martes, 28 de octubre de 2025

Capítulo 24. VI. Cómo escaparse del miedo (3ª parte).

VI. Cómo escaparse del miedo (3ª parte).

4. No olvides que el único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios. 2Ese es el único propósito que el Espíritu Santo ve en él, y, por lo tanto, es el único que tiene. 3Hasta que no veas la curación del Hijo como lo único que deseas que tanto este mundo como el tiempo y todas las apariencias lleven a cabo, no conoce­rás al Padre, ni te conocerás a ti mismo. 4Pues usarás al mundo para un propósito distinto del que tiene, y no te podrás librar de sus leyes de violencia y de muerte. 5Sin embargo, se te ha conce­dido estar más allá de sus leyes desde cualquier punto de vista, en todo sentido y, en toda circunstancia, en toda tentación de per­cibir lo que no está ahí y en toda creencia de que el Hijo de Dios puede experimentar dolor por verse a sí mismo como no es.

Este punto nos invita a ver que el propósito más profundo de la vida y del mundo es la sanación y el bienestar de todos. Nos recuerda que, si usamos el mundo para otro propósito (como el conflicto, el juicio o la separación), nos sentiremos atrapados en sus leyes de sufrimiento. Sin embargo, tenemos la capacidad de ir más allá de esas limitaciones, eligiendo ver y desear la curación y la unidad para todos.

Tomemos como ejemplo práctico nuestras relaciones con el mundo laboral y apliquemos la idea que nos ofrece este punto.

En este sentido, el texto invita a ver que el propósito más profundo en el entorno laboral no es solo cumplir tareas o alcanzar metas, sino contribuir al bienestar y crecimiento de todos los que forman parte del equipo. Si usamos el trabajo para competir, juzgar o crear separación, nos sentiremos atrapados en el estrés y el conflicto. Sin embargo, podemos elegir ver cada situación laboral como una oportunidad para sanar relaciones, fomentar la colaboración y crear un ambiente más humano y armonioso.

¿No has tenido nunca un conflicto con tu jefe? Yo sí. Analicemos cómo podemos aplicar la enseñanza que estamos analizando en estos casos.

El conflicto con un jefe puede verse como una oportunidad para sanar la relación, aprender y crecer, en vez de solo defender tu punto de vista o sentirte víctima. El objetivo es buscar el bienestar y la comprensión mutua, no la separación.  Veamos algunas situaciones que pueden ser la “causa” del conflicto:

Desacuerdo sobre una tarea: Si tu jefe te corrige o no está de acuerdo con tu forma de trabajar, en vez de reaccionar a la defensiva, puedes escuchar con apertura, preguntar cómo puedes mejorar y mostrar disposición a colaborar. Esto ayuda a transformar el conflicto en aprendizaje y confianza.

Críticas o retroalimentación dura: Si recibes una crítica que te parece injusta, en vez de responder con enojo o resentimiento, puedes pedir ejemplos concretos, agradecer la retroalimentación y expresar tu deseo de mejorar. Así, fomentas el diálogo y la relación se fortalece.

Falta de reconocimiento: Si sientes que tu jefe no valora tu esfuerzo, en vez de acumular resentimiento, puedes buscar una conversación honesta para compartir tus logros y preguntar cómo puedes aportar más al equipo, mostrando iniciativa y apertura.

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