PRINCIPIO 20
Los milagros
despiertan nuevamente la consciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el
altar de la verdad. Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su
poder curativo.
El dolor es
dormir; el júbilo, despertar.
Los milagros, al despertar nuestra consciencia y
revelarnos el Ser que Somos, realmente, lo que está haciendo es indicarnos que
el camino que ha de conducirnos al Estado de júbilo-despertar es perdonar.
Esta idea se desarrolla en el Libro de Ejercicios, concretamente en la
Lección 198:
“El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque
en sí es un sueño, no da lugar
a más sueños. Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de
mil en mil. Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin. El perdón
representa el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar. No es
en sí la verdad. No obstante, apunta hacia donde ésta se encuentra, y provee
dirección con la certeza de Dios Mismo. Es un sueño en el que el Hijo de Dios
despierta a su Ser y a su Padre, sabiendo que Ambos son uno”. (L-pI.198.3:1-7))
Así lo expresa Kenneth Wapnick al referirse a este
Principio: “Ahí
está, otra vez, la misma idea, de que la verdad y la santidad no se encuentran
en el cuerpo, se encuentran en nuestras mentes. Cuando nuestras mentes se sanen
totalmente recordaremos que la verdad está en nuestra Identidad como espíritu”.
Este Principio nos
ofrece la oportunidad de profundizar en la idea del sueño y del despertar. Vamos a
dedicar las siguientes líneas a recoger lo que el Curso tiene que aportar sobre
este particular.
Habrá que remontarse a los “inicios” para rescatar el significado
del Estado llamado “El jardín del Edén -la condición
que existía antes de la separación- era un estado mental en el que no se
necesitaba nada" (T-2.I.3:1).
Nos refiere el Curso que, "cuando Adán dio
oídos a "las mentiras de la serpiente", lo único que oyó fueron
falsedades. Tú no tienes por qué continuar creyendo lo que no es
verdad, a no ser que así lo elijas" (T-2.I.3:2-3).
Es importante que sepamos, que la realidad a la que
nos invitó “la serpiente”, "puede literalmente desaparecer en un abrir y cerrar
de ojos porque no es más que una percepción falsa. Lo que se ve en sueños
parece ser muy real. La Biblia nos refiere que sobre Adán se abatió un sueño
profundo, mas no se hace mención en ninguna parte a que haya despertado. El
mundo no ha experimentado todavía ningún despertar o renacimiento completo. Un
renacer así es imposible mientras sigamos proyectando o creando falsamente. No
obstante, la capacidad de extender tal como Dios nos extendió Su Espíritu
permanece todavía dentro de nosotros. En realidad, ésta es nuestra única
alternativa, pues se nos dio el libre albedrío para que nos deleitáramos
creando lo perfecto" (T-2.I.3:4-10).
Me pregunto, ¿por
qué el Hijo de Dios eligió soñar a estar despierto?
Me abordan, otras
muchas reflexiones. En el mundo de la ilusión, utilizamos el sueño como un
periodo para descansar. Sin embargo, Un Curso de Milagros nos indica que el descanso no se deriva de dormir sino de despertar.
El Texto del Curso dedica un Capítulo en el que
habla de las base del sueño y que considero importante para comprender el
significado del estado que estamos analizando.
“¿No es acaso cierto que de los sueños surge un
mundo que parece ser muy real? Mas examina lo que es ese mundo. Obviamente no
es el mundo que viste antes de irte a dormir. Es más bien una distorsión de él,
urdida exclusivamente en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriese.
En él eres "libre" para reconstruir lo que parecía atacarte, y
convertirlo en un tributo a tu ego, que se indignó por el "ataque".
Ése no sería tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con el ego,
que siempre se ve a sí mismo, y, por lo tanto, a ti, como sometido a un constante
ataque y sumamente vulnerable a él" (T-18.II.1:1-6).
"Los sueños son caóticos porque están regidos por tus deseos conflictivos, y
así, lo que es verdad les trae sin cuidado. Son el mejor ejemplo de cómo se
puede utilizar la percepción para sustituir a la verdad por ilusiones. Al
despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la realidad se viola tan
radicalmente en ellos resulta evidente. Sin embargo, son una manera de ver el
mundo y de cambiarlo para que se adapte mejor al ego. Son ejemplos
impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como
del hecho de que tú estás dispuesto a cambiar la realidad para beneficiarlo a
él" (T-18.II.2:1-5).
"La diferencia entre lo que ves en sueños y lo que ves al despertar no te
resulta inquietante. Reconoces que lo que ves al despertar se desvanece en los
sueños. Al despertar, no obstante, no esperas que haya desaparecido. En los
sueños eres tú quien determina todo. Las personas se convierten en lo que tú
quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. No se te impone ningún límite
en cuanto a las sustituciones que puedes llevar a cabo. Por algún tiempo parece
como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses de él lo que se te
antojase. No te das cuenta de que lo estás atacando y tratando de subyugarlo
para que se avenga a tus deseos" (T-18.II.3:1-8).
"Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percepción en los
que literalmente profieres a gritos: "¡Quiero que las cosas sean
así!" Y aparentemente lo consigues. Mas los sueños son inseparables de su
fuente. La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de
satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el sueño de que
tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que
prefieres es aterrante. Tus intentos de eliminar la realidad son aterradores,
pero no estás dispuesto a aceptar esto. Por lo tanto, lo sustituyes con la
fantasía de que la realidad es lo que es aterrador, y no lo que tú quieres
hacer de ella. Y de este modo la culpabilidad se vuelve real" (T-18.II.4:1-8).
"Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu
gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. Y mientras lo ves no dudas de que sea real. Mas he ahí un mundo, que
aunque claramente existe sólo en tu mente, parece estar afuera. No reaccionas
ante él como si tú mismo lo hubieses construido, ni te das cuenta de que las
emociones que el sueño suscita no pueden sino proceder de ti. Los personajes
del sueño y sus acciones parecen dar lugar al sueño. No te das cuenta de que
eres tú el que los hace actuar por ti, ya que, si fueses tú el que actuase, la
culpa no recaería sobre ellos, y la ilusión de satisfacción desaparecería.
Estos hechos no son ambiguos en los sueños. Pareces despertar, y el sueño
desaparece. Pero lo que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no
desapareció con él. Tu deseo de construir
otro mundo que no es real sigue vivo en ti. Y pareces despertar a lo que
no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando
continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando
duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso
es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la realidad,
y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar. En los sueños que tienes
mientras estás despierto, la relación especial ocupa un lugar especial. Es el
medio con el que tratas de que los sueños que tienes mientras duermes se hagan
realidad. De esto no puedes despertar. La relación especial representa tu
resolución de mantenerte aferrado a la irrealidad, y de impedirte a ti mismo
despertar. Y mientras le otorgues más valor a estar dormido que
a estar despierto, no querrás despertar” (T-18.II.5:1-20).
"El aprendizaje que
verdaderamente corrige comienza siempre con el despertar del espíritu y con el
rechazo de la fe en la visión física. Sin embargo, esto frecuentemente entraña
temor, ya que tienes miedo de lo que tu visión espiritual te mostraría" (T-2.V.7:1-2).
Debemos reconocer que somos el soñador del mundo de los sueños. "Todo lo que
aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia,
repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño
fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría
despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin
dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y
permitiese que su mente se calmara para poder acoger -no temer- la Voz que con
amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y
en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su despertar fuese dulce y
jubiloso, y le proporcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo" (T-27.VII.13:3-5).
Esa Voz
dispuesta a despertarnos con amor es el Espíritu Santo, el cual, siempre práctico en Su sabiduría, acepta nuestros
sueños y los emplea en beneficio de nuestro despertar.
¿Cómo actúa el Espíritu Santo dentro del sueño para
ayudarnos a despertar?
La respuesta a esta cuestión viene recogida en el
punto V del capítulo 6 del Curso, el cual trata sobre las lecciones del
Espíritu Santo:
“Como
cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora, y
sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. Tú te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto. No
creíste en tu propia perfección. ¿Iba acaso Dios a enseñarte que habías
fabricado una mente dividida, cuando Él sabe que tu mente es íntegra? Lo que
Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él, lo cual
le impide impartirles Su gozo y, así, saber que Sus Hijos son completamente
dichosos. El dar de Su gozo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la
eternidad. La extensión de Dios, aunque no Su compleción, se obstruye cuando
la Filiación no se comunica con Él cual una sola. Así que Dios pensó: "Mis
Hijos duermen y hay que despertarlos" (T-6.V.1:1-8).
"¿Qué
podría despertar más dulcemente a un niño que una tierna voz que no lo asusta
sino que simplemente le recuerda que la noche ya pasó y que la luz ha llegado? No
se le dice que las pesadillas que lo estaban aterrorizando tanto no eran
reales, pues los niños creen en la magia. Simplemente se le asegura que ahora
está a salvo. Más tarde se le enseña a
distinguir la diferencia entre estar dormido y estar despierto, para que
entienda que no tiene que tener miedo de los sueños. Y así, cuando vuelva a
tener pesadillas, él mismo invocará la luz para desvanecerlas" (T-6.V.2:1-5).
"Un buen
maestro enseña mediante un enfoque positivo, no mediante uno negativo. No hace
hincapié en lo que tienes que evitar
para escapar de lo que te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender
para ser feliz. Piensa en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría
si le dijeran: "No hagas eso porque es muy peligroso y te puede hacer
daño, pero si haces esto otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás
miedo". Definitivamente es mucho mejor usar tan solo tres palabras:
"¡Haz sólo esto!" Esta simple afirmación es perfectamente inequívoca
y muy fácil de entender y de recordar" (T-6.V.3:1-5).
"El
Espíritu Santo nunca hace una relación detallada de los errores porque Su
intención no es asustar a los niños, y los que carecen de sabiduría son niños.
Siempre responde, no obstante, a su llamada, y el hecho de que ellos puedan
contar con Él los hace sentirse más seguros. Los niños ciertamente confunden
las fantasías con la realidad, y se asustan porque no pueden distinguir la diferencia
que hay entre ellas. El Espíritu Santo no hace distinción alguna entre
diferentes clases de sueños. Simplemente los hace desaparecer con Su luz. Su
luz es siempre la llamada a despertar, no importa lo que hayas estado soñando. No
hay nada duradero en los sueños, y el Espíritu Santo, que refulge con la Luz de
Dios Mismo, sólo habla en nombre de lo
que perdura eternamente”. (T-6.V.4:1-7))
"Toda clase de enfermedad, e incluso la muerte, son
expresiones físicas del miedo a despertar. Son
intentos de reforzar el sueño debido al miedo a despertar" (T-8.IX.3:2-3).
"Dormir es aislarse; despertar, unirse" (T-8.IX.3:6).
"La manera en que te despiertas indica cómo usaste el tiempo que pasaste durmiendo. 2¿A quién se lo ofreciste? 3¿Bajo que maestro lo pusiste? 4Siempre que te despiertas desanimado es que no se lo ofreciste al Espíritu Santo. 5Sólo cuando te despiertas feliz utilizaste el tiempo que pasaste durmiendo en armonía con Su propósito. 6Dormir puede ciertamente "drogarte" si lo usas indebidamente en favor de la enfermedad. 7Dormir no es una forma de muerte de la misma manera en que la muerte no es una forma de inconsciencia. 8La inconsciencia total es imposible. 9Puedes descansar en paz debido únicamente a que estás despierto" (T-8.IX.4:1-8).
"La curación es la liberación del miedo a despertar,
y la substitución de ese miedo por la decisión de despertar. La decisión de
despertar refleja la voluntad de amar, puesto que toda curación supone la sustitución
del miedo por el amor" (T.8.IX.5:1-2).
¿Hasta cuándo tendremos que permanecer dormidos?
Cuando hacemos alusión al estado del “sueño”, lo que realmente estamos
diciendo es que el Hijo de Dios ha olvidado Su Origen y ha creído sustituirlo
por otra identidad. Por lo tanto, despertará cuando recuerde su verdadera
identidad.
Recordaremos todo en el instante en que lo deseemos de todo corazón, pues
si desear de todo corazón es crear, nuestra voluntad habrá dispuesto el fin de
la separación, y simultáneamente le habremos devuelto nuestra mente a nuestro Creador
y a nuestras creaciones. Al conocerlos, ya no tendremos deseos de dormir, sino
sólo el deseo de despertar y regocijarnos. Soñar será imposible porque sólo desearemos
la verdad, y al ser ésa por fin nuestra voluntad, dispondremos de ella.
“Cuando despiertes, verás la verdad a tu alrededor y
dentro de ti, y ya no creerás en los sueños porque éstos dejarán de ser reales
para ti. El Reino, en cambio, y todo lo que allí has creado, será sumamente
real para ti porque es hermoso y verdadero”. (T-6.IV.6:7-8)
Doy fin a esta introducción sobre el sueño y el
despertar, con esta hermosa cita:
“Acepta
el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. No es difícil cambiar un sueño una
vez que se ha identificado al soñador. Descansa en el Espíritu Santo, y
permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste aterrorizado,
temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los
que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que Él te ofrece no son de
asesinatos ni de muerte. El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu
vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu
rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices” (T-27.VII.14:1-8).
bueno que puedo desir dulce despertar de suenos..los milagros despiertan nuevamente la consiencia...
ResponderEliminarAsí es, querida amiga.
EliminarY a todo esto, quien es el que perdona? El ego a la mente única que se fue a dormir? Digo, si leen bien, el que se da cuenta que esta soñando quien es, si la mente es la que sueña el sueño de separación. En otras palabras por lo que se ve, el falso yo perdona a la.mente única que esta dormida soñando, entonces, no se le ve cual seria entonces la utilidad, el soñador despertando al que sueña, es ilógico, se van a defender, pero razonen, quien perdona a quien?
ResponderEliminarQuerido amigo, tan solo se defiende el que se siente atacado y estoy seguro que tu intento de llegar a la verdad no es un ataque. Tal y como yo lo entiendo, el ego no puede despertar al Espíritu, pues el Espiritu es nuestra verdadera condición divina y no está dormido. El estado de sueño no es una situación real, sino un pensamiento erróneo que debemos expiar, es decir, corregir. El proceso de aprendizaje del perdón ha de llevarnos a la creencia de que no hay nada que perdonar, pues no hay ni ha habido pecado. Si te das cuenta, se trata de ser consciente de lo que realmente somos. Conociendo nuestra identidad, el ego deja de tener protagonismo.
ResponderEliminarGracias J.J
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