II. El que te salva de las tinieblas (10ª parte).
10. Perdona a tu hermano, y no podrás separarte de él ni de su Padre. 2No necesitas perdón, pues los que son totalmente puros jamás han pecado. 3Da, entonces, lo que Él te ha dado, para que puedas ver que Su Hijo es uno, y dale gracias a su Padre como Él te las da a ti. 4No creas que Sus alabanzas no son para ti también. 5Pues lo que tú das es Suyo, y al darlo, comienzas a entender el don que Él te ha dado. 6Dale al Espíritu Santo lo que Él le ofrece al Padre y al Hijo por igual. 7Nada tiene poder sobre ti excepto Su Voluntad y la tuya, la cual no hace sino extender
¿Qué nos enseña este pasaje?
Aplicación práctica:
- Perdonar de corazón:Cada vez que surja un conflicto, recordemos que el perdón nos une y nos libera de la ilusión de la separación.
- Reconocer la inocencia:Veamos a nuestros hermanos y a nosotros mismos como Dios nos ve: puros, inocentes y dignos de amor.
- Dar lo que hemos recibido:Compartamos amor, gratitud y reconocimiento con los demás, sabiendo que, al hacerlo, experimentamos la verdadera unidad.
- Confiar en el Espíritu Santo:Entreguemos nuestras percepciones y dificultades al Espíritu Santo, pidiendo Su guía para ver la verdad en cada situación.
- Vivir desde la unidad:Recordemos que fuimos creados para extender el amor y la voluntad de Dios, y que nuestros hermanos son uno con nosotros.
En resumen: Este pasaje nos enseña que el perdón, la gratitud y la unidad son el camino para recordar nuestra verdadera naturaleza y experimentar la plenitud del amor de Dios. Al practicar el perdón y compartir lo que hemos recibido, nos unimos a nuestros hermanos y a Dios en una relación de amor eterno y perfecta.
Ejercicio individual: El perdón que une.
Preparación.
- Busca un momento y un lugar tranquilo donde puedas sentarte cómodamente, sin interrupciones.
- Si lo deseas, enciende una vela o pon música suave para crear un ambiente de recogimiento.
Lectura consciente.
- Lee el pasaje 10 en voz alta o en silencio, despacio, permitiendo que cada frase resuene en ti.
- Haz una breve pausa en silencio para dejar que el mensaje se asiente.
3Reflexión personal.
- Piensa en alguna situación reciente en la que hayas sentido conflicto, juicio o separación respecto a otra persona.
- Permítete sentir cualquier emoción que surja, sin juzgarte.
Visualización y afirmación.
- Cierra los ojos y respira profundamente varias veces.
- Imagina que estás rodeado de una luz suave y cálida.
- Visualiza a la persona con la que sientes conflicto o distancia, envuelta también en esa luz.
- Repite mentalmente o en voz baja:
“Perdono y elijo ver la inocencia y la pureza en mi hermano. Reconozco que somos uno en el Amor de Dios.”
Compartir el don recibido.
- Recuerda: “Doy lo que he recibido de Dios: amor, gratitud y reconocimiento.”
- Si lo deseas, escribe en un papel algo positivo, agradecido o amoroso sobre esa persona, reconociendo su valor y su luz.
Entrega al Espíritu Santo.
- En silencio, entrega cualquier dificultad, resentimiento o percepción de separación al Espíritu Santo, pidiendo guía para ver la verdad en esta situación.
- Puedes usar la frase:
“Espíritu Santo, te entrego mi percepción. Ayúdame a ver con los ojos del Amor.”
Cierre y bendición.
- Finaliza el ejercicio colocando una mano sobre tu corazón y repitiendo:
“Nada tiene poder sobre mí excepto la Voluntad de Dios, que es Amor y Unidad. Soy uno con mis hermanos y con Dios.”
- Agradece este momento de sanación y unión.
Sugerencia para el día a día.
- Durante la jornada, recuerda este ejercicio cada vez que surja un conflicto o juicio. Puedes repetir mentalmente: “Elijo perdonar y recordar que somos uno.”

No hay comentarios:
Publicar un comentario