viernes, 19 de diciembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 353

LECCIÓN 353

Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.

1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. 2Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. 3De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. 4Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propó­sito. 5Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.


¿Qué me enseña esta lección? 

El Espíritu de Cristo es para la humanidad la puerta que nos permite dejar atrás la tierra del rigor, el sacrificio, el sufrimiento, el castigo y la culpa, el dolor y la enfermedad, el odio y la muerte, para volver a nuestro verdadero hogar: esa tierra de miel y leche, de abundancia, felicidad, alegría, inocencia, amor y vida.

El camino que Cristo nos ha marcado es una ruta que todos debemos recorrer, tanto de forma individual como colectiva. Esto implica comprender que, aunque hayamos llegado a la meta, debemos esperar a nuestros hermanos, porque el Hijo de Dios representa unión, no separación. La mejor manera de esperar es acercarnos a ellos y, respetando siempre su libertad, transmitirles nuestra energía, que no es otra que el amor incondicional.

Cuando todos nuestros órganos de percepción se ponen al servicio del Amor, podemos decir que hemos dejado de identificarnos con el cuerpo y le hemos cedido el mando de nuestra vida al Ser que realmente somos. A partir de ese Instante Santo, nuestros ojos serán capaces de ver; nuestros labios serán capaces de pronunciar la verdad; nuestras manos serán capaces de realizar acciones de amor y nuestros pies serán capaces de acompañar a nuestros hermanos hasta la morada de nuestro Padre.

Actuar en el nombre de Cristo ha de llevarnos a ser Maestros de Dios.

Ejemplo-Guía: "Un solo propósito"

Detrás de esta idea, descubrimos la importancia de la "coherencia". No es un tema nuevo. Ya hemos dedicado una lección a hablar de la coherencia.

La lección de hoy nos invita a recordar la importancia de que nuestros pies nos conduzcan, exactamente, al destino que visionan nuestros ojos.

Cuando no hay coherencia entre nuestros pensamientos y nuestros actos, los efectos a los que da lugar esta situación de "división" se manifiestan como desequilibrios que pueden afectar nuestro cuerpo en forma de enfermedades.

Sabemos que estas apreciaciones se producen en la dinámica del sueño, donde experimentamos la relación causa-efecto. Debemos trascender esta visión, pues estar dando significado a este proceso que culmina con la enfermedad es hacer real lo que es pura ilusión. Por lo tanto, el estado de coherencia al que debemos prestar atención es el de nuestras creencias. Es decir, si nos identificamos con el Ser que realmente somos, un Ser espiritual, no podemos conciliar esa visión con la creencia de que somos seres vulnerables por la idea del pecado o de actuar mal.

Si nuestra mente nos dice que somos Espíritu, no podemos juzgar nuestros actos y condenarlos, pues con ello estaríamos haciendo real que el castigo o la enfermedad son efectos derivados de nuestras acciones.

Creo que es un tema en el que debemos reflexionar. Como seres espirituales, somos impecables, inocentes e invulnerables. ¿Qué sentido tiene el que demos valor al dolor para redimir nuestras culpas?

Reflexión: ¿Hasta cuándo será necesario utilizar el cuerpo físico?

Capítulo 25. II. El que te salva de las tinieblas (9ª parte).

II. El que te salva de las tinieblas (9ª parte).


9. ¿Cómo no iba a complacer al Señor de los Cielos que aprecies Su obra maestra? 2¿Qué otra cosa podría hacer sino darte las gra­cias a ti que amas a Su Hijo como Él lo ama? 3¿No te daría a conocer Su Amor, sólo con que te unieses a Él para alabar lo que Él ama? 4Dios ama la creación como el perfecto Padre que es. 5de esta manera, Su alegría es total cuando cualquier parte de Él se une a Sus alabanzas y comparte Su alegría. 6Este hermano es el perfecto regalo que Él te hace. 7Y Dios se siente feliz y agradecido cuando le das las gracias a Su perfecto Hijo por razón de lo que es. 8Y todo Su agradecimiento y felicidad refulgen sobre ti que haces que Su alegría sea total, junto con Él. 9Y así, tu alegría se vuelve total. 10Aquellos cuya voluntad es que la felicidad del Padre sea total, y la suya junto con la de Él, no pueden ver ni un solo rayo de oscuridad. 11Dios Mismo ofrece Su gratitud libre­mente a todo aquel que comparte Su propósito. 12Su Voluntad no es estar solo. 13Ni la tuya tampoco.

¿Qué nos enseña Jesús a través de este punto?

Nos ofrece una enseñanza profunda sobre la visión espiritual, la gratitud y la unidad. Analicemos lo que nos transmite.

Nos enseña:

A ver a nuestros hermanos como la obra maestra de Dios.
Jesús nos invita a reconocer que cada uno de nuestros hermanos es una creación perfecta de Dios, una “obra maestra”. Cuando apreciamos y agradecemos la verdadera esencia de los demás —más allá de sus errores o apariencias— estamos honrando la creación de Dios.

La gratitud y la alegría compartida.
Dios se alegra y se siente agradecido cuando nosotros damos gracias por nuestros hermanos, por lo que realmente son. Al unirnos a Dios en la alabanza y el reconocimiento de Su Hijo (nuestros hermanos y nosotros mismos), compartimos Su alegría y Su Amor. La gratitud no solo es un regalo para el otro, sino que nos llena de felicidad y plenitud a nosotros mismos.

La unidad y la imposibilidad de la soledad.
El pasaje subraya que la Voluntad de Dios no es estar solo, y la nuestra tampoco. Nuestra verdadera felicidad y plenitud se encuentran en la unión, en compartir el propósito de Dios: amar y reconocer la santidad en todos. Cuando nuestra voluntad es que la felicidad de Dios sea total, y la nuestra junto con la Suya, desaparece toda oscuridad y separación.

La función de la gratitud en la sanación.
Dios ofrece Su gratitud a quienes comparten Su propósito. Cuando agradecemos y vemos la luz en nuestros hermanos, estamos participando en la obra de Dios y permitiendo que Su alegría y gratitud se reflejen en nosotros. Así, la gratitud se convierte en un camino de sanación y liberación para todos.

Aplicando el mensaje en la práctica:

  • Durante el día, podemos practicar agradeciendo internamente por cada persona que encontramos, reconociendo que es un regalo perfecto de Dios.
  • Cuando surja el juicio o la separación, recordemos: “Dios ama a esta persona como a Su Hijo perfecto. Yo elijo ver y agradecer esa verdad.”
  • Al final del día, podemos dar gracias por las oportunidades de ver la luz en los demás y en nosotros mismos, sabiendo que esa gratitud nos une más profundamente a Dios y a Su alegría.

Resumiendo: Este pasaje nos enseña que la verdadera alegría y plenitud surgen cuando reconocemos y agradecemos la santidad en nuestros hermanos, compartiendo así la visión y la felicidad de Dios. La gratitud es el puente que nos une a Él y a los demás, disolviendo la oscuridad y recordándonos que nunca estamos solos.

Ejercicio diario de gratitud y visión espiritual:

Por la mañana.

  • Al despertar, dedica unos minutos a la quietud.
  • Repetid juntos o mentalmente:
    “Hoy elegimos ver a cada hermano como la obra maestra de Dios. Queremos unirnos a Su alegría y compartir Su gratitud”.

Durante el día.

  • Cada vez que os encontréis con alguien (en persona, por mensaje o incluso en pensamiento), recordad:
    “Esta persona es un regalo perfecto de Dios. Doy gracias por su existencia y elijo ver su luz.”
  • Si surge un juicio, molestia o separación, haced una pausa y repetid:
    “Dios ama a esta persona como a Su Hijo perfecto. Yo también elijo agradecer y ver esa verdad.”

Al finalizar el día.

  • Antes de dormir, haced una revisión amorosa del día:
    • ¿A quiénes lograsteis ver con gratitud y aprecio?
    • ¿En qué momentos os costó más?
  • Sin juzgaros, simplemente observad y dad gracias por cada oportunidad de ver la luz en los demás y en vosotros mismos.
  • Repetid:
    “Gracias, Dios, por enseñarnos a ver y agradecer la santidad en todos. Mañana volveremos a elegir la visión y la alegría que compartimos contigo”.

Mini-milagros cotidianos nº 22 - 23 - 24 y 25.

🌈 Mini-milagros cotidianos inspirados 

en 
"Milagros para Pequeños Corazones" 💛


 
💫 Mini-Milagro nº 22: "La mirada nueva"


Estábamos en una de esas rutinas que se repiten tanto
que dejan de sentirse:
recoger juguetes,
preparar la merienda, 
revisar la mochila del colegio. 

Yo iba en automático, 
con la mente en otra parte. 

Entonces él se detuvo frente a mí, 
tomó mi rostro con sus manos pequeñas y dijo:

“Mamá, esta vez mira como si fuera la primera vez.”

Su frase me atravesó.

Respiré hondo y lo miré de verdad, 
sin prisas, 
sin listas pendientes.

Y allí estaba: su brillo único,
sus ojos curiosos, 
su forma de habitar el mundo con magia.

Lo vi más luminoso que nunca.

A veces el milagro es volver a mirar. 💖


💫 Mini-Milagro nº 23: "La pausa milagrosa"


Tenía tantas cosas en la cabeza 
que mis respuestas salían antes de que pudiera pensarlas. 

Él me preguntó algo sencillo, 
pero yo, 
atrapada en la prisa,
 estuve a punto de contestar con ese tono áspero que no merece nadie.

En ese instante, 
su mano pequeña se posó sobre la mía.

“Mamá… espera. Respira.”

Su voz era suave, 
pero firme, 
como si recordara una regla esencial del corazón.

Obedecí. Respiré.

El ritmo cambió dentro de mí, 
como si alguien bajara el volumen del mundo.

La conversación continuó, 
sí, 
pero desde un lugar más lento, 
más verdadero.

Una pausa tan pequeña…
cambió todo.  💖


💫 Mini-Milagro nº 24: "El gesto que dijo más que las palabras"



Había tenido un día complicado,
pero no sabía cómo contármelo. 

Se movía inquieto, 
empezaba frases que no terminaba, 
fruncía el ceño como si buscara palabras que no existían. 

Yo esperaba, 
sin presionar, 
dejando espacio para lo que necesitara.

De pronto se acercó y, 
sin decir nada, 
tomó mi mano con fuerza.

Ese gesto sencillo, 
tibio y honesto, 
dijo todo lo que su voz no podía:

“Estoy cansado… 
estoy triste… 
necesito que estés aquí.”

Le devolví el apretón y nos quedamos así, en silencio.

A veces el corazón habla mejor sin sonidos.

Y basta una mano para entenderlo todo. 💖


💫 Mini-Milagro nº 25: "El cuento que habló de él"


Estábamos leyendo antes de dormir, 
como cada noche. 

Elegí un cuento que hablaba de un personaje tímido, 
que se escondía cuando algo le superaba. 

Mientras avanzaba en la historia, 
noté que él escuchaba con una atención distinta, 
casi espejada.

De pronto, levantó la mirada y dijo en voz bajita:

“Ese personaje soy yo cuando me escondo.”

La frase quedó flotando entre nosotros, 
suave pero inmensa.

Le acaricié el cabello y seguimos leyendo, 
más despacio. 

Y aunque no hizo ningún gesto grandioso,
 durante unos minutos dejó de esconderse.

A veces un cuento reconoce lo que el corazón aún no sabe decir. 💖

jueves, 18 de diciembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 352

LECCIÓN 352

Los juicios son lo opuesto al amor. De los juicios procede todo el dolor del mundo, y del amor, la paz de Dios.

1. El perdón ve sólo impecabilidad, y no juzga. 2Ésta es la manera de llegar á Ti. 3Los juicios me vendan los ojos y me ciegan. 4El amor, que aquí se refleja en forma de perdón, me recuerda, por otra parte, que Tú me has proporcionado un camino para volver a encontrar Tu paz. 5Soy redimido cuando elijo seguir ese camino. 6Tú no me has dejado desam­parado. 7Dentro de yace Tu recuerdo, así como Uno que me conduce hasta él. 8Padre, hoy quiero oír Tu Voz y encontrar Tu paz. 9Pues quiero amar mi propia Identidad y encontrar en Ella el recuerdo de Ti.


¿Qué me enseña esta lección? 

Juzgar es un acto que nos separa. En mi opinión, el origen del juicio nace del deseo que impulsó al Hijo de Dios a crear y a emplear los atributos con los que fue dotado. Ese impulso creador, unido a la proyección de su voluntad, lo llevó a percibir las vibraciones de un estado de energía al que prestó atención, dándole consistencia y forma.

El tránsito de la consciencia de permanecer conectado a la Fuente Creadora, a un nivel de vibración distinto, en el que se percibe la realidad ilusoria de un envoltorio con el que no estábamos habituados, nos llevó a desear conocer y comprender lo que percibíamos a través de los sentidos físicos.

El análisis, el estudio y la investigación son cualidades que surgieron del primer acto que dio origen al juicio. Percibir la diferencia entre los cuerpos llevó a cuestionarse si lo de afuera era distinto de lo de adentro. 
Aparece la mente dual, y rápidamente aprendemos que aquello que no aceptamos en nuestro interior lo proyectamos y juzgamos en los demás. Nos sentimos culpables y eso nos lleva a condenar al otro, cuando en realidad lo que necesitamos es “expiar”, es decir, corregir ese error dentro de nosotros mismos.

Juzgamos a nuestro Creador, a nuestro Padre, y lo condenamos por habernos hecho débiles, por habernos dejado a la deriva, por habernos retirado su protección. Cuando nos sentimos víctimas de circunstancias dramáticas, le achacamos a Dios su falta de misericordia, pues interpretamos que no nos ha perdonado el hecho de haber violado sus “leyes”. Son los efectos de habernos identificado con el cuerpo físico y con el mundo material. Dentro de este plano denso, tendremos la oportunidad de aprender que Dios está ajeno a nuestros juicios. Para Él, no existe el pecado; por lo tanto, no puede condenar. Él, al no ver acto pecaminoso, no tiene necesidad de perdonarnos, pues para Él, su Hijo permanece impecable e inocente.

Desde este mundo, tenemos la oportunidad de comprender que el uso que damos a nuestra mente es la causa que da origen a las consecuencias que experimentamos. En esa relación causa-efecto, debemos extraer la lección de responsabilidad en el uso de nuestras capacidades creadoras. Cuando nuestra conciencia despierte a esa realidad, estaremos preparados para dar el siguiente paso, expresar nuestra condición divina como agentes del Amor y convertirnos en mensajeros del perdón.

Ejemplo-guía: "Los juicios nos vendan los ojos y nos ciegan".

Esto es así, pues cuando juzgamos, estamos viendo y percibiendo separación. Tal vez nos digamos que cuando estamos juzgando, estamos viendo con total nitidez. Esto es cierto para el sistema de pensamiento del ego, es decir, es cierto cuando elegimos ver con los ojos del cuerpo y percibir que nuestros cuerpos están separados.

La lección que estamos estudiando nos enseña, básicamente, que si creemos o interpretamos que estamos separados unos de otros, lo que percibimos no es real. Es como si lleváramos una venda en los ojos que actúa como filtro, distorsionando la verdadera visión, la que nos guía a descubrir la verdad: la unidad que abarca todo lo creado. Los cuerpos se perciben diferentes, pero el Espíritu, el Ser, no.

Ya hemos comentado que los efectos que sentimos al elegir ver con los ojos del cuerpo no nos dan paz ni felicidad. También hemos dicho que la causa de esos efectos es el miedo.

Cuando elegimos la Visión Crística, optamos por el camino que nos conduce a la paz y la felicidad, ya que en el fondo lo que hacemos es recordar quiénes somos realmente. Ser Hijos de Dios nos convierte en portadores de paz y alegría, porque forman parte de nuestra esencia espiritual.

Reflexión: Dime lo que juzgas y te diré cómo eres.

Mini-milagros cotidianos nº 18 - 19 - 20 y 21.

🌈 Mini-milagros cotidianos inspirados 

en 
"Milagros para Pequeños Corazones" 💛 



💫 Mini-Milagro nº 18: "La risa que ordenó la casa"


La casa estaba patas arriba: 
bloques por el suelo, 
muñecos descabezados, 
pinturas sin tapón, 
y un elefante de peluche metido dentro de una olla. 

Yo suspiré, 
preparando el discurso de siempre sobre recoger. 

Pero antes de abrir la boca, 
él observó el desastre con atención y dijo, 
con una sonrisa traviesa:

“Parece que mis juguetes han hecho una fiesta”.

La frase fue tan inesperada que todos estallamos en risa.

La tensión se deshizo como un nudo flojo.

Sin que nadie lo ordenara, 
empezamos a recoger juntos, 
ligeros, 
casi bailando.

El orden volvió, no por obligación…
sino por alegría compartida.  💖


💫 Mini-Milagro nº 19: "El perdón dibujado"


Volvió del parque con el ceño fruncido 

y los pasos cortitos de quien aún lleva el enfado pegado a los pies.

Había discutido con su amigo 
y no sabía muy bien cómo reparar lo ocurrido. 

No quiso hablar mucho;
solo pidió papel y lápices de colores.

Se sentó en silencio 
y dibujó dos palitos cogidos de la mano, 
con un pequeño corazón flotando encima. 

Lo observó unos segundos y, 
con una mezcla de timidez y orgullo, dijo:

“Es mi perdón.”

No hizo falta nada más.

A veces el perdón no llega con discursos…
sino con líneas sencillas que unen lo que se había separado. 💖


💫 Mini-Milagro nº 20: "La luz compartida"


Aquel día yo era quien llevaba la prisa en el cuerpo 
y la tensión en la frente. 

Intentaba seguir con las tareas, 
pero todo me salía torpe, 
como si mi propio pensamiento hiciera ruido. 

Ella me miró desde el sofá, 
inclinando la cabeza con esa claridad que solo tienen los niños. 

Se acercó, 
puso su mano pequeña sobre la mía y preguntó:

“¿Quieres que te preste mi calma?”

La frase me detuvo por completo.

Sentí cómo su presencia suave me envolvía, 
como si realmente pudiera compartir su luz conmigo.

Nadie me había ofrecido algo tan valioso.

Y sí: funcionó. 
💖


💫 Mini-Milagro nº 21: "El miedo que pidió nombre"


Aquella noche tenía miedo.
 
Uno de esos miedos difusos que se sienten más en la barriga que en la cabeza.
 
No sabía explicarme qué le pasaba, 
solo que “era grande”. 

Me senté a su lado y le pregunté si quería describirlo.

“Si le pongo nombre, se hace más pequeño”, 
dijo con una seguridad que me sorprendió.

Pensó unos segundos y anunció:

“Se llama Pelusilla.”

El nombre lo hizo reír un poco, 
y con esa risa el miedo empezó a encogerse.

Pelusilla ya no parecía un monstruo, 
sino algo suave, manejable. 

Y así, 
bautizándolo, 
dejó de asustarlo. 💖

Capítulo 25. II. El que te salva de las tinieblas (8ª parte).

II. El que te salva de las tinieblas (8ª parte).


8. Vislumbra dentro de la oscuridad al que te salva de las tinie­blas, y entiende a tu hermano tal como te lo muestra la Mente de tu Padre. 2Al contemplarlo él emergerá de las tinieblas y ya nunca más verás la oscuridad. 3Las tinieblas no lo afectaron, como tam­poco te afectaron a ti que lo extrajiste de ellas para poderlo con­templar. 4Su impecabilidad no hace sino reflejar la tuya. 5Su mansedumbre se vuelve tu fortaleza, y ambos miraréis en vuestro interior gustosamente y veréis la santidad que debe estar ahí por razón de lo que viste en él. 6Él es el marco en el que está montada tu santidad, y lo que Dios le dio tuvo que habérsete dado a ti. 7Por mucho que él pase por alto la obra maestra en sí mismo y vea sólo un marco de tinieblas, tu única función sigue siendo ver en él lo que él no ve. 8Y al hacer esto, compartes la visión que contempla a Cristo en lugar de a la muerte.

Este pasaje es una invitación profunda a la visión espiritual, a ver más allá de las apariencias y a reconocer la luz que habita en nuestros hermanos —y, por extensión, en nosotros mismos—.

A continuación, vamos a desglosarlo y conectarlo con nuestra práctica diaria y con el mensaje central de Un Curso de Milagros:

Ver a tu hermano como lo ve Dios.

“Vislumbra dentro de la oscuridad al que te salva de las tinieblas…”

El texto nos invita a “vislumbrar dentro de la oscuridad al que nos salva de las tinieblas”. Nuestros hermanos —aquellos con quienes podemos tener conflicto, juicio o distancia— son nuestros salvadores, no nuestros enemigos. Aunque parezcan envueltos en tinieblas, la luz está ahí, esperando ser reconocida. Al verlos con los ojos del Espíritu, los liberamos… y nos liberamos a nosotros mismos.

La impecabilidad compartida.

“Su impecabilidad no hace sino reflejar la tuya.”

“No podemos ver la santidad en otro sin reconocerla en nosotros.” La visión de Cristo es compartida: al ver la luz en nuestros hermanos, la recordamos en nosotros. Esto deshace la culpa, el juicio y la separación. Es el camino directo hacia la paz.

La mansedumbre como fortaleza.

“Su mansedumbre se vuelve tu fortaleza…”

En el mundo, la mansedumbre se confunde con debilidad. Pero en el Curso, es la expresión de la fuerza interior, de la certeza en Dios. Al ver a nuestros hermanos con mansedumbre, nos unimos a ellos en la fortaleza del Espíritu.

Nuestra santidad montada en el marco del otro.

“Él es el marco en el que está montada tu santidad…”

El texto dice que “él es el marco en el que está montada nuestra santidad”. Esta imagen es poderosa: nuestra santidad se revela al ver la santidad en los demás. Aunque ellos no se vean como obras maestras, nosotros podemos elegir ver lo que ellos no ven. Esa es nuestra función: ser testigos de la verdad.

La visión que contempla a Cristo en lugar de a la muerte.

“Y al hacer esto, compartes la visión que contempla a Cristo…”

Al elegir ver con los ojos del Espíritu, deshacemos la percepción de muerte, separación y pecado, y contemplamos la verdad: Cristo en nuestros hermanos y en nosotros.

 ¿Necesitas una práctica diaria que te ayude a ver a tu hermano como Cristo?

Aquí tienes una rutina breve para aplicar este pasaje en tus relaciones:

Al comenzar el día: “Hoy elegimos ver a nuestros hermanos como Dios los ve. Su luz revela la nuestra”.
Durante el día: Cuando sintamos juicio, molestia o separación, podemos repetir: “Esto es lo que el ego ve. Estamos dispuestos a ver la impecabilidad en ellos”.

Visualicemos a esa persona envuelta en luz y digamos: “Tu mansedumbre es nuestra fortaleza. Tu santidad revela la nuestra”.
 
Al finalizar el día: 
Hagamos una revisión amorosa:

¿A quién logramos ver con la visión de Cristo? ¿A quién no pudimos ver así?

Sin juicio, entreguemos ambas experiencias al Espíritu Santo y digamos:

“Gracias por enseñarnos a ver. Mañana volveremos a elegir la visión que contempla a Cristo.”

Aquí os dejo una selección de citas relacionadas con el tema que estamos analizando: ver la impecabilidad en nuestro hermano como reflejo de nuestra propia santidad, tanto en el Texto principal como en el Libro de Ejercicios de Un Curso de Milagros.

Texto principal:

Capítulo 20, VIII. La visión de la impecabilidad.

“La visión de Cristo no ve pecado en nadie. Ver la impecabilidad de tu hermano es ver la tuya propia.”

  • Esta sección profundiza en cómo la visión espiritual deshace la percepción del pecado y revela la inocencia compartida.

Libro de Ejercicios: Lecciones clave.

Lección 335 – Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.

“La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia.”

  • Esta lección es una afirmación directa de que ver la luz en el otro es el camino para recordar la propia.

Lección 181 – Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

“No puedes encontrar la luz en ti mientras sigas viendo tinieblas en tus hermanos.”

  • Refuerza la idea de que la confianza y la visión espiritual son inseparables.

Lección 161 – Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.

“Hoy practicamos de otra manera de ver. No juzgamos, sino que bendecimos.”

  • Esta lección transforma la percepción del otro en una oportunidad para bendecir y sanar.

miércoles, 17 de diciembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 351

¿Qué soy?

1. Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. 2En mí Su creación se santifica y Se le garantiza vida eterna. 3En mí el amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin opuestos. 4Soy el santo hogar de Dios Mismo. 5Soy el Cielo donde Su Amor reside. 6Soy Su santa Impecabilidad. Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.

2. La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. 2Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofreci­mos a Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. 3Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy, tú lo eres también. 4La verdad de lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 5Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello, así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo.

3. Somos los portadores de la salvación. 2Aceptamos nuestro papel como salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. 3al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros. 4Vemos a todos como nuestros hermanos, y percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. 5No estamos interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. 6El conocimiento vol­verá a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nues­tro papel. 7Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida la verdad.

4. Nuestros son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de todo pensamiento de pecado. 2Nues­tros, los oídos que oyen la Voz que habla por Dios proclamar que el mundo es inocente. 3Nuestras, las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo. 4Y desde la unión que hemos alcan­zado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir nuestra paz y a consumar nuestra dicha.

5. Somos los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nom­bre, y que al llevar Su Palabra a todos aquellos que Él nos envía, aprendemos que está impresa en nuestros corazones. 2de esa forma, nuestras mentes cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir. 3Le traemos bue­nas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. 4Ahora ha sido redimido. 5Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.



LECCIÓN 351

Mi hermano impecable es mi guía a la paz: Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré.

1. ¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo? 2Mas si veo pecado en él, proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. 3Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consi­guiente, volverme atrás. 4Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. 5si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. 6Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. 7Pues sólo Él juzga en Tu Nombre.


¿Qué me enseña esta lección? 

Conocer lo que es, es la puerta de entrada que nos permite acceder a la verdadera realidad que somos. Esta visión influirá en todas las demás. Podemos decir que esta cuestión es la causa que provocará distintos efectos: que seamos dichosos, felices, plenos, sanos y abundantes, o, por el contrario, desdichados, infelices, carentes, enfermos y necesitados.

A la pregunta "¿Qué soy?", podemos contestar que somos Hijos de Dios o hijos del ego.

Si somos Hijos de Dios, estamos afirmando que formamos una unidad con nuestro Creador, por el propio vínculo de paternidad y filiación. Ello significa que somos portadores potencialmente de Su abundancia y de Sus Atributos Creadores.

Si somos hijos del ego, esa identificación errónea del verdadero Yo nos llevará a la falsa creencia de la separación. Ello significa que la vía directa de aprendizaje de la que gozamos mientras formamos una unidad con el Creador es sustituida por la vía de aprendizaje basada en la división y en el rigor.

Cuando nuestra conciencia se encuentra despierta a la verdadera realidad que somos, los lazos de Unidad que nos relacionan con el Creador se extienden a todo lo creado, es decir, formamos una misma filiación con el resto de nuestros hermanos. La Divinidad se expresa a través de ellos y la visión que tenemos del mundo es la impecabilidad, la santidad, la inocencia.

Mientras nuestra conciencia siga atrapada en el sueño del ego, veremos el mundo tal como nos vemos a nosotros mismos: con una visión cargada de culpa y orientada hacia la liberación por medio del castigo, el dolor, la enfermedad y la muerte.

El libre albedrío es el regalo más valioso que nuestro Padre nos ha dado. Su objetivo es que usemos nuestra voluntad con total libertad, ya que ese potencial está destinado a crear. Así, somos libres de elegir qué mundo ver: el de la liberación o el de la condena. La elección que hagamos reflejará nuestro nivel de conciencia y de percepción.


Ejemplo-guía: "La relación con nuestros hermanos nos revelará lo que creemos ser".

¿Te atacarías a ti mismo? ¿Te castigarías? ¿Te condenarías?

Si no tienes una respuesta para estas cuestiones, si no eres consciente, aún, de lo que eres, mira a tu alrededor, observa la relación que te une a tus hermanos y en ella encontrarás la respuesta.

Si tu mirada te lleva a descubrir ataque, castigo o condena, ten por seguro que te estás atacando, castigando y condenando a ti mismo. Lo que significa que te encuentras identificado con una falsa identidad basada en la creencia de que eres un ser separado de los demás.

Si tu mirada, en cambio, te lleva a descubrir inocencia, impecabilidad, santidad, ten por seguro que estás expandiendo tu inocencia, tu pureza y tu santidad, lo que significa que te encuentras identificado con tu realidad verdadera, la cual se basa en la creencia de que eres un ser que forma parte de la filiación divina.

Como bien nos anuncia la lección en su introducción, la necesidad de usar palabras ya está llegando a su fin. Cuando conoces lo que eres, todo se resume a "ser". Ese estado se traduce en "presencia". No habrá tiempo ni espacio. Tan solo "presencia" y, en esa condición, el Universo al completo nos acompañará.

Reflexión: El juicio que hagamos sobre nuestro hermano, es el juicio que hacemos de nosotros mismos.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 353

LECCIÓN 353 Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utiliza...