PRINCIPIO
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Los
milagros se asocian con el miedo debido únicamente a la creencia de que la
oscuridad tiene la capacidad de ocultar. Crees que lo que no puedes ver con los
ojos del cuerpo no existe. Esta creencia te lleva a negar la visión espiritual.
“La oscuridad es
falta de luz de la misma manera en que el pecado es falta de amor” (T-1.IV.3:1).
Inicialmente, nos
vamos a centrar en el análisis de la oscuridad y ello nos lleva a plantearnos
la siguiente cuestión: ¿podemos escapar de la oscuridad?
Sí, podemos hacerlo
y el Curso nos describe a este respecto, lo siguiente:
“Escapar de la
oscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que la oscuridad
no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo. Segunda, el
reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieses hacerlo.
Este paso te libera del miedo. Cuando ya no estés dispuesto a ocultar nada, no
sólo estarás dispuesto a entrar en comunión, sino que entenderás también lo que
es la dicha y la paz” (T-1.IV.1:1-5).
Siempre que la luz
irrumpe en la oscuridad, la oscuridad desaparece. Sin embargo, es necesario recordar
que nuestra creencia en la oscuridad y en la ocultación es la razón de que la
luz no pueda pasar.
Somos el Reino de los Cielos,
pero permitimos que la creencia en la oscuridad se infiltre
en nuestra mente, por lo que ahora necesitamos una nueva luz. El Espíritu
Santo es el resplandor al que debemos permitir que desvanezca la idea de la
oscuridad.
El Espíritu Santo nos enseña que, "la luz no ataca a la oscuridad, pero la desvanece con su fulgor" (T-8.IV.2:10) . Si la luz nos
acompaña a todas partes, es decir, si permitimos que el Espíritu Santo ocupe
nuestra mente, juntos, disiparemos la oscuridad.
La oscuridad es el mundo del
ego, y si el mundo del ego no es real, deduciremos que la oscuridad tampoco es
real. Por lo tanto, debemos preguntarnos ¿cómo podemos encontrar luz analizando
la oscuridad? Si lo hacemos, estaremos haciendo real lo que no lo es.
Cuando una "mente cree en la
oscuridad y se niega a abandonarla, la luz no puede entrar. La verdad no lucha
contra la ignorancia, ni el amor ataca al miedo" (T-14.VII.5:1-2).
La falsa creencia en el
“pecado”, ya lo hemos adelantado, es la causa primera o pensamiento original
que ha dado lugar al miedo y con ello a la oscuridad. Uno de los efectos que ha
originado el “pecado” es la culpa. Ese falso sentimiento, al igual que el miedo,
permanece oculto y delegado a nuestra oscuridad, lo que en el terreno de la
psicología se conoce como inconsciente. Desde este enfoque, el inconsciente se
convierte en la fortaleza del ego, pues mientras que lo alimentemos con
emociones derivadas de ese falso pensamiento original, miedo, culpa, ira, odio,
temor, ataque, venganza, castigo, dolor, enfermedad, muerte, etc, asegurará su
existencia y no le faltará su alimento favorito.
Una de las
enseñanzas favoritas del ego, es que las defensas nos protegen y que la
oscuridad puede ocultar. Esta creencia, aumenta el miedo de que si renunciamos a
la oscuridad, nos exponemos completamente a la culpa y vamos a tener
dificultades.
Kenneth Wapnick, en su análisis sobre este Principio
nos dice lo siguiente:
“El propósito de
todas nuestras defensas es protegernos de nuestra culpa. Lo que el ego jamás
nos dice es que mientras más invirtamos en una defensa, más afirmamos, de
hecho, que hay algo horrible dentro de nosotros. Si yo no tuviera esta culpa
horrorosa, no tendría que molestarme con la defensa. Por lo tanto, mientras más
invierta en tener una defensa contra mi culpa, a la cual le temo, más temeroso
me voy a sentir porque el hecho de que tengo una defensa me dice: "Mejor
te cuidas; hay algo dentro de ti que es vulnerable”.
"El ego enseña que
si nos desprendemos de nuestras defensas, se desatará el mismo infierno,
literalmente. Los psicólogos caen en la misma trampa cuando enseñan que si
usted no tiene defensas se pondrá psicótico. Es realmente lo contrario. Si usted
no tiene defensas se sanará, no se volverá psicótico. Pero eso no quiere decir
que usted despoje a la gente de sus defensas. El proceso tiene que ser muy
suave y amoroso, y el terapeuta a menudo tiene que ser muy paciente. Para
repetir, esto no significa que debamos despojarnos de todas las defensas. Lo
que sí quiere decir es que si usted sigue la dirección del Espíritu Santo, la
meta será no tener defensas. Y luego cuando mire introspectivamente, usted no
verá pecado; verá que no hubo pecado. Ese es el final del viaje".
Ya lo adelantábamos, debemos entregar al Espíritu
Santo la dirección de nuestra mente, lo que significa que debemos llevar ante Él todos
los secretos que le hayamos ocultado. Debemos abrirle
todas
las puertas y pedirle que entre en la oscuridad y la desvanezca con Su luz. Si lo invitamos,
Él entrará gustosamente. Y llevará la luz a la oscuridad si le franqueamos la
entrada a ella. Debemos saber, que Él no puede ver lo que mantenemos
oculto. Él ve por nosotros, pero a menos que miremos con Él, Él no puede
ver.
Nos dice el Curso, que “la visión de Cristo no es sólo para Él,
sino para ti y para Él. Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos
y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la oscuridad. Ambas
cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. Su juicio prevalecerá,
y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya” (T-14.VII.6:7-11).
Decíamos al
comienzo de este análisis que hablaríamos de la oscuridad y también de la
proyección. Dejaremos, para otra ocasión, el tema del miedo, aunque lo estemos
tocando de pasada.
El Curso nos enseña
que el acto creador de Dios le llevó a Expandir su Mente y de dicho acto, emanó
su Filiación, el Hijo de Dios. De esta forma, El Padre, establece el modo en cómo debemos actuar cuando se manifieste la
Voluntad de Crear.
"El uso inadecuado
de la extensión, se conoce como proyección y tiene lugar cuando creemos que
existe en nosotros alguna carencia o vacuidad, y que podemos suplirla con nuestras
propias ideas, en lugar de con la verdad" (T-2.I.1:7). Esto fue lo que le ocurrió al Hijo de
Dios, y el intento de sustituir la Verdad de Dios con su propia verdad, le
llevó a fabricar –proyectar- una falsa realidad.
Estamos ante el
génesis de la separación, o lo que es lo mismo, ante la división de la mente,
ante el rechazo de una parte de ella misma.
En el Capítulo 6
del Curso de Milagros, dedica un apartado titulado “La alternativa a la
proyección” que nos enseña su importante alcance.
"La plenitud
de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una mente
íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. Mediante ese
reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador. Exclusión y separación son
sinónimos, al igual que separación y disociación. Dijimos anteriormente que la
separación fue y sigue siendo un acto de disociación, y que una vez que tiene
lugar, la proyección se convierte en su defensa principal, o, en otras
palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La razón de ello, no obstante,
puede que no sea tan obvia como piensas" (T-6.II.1:2-6).
"Repudias lo que proyectas, por
lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que
eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto que también has juzgado
contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo
separado dé ti. Al hacer esto de manera inconsciente, tratas de mantener fuera
de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas
que te has puesto a salvo" (T-6.II.2:1-4).
"La proyección, sin embargo,
siempre te hará daño. La proyección refuerza tu creencia de que tu propia
mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener vigente la
separación. La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte
sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos. El ego justifica esto
basándose en el hecho de que ello te hace parecer "mejor" que tus
hermanos, y de esta manera empaña tu igualdad con ellos todavía más. La
proyección y el ataque están inevitablemente relacionados, ya que la proyección
es siempre un medio para justificar el ataque. Sin proyección no puede haber
ira. El ego utiliza la proyección con el solo propósito de destruir la
percepción que tienes de ti mismo y de tus hermanos. El proceso comienza
excluyendo algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a
que te excluyas a ti mismo de tus hermanos" (T-6.II.3:1-8).
"Hemos aprendido, no obstante,
que hay una
alternativa a la proyección. Todas las capacidades del ego se pueden emplear
para un propósito mejor, ya que sus capacidades las dirige la mente, que
dispone de una Voz mejor. El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta.
Del mismo modo en que los objetivos de ambos son opuestos, así también lo son
sus resultados" (T-6.II.4:1-4).
"El Espíritu Santo comienza
percibiendo tu perfección. Como sabe que esa perfección es algo que todos
comparten, la reconoce en otros, y así la refuerza tanto en ti como en ellos.
En vez de ira, esto suscita amor tanto en ellos como en ti porque establece el
estado de inclusión. Puesto que percibe igualdad, el Espíritu Santo percibe en
todos las mismas necesidades. Esto invita automáticamente a la Expiación porque la Expiación es la
necesidad universal de este mundo. Percibirte a ti mismo de esta manera es la
única forma de hallar felicidad en el mundo. Eso se debe a que es el
reconocimiento de que tú no estás en este mundo, pues el mundo es un lugar
infeliz” (T-6.II.5:1-7).
La proyección siempre ve nuestros deseos en otros.
Si elegimos separarnos de Dios, eso es lo que pensaremos que otros están
haciendo con nosotros.
"La proyección da lugar a la percepción, y no podemos
ver más allá de ella. Hemos atacado a nuestro
hermano una y otra vez porque vimos en él una sombría figura de nuestro mundo
privado. Y así, no podemos sino atacarnos a nosotros mismo primero, pues lo que
atacamos no está en los
demás. La única realidad de lo que atacamos se encuentra en nuestra propia
mente, y al atacar a otros estamos literalmente atacando algo que no está ahí" (T-13.V.3:5-8).
Antes de poner un punto y final a esta exposición,
me gustaría presentar las ideas que se recogen en las Lecciones del Libro de
Ejercicios, relacionadas con la creencia en la oscuridad:
LECCIÓN 44
Dios es la luz en la que veo.
1. Hoy continuamos con la idea de ayer, agregándole otra dimensión. 2No
puedes ver en la oscuridad, y no puedes fabricar luz. 3Puedes
fabricar oscuridad y luego pensar que ves en ella, pero la luz refleja vida, y
es, por lo tanto, un aspecto de la creación. 4La creación y la
oscuridad no pueden coexistir, pero la luz y la vida son inseparables, pues no
son sino diferentes aspectos de la creación.
LECCIÓN
69
Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mí.
1. Nadie puede ver lo que tus resentimientos ocultan. 2Debido a
que tus resentimientos ocultan la luz del mundo en ti, todo el mundo se halla
inmerso en la oscuridad, y tú junto con ellos. 3Pero a medida que el
velo de tus resentimientos se descorre, tú te liberas junto con ellos. 4Comparte
tu salvación con aquel que se encontraba a tu lado cuando estabas en el
infierno. 5Él es tu hermano en la luz del mundo que os salva a
ambos.
LECCIÓN 73
Mi voluntad es que haya luz.
3Mi voluntad es que haya luz. 4La oscuridad no es mi voluntad.
LECCIÓN 91
Los milagros se ven en la luz.
Para ti, pues, la luz es
crucial. 2Mientras sigas en la oscuridad no podrás ver el milagro. 3Por
lo tanto, estarás convencido de que no está ahí. 4Esto se deriva de
las mismas premisas de las que procede la oscuridad. 5Negar la luz
hace que te resulte imposible percibirla. 6No percibir la luz es
percibir la oscuridad.
“Una sola azucena de perdón, puede
transformar la oscuridad en luz” (L.pII.12.5:1).
buen dia ,El Espiritu Santo..nos guia siempre quele demos esa entrada en nosotro..es nuestro mejor pasaporte asia la luz..gracias estoy muy agradesida...
ResponderEliminarGracias J.J
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