domingo, 5 de mayo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 126

LECCIÓN 126

Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.

1. La idea de hoy, que es completamente ajena al ego y a la manera de pensar del mundo, es de suma importancia para la inversión de pensamiento al que este curso dará lugar. 2Si creyeses lo que la idea de hoy afirma, no te resultaría difícil perdonar com­pletamente, tendrías certeza con respecto a tu objetivo y no ten­drías ninguna duda acerca de tu rumbo. 3Entenderías los medios a través de los cuales se alcanza la salvación, y no vacilarías en emplearlos ahora mismo.

2. Examinemos lo que crees en lugar de esta idea. 2Te parece que los demás están separados de ti, que son capaces de adoptar com­portamientos que no tienen repercusión alguna sobre tus pensa­mientos; y que los que tú adoptas no tienen repercusión alguna sobre los de ellos. 3Tus actitudes, por lo tanto, no tienen ningún efecto sobre ellos, y sus súplicas de ayuda no guardan relación alguna con las tuyas. 4Crees además que ellos pueden pecar sin que ello afecte la percepción que tienes de ti mismo, mientras que tú puedes juzgar sus pecados y mantenerte a salvo de cualquier condenación y en paz.

3. Cuando "perdonas" un pecado, no ganas nada con ello directa­mente. 2Es una ofrenda de caridad a alguien que no se la merece, a fin de demostrar simplemente que tú eres mejor y que te encuen­tras en un plano superior a él. 3Él no se ha ganado la limosna de tu tolerancia -que tú le concedes sabiendo que no es digno de tal dádiva- ya que sus pecados lo han situado muy por debajo de una verdadera igualdad contigo. 4No tiene derecho a tu perdón, el cual supone un regalo para él, pero no para ti.

4. De este modo, el perdón es básicamente algo falso: un capricho caritativo, benévolo tal vez, pero inmerecido; una dádiva que a veces se concede y a veces se niega. 2Puesto que es inmerecido, es justo no otorgarlo, pero no es justo que tú tengas que sufrir por haberte negado a concederlo. 3El pecado que perdonas no es tu pecado. 4Alguien que se encuentra separado de ti lo cometió. 5Y si tú entonces eres magnánimo con él y le concedes lo que no se merece, la dádiva es algo tan ajeno a ti como lo fue su pecado.

5. Si esto fuese verdad, el perdón no tendría ningún fundamento sobre el que basarse con certeza y seguridad. 2Sería una excentri­cidad, según la cual algunas veces decides conceder indulgente­mente un indulto inmerecido. 3Conservarías, no obstante, el derecho a no eximir al pecador de la justa retribución por su pecado. 4¿Crees que el Señor de los Cielos iba a permitir que la salvación del mundo dependiera de esto?  5¿No sería acaso Su interés por ti ciertamente ínfimo, si permitiese que tu salvación dependiese de un capricho?

6. No entiendes lo que es el perdón. 2Tal como lo ves, no es sino un freno al ataque abierto que no requiere corrección alguna en tu mente. 3Tal como lo percibes, no te puede brindar paz. 4No constituye un medio por el que liberarte de aquello que ves en otro, pero no en ti mismo. 5No tiene poder alguno para restaurar en tu conciencia tu unidad con él. 6Eso no es lo que Dios dispuso para ti.

7. Al no haberle concedido al Padre el regalo que Él te pide, no puedes reconocer Sus regalos; y crees que Él no te los ha dado. 2Sin embargo, ¿te pediría Él un regalo que no fuese para ti? 3¿Podría acaso quedar satisfecho con gestos vacíos y considerar que tales míseros regalos son dignos de Su Hijo? 4La salvación es un regalo mucho mejor que eso. 5Y el verdadero perdón, que es el medio por el que se alcanza la salvación, no puede sino sanar a la mente que da, pues dar es recibir. 6Lo que no se ha recibido, no se ha dado, pero lo que se ha dado tiene que haberse recibido.

8. Hoy trataremos de entender la verdad según la cual el que da y el que recibe son uno. 2Vas a necesitar ayuda para poder entender esto, ya que es una idea completamente ajena a los pensamientos a los que estás acostumbrado. 3Mas la Ayuda que necesitas ya está aquí. 4Deposita tu fe en Él hoy, y pídele que esté contigo a la hora de practicar con la verdad. 5si sólo logras captar un pequeño atisbo de la liberación que reside en la idea que practicamos hoy, éste será ciertamente un día glorioso para el mundo.

9. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a tratar de enten­der la idea de hoy. 2Esta idea es el pensamiento mediante el cual el perdón pasa a ocupar el lugar que le corresponde entre tus prioridades. 3Es el pensamiento que liberará a tu mente de cual­quier obstáculo que te impida comprender el significado del per­dón y lo valioso que es para ti.

10. Mientras permaneces en silencio, cierra los ojos al mundo que no comprende lo que es el perdón, y busca amparo en el sereno lugar en el que los pensamientos quedan transformados y donde las falsas creencias se abandonan. 2Repite la idea de hoy, y pide poder entender lo que realmente significa. 3Estáte dispuesto a dejarte enseñar. 4Alégrate de oír lo que te dice la Voz de la verdad y de la curación, y entenderás las palabras que Él te diga y recono­cerás que son tus propias palabras.

11. Tan a menudo como puedas hoy, recuérdate a ti mismo que tienes un objetivo, una meta que hace que éste sea un día de especial importancia para ti y para todos tus hermanos. 2No per­mitas que tu mente se olvide de este objetivo por mucho tiempo, sino que di para tus adentros:

3Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.
4La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad, está conmigo ahora.
5Y confiaré en Él plenamente.

6Permanece luego en silencio por un momento y deja que tu mente sea receptiva a Su corrección y a Su Amor. 7Y creerás lo que le oigas decir, pues recibirás lo que Él te dé.
  

¿Qué me enseña esta lección? 

Esta lección es un inmenso paso hacia la Verdad que nos enseña que todos formamos parte de una misma Filiación. 

La acción de dar, está inspirada por el acto creador de nuestro Padre, el Cual, a través de un acto volitivo de expansión, creó de Sí Mismo, a su Hijo, la Humanidad. 

Tener la certeza de que cada uno de nuestros hermanos es una “Manifestación de Dios”, implica que no existe una relación de separación, sino de Unidad. Cuando estoy viendo a Dios a través de mi hermano, estoy realmente, reconociendo mi propia divinidad. 

Desde esta realidad, cada vez que doy a través de la relación, estoy dándome a mí mismo. Esta verdad, nos sitúa en un estado de consciencia que favorece la ejecución del Plan Divino de la Salvación. 

Esta acción está liberada del miedo a perder; del sentimiento de escasez y de necesidad. Manifiesta la condición natural de la abundancia, pues, nos expresamos desde la Grandeza, desde la Dicha y desde la Plenitud. 

Cuando damos estamos promoviendo la fuerza del Amor y la respuesta se hace inmediata llevándonos a recibir lo que hemos dado. Es muy importante ser consciente de esta Verdad, pues de este modo, el “otro” se convierte en un “maestro” que aportándonos lo que hemos dado, nos ayuda a conocernos íntegramente. 

Esta acción llevada a cabo con plena consciencia, nos hace ser consciente de nuestra capacidad creadora.


Ejemplo-Guía: "Mira a tu prójimo, y contesta, ¿qué ves?"

La respuesta, no exige mucha reflexión. Es aconsejable, incluso, que no le dediquemos mucho tiempo a la contestación. Es una invitación para que la mente inconsciente se exprese con plena libertad, sacando de nuestro interior lo que subyace oculto y no le permitimos que ocupe nuestra conciencia por juzgarlo inadecuado desde la perspectiva de nuestra moral.

Es una invitación a la sinceridad, a la honradez y a la integridad con nosotros mismos. 

Unos minutos de un día cualquiera:

“Acabo de despertarme y mis pensamientos no tardan en mostrarme el panorama laboral que me espera. Visualizo a mi jefe y sus acostumbradas exigencias y noto como mi rostro se deprime con tan solo pensar que tendré que enfrentarme, un día más, a lo que considero un trato injusto. Pienso que mi jefe está abusando de mi disposición servicial y colaboradora, y, está interpretando esa actitud de forma egoísta, pues todo el trabajo que nadie quiere, me lo endosa a mí. Mal empieza la mañana, y eso que aún no he llegado al trabajo.

Mientras conduzco, casi tengo un accidente con el coche. Un demente se ha saltado un stop y no he podido evitarlo, le he gritado y le he insultado. Se que no sirve para nada, pero me he quedado muy a gusto.

Ya en el trabajo, me cruzo con algunos compañeros y tengo dificultad para saludarlos. Cuando levanté la cabeza, mis sombríos pensamientos se animaron por un momento al contemplar la belleza de la nueva secretaria del departamento de administración. Todo fue un espejismo, mi conciencia no tardó en mandarme un par de juicios condenatorios que me dejaron más hecho polvo de lo que llegué”.

Aquí lo dejo. Aunque se trata de una ficción, podría ser un típico ejemplo de un día cualquiera. 

Yo mismo, me reconocería en esa secuencia, cuando aún mi conciencia estaba plenamente identificada con el mundo de percepción. Esa conciencia, respondía a los argumentos que me ofrecían el nivel sensorial. Aquello que soy capaz de percibir con los sentidos, es a lo que le otorgo credibilidad. Mi identidad, es totalmente individualizada y no comparte creencia alguna en la unidad, sino todo lo contrario, defiende a capa y espada la visión de la separación.

Mi esposa, mis hijos, mi familia, mi jefe, mis compañeros, mis amigos y enemigos, y el resto del mundo que me rodea, significan para mí el valor que yo les dé. Puedo amarlos u odiarlos; desearlos o ignorarlos. Lo único que me preocupa es lo que me pueden dar y quitar. Eso sí, mi felicidad depende de ello.

Cuando fui adquiriendo una mayor conciencia, paralelamente, se produjo en mí una nueva manera de ver las cosas. Ahora, el mundo que me rodea, lo veo como una proyección de mi mundo interior. En la medida en la que dejo de juzgar y condenar, las experiencias que me invitan a emitir juicios no se producen, y si lo hacen, no las veo, no les presto atención.

Es cierto, que, por el simple hecho de haber tomado una mayor consciencia, por el hecho de entregar mi mente a la no dualidad, al no juicio, de la noche a la mañana, no he logrado evitar que, por mi mente pasen tentaciones e impulsos que han formado parte de mis creencias durante muchos años. Pero existe una gran diferencia. Ahora tengo plena consciencia de que soy yo el que elijo como responder al pensamiento. Puedo dejarme seducir por él, o, puedo, simplemente, dejarle marchar, lo mismo que ha venido.

Con esta nueva consciencia, no permito que mi mente se recree con pensamientos sombríos nada más comenzar la mañana. En su lugar, mantengo una conversación con Dios y con Su Voz, el Espíritu Santo. En dicha conversación, me pongo a Su servicio y le entrego las decisiones que deba de dar a lo largo del día. Es una magnífica práctica para comenzar el día.

Si en el trayecto al trabajo, observo alguna imprudencia de algún conductor, no entro en juicios, simplemente, intento comprender y no prestarle atención.

Mi actitud con los compañeros es proactiva. Siempre estoy abierto a las anécdotas que se producen en mi relación con ellos, pues tengo claro que, de sus voces, de su interrelación, recibiré una lección gratuita de aprendizaje sobre mí mismo.

Lo de la belleza de las mujeres guapas, es lo que peor llevo. ¡Ja, ja, ja! Es una broma.
Ante esta experiencia, es importante no caer en condenas absurdas. Nos ayudará a reflexionar en la ilusión del cuerpo y en aprender a ver a los demás en su identidad espiritual.

En resumen, la cuestión radica en tomar consciencia de que el mundo de afuera lo fabricamos desde nuestra mente. Ese mundo ilusorio, nos invita permanentemente a integrarlo, en la medida que es el reflejo de nuestro mundo interno.

Recordemos lo que nos dice el Curso sobre la proyección:

"Cualquier división en la mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo que es la creencia en la separación. La plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. Mediante ese reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador. Exclusión y separación son sinónimos, al igual que separación y disociación. Dijimos ante­riormente que la separación fue y sigue siendo un acto de diso­ciación, y que una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su defensa principal, o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La razón de ello, no obstante, puede que no sea tan obvia como piensas” (T-6.II.1:1-6).          

“Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado dé ti. Al hacer esto de manera incons­ciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo” (T-6.II.2:1-4). 

“La proyección, sin embargo, siempre te hará daño. La proyec­ción refuerza tu creencia de que tu propia mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener vigente la separa­ción. La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos. El ego justifica esto basándose en el hecho de que ello te hace pare­cer "mejor" que tus hermanos, y de esta manera empaña tu igual­dad con ellos todavía más. La proyección y el ataque están inevitablemente relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar el ataque. Sin proyección no puede haber ira.  El ego utiliza la proyección con el solo propósito de destruir la percepción que tienes de ti mismo y de tus hermanos. El proceso comienza excluyendo algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a que te excluyas a ti mismo de tus hermanos” (T-6.II.3:1-8). 

“Hemos aprendido, no obstante, que hay una alternativa a la proyección. Todas las capacidades del ego se pueden emplear para un propósito mejor, ya que sus capacidades las dirige la mente, que dispone de una Voz mejor. El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta. Del mismo modo en que los objetivos de ambos son opuestos, así también lo son sus resultados” (T-6.II.4:1-4).

“El Espíritu Santo comienza percibiendo tu perfección. Como sabe que esa perfección es algo que todos comparten, la reconoce en otros, y así la refuerza tanto en ti como en ellos. En vez de ira, esto suscita amor tanto en ellos como en ti porque establece el estado de inclusión. Puesto que percibe igualdad, el Espíritu Santo percibe en todos, las mismas necesidades. Esto invita auto­máticamente a la Expiación porque la Expiación es la necesidad universal de este mundo. Percibirte a ti mismo de esta manera es la única forma de hallar felicidad en el mundo. Eso se debe a que es el reconocimiento de que tú no estás en este mundo, pues el mundo es un lugar infeliz" (T-6.II.6:1-6).


Reflexión: ¿Qué piensas de la siguiente afirmación?: Cuando juzgas y condenas el comportamiento de otros, es a ti a quien estás condenando.

sábado, 4 de mayo de 2024

Capítulo 9. II. La respuesta a la oración.

II. La respuesta a la oración.

1. Todo aquel que haya tratado alguna vez de usar la oración para pedir algo ha experimentado lo que aparentemente es un fracaso. 2Esto es cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudie­ran ser perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente de acuerdo con lo que este curso postula. 3Esto último, en particular, puede interpretarse incorrectamente como una prueba de que el curso no es sincero en lo que afirma. 4Tienes que recordar, no obstante, que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a escapar del miedo.

Este apartado, sin duda alguna, puede ser interpretado por nuestra mente como un interesante reto para ser aceptado por nuestras creencias, incluso aquellas que consideramos más valiosas, pues nos lleva a identificarnos con nuestro estado de consciencia más espiritual.

Sí, la oración, cuando la usamos para pedir, nos está revelando un estado de carencia en nuestra conciencia. Este Curso nos ayuda a recordar que somos Hijos de Dios y, como tal, hemos heredado Su Misma Condición, esto es, la Perfección. De igual modo, el Curso, nos revela que el Hijo de Dios se ha identificado con la fabricación de un mundo distinto al creado por Su Padre, llevándole a la falsa creencia de que es un ser imperfecto y pecaminoso.

El Hijo de Dios es Perfecto, por lo que el uso correcto de la oración no es otro que el compartir Su Estado de Perfección. La oración es utilizada para expandir la Esencia del Amor, que es su verdadera identidad.

El mundo ilusorio fabricado por el hijo de Dios, ha dado lugar a la naturaleza egoica, la cual habita en la creencia del miedo y de la carencia. De ahí, que la oración se utilice como un mecanismo para conseguir satisfacer la voz que emana desde la necesidad.

2. Supongamos, pues, que lo que le pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. 2Si ese fuese el caso, obtenerlo ya no sería lo que deseas. 3Por eso es por lo que algunas formas específicas de curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. 4Un individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal. 5Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo que la manifestación física de su aflicción. 6En ese caso no estaría pidiendo realmente que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. 7Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser curado.

Sinceramente, si tuviésemos la firme creencia de que somos el Hijo de Dios y que gozamos de su eterna Plenitud, ¿nos sentiríamos escasos? ¿Qué más podríamos desear, cuando lo somos Todo? ¿Qué sentido tendría entonces la oración que usamos para pedir aquello que creemos necesitar, si el Amor no tiene carencia?

Utilicemos la oración para dar gracias de nuestro despertar; por haber recordado lo que somos; para compartir con nuestros hermanos la dicha de la Unidad; para negar el miedo y la separación.

3. La Biblia subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. 2El hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una respuesta. 3Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el miedo. 4Es posible que Su respuesta no sea oída. 5Es imposible, sin embargo, que se pierda. 6Hay muchas respues­tas que ya has recibido pero que todavía no has oído. 7Yo te ase­guro que te están esperando.

Si en nuestra oración, pedimos desde el miedo, desde la carencia, no podemos pretender, que la respuesta alimente aún más ese miedo. El Espíritu Santo, responderá a nuestra petición con un mensaje de Amor: “deja de tener miedo y ama”. Pero, quizás esa respuesta no sea la que nosotros necesitamos oír, pues, en verdad, no estamos dispuestos a sustituir nuestros miedos por Amor, porque no estamos dispuestos a Ser Amor, en vez de seres separados y egoístas.

Seguro, que muchos de nosotros, podríamos narrar historias vividas en la que el sufrimiento nos ha llevado a elevar nuestro rostro al cielo y orar al Padre con una petición de que nos librara de ese momento de dolor (guerras, pérdidas de seres queridos, enfermedades, pobreza, hambre, maltratos, violaciones, etc).

Nos podemos sorprender en ese acto de petición, solicitando a nuestro Hacedor, que castigue a aquel que nos causa el dolor, que nos libere de nuestros miedos. Obrando de este modo, estaríamos pidiendo a Dios que hiciese real lo ilusorio, que diese identidad al miedo y a la carencia. Tan sólo el ego ve aquello que ha fabricado. Pero está tan profundamente sumido en su sueño, que es incapaz de ver que todo es una ilusión.

Dios es nuestro Ser. Somos una Expansión de Él. Se encuentra en nuestro interior, al igual que nosotros nos encontramos en Él. El Amor es nuestra verdadera identidad y el Amor, al no ver el miedo, es el único estado sanador de nuestra existencia.

4. Si quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. 2No pongas en duda su palabra ni lo confundas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo. 3Si quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya fe en ti es inquebrantable. 4¿Cómo ibas a poder pedirle algo al Espíritu Santo sinceramente, y al mismo tiempo dudar de tu her­mano? 5Cree en la veracidad de sus palabras por razón de la ver­dad que mora en él. 6Te unirás a la verdad en él, y sus palabras serán verdaderas. 7Al oírlo a él me oirás a mí. 8Escuchar la verdad es la única manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla.

La duda a la que se refiere este punto es un estado de carencia y nos revela que hemos sustituido nuestra verdadera identidad, el Amor, por los ropajes de la ilusoria identidad del ego. El Amor no ve la duda; su lenguaje es la Unidad de la Filiación. La Percepción Verdadera nos permite vislumbrar la puerta que nos conduce al Conocimiento. El ego a no ser real se alimenta de su propio desconocimiento, la ignorancia, la cual da lugar a la errónea creencia en la separación. En este sentido, tan sólo la oración dirigida al Espíritu Santo será respondida, si lleva el sello de la certeza que nos confraterniza en la Unidad con el Hijo de Dios.

5. El mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. 2¿Qué te está diciendo? 3¿Qué desearías que te dijese? 4Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje qué recibes. 5Recuerda que el Espíritu Santo mora en él, y Su Voz te habla a través de él. 6¿Qué podría decirte un hermano tan santo, excepto la verdad? 7Mas ¿le escuchas? 8Es posible que tu hermano no sepa quién es, pero en su mente hay una luz que sí lo sabe. 9El resplandor de esta luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus palabras y haciendo posible el que las puedas oír. 10Sus palabras son la respuesta que el Espíritu Santo te da a ti. 11¿Es la fe que tienes en tu hermano lo suficientemente grande como para permitirte oír dicha respuesta?

Poco más podemos añadir a este punto, en el que se nos brinda a mirar en nuestro interior y encontrar las respuestas que nos plantean. En nuestro hermano reside nuestra salvación.

Cuando escribo estas reflexiones, al repasar la Lección de hoy del Libro de Ejercicios, la lección 298, que se titula “Te amo, Padre, y amo también a Tu Hijo”, recordé el Ejemplo-Guía que elegí para dicha ocasión. Os dejo parte de su contenido, el cual puede ser consultado, en el siguiente enlace:

https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2017/10/ucdm-libro-de-ejercicios-leccion-298.html

Ejemplo-Guía: "El Camino que nos conduce al Cielo, no podemos andarlo solo"

“A medida que te acercas a un hermano te acercas a mí, y a medida que te alejas de él, la distancia entre tú y yo aumenta. La salvación es una empresa de colaboración. No la pueden emprender con éxito aquellos que se desvinculan de la Filiación porque al hacer eso se desvinculan de mí. Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. Aprende primero de ellos, y estarás listo para oír a Dios. Eso se debe a que el Amor sólo tiene una función”. (T.4.VI.8.1-6)

6. No puedes rezar sólo para ti, de la misma manera en que no puedes encontrar dicha sólo para ti. 2La oración es la re-afirma­ción de la inclusión, dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con las leyes de Dios. 3En tu hermano reside tu salvación. 4El Espíritu Santo se extiende desde tu mente a la suya, y te contesta. 5No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti, porque no estás solo. 6Su respuesta va dirigida únicamente a lo que eres. 7No podrás saber la confianza que tengo en ti a no ser que la extien­das. 8No tendrás confianza en la dirección que te ofrece el Espí­ritu Santo, o no creerás que es para ti, a menos que la oigas en otros. 9Tiene que ser para tu hermano por el hecho de que es para ti. 10¿Habría acaso creado Dios una Voz que fuese sólo para ti? 11¿Cómo podrías oír Su respuesta, excepto cuando el Espíritu Santo responde a todos los Hijos de Dios? 12Oye de tu hermano lo que quisieras que yo oyese de ti, pues tú no querrías que yo fuese engañado.

“No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti, porque no estás solo”. Esta frase, merece una profunda y sincera reflexión. En ese encuentro interior, no podremos invitar al ego y sus creencias. El ego, cuando hace uso de la oración, siempre lo hace en beneficio propio. Su ingenuidad e ignorancia a veces es tan demencial que le lleva a elevar su mirada al cielo para pedirle a Dios, cuestiones tan banales como que nuestro equipo de futbol favorito gane la contienda en detrimento del otro equipo.

El hombre de este mundo, ha levantado altares donde venerar a su Dios particular. Ha fabricado estandartes en nombre de ese “dios” para que encabezasen sus ejércitos en las contiendas que los enfrentaría a los que ha dado la identidad de sus enemigos. En su máxima arrogancia, pleno de ignorancia, ha elevado sus súplicas a su “dios” para que le llevase a la victoria en sus hazañas bélicas. La historia de este mundo está repleta de dichas hazañas y a pesar del sufrimiento aportado al propio hombre, seguimos percibiendo como esa historia demente se repite una y otra vez.

No podemos pretender alcanzar la salvación solos, pues en verdad, nuestra realidad no es el ego. Nuestra Causa es el Amor y el Amor es Unidad. Dios no nos creó separados. No somos el único Hijo de Dios, si no el Hijo de Dios, la Filiación Divina.

7. Al igual que Dios, yo te quiero por razón de la verdad que mora en ti. 2Tal vez tus engaños te engañen a ti, pero a mí no me pueden engañar. 3Puesto que sé lo que eres, no puedo dudar de ti. 4Oigo sólo al Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. 5Si me quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se expresa. 6La respuesta a todas tus oraciones reside en ellos. 7Recibirás la respuesta a medida que la oigas en todos tus hermanos. 8No escuches nada más, pues, de lo contra­rio, no estarás oyendo correctamente.

La Voz de Dios, es compartida por toda Su Filiación. Pretender andar el Camino de manera unilateral es una ilusión inspirada por el ego.

8. Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y aprenderás que está justificado que yo crea en ti. 2Cree en mí creyendo en ellos, en virtud de lo que Dios les dio. 3Te contestarán si aprendes a pedir­les solamente la verdad. 4No pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta manera puedes aprender cuán bendito eres. 5Al seguir este camino estarás buscando la verdad en ti. 6Esto no es ir más allá de ti mismo, sino hacia ti mismo. 7Oye únicamente la Respuesta de Dios en Sus Hijos, y se te habrá contestado.

Si realmente somos la Filiación de Dios, todos y cada uno de nosotros somos portadores de la Unidad, la verdadera Causa de nuestra creación. El pacto de Amor que nace con nuestra creación nos lleva a caminar junto al resto de nuestros hermanos con el único propósito de compartir lo que somos: Espíritus de Amor, que unidos formamos la Filiación de Dios.

9. No creer es estar en contra, o atacar. 2Creer es aceptar, y tam­bién ponerse de parte de aquello que aceptas. 3Creer no es ser crédulo, sino aceptar y apreciar. 4No puedes apreciar aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no le atribuyes valor. 5Por juzgar se tiene que pagar un precio porque juzgar es fijar un precio. 6Y el precio que fijes es el que pagarás.

Cuando creemos, aceptamos lo que somos. Cuando dudamos, estamos renegando de la verdad, y estamos alimentando las falsas creencias del ego, esto es, renegamos de lo que realmente somos. La duda nos desconecta de la verdad, de la unidad. La visión de la duda, nos lleva a ver al otro como el enemigo que nos amenaza con un ataque personal. Para protegernos de ese ataque, la mente de ego se disocia y proyecta en el otro aquello en lo que cree, dando lugar a juicios condenatorios que nos alejan más y más de la verdad.

10. Si pagar se equipara con obtener, fijarás el precio bajo, pero exigirás un alto rendimiento. 2Te habrás olvidado de que poner precio es evaluar, de tal modo que el rendimiento que recibes es directamente proporcional al valor atribuido. 3Por otra parte, si pagar se asocia con dar no se puede percibir como una pérdida, y la relación recíproca entre dar y recibir se reconoce. 4En este caso se fija un precio alto debido al valor del rendimiento. 5Por obtener hay que pagar un precio: se pierde de vista lo que tiene valor, haciendo inevitable el que no estimes lo que recibes. 6Al atribuirle poco valor, no lo apreciarás ni lo desearás.

El ego adquiere identidad cuando el Hijo de Dios decide ver un mundo diferente al de Su Padre. En ese nuevo mundo, en el que percibe la separación entre los personajes que lo habitan, la carencia ha sustituido a la abundancia propia del estado paradisíaco del mundo divino. Esa carencia le lleva a la necesidad de obtener unido al deseo de poseer para proteger su seguridad de subsistencia. El ego cree que dando pierde lo que tiene, por lo que su política existencial le lleva a obtener beneficios de sus relaciones con los demás. El egoísmo aparece como el error de rendir culto al cuerpo y de haber olvidado su verdadera identidad.

11. Nunca te olvides, por consiguiente, de que eres tú el que deter­mina el valor de lo que recibes, y el que fija el precio de acuerdo con lo que das. 2Creer que es posible obtener mucho a cambio de poco es creer que puedes regatear con Dios. 3Las leyes de Dios son siempre justas y perfectamente consistentes. 4Al dar, recibes. 5Pero recibir es aceptar, no tratar de obtener algo. 6Es imposible no tener, pero es posible que no sepas que tienes. 7Estar dispuesto a dar es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo que tienes. 8Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le adjudicas. 9Y esto, a su vez, es la medida de cuánto lo deseas.

Es evidente que este punto pone en peligro la mayoría de los sistemas capitalistas que rigen nuestro mundo, que no son más que el fruto de nuestras fabricaciones mentales. El resultado de habernos identificados con un mundo de carencia donde lo principal es obtener y poseer para garantizarnos una vida plena de efímera felicidad.

Al olvidar la conexión que nos une a Dios y a su Plenitud, hemos olvidado, igualmente, que somos abundantes y no carecemos de nada. Es por ello que este punto nos recuerda que es imposible no tener, pero es posible que no sepamos lo que tenemos. El ego no da porque en su ignorancia piensa que no tiene. Esto es así, porque lo que damos equivale al valor que le hemos adjudicado a lo que tenemos.

12. Así pues, sólo puedes pedirle algo al Espíritu Santo dándole algo, y sólo puedes darle algo allí donde lo reconoces. 2Si recono­ces al Espíritu Santo en todos, imagínate cuánto le estarás pidiendo y cuánto habrás de recibir. 3Él no te negará nada porque tú no le habrás negado nada a Él, y de este modo podrás compartirlo todo. 4Ésta es la manera, y la única manera, de disponer de Su respuesta porque Su respuesta es lo único que puedes pedir y lo único que puedes desear. 5Dile, pues, a todo el mundo: 

6Puesto que mi voluntad es conocerme a mí mismo, te veo a ti como el Hijo de Dios y como mi hermano.

 

Que más podemos añadir. ¡Te bendigo hermano por ayudarme a recordar lo que soy y por Ser junto a ti, la Filiación de Dios!

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 125

LECCIÓN 125

En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios.

1. Deja que hoy sea un día de quietud y de sosegada escucha. 2La Voluntad de tu Padre es que hoy oigas Su Palabra. 3Por eso te llama desde lo más recóndito de tu mente donde Él mora. 4Óyele hoy. 5No podrá haber paz hasta que Su Palabra sea oída por todos los rincones del mundo, y tu mente, escuchando en quietud, acepte el mensaje que el mundo tiene que oír para que pueda dar comienzo la serena hora de la paz.

2. Este mundo cambiará gracias a ti. 2Ningún otro medio puede salvarlo, pues el plan de Dios es simplemente éste: el Hijo de Dios es libre de salvarse a sí mismo, y se le ha dado la Palabra de Dios para que sea su Guía, y Ésta se encuentra para siempre a su lado y en su mente, a fin de conducirlo con certeza a casa de Su Padre por su propia voluntad, la cual es eternamente tan libre como la de Dios. 3No se le conduce a la fuerza, sino con amor. 4No es juzgado, sino santificado.

3. Hoy oiremos la Voz de Dios en la quietud, sin la intromisión de nuestros insignificantes pensamientos ni la de nuestros deseos personales, y sin juzgar en modo alguno Su santa Palabra. 2Tam­poco nos juzgaremos a nosotros mismos hoy, pues lo que somos no puede ser juzgado. 3Nos hallamos mucho más allá de todos los juicios que el mundo ha formado contra el Hijo de Dios. 4El mundo no lo conoce. 5Hoy no prestaremos oídos al mundo, sino que aguardaremos silenciosamente la Palabra de Dios.

4. Santo Hijo de Dios, oye a tu Padre. 2Su Voz quiere darte Su santa Palabra para que disemines por todo el mundo las buenas nuevas de la salvación y de la santa hora de la paz. 3Nos congre­gamos hoy en el trono de Dios, en el sereno lugar de tu mente donde Él mora para siempre en la santidad que creó y que nunca ha de abandonar.

5. Él no ha esperado a que tú le devuelvas tu mente para darte Su Palabra. 2Él no se ocultó de ti cuando tú te alejaste por un breve período. 3Para Él, las ilusiones que abrigas de ti mismo no tienen ningún valor. 4Él conoce a Su Hijo, y dispone que siga siendo parte de Él a pesar de sus sueños y a pesar de la locura que le hace pensar que su voluntad no es su voluntad.

6. Él te habla hoy. 2Su Voz espera tu silencio, pues Su Palabra no puede ser oída hasta que tu mente no se haya aquietado por un rato y tus vanos deseos hayan sido acallados. 3Aguarda Su Pala­bra en silencio. 4Hay una paz en ti a la que puedes recurrir hoy a fin de que te ayude a preparar a tu santísima mente para oír la Voz que habla por su Creador.

7. En tres ocasiones hoy, y en aquellos momentos que sean más conducentes a estar en silencio, deja de  escuchar al mundo durante diez minutos y elige en su lugar escuchar plácidamente la Palabra de Dios. 2Él te habla desde un lugar que se encuentra más cerca de ti que tu propio corazón. 3Su Voz está más cerca de ti que tu propia mano. 4Su Amor es todo lo que eres y todo lo que Él es; Su Amor es lo mismo que tú eres y tú eres lo mismo que El es.

8. Es tu voz la que escuchas cuando Él te habla. 2Es tu Palabra la que Él pronuncia. 3Es la Palabra de la libertad y de la paz, de la unión de voluntades y propósitos; sin separación o división en la única Mente del Padre y del Hijo. 4Escucha hoy a tu Ser en silen­cio, y deja que te diga que Dios nunca ha abandonado a Su Hijo y que tú nunca has abandonado a tu Ser.

9. Sólo necesitas estar muy quieto. 2No necesitas ninguna otra regla que ésta para dejar que la práctica de hoy te eleve muy por encima del pensamiento del mundo y libere tu visión de lo que ven los ojos del cuerpo. 3Sólo necesitas estar quieto y escuchar. 4Oirás la Palabra en la que la Voluntad de Dios el Hijo se une a la Voluntad de  su Padre en total armonía con ella y sin ninguna ilusión que se interponga entre lo que es absolutamente indivisi­ble y verdadero. 5A medida que transcurra cada hora hoy, detente por un momento y recuérdate a ti mismo que tienes un propósito especial en este día: recibir en la quietud la Palabra de Dios.

¿Qué me enseña esta lección? 

La quietud de nuestra mente es necesaria si queremos oír la Palabra de Dios. Si nuestra mente se encuentra ocupada intentando poner orden en el mundo caótico de los pensamientos de los que se alimenta el ego, no podrá, a su vez, oír la voz procedente de nuestro Padre. 

Tal vez te preguntes, ¿cómo será la Voz de nuestro Hacedor? ¿Seré capaz de entender Su Lenguaje? ¿Será una voz, como la que estoy acostumbrado a percibir? Si nos hacemos estas preguntas, nos encontraremos en la posición de aquel que ha olvidado las largas conversaciones mantenidas con Él. Pues, la cuestión es otra bien diferente. Él no ha dejado de hablarnos en ningún momento de nuestra existencia. Es imposible que lo haya hecho, pues Somos una Extensión de Sí Mismo. Es como pretender que un órgano o parte del cuerpo, no pertenezca a la totalidad de ese cuerpo. 

Sí, jamás ha dejado de comunicarse con nosotros, lo que ocurre, es que nuestros oídos están tan saturados de ruidos, que no conseguimos oír su mensaje. La mente está tan enfrascada por entender otras voces, que no es capaz de interpretar la Palabra de nuestro Creador. 

Desde la quietud, su Voz es clara y diáfana. Su mensaje nos habla de Unidad, de Amor, de Paz, de Abundancia y Perfección. Su Voz es inconfundible, pues cualquiera otra voz que no proclame este mensaje, no procede de Él. 

Y esa Voz, la identificaremos como nuestra propia Voz. En verdad, no son dos voces distintas, sino una misma Voz. 

Debemos aprender a identificar, igualmente, que la Palabra de Dios, puede proceder de nuestros hermanos, pues ellos, al igual que nosotros, son Hijos de Dios, y la Palabra de Dios es Una para Todos, sin diferencias.



Ejemplo-Guía: "No consigo oír la Palabra de Dios"

"Lo he intentado, he buscado un momento de silencio, en un lugar donde nadie pudiese interrumpirme y he practicado el silencio de la mente. Pero durante todo el tiempo que he estado en espera de recibir la Palabra de Dios, no lo he conseguido. 
Sinceramente, he llegado a pensar, que el mensaje de esta lección es falso. También, he llegado a otra conclusión, soy muy torpe y no consigo realizar el ejercicio adecuadamente. Tal vez sea un problema de mi evolución espiritual y no estoy lo suficientemente preparado para oír la Palabra de Dios".

Si al leer esta introducción te has identificado con alguna de las simulaciones, ya puedes ir desechándola de tu mente. No se trata en absoluto de que no estés preparado para lograr oír la Palabra de Dios, ni de que no estés realizando el ejercicio adecuadamente. No es nada de eso. Tal vez te hayas creado unas expectativas de cómo debería resultar la experiencia. Si ha sido así y lo piensas, verás claramente que lo que estás haciendo es emitir un deseo de cómo crees que deben ser las cosas. Es muy común, tanto es así, que ese fue el primer impulso que nos llevó a concebir la separación.

El simple hecho de que hayas elegido oír la Palabra de Dios ya ha conseguido el propósito. ¿Lo ves? Plantéalo desde otro punto de vista. Llevamos muchas vidas identificándonos con el ser que no somos, escuchando una voz que no es la verdadera. Esa voz nos habla de separación, de miedo, de culpa, de dolor, de sufrimiento, de enfermedad y de muerte. Si en este instante, eliges dejar de oír esa voz y prestar toda tu atención a otra Voz, a la verdadera, ello significa que has apostado por la Salvación, por la Liberación, por la Unidad, por el Amor, por la Inocencia, por la Abundancia, por la Salud, por la Vida. Esa es la Palabra de Dios.

¿Esperabas otra? Muchas veces, cuando hablamos con Dios lo hacemos con la intención de que nos saque de los apuros en los que nos hemos metido siguiendo las voces que sirven al ego. En esas peticiones, pedimos al Creador que nos dé la razón, que nos permita vencer en nuestras contiendas, que nos permita ganar los pleitos, las guerras, las oposiciones, los partidos, etc., olvidamos que nuestro interlocutor es el Padre de todos nuestros hermanos y le estamos pidiendo que se ponga a favor nuestra en detrimento de los demás. El sistema de pensamiento del ego es así de demente.

Para oír la Palabra de Dios, nuestra voluntad debe llevarnos a dejar de pensar en términos de ego, esto es, desde la separación; debemos evitar que sean nuestros deseos personales los que nos lleven a elegir y debemos dejar de juzgarnos y condenarnos. Si despejamos nuestro camino de esos hábitos, estaremos en una permanente conversación con Dios.


Reflexión: ¿Cuál crees que es el mensaje que el mundo tiene que oír para que pueda dar comienzo la serena hora de la paz?

viernes, 3 de mayo de 2024

Capítulo 9: LA ACEPTACION DE LA EXPIACION. I. La aceptación de la realidad

 CAPITULO 9

LA ACEPTACIÓN DE LA EXPIACIÓN

 

I. La aceptación de la realidad.

1. Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las creencias más extrañas que la mente humana jamás haya podido concebir. 2Esto no habría podido ocurrir a no ser que la mente hubiese estado ya tan profundamente dividida que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es. 3La realidad sólo puede ser una "amenaza" para lo ilusorio, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. 4El hecho mismo de que percibas la Volun­tad de Dios -que es lo que tú eres- como algo temible, demues­tra que  tienes miedo de lo que eres. 5Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya.

Para que un hijo tenga miedo a la voluntad de su padre, dicho temor debe estar basado en alguna experiencia traumatizante causada por una falta de amor. 

Si empleo la lógica extraída de mis vivencias cercanas a la condición de padre y a la de hijo, tener miedo a la voluntad de un padre, tan solo puede responder a la ausencia de amor, la cual derivará en actos dementes propios de una mente enferma. Esta reflexión analiza el posible comportamiento de una mente dividida y que niega todo lazo de unidad con su creación.

No podríamos aplicar esa reflexión a la relación entre Dios y Su Creación, Su Hijo. Pues la Voluntad de Dios es Extenderse a través de su Hijo, por lo que Padre e Hijo son la misma Imagen y Semejanza. Si Dios es Perfecto, Su Hijo también lo es. 

Entonces, ¿por qué motivo tememos la voluntad de Dios? La respuesta, no es otra, que el uso que hace el Hijo del Atributo de la Voluntad, es decir, no teme a Dios, Su Padre, sino al Poder que ha heredado de Él. La voluntad es el principio creador por excelencia, es la causa que da lugar a todo efecto. Si la voluntad del Hijo no es la Voluntad del Padre, esto es, si de su Mente Creadora no emana la Visión de la Unidad, fabricará un mundo diferente al de Su Creador. Toda creación emanada de una Mente Dividida dará lugar a un mundo dividido. Podríamos expresarlo de otra manera: toda creación carente de la Esencia del Amor Unificador, dará lugar a un mundo donde habrá carencia de amor y presencia de miedo.

2. Tu voluntad no es la voluntad del ego, y por eso es por lo que el ego está contra ti. 2Lo que parece ser el temor a Dios es en realidad el miedo a tu propia realidad. 3En un estado de pánico no se puede aprender nada de manera consistente. 4Si el propó­sito de este curso es ayudarte a recordar lo que eres, y tú crees que lo que eres es algo temible, de ello se deduce forzosamente que no aprenderás este curso. 5Sin embargo, la razón de que el curso exista es precisamente porque no sabes lo que eres.

Así es, nuestra voluntad no es la voluntad del ego. Nuestra voluntad procede de nuestra verdadera Esencia, de nuestra verdadera identidad, de nuestra divinidad. El reconocimiento del ego de esa Voluntad, sería el reconocimiento de su inexistencia.

3. Si no sabes lo que es tu realidad, ¿por qué estás tan seguro de que es temible? 2La asociación que se hace entre la verdad y el miedo, que a lo sumo sería altamente artificial, es especialmente inadecuada en las mentes de aquellos que no saben lo que es la verdad. 3Lo único que esto quiere decir es que estás asociando arbitrariamente algo que se encuentra más allá de tu conciencia con algo que no deseas. 4Es evidente, pues, que estás juzgando algo de lo cual no tienes el menor conocimiento. 5Has urdido esta extraña situación de forma tal que te resulta imposible escapar de ella sin un Guía que sepa cuál es tu realidad. 6El propósito de este Guía no es otro que el de recordarte lo que deseas. 7Él no está tratando de imponerte una voluntad ajena. 8Está simplemente haciendo todo lo posible, dentro de los límites que tú le impones, por re-establecer tu propia voluntad en tu conciencia.

El hecho de que el Hijo de Dios tenga el poder de fabricar una falsa realidad y de percibirlo como su propia identidad, lo lleva a ser prisionero de sus propias ilusiones. 

Sumido en un profundo sueño, es víctima de las propias pesadillas que lo atormentan, pero se siente incapaz para abandonar ese estado caótico. Ese estado es el resultado de una mente errónea, que está necesitada de corrección y de guía.

4. Has aprisionado tu voluntad más allá de tu propia conciencia, donde todavía se encuentra, pero desde donde no puede ayu­darte. 2Cuando dije que la función del Espíritu Santo es separar lo falso de lo verdadero en tu mente, quise decir que Él tiene el poder de ver lo que has ocultado y reconocer en ello la Voluntad de Dios. 3Gracias a este reconocimiento, Él puede hacer que la Voluntad de Dios sea real para ti porque Él está en tu mente, y, por lo tanto, Él es tu realidad. 4Si la percepción que Él tiene de tu mente trae la realidad de ésta hasta ti, te está ayudando a recor­dar lo que eres. 5Lo único que puede ocasionar temor en este proceso es lo que tú crees que perderías. 6Lo único que realmente puedes tener, no obstante, es lo que el Espíritu Santo ve.

El mundo perceptivo al que ha dado lugar el uso de la voluntad del Hijo de Dios, le ha llevado a adquirir un estado de conciencia individualizada con la cual se ha identificado, limitando su nivel de percepción a la información que extrae del uso de los cinco sentidos.

El cuerpo físico se ha convertido en el envoltorio temporal que el ego ha asumido como su única identidad, negando la verdadera esencia del Espíritu. El sueño es su estado de conciencia preferido, y la muerte, con su precariedad, se convierte en su mejor argumento para negar toda vinculación con la divinidad.  

Tan solo la mente recta, brillará en nuestros sueños y nos ayudará a recordar lo que realmente somos. El despertar ira unido a la firme voluntad de crear con la única esencia verdadera, el amor, y todos nuestras creaciones tendrán como objetivo expandir la Unidad.

5. He subrayado en muchas ocasiones que el Espíritu Santo nunca te pedirá que sacrifiques nada. 2Pero si te pides a ti mismo el sacrificio de la realidad, el Espíritu Santo tiene que recordarte que ésa no es la Voluntad de Dios porque no es la tuya. 3No hay diferencia alguna entre tu voluntad y la de Dios: 4Si tu mente no estuviese dividida reconocerías que ejercer tu voluntad es la salvación por­que la salvación es comunicación.

El Espíritu Santo o Mente Recta, se manifiesta en nuestras noches oscuras de pesadilla, como la luz que difumina la oscuridad y nos facilita el proceso de despertar. No podemos pensar que su Guía actúa obligándonos a dirigir nuestra voluntad de una manera u otra. El principio de la Libertad está implícito en el principio de la voluntad. Si no reconocemos la guía que nos ofrece el Espíritu Santo y que nos llevará a corregir el rumbo equivocado, estaremos sacrificando la realidad, estaremos negando la luz y estaremos decidiendo continuar en el mundo de la oscuridad, sintiendo temor por el contenido de nuestras pesadillas. 

6. Es imposible comunicarse utilizando lenguas diferentes. 2 y tu Creador podéis comunicaros por medio de la creación porque ésa, y sólo ésa, es vuestra Voluntad conjunta. 3Una mente divi­dida no se puede comunicar porque habla en nombre de cosas diferentes a la misma mente. 4Al hacer esto, pierde la capacidad de comunicarse porque una comunicación confusa sencillamente no tiene ningún sentido. 5Es imposible comunicar un mensaje a menos que tenga sentido. 6¿Cuán sensatos pueden ser tus mensajes, cuando pides lo que no deseas? 7Sin embargo, mientras sigas teniendo miedo de tu voluntad, eso es precisamente lo que esta­rás pidiendo.

Nos quejamos, como consecuencia del temor que nos causa vivir en un mundo de oscuridad y pesadillas, sin embargo, decidimos negar la realidad que la luz nos muestra, cuando nos revela un mundo diferente al que percibíamos en nuestras pesadillas.

7. Tal vez insistas en que  el Espíritu Santo no te contesta, pero quizá sería más prudente examinar qué clase de peticionario eres. 2No pides únicamente lo que deseas. 3Ello se debe a que temes recibirlo, y ciertamente lo recibirías. 4Por eso es por lo que se lo sigues pidiendo al maestro que no puede dártelo. 5De él nunca podrás aprender qué es lo que deseas, y esto te da una ilusión de seguridad. 6Sin embargo, no puedes estar a salvo de la verdad, sino que sólo puedes estar a salvo en la verdad. 7La realidad es tu única seguridad. 8Tu voluntad es tu salvación porque es la misma que la de Dios. 9La separación no es más que la creencia de que es diferente.

Este punto me ha resultado muy revelador, pues arroja mucha luz a una situación de indecisión que estoy, actualmente, percibiendo.

Os la comparto, guiado por el ánimo de que os pueda ser de ayuda.

Me encuentro experimentando una situación en la que una iniciativa emprendida no se ha desarrollado como tenía previsto y han surgido muchos  inconvenientes, imprevistos, que están demorando alcanzar el resultado deseado. Los contratiempos que he ido percibiendo, han llegado a poner a prueba mi equilibrio y me están exigiendo gestionar, una y otra vez, mis emociones.

La situación ha alcanzado un estado de bloqueo, al menos así lo identifico. Solicito que me hagan llegar alguna información que me indique en qué estado se encuentra el proyecto emprendido y en el que tengo invertido dinero y tiempo. He de decir, que todo lo que está ocurriendo, me está permitiendo corregir estados mentales que sin duda no eran los correctos. A pesar de ello, aún percibo pensamientos de ansiedad a la hora de analizar lo que está sucediendo.

Pocos minutos antes de escribir estas líneas, he entregado al Espíritu Santo una pregunta cuya respuesta me ayudase a corregir mi ansiedad. Al hacerlo, he podido comprobar, que en mi "entrega" también existía ansiedad. Miré el pensamiento y descubrí que la causa de ansiedad se encontraba en una percepción errónea de la experiencia; descubrí la carencia de amor y, sobre todo, la falsa creencia en la separación.

Mientras hacía estas reflexiones, me encontraba caminando. Fue en la segunda vuelta, ya liberado de pensamientos de ansiedad, cuando volví a entregar la pregunta.

El Espíritu Santo utiliza los objetos temporales que percibimos en el mundo material, para ayudarnos a redirigir nuestra voluntad. Estoy seguro, de que cada uno de vosotros sabrá identificar experiencias en las que "ver" la respuesta del Espíritu Santo.

Frecuentemente, mi comunicación con la Mente Recta se lleva a cabo a través de señales y rótulos: "Caminaba, cuando mi mirada se posó sobre una serie de señales, a lo largo de mi trayectoria, en las que se podía leer "Salida". Seguí las indicaciones, sin tener que cambiar mi rumbo, y al final, para salir del camino elegido, una nueva señal, en esta ocasión de tráfico, me invitaba a "ceder el paso", es decir, me invitaba a esperar"

Sabía, en ese momento, que mi Mente Recta me estaba guiando para que dirigiese mi voluntad en un sentido en concreto: la salida se encuentra cediendo el paso, esperando.

¿Cómo saber que esa es la respuesta correcta? La respuesta a esta cuestión es sencilla. Está inspirada desde el amor, visualizando a todas las personas que intervienen formando parte de una unidad. Y, sobre todo, el resultado de la decisión debe perseguir que nadie gane, ni nadie pierda. 

8. Ninguna mente recta podría creer que su voluntad es más fuerte que la de Dios. 2Si una mente cree que su voluntad es diferente de la de Él, entonces sólo puede concluir o bien que Dios no existe o bien que Su Voluntad es temible. 3La primera conclusión da lugar al ateo, y la segunda, al mártir, que cree que Dios exige sacrificios 4Cualquiera de esas dos conclusiones de­mentes producirá pánico, ya que el ateo cree estar solo, y el már­tir que Dios lo está crucificando. 5No obstante, nadie quiere sentirse abandonado o sufrir represalias, aunque es posible que muchos procuren ambas cosas. 6¿Puedes acaso pedirle al Espíritu Santo semejantes "regalos" y esperar recibirlos? 7Él no puede darte lo que tú no deseas. 8Cuando le pides al Dador Universal lo que no quieres, le estás pidiendo lo que no se puede dar porque nunca se creó. 9Y nunca se creó porque nunca fue lo que tu volun­tad dispuso para ti.

La Voluntad por la que hemos sido creados y para la que hemos sido creados, es la misma y única Voluntad, la de Amar. Hemos sido creados por el Amor y para Amar. Dar lo que no se es, es ilusión; dar lo que no se tiene es engaño. El conflicto surge cuando decidimos que nuestra voluntad es diferente a la Voluntad de Amar. 

Cuando experimentamos la carencia, buscamos en la divinidad la ayuda para que nuestra vida sea abundante. Si estamos enfermos, pedimos sanar. Pero, cuando nuestras súplicas se basan en la creencia en la necesidad, lo hace desde la ignorancia de lo que realmente somos, lo hace con la visión del ego, el cual fundamenta sus creencias en el miedo y en la separación.

La necesidad, el sufrimiento, la enfermedad, son consecuencias de una mente no recta y que cree en la separación. Es la rectitud de esa mente lo que nos hará retornar a la abundancia, a la felicidad, a sanar.

9.  En última instancia todo el mundo tiene que recordar la Volun­tad de Dios porque, en última instancia, todo el mundo tiene que reconocerse a sí mismo. Este reconocimiento es el reconocimiento de que su voluntad y la de Dios son una. 3En presencia de la verdad, no hay descreídos ni sacrificios. 4En la seguridad de la realidad, el miedo no tiene absolutamente ningún sentido. 5Negar lo que simplemente es, tan sólo puede dar la impresión de que es temible. 6El miedo no puede ser real sin una causa, y Dios es la única Causa. 7Dios es Amor y Él es ciertamente lo que tú deseas. 8Ésa es tu voluntad. 9Pide esto y se te concederá, porque estarás pidiendo únicamente lo que ya te pertenece.

¿Qué padre ofrecerá dolor y sufrimiento a su hijo si sabe que su causa es la falta de amor?

¿No es más lógico que ese padre ofrezca a su hijo amor para poner fin a sus desdichas?

Si la causa del sufrimiento y del dolor es la creencia en la separación, el padre ayudará a su hijo a corregir ese error.

Cuando tengamos la total certeza de lo que somos, no necesitaremos pedir que se nos conceda el amor, pues sabremos que esa es nuestra verdadera condición. ¿Para qué pedir lo que ya somos? Mientras que esa certeza no sea una firme realidad, pediremos al Padre que nos ayude a recordar lo que somos.

10. Cuando le pides al Espíritu Santo, lo que te podría hacer daño Él no puede contestarte porque no hay nada que te pueda hacer daño, y por lo tanto, no estás pidiendo nada. 2Cualquier deseo que proceda del ego es un deseo de algo que no existe, y solici­tarlo no constituye una petición. 3Es simplemente una negación en forma de petición. 4El Espíritu Santo no le da importancia a la forma, ya que sólo es consciente de lo que tiene significado. 5El ego no puede pedirle nada al Espíritu Santo porque no existe comunicación entre ellos. 6Tú, en cambio, puedes pedirle todo porque las peticiones que le haces a Él son reales, al proceder de tu mente recta. 7¿Negaría el Espíritu Santo la Voluntad de Dios? 8¿Y podría dejar de reconocerla en Su Hijo?.

El padre que trate de responder a las peticiones irreales de su hijo, lo que estaría haciendo es perpetuar su error. Contestar desde la ilusión, con el deseo de satisfacer una petición ilusoria es, cuanto menos, demencial. 

11. No te das cuenta de la enorme cantidad de energía que desper­dicias negando la verdad. 2¿Qué le dirías a alguien que se empeña en intentar lo imposible, creyendo que lograrlo es tener éxito? 3La creencia de que para poder ser feliz tienes que tener lo imposible está en total desacuerdo con el principio de creación. 4Dios no pudo haber dispuesto que tu felicidad dependiese de lo que nunca podrías tener. 5El hecho de que Dios es Amor no requiere que se crea en ello, pero sí requiere aceptación. 6Puedes cierta­mente negar los hechos, pero no puedes hacer que cambien. 7Si te tapas los ojos con las manos, no podrás ver porque estarás interfi­riendo en las leyes de la visión. 8Si niegas el amor, no podrás conocerlo porque tu cooperación es la ley de su existencia. 9No puedes cambiar las leyes que tú no promulgaste, las leyes de la felicidad fueron creadas para ti, no por ti.

El dicho popular que reza: "No hay más ciego que el que no quiere ver", viene a explicar lo que nos enseña este punto. Nuestra ceguera radica en nuestro deseo de no querer ver. No podremos negar que el Amor es nuestra verdadera realidad por no querer aceptarlo.

12. Cualquier intento de negar lo que simplemente es tiene necesariamente que producir miedo, y si el intento es fuerte producirá pánico. 2Querer imponer tu voluntad en contra de la realidad, aunque es imposible, puede convertirse en una obcecación, a pesar de que ése no es realmente tu deseo. 3Mas examina el resultado de ésta extraña decisión: 4Estás dedicando tu mente a lo que no deseas. 5¿Cuán real puede ser esa dedicación? 6Si realmente no deseas eso que persigues, es que nunca fue creado. 7Y si nunca fue creado, no es nada. 8¿Puedes realmente estar dedicado a lo que no es nada?

Seguro que te habrás hecho esa misma pregunta en alguna ocasión. ¿Por qué nos obcecamos en creer en la identidad que nos origina tanto dolor, cuando no es ese el deseo de nuestra mente?

La enseñanza de Un Curso de Milagros nos revela, que la "percepción errónea es el deseo de que las cosas sean diferentes de como son" (T-8.IX.2:1). No podemos menospreciar el poder que tiene el deseo. Como bien recoge el Texto, "desea lo que quieres, y eso será lo que contemplarás y creerás que es real" (T-21.VII.13:6).

Si nuestro deseo cree en la separación, no podremos engañarnos. Ese es el error que da lugar a nuestros sufrimientos. Corregir ese deseo alineará la causa y el efecto, y el amor sustituirá al miedo.

13. Dios en Su dedicación a ti te creó dedicado a todo, y te dio aquello a lo que estás dedicado. 2De otra manera no habrías sido creado perfecto. 3La realidad lo es todo, y tú lo tienes todo por­que eres real. 4No puedes crear lo irreal porque la ausencia de realidad es temible y él miedo no es algo que pueda ser creado. 5Mientras sigas creyendo que es posible tener  miedo, no podrás crear. 6Dos órdenes de realidad que se oponen entre sí privan a la realidad de todo significado, y la realidad es significado.

Tan solo lo que es real es verdad. Tan solo lo que es verdad no cambia. El Amor, es real, es verdad y es Eterno. 

Lo que es irreal es falso. Todo lo que es falso no perdura. El miedo es irreal, es falso y no existe.

14. Recuerda, pues, que la Voluntad de Dios es posible ya, y que nada más lo será nunca. 2En esto reside la simple aceptación de la realidad porque sólo eso es real. 3No puedes distorsionar la reali­dad y al mismo tiempo saber lo que es. 4Y si la distorsionas expe­rimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico, pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal. 5Cuando sientas esas cosas, no trates de buscar la verdad fuera de ti mismo, pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. 6Di, por lo tanto: 

7Cristo está, en mí, y donde Él está. Dios tiene

que estar, pues Cristo es parte de Él.


¡Qué así sea!

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 126

LECCIÓN 126 Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. 1.  La idea de hoy, que es completamente ajena al ego y a la manera de pensar ...