PRINCIPIO
6
Los milagros son naturales. Cuando no
ocurren, es que algo anda mal.
Cuando hemos analizado el
Principio 5, advertíamos una de las condiciones del milagro, veíamos que el
milagro debe ser un hábito y debe realizarse involuntariamente. Advertíamos,
igualmente, que no deben ser controlados conscientemente, pues al estar nuestra
conciencia identificada con el ego –error-, lo utilizaríamos para dar
continuidad a la ilusión, a lo irreal.
El Principio 6, nos
introduce una condición en la línea ya trazada, los milagros son naturales. Con
ello, está ahondando en la idea de su procedencia, en su cualidad divina: el
milagro significa vida y Dios es el dador de la vida. El milagro encuentra su
Fuente en el Amor y Dios es Quien dispensa ese Amor a través de su creación: el
Hijo de Dios.
Lo natural simboliza la
cualidad esencial y característica de la cual proviene. Podemos decir, que los
milagros son naturales pues su Fuente es el Amor y el Amor procede de Dios.
El ego o pensamiento de
separación, no puede realizar el milagro pues no encuentra su “causa” en Dios.
Es más, la manifestación del milagro, al corregir ese error primigenio, el
error de creernos separados de Dios, pone fin a su ilusión y por lo tanto pone
fin a su ficticia existencia.
Para realizar un milagro,
debemos previamente recibirlo, y con ello debemos entender, que debemos “recordar”
nuestra condición natural, nuestra condición divina, nuestro linaje espiritual.
Aún permaneciendo en el sueño, debemos desear los beneficios del milagro, pues
como ya hemos dicho en otra ocasión, tenemos derecho a él. Desde el sueño, en
el que permanecemos dormidos, no sabemos qué es lo que tenemos que hacer para
dar expresión al milagro, pero sí podemos pedir a la Voz que habla por Dios, al
Espíritu Santo, que nos permita despertar dentro del sueño, que nos permita
abrir los ojos y comprobar que ya no vivimos una pesadilla, que podemos dirigir
la fuerza de nuestra mente y elegir cómo interpretar las escenas que forman
parte de nuestro sueño; podemos elegir tener sueños felices.
Ese despertar, nos llevará
a recordar lo que somos realmente y ese será el milagro que el Espíritu Santo
nos ofrece para que lo compartamos con el mundo. En la acción de dar, en la
medida en que extendemos nuestra condición natural y amorosa, nos permitirá
retener esa condición, la cual crecerá
abundantemente, al recibir el fértil riego de las aguas de nuestro amor y el
cálido sol de nuestra consciencia.
Cuando en nuestro sueño,
observamos que nos encontramos experimentando pesadillas, cuando nos sentimos
víctimas del dolor, del castigo, del miedo, de la tristeza, de la enfermedad,
de la muerte, de las pérdidas y de la escasez, entonces es que las cosas no van
bien, es decir, estamos dejando que nuestro ego reparta sus cartas y nos
mantenga atrapado en el juego de la ilusión. En ese juego, el milagro no puede
manifestarse, pues no puede utilizarse su fuente para engalanar una
personalidad que se cree enemigo del Creador.
Podemos pensar que estamos
despiertos dentro del sueño. Hemos recibido la llamada del Espíritu Santo en
nuestra mente y nos ha llevado a ver que hemos alimentado el error de creer que
estamos separados. Un peligro acecha al soñador en este punto del camino, el
deseo de ser especial. Sí, acaba de descubrir que el ser un obrador de milagros le hace sentir bien. Es quizás lo que añoraba dentro del sueño, incluso, se
siente feliz, pues ahora podrá ser un benefactor para los demás, salvar sus
vidas, guiar sus caminos, curar sus enfermedades. En este punto, puede olvidar
que sigue soñando, y sin embargo, su estado de iluminación le lleve a pensar
que no lo está.
A pesar de ese estado “ilusorio”
de elevación, el soñador iluminado no se ha percatado de que sigue viendo el
conflicto, el dolor, la escasez, la enfermedad, el cuerpo, y con ello, lo está haciendo
real. Identificarse con estos guiones del sueño, nos está indicando que “algo
anda mal” y cuando intentemos realizar los milagros veremos que no se ven
realizados, es decir, vemos que nuestro deseo de aliviar el dolor del otro no
ha surtido efecto. Lo que estamos haciendo es olvidando que esa situación no es
real, pero la estamos haciendo real.
Estamos aquí, únicamente,
para ser útil. Debemos entender ese sentido de la utilidad, como el deseo de
hacer la Voluntad del Padre. Pongamos en manos del que habla por su Voz todos
nuestros asuntos y dejemos que Él, guie nuestros pasos allí donde debamos
extender nuestro Amor, es decir, hacer real el milagro.
Gracias J.J
ResponderEliminarSiento alegría en mi corazón, gracias por tus escritos Juan José!
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