VI. Cómo escaparse del miedo (1ª parte).
1. El mundo se aquieta ante la santidad de tu hermano,
y la paz desciende sobre él dulcemente y con una bendición tan completa que
desaparece todo vestigio de conflicto que pudiese acecharte en la oscuridad de
la noche. 2Él es quien te salva de tus sueños de terror. 3Él
sana tu sensación de sacrificio y tu temor de que el viento disperse lo que
tienes y lo convierta en polvo. 4En él descansa tu certeza de que
Dios está aquí y de que está contigo ahora. 5Mientras él sea lo que
es, puedes estar seguro de que es posible conocer a Dios y de que lo conocerás.
6Pues Él nunca podría abandonar a Su Propia creación. 7Y
la señal de que esto es así reside en tu hermano, que se te da para que todas
tus dudas acerca de ti mismo puedan desaparecer ante su santidad. 8Ve
en él la creación de Dios, 9pues en él su Padre aguarda tu reconocimiento
de que Él te creó como parte de Sí Mismo.
Entre las ideas principales que nos ofrece este punto encontramos las siguientes:
Ve la santidad y el valor en los demás: El texto invita a reconocer lo mejor en las personas que te rodean, viendo en ellas la creación de Dios y una fuente de paz y certeza.
En la lección 37, leemos:
“Tu propósito es ver el mundo a
través de tu santidad. De este modo, tú y el mundo sois bendecidos juntos.
Nadie pierde, a nadie se le despoja de nada y todo el mundo se beneficia a
través de tu santa visión. [...] Tu santidad es la salvación del mundo. Te
permite enseñarle al mundo que es uno contigo, sin predicarle ni decirle nada,
sino simplemente mediante tu sereno reconocimiento de que en tu santidad todas
las cosas son bendecidas junto contigo.” (L-37.1:2-4, 3:1-2)
En el Texto, se
recoge:
“La santidad de tu hermano es la
salvación tuya.”
(T-22.VI.8:1)
La relación con los demás es esencial para tu propio crecimiento espiritual: Al valorar y respetar a tu hermano, desaparecen tus dudas y temores, y te acercas al conocimiento de Dios.
En el Anexo al Manual: Psicoterapia, podemos leer:
“¿Qué mejor propósito podría una relación tener que el
de invitar al Espíritu Santo a entrar en ella y dar Su Propio gran regalo de
regocijo?”
(P-1.I.2:1)
La paz y la seguridad se encuentran en la conexión y el reconocimiento mutuo: Al ver la santidad en los demás, encuentras tranquilidad y confianza en que Dios está presente contigo.
En la vida diaria, esto significa mirar más allá de
los errores o apariencias de los demás, buscar lo bueno en ellos y recordar
que tu bienestar y crecimiento están ligados a cómo ves y tratas a quienes te
rodean.
Apliquemos estas ideas para alguna situación
específica de la vida, como por ejemplo las relaciones familiares:
Padres e hijos: Cuando un hijo comete errores o tiene miedo, los padres pueden elegir ver su valor y potencial, apoyándolo con amor y confianza en vez de enfocarse solo en sus fallos. Así, el hijo se siente seguro y capaz de superar sus miedos.
Entre hermanos: Si hay discusiones o celos entre hermanos, el texto invita a mirar más allá de los conflictos y reconocer que cada uno es valioso y digno de respeto, lo que ayuda a restaurar la paz y fortalecer la relación.
En pareja: Cuando surgen desacuerdos, en vez de centrarse en lo negativo, puedes elegir ver la bondad y la “santidad” en tu pareja, recordando que ambos están juntos para apoyarse y crecer, lo que facilita la reconciliación y la confianza.
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