martes, 14 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 287

LECCIÓN 287

Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

1.  ¿Adónde querría ir sino al Cielo?  2¿Qué podría sustituir a la felicidad?  3¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios?  4¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi identidad? 5¿Cómo iba a preferir vivir con miedo que con amor?

2. Tú eres mi meta, Padre mío.  2¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear?  3¿Qué otro camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti?  4¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las sustituciones fútiles de la verdad?  5Tú eres mi única meta.  6Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste.  7¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?

¿Qué me enseña esta lección?

¿Quién no se ha cuestionado alguna vez cuál es el propósito para el que fue creado?

Desde pequeños, nos enseñan y preparan para perseguir metas centradas únicamente en logros materiales: estudios, carrera, familia y éxitos. Todo ello, dentro de la limitada dimensión temporal de una vida.

Cualquiera de nosotros puede notar que alcanzar esas metas no nos trae felicidad, sino todo lo contrario. Es un camino que nos obliga a ser competitivos y en el que la victoria viene con un alto costo: la pérdida de la paz.

Eso forma parte del entorno creado por el ego, así que no podemos esperar encontrar la verdad en ese contexto.

Habremos de transformar nuestra perspectiva y mirar con los ojos del Espíritu. Así, la única meta que debemos abrazar es alcanzar la condición que llevamos como potencial en nuestro interior: Ser como Dios nos ha creado.

Sí, esa es nuestra meta. Somos como Dios nos creó, a Su Imagen y Semejanza. Crecemos orientados hacia esa única meta real, la que nos brinda paz y felicidad.

Tan sólo existe un camino que ha de llevarnos hacia el logro de esa meta. Es el camino del Amor, de la Unidad. Podremos demorar nuestra partida, pero tarde o temprano, lo andaremos, pues, es el verdadero camino.

Ejemplo-Guía: "¿Cuál es nuestra meta?

Es claro que este tema puede generar mucho debate, pero intentaremos simplificarlo organizando las posibles respuestas. En este sentido, podríamos distinguir entre metas materiales y metas espirituales.

Un ejemplo de meta material podría ser tener riqueza y muchas posesiones. Por otro lado, un ejemplo de meta espiritual sería ayudar a los demás.

Dependiendo de tu perspectiva personal, puedes alinearte con una corriente u otra, pero la pregunta que quiero plantear es: si este mundo no es real, ¿por qué sentimos la necesidad de actuar y poseer cosas? Ya hemos reflexionado en una lección anterior sobre no tener que hacer nada, excepto contemplar la verdad de que somos una unidad con todo lo creado.

Un Curso de Milagros lo expresa de este modo: 

"La única meta del que se ha decidido por el camino de los milagros es restaurar completamente la Filiación" (T-1.VI.3:14). 

No importa lo que hagas, sino la "visión" con la que diriges tus pensamientos. Estos pueden contemplar un mundo donde la separación sostiene nuestro sistema de creencias o un mundo donde prevalece la unidad, promoviendo así la experiencia de la Filiación.

Recordemos lo que nos dice el Curso sobre la meta final perseguida por el ego: 

"La pena de muerte es la meta final del ego porque está convencido de que eres un crimi­nal que merece la muerte, tal como Dios sabe que eres merecedor de la vida. La pena de muerte nunca abandona la mente del ego, pues eso es lo que siempre tiene reservado para ti al final. De­seando destruirte como expresión final de sus sentimientos hacia ti, te deja vivir solo para que esperes la muerte. Te atormentará mientras vivas, pero su odio no quedará saciado hasta que mue­ras, pues tu destrucción es el único fin que anhela, y el único fin que le dejará satisfecho" (T-12.VII.12:2-5).

Tengo que admitir que esta afirmación me impactó mucho la primera vez que la leí, principalmente porque me costó entenderla. Al principio, la interpreté como un "suicidio", pero esa interpretación es incorrecta. El ego busca argumentos para justificar su "realidad", y no hay mejor argumento que demostrar que no somos eternos, haciendo tangible la temporalidad. El ego asume que la vida es un paso temporal entre el nacimiento y la muerte, y esa creencia es su prueba más clara de que no somos el Hijo de Dios.

En un ambiente más positivo, es importante recordar que la salvación es nuestro objetivo. Como nos enseña el Curso, no hay nada más que decidir aparte de eso. Nuestra única meta es unirnos a nuestros hermanos y compartir con el Espíritu Santo la misión que le hemos pedido.

Quizás todo esto nos parezca un canto de sirena y nos cueste encontrar el rumbo, definir con claridad cuál debería ser nuestra meta, sabiendo que estamos soñando. 

A continuación, compartiré un fragmento del Curso de Milagros, que considero una auténtica joya. Este nos ofrece una reflexión valiosa que nos anima a aplicarla en nuestra vida diaria y nos revela cómo el sistema de pensamiento del ego nos hace sentir como víctimas, cuando en realidad somos los únicos creadores de nuestros sueños.

Cómo fijar la meta

“La aplicación práctica del propósito del Espíritu Santo es extremadamente simple, aunque inequívoca. De hecho, para poder ser simple tiene que ser inequívoca. Lo simple es sólo lo que se entiende fácilmente, y para ello, es evidente que debe ser claro. El objetivo del Espíritu Santo opera dentro de un marco general, pero Él te ayudará a hacerlo específico, porque la aplicación práctica es específica. El Espíritu Santo provee ciertas directrices muy concretas que se pueden aplicar en cualquier situación, pero recuerda que tú aún no te has dado cuenta de que su aplicación es universal. A estas alturas, por lo tanto, es esencial utilizarlas en toda situación separadamente, hasta que puedas ver más allá de cada situación con mayor seguridad, y con un entendimiento mucho más amplio del que ahora posees” (T-17.VI.1:1-7).

“En cualquier situación en que no sepas qué hacer, lo primero que tienes que considerar es sencillamente esto: "¿Qué es lo que quiero que resulte de esta situación? ¿Qué propósito tiene?" El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determinará el resultado. El ego procede a la inversa. La situación se convierte en lo que determina el resultado, que puede ser cualquier cosa. La razón de este enfoque desorganizado es evidente. El ego no sabe qué es lo que quiere que resulte de la situación. Es consciente de lo que no quiere, pero sólo de eso. No tiene ningún objetivo constructivo en absoluto” (T-17.VI.2:1-9).

“Sin un objetivo constructivo, establecido de antemano y claramente definido, la situación simplemente parece ocurrir al azar y no tiene ningún sentido hasta que ya ha ocurrido. Entonces miras en retrospectiva, y tratas de reconstruirla para ver qué sentido tuvo. Y no podrás sino equivocarte. No sólo porque tus juicios están vinculados al pasado, sino porque tampoco tienes idea de lo que debió haber ocurrido. No se estableció ningún objetivo con el que armonizar los medios. Y ahora el único dictamen que puede hacerse es si al ego le gusta lo que pasó o no, si es aceptable para él o si clama por venganza. La ausencia de un criterio establecido de antemano que determine el resultado final, hace que sea dudoso el que se pueda entender y que sea imposible evaluarlo” (T-17.VI.3:1-7).

“El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que te ayuda a conseguirlo. Es obvio que este enfoque ha hecho que la manera en que distingues lo verdadero de lo falso sea más parecida a la del Espíritu Santo. Lo verdadero viene a ser lo que se puede utilizar para lograr el objetivo, y lo falso, lo inútil desde ese punto de vista. La situa­ción tiene ahora sentido, pero sólo porque el objetivo ha hecho que lo tenga” (T-17.VI.4:1-6).

“Tener a la verdad por objetivo tiene otras ventajas prácticas. Si la situación se usa en favor de la verdad y la cordura, su desenlace no puede ser otro que la paz. Y esto es así independiente de cuál sea el desenlace. Si la paz es la condición de la verdad y la cordura, y no puede existir sin ellas, allí donde hay paz tienen que estar también la verdad y la cordura. La verdad viene por su propia iniciativa. Si experimentas paz, es porque la verdad ha venido a ti, y así, no podrás sino ver el desenlace correctamente, pues el engaño no puede prevalecer contra ti. Podrás reconocer el desenlace precisamente porque estás en paz. En esto se puede ver una vez más lo opuesto a la manera de ver del ego, pues el ego cree que es la situación la que da lugar a la experiencia. El Espíritu Santo sabe que la situación es tal como el objetivo la determina, y que se experimenta de acuerdo con ese objetivo” (T-17.VI.5:1-9).

“Tener a la verdad por objetivo requiere fe. La fe está implícita en la aceptación del propósito del Espíritu Santo, y esta fe lo abarca todo. Allí donde se ha establecido el objetivo de la verdad, allí tiene que estar la fe. El Espíritu Santo ve la situación como un todo. El objetivo establece el hecho de que todo aquel que esté involucrado en la situación desempeñará el papel que le corresponde en la consecución del mismo. Esto es inevitable. Nadie fracasará en su cometido. Esto parece requerir mucha más fe de la que tú tienes ahora, y mucha más de la que tú puedes dar. Esto es así, no obstante, sólo desde el punto de vista del ego, pues el ego cree que la manera de "resolver" los conflictos es fragmentán­dolos, y, así, no percibe la situación como un todo. El ego, por consiguiente, intenta dividir la situación en segmentos y lidiar con cada uno de ellos por separado, pues tiene fe en la separación y no en la unidad” (T-17.VI.6:1-10).

“Cuando el ego se enfrenta a un aspecto de la situación que parece ser difícil, trata de trasladarlo a otro lugar y resolverlo allí. Y parecerá tener éxito, salvo que ese intento entra en conflicto con la unidad, y no puede por menos que enturbiar el objetivo de la verdad. Y no se podrá experimentar paz, salvo en fantasías. La verdad no ha venido porque la fe ha sido negada, al no haberse depositado donde por derecho propio le corresponde estar. De este modo pierdes el entendimiento de la situación que el objetivo de la verdad te brindaría. Pues las soluciones que proceden de fantasías no aportan sino una experiencia ilusoria, y una paz ilusoria no es la condición que le permite la entrada a la verdad” (T-17.VI.7:1-6).

Reflexión:  ¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? 

5 comentarios:

  1. Wooow!!! Hermosa reflexión, muchas gracias por este aporte que nos das dia con dia. Bendiciones y me cambiaste mi percepcion de como estaba viendo las cosas.

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  2. gracias es muy buena la reflexion...de esta clase

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  3. La Paz de Dios es mi Única Realidad🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏

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  4. Gracias muy explicitó la lección 287 me hizo hacer consciencia en varias situaciones les agradezco y bendiciones

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