jueves, 30 de octubre de 2025

Capítulo 24. VI. Cómo escaparse del miedo (5ª parte).

VI. Cómo escaparse del miedo (5ª parte).

6. Su impecabilidad es lo que los ojos que ven pueden contemplar. 2Su hermosura, lo que ven en todo. 3Y es a Él a Quien buscan por todas partes, y no hay panorama, tiempo o lugar donde Él no esté. 4En la santidad de tu hermano -el marco perfecto para tu salva­ción y para la salvación del mundo- se encuentra el radiante recuerdo de Aquel en Quien tu hermano vive y en Quien tú vives junto con él. 5No te dejes cegar por el velo del deseo de ser espe­cial que oculta la faz de Cristo de los ojos de tu hermano, así como de los tuyos. 6No permitas tampoco que el temor a Dios te siga privando de la visión que Dios dispuso que tuvieses. 7El cuerpo de tu hermano no te muestra a Cristo. 8A Él sólo se le puede ver dentro del marco de su santidad.

En esta ocasión, el texto nos invita a mirar a los demás reconociendo su impecabilidad y hermosura, más allá de sus errores, apariencias o deseos de ser especiales. Nos recuerda que la verdadera visión espiritual no se basa en el cuerpo ni en las apariencias externas, sino en la santidad interior que compartimos todos. Si permitimos que el deseo de ser especial o el temor a Dios nuble nuestra visión, perdemos la oportunidad de ver la verdad y la unidad que nos conecta. Al contemplar la santidad en los demás, recordamos nuestra propia conexión con lo divino y facilitamos la salvación y la paz tanto para nosotros como para el mundo.

Pongamos en práctica este mensaje a través unos ejemplos cotidianos:

En la familia: Si tu hijo está pasando por una etapa difícil, en vez de centrarte en sus errores, recuérdale sus cualidades y apóyalo, viendo más allá de sus fallos.

Si hay discusiones entre hermanos, elige ver lo bueno y lo valioso en cada uno, fomentando el diálogo y la reconciliación.

Si un familiar te decepciona, dale la oportunidad de explicarse y muestra comprensión, ayudando a restaurar la armonía.

En el trabajo: Si un compañero tiene una actitud negativa, elige ver su potencial y su capacidad de cambiar. Ofrécele ayuda o comprensión, en vez de juzgarlo solo por su comportamiento actual.

Si surge un conflicto con tu jefe, escucha con apertura y busca aprender de la situación, en vez de reaccionar a la defensiva.

Si hay rivalidad en el equipo, propón actividades colaborativas y reconoce los logros de los demás para fomentar la unidad.

En la pareja: Cuando surgen desacuerdos, recuerda que lo más importante es la conexión y el amor que los une. Elige ver la “hermosura” y la santidad en tu pareja, lo que facilita el perdón y la reconciliación.

Si tu pareja comete un error, apóyala en su proceso de aprendizaje y crecimiento, en vez de centrarte en el fallo.

Con amigos:  Si un amigo te decepciona, en vez de alejarte o guardar rencor, dale una oportunidad para explicarse y muestra comprensión. Así, fortaleces la amistad y te liberas del peso del juicio.

Si hay malentendidos, busca el diálogo abierto y la empatía para sanar la relación.

Contigo mismo: Si te equivocas, en vez de castigarte, reconoce tu valor y tu capacidad de aprender. Trátate con la misma compasión que te gustaría recibir de los demás.

Cuando te sientas tentado a compararte o a buscar ser especial, recuerda que tu verdadero valor está en tu esencia, no en las apariencias.

Pérdida de un ser querido: El texto invita a mirar más allá de la apariencia física y los límites del cuerpo, recordando que la verdadera esencia de nuestro ser querido es impecable, hermosa y eterna. Nos anima a no quedarnos atrapados en el dolor de la separación física, sino a reconocer la santidad y la unión espiritual que permanece intacta. Al ver la santidad en quienes han partido, recordamos que la conexión con ellos y con Dios no se rompe por la muerte, sino que trasciende el tiempo y el espacio. Esta visión nos ayuda a sanar el duelo, a encontrar paz y a transformar el dolor en un recuerdo amoroso y esperanzador.

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