jueves, 2 de octubre de 2025

Capítulo 24. II. La perfidia de creerse especial (4ª parte).

II. La perfidia de creerse especial (4ª parte).

7. Tú que has encadenado a tu salvador a tu deseo de ser especial y has otorgado a dicho deseo el lugar de aquel, recuerda esto: tu salvador no ha perdido la capacidad de perdonarte todos los pecados que tú crees haber interpuesto entre él y la función de salvarte que Dios le encomendó. 2tú no puedes cambiar su fun­ción, ni tampoco la verdad que mora en él y en ti. 3Pero ten por seguro que esta verdad es exactamente la misma en cada uno de vosotros. 4La verdad no transmite mensajes diferentes y sólo tiene un significado. 5es un significado que tú y tu hermano podéis entender y que os brinda liberación a ambos. 6He aquí a tu her­mano ofreciéndote la llave del Cielo que tiene en su mano. 7No permitas que el sueño de ser especial continúe interponiéndose entre vosotros. 8Lo que es uno está unido en la verdad.

El papel que representa la presencia de nuestro hermano en nuestra vida es el mismo que representamos nosotros en la suya, el de ofrecernos la llave que abrirá las puertas que nos conducen a la salvación. ¿Qué significa esto? ¿Cuál es esa llave tan poderosa?

Significa que el "otro" al que nosotros hacemos real no existe realmente, salvo en nuestra mente. Ese otro responde al contenido de nuestros pensamientos. Si al mirar en nuestro interior vemos pensamientos que nos llevan a condenarnos, los proyectaremos en el exterior y encontraremos a alguien que personifique, según nuestro juicio, el pecado por el cual nos hemos condenado. Como hemos sido incapaces de perdonarnos interiormente, decidimos purificarnos atacando la debilidad del otro y condenamos su comportamiento a través de cualquier forma de ataque.

El "otro", por lo tanto, ejerce el papel de ser nuestro espejo en el que poder mirar nuestro mundo interior y todas aquellas tendencias que tratamos de ocultar. Esa función de espejo nos ofrece la oportunidad de reconocer que no es el ataque la mejor forma de alcanzar la salvación, la paz, sino el perdón. De este modo, el "otro" nos ofrece la llave para abrir nuestra mente a una nueva visión en la que el juicio condenatorio cede su lugar al pensamiento amoroso del perdón.

Esa es la razón por la cual nuestro hermano tiene la llave de la salvación, una salvación que tan sólo será posible si la realizamos juntos, cogidos de la mano.

8. Piensa en la hermosura que verás dentro de ti cuando lo consi­deres tu amigo. 2Él es enemigo de tu deseo de ser especial, pero amigo de lo que es real en ti. 3Ni uno solo de los ataques que pensaste haber lanzado contra él lo ha despojado del regalo que Dios quiere que él te dé. 4Su necesidad de dártelo es tan impe­riosa como la tuya de recibirlo. 5Permítele que te perdone tu deseo de ser especial, y que restaure la plenitud de tu mente y te haga uno con él. 6El está en espera de tu perdón, pero únicamente para poder devolvértelo a ti. 7No fue Dios Quien condenó a Su Hijo, sino tú, para salvar su especialismo y matar a su Ser.

Jesús nos narra el correcto proceder en las relaciones con nuestros hermanos, adaptando el mensaje al mundo del sueño que la mente está percibiendo. En su enseñanza nos deja muy claro que el "otro" no existe, no es real, sino la proyección de nuestros pensamientos guiada por el demente deseo de ser especial.

Por lo tanto, la hermosura a la que Jesús hace alusión en este punto se refiere a la luz y al amor que debemos reconocer en nuestro interior cuando seamos conscientes de nuestra mente. Esto viene a ratificar la afirmación de que no podemos dar lo que no tenemos. Si en nuestros pensamientos hay conflicto, lo proyectaremos al exterior, viendo y compartiendo el conflicto con el mundo que percibimos. Si en nuestra mente albergamos la paz, el deseo de ser especial desaparecerá. En su lugar veremos el reflejo del Cielo en el mundo percibido o, lo que es lo mismo, percibiremos correctamente nuestra identidad y la realidad formará parte de nuestras relaciones. Es decir, caminaremos junto a nuestros hermanos en serena paz.

Realmente, el papel que desempeña el "otro" en nuestro sueño es el de ayudarnos a despertar de él, protagonizando el guion que dicta nuestros pensamientos internos. Si en ellos existe el miedo, el otro nos incitará a enfrentarnos a una experiencia de miedo; si existe condena, odio, ira o rencor, el otro nos aportará la justa medida de esa dosis que necesitamos para comprender los efectos que causan dichos sentimientos. Así pues, la bendición que demos a nuestro hermano será la bendición que recibiremos.

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