que se deja guiar por el ego. 5A ése sólo le interesa el efecto que su ego pueda tener sobre otros egos, y, por consi­guiente, interpreta la interacción entre ellos como un medio de conservar su propio ego. 6Yo no podría dedicarme a enseñar si creyese eso, y tú no serás un maestro dedicado mientras lo creas. 7Se me percibe constantemente como un maestro al que hay que exaltar o rechazar, pero yo no acepto ninguna de esas dos percep­ciones de mí mismo.

En efecto, los egos chocan, pues su creencia está basada en la dualidad, en los opuestos, en la separación. Lo que es Uno no puede chocar, pues vive en la misma Consciencia. Desde ese error de percepción, desde la separación, interpretar que alguien es superior a otro, da pie a "engrandecer" la causa de ese error.
Hoy día, el protagonismo de los "maestros" va  en aumento. Ello, parece ir parejo de la profunda necesidad de ser "guiados" hacia metas más elevadas. En mi bagaje de experiencias cuento con muchas anécdotas donde el buscador, en muchos casos, ansía que dirijan su vida, que le aporten recetas de cómo actuar, que le den respuestas que den sentido a sus vidas. Ha sido una prueba para mi, el comprender que no podemos convertirnos en los "bastones" de los demás. Mucho más acertado, entiendo, el acompañar cuando en nuestros camino nos encontramos con otros viajeros. 
Mi consciencia comparte, que en ese camino, llegará el tramo en el que deberemos andar por si solos nuestros últimos pasos, esos que nos harán comprender, que nuestro acompañante no era alguien distinto a nosotros, sino una proyección de nuestra mente, de aspectos inconscientes de nuestro Yo, de los que debíamos tomar consciencia. En ese estado, ya no seremos dos, sino Uno.

7. El que enseñes o aprendas no es lo que establece tu valía. 2Tu valía la
estableció Dios. 3Mientras sigas oponiéndote a esto, todo lo que hagas te dará miedo, especialmente aquellas situaciones que tiendan a apoyar la creencia en la superioridad o en la infe­rioridad. 4Los maestros tienen que tener paciencia y repetir las lecciones que enseñan hasta que éstas se aprendan. 5Yo estoy dispuesto a hacer eso porque no tengo derecho a fijar los límites de tu aprendizaje por ti. 6Una vez más: nada de lo que haces, piensas o deseas es necesario para establecer tu valía. 7Este punto no es debatible excepto en fantasías. 8Tu ego no está nunca en entredi­cho porque Dios no lo creó. 9Tu espíritu no está nunca en entre­dicho porque Él lo creó. 10Cualquier confusión al respecto es ilusoria, y, mientras perdure esa ilusión, no es posible tener dedi­cación alguna.

Cuando nuestros valores personales estén en manos de los logros y metas establecidas por el ego, nos encontraremos sirviendo al error y a la ilusión.
Este punto de la enseñanza pone especial énfasis en hacernos conscientes de la única causa posible de nuestra felicidad: nada de lo que haces, piensas o deseas es necesario para establecer tu valía.


8. El ego trata de explotar todas las situaciones para vanaglo­riarse, a fin de superar sus propias dudas. 2Seguirá lleno de dudas mientras tú sigas creyendo en su existencia. 3Tú que lo inventaste no puedes tener confianza en él porque cuando estás en tu mente recta te das cuenta de que no es real. 4La única solución cuerda es no tratar de cambiar la realidad -lo cual sería ciertamente aterra­dor- sino aceptarla tal como es. 5Tú formas parte de la realidad, la cual permanece inmutable más allá del alcance del ego, aunque fácilmente al alcance del espíritu. 6Cuando sientas miedo, aquié­tate y reconoce que Dios es real, y que tú eres Su Hijo amado en quien Él se complace. 7No dejes que tu ego refute esto porque el ego no puede conocer algo que está tan lejos de su alcance como lo estás tú.

Muchos estudiantes me comparten sus frustraciones, sus miedos, sus culpas, sus
decepciones, cuando interpretan que su comportamiento, sus pensamientos y sentimientos no están a la altura de sus ideales espirituales. Algunos, manifiestan que son arduos estudiosos de las enseñanzas, pero a pesar de su dedicación, cuando analizan sus comportamientos, no pueden evitar caer víctimas de la desolación personal. Este estado de duda, de falta de fe, de certeza, tan sólo es propio de una mente errada que se encuentra identificada con los valores del ego y con la falsa creencia de que somos un cuerpo material.
Si realmente no cambiamos esa falsa creencia y adquirimos la certeza de que somos Hijos de Dios, Seres Espirituales, nuestra mente seguirá sirviendo a la ilusión y al sufrimiento.

9. Dios no es el autor del miedo. 2El autor del miedo eres tú. 3Has elegido crear en forma diferente a como crea Él, y, por lo tanto, has hecho posible el que puedas tener miedo. 4No estás en paz porque no estás desempeñando tu función. 5Dios te encomendó una función, muy elevada que no estás llevando a cabo. 6Tu ego ha elegido estar atemorizado en vez de llevarla a cabo. 7Cuando despiertes te será imposible entender esto porque es literalmente increíble. 8No creas lo increíble ahora. 9Cualquier intento de incre­mentar su credibilidad es simplemente un intento de posponer lo inevitable. 10La palabra "inevitable" le causa terror al ego, pero es motivo de júbilo para el espíritu. 11Alcanzar a Dios es inevitable, y tú no puedes eludirlo, de la misma manera en que Él no te puede eludir a ti.

Lo perecedero es irreal y el ego es perecedero e ilusorio. 

No deja de ser curioso, de que uno de los sueños perseguidos por el ego es alcanzar la inmortalidad del cuerpo, su identidad. Al menos, así nos lo pinta las narrativas, las historias basadas en los hechos épicos del hombre. Del mismo modo, con la misma base errónea, el ego se lanza al culto de un Dios externo al cual se dirige únicamente para solicitar sus servicios e implorando sus actos de salvación, cuando en verdad, ni el cuerpo puede alcanzar la inmortalidad, ni Dios puede intervenir en los asuntos fabricados por el hacedor de lo irreal.
En mi tierra hay un dicho que define muy bien la expresión religiosa del hombre: "Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena".

Lo real es imperecedero y el Espíritu es imperecedero y real.

10. El ego tiene miedo del gozo del espíritu porque una vez que lo hayas experimentado dejarás de proteger y de atribuirle valor al miedo. 2Le atribuyes gran valor ahora porque el miedo es un tes­tigo de la separación, y tu ego se regocija cuando das testimonio de ella. 3¡Repúdialo! 4No le escuches ni le ampares. 5Escucha únicamente a Dios, que es tan incapaz de engañar como lo es el espí­ritu que Él creó. 6Libérate y libera a otros. 7No les ofrezcas a los demás una imagen de ti mismo falsa e indigna, ni tampoco acep­tes una imagen similar de ellos.

Las relaciones humanas están basadas en la percepción errónea, pues se sustentan en la creencia de que somos entes corporales cuya existencia termina con la muerte física. Esta falsa creencia basada en el culto al cuerpo, nos mantiene prisioneros del miedo a dejar de existir. Sin embargo, el verdadero Ser nunca puede dejar de ser, pues es existencia eterna creada de un Ser Eterno y Perfecto.

Si aceptamos que somos Hijos de Dios y Él es Eterno, ¿cómo podemos rechazar que su creación goce de esa misma cualidad?

Vernos, percibirnos de manera correcta, es una expresión de la mente recta, y dicha percepción nos llevará a servir al Ser que realmente somos.


11.El ego ha construido para ti un hogar mísero e inhóspito por­que no puede construir de ninguna otra manera. 2No trates de mantener en pie ese hogar ruinoso. 3En su debilidad radica tu fuerza. 4Sólo Dios pudo erigir un hogar digno de Sus creaciones, las cuales han elegido dejarlo vacío, desahuciándose así a sí mis­mas. 5No obstante, Su hogar seguirá en pie eternamente, listo para cuando decidas entrar a ocuparlo. 6De esto puedes estar comple­tamente seguro: 7Dios es tan incapaz de crear lo perecedero como el ego de fabricar lo eterno.

La lectura de este punto ha evocado en mi mente el pasaje del evangelio del "hijo pródigo", cuyo mensaje nos enseña que el "Padre" siempre respeta la voluntad de su hijo y cuando ese acto volitivo da lugar a acciones erróneas, no lo juzga de manera condenatoria, sino que ejerciendo su función, no perdona, es decir, no ve pecado en sus actos.
Ese "Padre" queda en la espera de que su "hijo" decida por voluntad propia retornar al hogar que le dio la vida.

12. Desde tu ego no puedes hacer nada para salvarte o para salvar a otros, pero desde tu espíritu puedes hacer cualquier cosa para salvar a otros o para salvarte a ti mismo. 2La humildad es una lección para el ego, no para el espíritu. 3El espíritu está más allá de la humildad porque reconoce su esplendor y gustosamente irra­dia su luz por todas partes. 4Los mansos heredarán la tierra por­que sus egos son humildes, y esto hace que su percepción sea más fidedigna. 5El Reino de los Cielos es el derecho del espíritu, cuya belleza y dignidad están mucho más allá de cualquier duda, más allá de la percepción, y se alzan para siempre como las señales del Amor de Dios hacia Sus creaciones, las cuales son absolutamente dignas de Él y sólo de Él. 6Ninguna otra cosa es lo suficientemente valiosa como para poder ser una ofrenda para una creación de Dios Mismo.

Somos libres de elegir entre establecer el reino del ego o de expandir el Reino de los Cielos. Ambos se encuentran en nuestra mente. El primero significa miedo y culpabilidad. El segundo Paz y Unidad.

“Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no puedes sino elegir acertadamente si recuerdas esto: 

El espíritu está eternamente en estado de gracia.

Tu realidad es únicamente espíritu.

Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia” (T-1.III.5:3-6). 

He querido recuperar esta presentación incluida en unos de los artículos publicados en mi Blog "Aprendiendo Un Curso de Milagros", titulado "El Reino de los Cielos en Un Curso de Milagros". Son cuatro artículos en total. Os dejo el enlace, a la primera parte, para los que tengan interés en leerlos. 

https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2021/07/la-religion-del-padre-el-reino-de-los.html


13. Yo seré un substituto de tu ego si así lo deseas, pero nunca de tu espíritu. 2Un padre puede dejar su hijo al cuidado de un her­mano mayor que haya demostrado ser responsable, pero esto no entraña confusión alguna acerca de quién es el padre. 3El her­mano puede proteger el cuerpo y el ego del niño, pero eso no lo lleva a creer que él sea el padre. 4Me puedes confiar tu cuerpo y tu ego debido únicamente a que eso te permite desentenderte de ellos y me deja mostrarte que no son importantes. 5Yo no podría entender lo importantes que son para ti si yo mismo no hubiese estado tentado de creer en ellos. 6Aprendamos juntos esta lección para que juntos podamos liberarnos de tu cuerpo y de tu ego. 7Necesito maestros dedicados que compartan mi objetivo de sanar a la mente. 8El espíritu no tiene ninguna necesidad de que ni tú ni yo lo protejamos. 9Recuerda lo siguiente:

10En este mundo no hay por qué tener tribulaciones
porque yo he vencido al mundo. "Por eso es por lo
que debes estar animado.

La sencillez con la que Jesús, nuestro Hermano Mayor, nos enseña los valores del cuerpo y del espíritu, es simplemente elocuente y reconfortante. 

El haber transitado por las limitaciones propias del ego-cuerpo, el haber experimentado las voces de los instintos propios de la naturaleza egoica, y, sobre todo, el haber sido capaz de "ver las cosas de otra manera", percibiendo correctamente el valor ilusorio y perecedero del cuerpo, le otorga la autoridad de enseñarnos el camino que ha de conducirnos a recordar lo que realmente somos.

El cuerpo, como toda fabricación, nace y muere. El Espíritu ha sido Creado y es Eterno.

1 comentario:

  1. Total gratitud Juan José por su dedicación en irradiar Luz en la comprensión de este curso
    Gracias Jesús Hermano Mayor por permitirme que te confíe mi cuerpo y mi ego y así desentenderme de ellos para mostrarme que no son importantes. Un milagro para todos y Bendiciones 🤍🕊️🙏🏼🪷

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