viernes, 6 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 157

LECCIÓN 157

En Su Presencia he de estar ahora.

1. Éste es un día de silencio y de fe. 2Es un tiempo especial y muy prometedor en el calendario de tus días. 3Es un tiempo que el Cielo ha reservado para brillar sobre él y verter una luz perenne en la que se oyen ecos de la eternidad. 4Este día es santo, pues anuncia una nueva experiencia; una manera de sentir distinta y una conciencia diferente. 5Son muchos los días y las noches que te has pasado celebrando la muerte. 6Hoy vas a aprender a sentir el júbilo de la vida.

2. Éste es otro punto decisivo en el plan de estudios. 2Añadimos ahora una nueva dimensión: otra clase de experiencia que arroja una nueva luz sobre todo lo que ya hemos aprendido y nos pre­para para lo que todavía nos queda por aprender. 3Nos lleva a las puertas donde finaliza el aprendizaje y donde captamos un atisbo de lo que se encuentra mucho más allá de lo que el aprendizaje puede lograr. 4Nos deja aquí por un instante, y nosotros seguimos adelante, seguros de nuestro rumbo y de nuestro único objetivo.

3. Hoy se te concederá tener un atisbo del Cielo, aunque regresa­rás nuevamente a las sendas del aprendizaje. 2Tu progreso, no obstante, ha sido tal que puedes alterar el tiempo lo suficiente como para poder superar sus leyes y adentrarte en la eternidad por un rato. 3Aprender a hacer esto te resultará cada vez más fácil, a medida que cada lección, fielmente practicada, te lleve con mayor rapidez a este santo lugar y te deje, por un momento, con tu Ser.

4. Él dirigirá tu práctica hoy, pues lo que estás pidiendo ahora es lo que Su Voluntad dispone. 2Y al haber unido tu voluntad a la Suya en este día, es imposible que no se te conceda lo que estás pidiendo. 3No necesitas más que la idea de hoy para iluminar tu mente y dejar que descanse en tranquila expectación y en sereno gozo, desde los cuales dejas atrás rápidamente al mundo.

5. A partir de hoy, tu ministerio adquirirá un genuino fervor y una luminosidad que se transmitirá desde tus dedos hasta aquellos a quienes toques, y que bendecirá a todos los que contemples. 2Una visión llegará a todos aquellos con quienes te encuentres, a todos aquellos en quienes pienses y a todos aquellos que piensen en ti. 3Pues la experiencia que has de tener hoy transformará tu mente de tal manera que se convertirá en la piedra de toque de los santos Pensamientos de Dios.

6. Tu cuerpo será santificado hoy, al ser su único propósito ahora iluminar el mundo con la visión de lo que has de experimentar en este día. 2Una experiencia como ésta no se puede transmitir directamente. 3No obstante, deja en nuestros ojos una visión que podemos ofrecerles a todos, para que puedan tener lo antes posi­ble la misma experiencia en la que el mundo se olvida callada­mente y el Cielo se recuerda por un tiempo.

7. A medida que esta experiencia se intensifica y todos tus objeti­vos excepto éste dejan de ser importantes, el mundo al que retor­nas se acerca cada vez más al final del tiempo, se asemeja un poco más al Cielo en todo y se aproxima un poco más a su libera­ción. 2tú que le brindas luz, podrás ver la luz con más certeza; la visión con mayor nitidez. 3Mas llegará un momento en que no retornarás con la misma forma en la que ahora apareces, pues ya no tendrás más necesidad de ella. 4Pero ahora tiene un propósito, y lo cumplirá debidamente.

8. Hoy nos embarcamos en un viaje con el que jamás has soñado. 2Pero el Santísimo, el Dador de los sueños felices de la vida, el Traductor de la percepción a la verdad, el santo Guía al Cielo que se te ha dado, ha soñado por ti esta jornada que emprendes y das comienzo hoy, con la experiencia que este día te ofrece para que sea tuya.

9. En la Presencia de Cristo hemos de estar ahora, serenamente inconscientes de todo excepto de Su radiante faz y de Su Amor perfecto. 2La visión de Su faz estará contigo, pero llegará un ins­tante que transcenderá toda visión, incluida ésta, la más sagrada. 3Esto es algo que jamás podrás enseñar porque no lo adquiriste a través del aprendizaje. 4No obstante, la visión habla del recuerdo de lo que supiste en ese instante, y de lo que, sin duda, habrás de saber de nuevo.

¿Qué me enseña esta lección?

Hoy he recibido el regalo de Dios, permitiéndome tomar consciencia de la Presencia de Su Amor.

Hoy he pedido dar Amor y, en respuesta, he recibido la manifestación de la Providencia liberándome de situaciones difíciles.

Hoy he sentido la mano misericordiosa del Padre y, con la mente puesta al servicio del perdón, la he tomado, acompañándome durante los momentos en los que una decisión, carente de amor, puede ocasionar mucho dolor.

Hoy he sentido la protección divina del Padre. Ha respondido a mi súplica de que todas las partes de la contienda ganen por igual. Me ha colmado con su inspiración y me ha dotado de templanza para que mis decisiones fuesen portadoras de paz.

Hoy me siento afortunado por ser totalmente consciente de mi identidad espiritual. He sido testigo de la Presencia del que ha sido invitado. He gozado de su compañía. Caminar a su lado es la mayor bendición que podemos recibir.


Ejemplo-Guía: "El sueño feliz"

En el día de ayer, nos marcábamos como propósito caminar con Dios, y decía: si lo has experimentado, sabrás de lo que hablo.

Hoy la lección nos conduce a esa invitación, a esa nueva experiencia que, cuando se vive, difícilmente podremos trasladar en palabras, pues no existe en el plano de lo concreto una imagen, un símbolo, una expresión, que pueda traducir lo que nuestra consciencia percibe.

El ejercicio de hoy lo llama un adelanto del Cielo. Y debe serlo, pues, cuando se experimenta la Presencia del Padre en nuestro Ser, es como si recordásemos nuestro verdadero origen, nuestra verdadera realidad. En un instante, nuestros ojos físicos permanecen cerrados a la ilusión del mundo material, y en su lugar visualizamos la Presencia de la Luz en nuestro interior. Toda la vivencia ocurre en nuestro interior. No hay voces externas, tan sólo el musitar de una paz calmada que nos invita a seguir su rítmico compás, el cual se nos antoja un éxtasis de felicidad.

He llamado a este ejemplo-guía, el sueño feliz, pues lo que experimentamos forma parte del sueño de nuestra actual conciencia, pero a diferencia del paisaje oscuro y tenebroso con el que estamos acostumbrados a soñar, en esta ocasión hemos elegido, por voluntad propia, poner en manos de nuestro Ser la hegemonía de fabricar un sueño feliz. En ese sueño, nos despedimos de las falsas creencias en imágenes terroríficas. Dejamos de temer a las sombras y las oscuras figuras con las que nos habíamos identificado y, en su lugar, damos la bienvenida a un nuevo amanecer, en el que el Sol, símbolo de la Luz, emerge triunfante entre las densas nubes, abriéndose paso con firmeza y con la certeza de que sus rayos alcanzarán nuestro corazón, el cual se iluminará de gozo y de gratitud.


Reflexión: La Presencia en Dios, ¿qué visión te aporta?

Capítulo 21. I. La canción olvidada (1ª parte).

I. La canción olvidada (1ª parte).

1. No te olvides nunca de que el mundo que "ven" los ciegos tiene que ser imaginario, pues desconocen el verdadero aspecto del mundo. 2Tienen que inferir lo que se puede ver basándose en datos que son siempre indirectos y reformular sus deducciones según tropiezan y se caen debido a lo que no reconocieron, o bien pasar sin sufrir daño alguno a través de puertas abiertas que ellos creían cerradas. 3Y lo mismo ocurre contigo. 4Tú no ves. 5Las indicaciones en las que te basas para llegar a tus conclusiones son erróneas, y por eso tropiezas y te caes encima de las piedras que no viste, sin darte cuenta de que puedes atravesar las puertas que, aunque creías que estaban cerradas, se encuentran abiertas para los ojos que no ven, esperando a darte la bienvenida.

Desde que nacemos se nos enseña que la capacidad de ver es una capacidad sensorial exclusiva del cuerpo físico. Esta enseñanza forma parte del sistema de pensamiento del ego, el cual sigue su fuente, lo que significa que se sustenta en el error original de la creencia en la separación. Dicha creencia es la causa que ha dado lugar a la identificación con el ego, cuyo símbolo identificativo es el cuerpo material.

Por lo tanto, ver o no ver es una función atribuida a esa falsa creencia.

Jesús nos muestra una puerta abierta a través de la cual nos brinda una enseñanza nueva: la verdadera visión de lo que realmente somos se encuentra en la mente y no en el cuerpo. Cuando la mente sirve a la luz, está sirviendo al Ser Espiritual que somos. Cuando la mente sirve a la oscuridad, está sirviendo a la falsa identidad del ego. La visión verdadera nos permite reconocer el lazo de amor que nos mantiene unidos junto a la Obra Creadora de Dios, la Filiación.

La visión sensorial o falsa visión nos muestra la presencia de cuerpos separados y nos lleva a juzgar el mundo como un agente que pone en peligro nuestra seguridad y que nos incita al ataque en un intento de poner fin a esa amenaza continua.

2. ¡Qué descabellado es tratar de juzgar aquello que simplemente se podría ver! 2No es necesario imaginar qué aspecto debe tener el mundo. 3Antes de que lo puedas reconocer como lo que es, tienes que verlo. 4Se te puede mostrar qué puertas están abiertas, para que así puedas ver dónde radica la seguridad, qué camino conduce las tinieblas y cuál a la luz. 5Los juicios siempre te darán indicaciones falsas, pero la visión te muestra por dónde ir. 6¿Por qué tratar de adivinarlo?

El juicio es el resultado de querer ver el mundo a nuestra manera, llevándonos a interpretarlo tal y como deseamos que sea. Cuando nuestra voluntad se alia con el deseo de ser especial, con el deseo de ser los artífices de nuestras creaciones, lo que realmente estamos haciendo es proclamar nuestra emancipación del Creador. Los efectos que ocasiona dicha elección son la pérdida de la verdadera visión que nos mantiene unidos a la Fuente que nos ha creado y a Su Creación. El amor es sustituido por la creencia en la separación, la cual dio origen al pecado, a la culpa y al dolor.

El juicio puso fin al Conocimiento directo con Dios.

jueves, 5 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 156

LECCIÓN 156

Camino con Dios en perfecta santidad.

1. La idea de hoy no hace sino expresar la simple verdad que hace que el pensamiento de pecado sea imposible. 2Esta idea nos asegura que la culpabilidad no tiene causa, y que, por lo tanto, no existe. 3Es la consecuencia lógica de la idea fundamental que tan a menudo se menciona en el texto, la cual reza así: las ideas no abandonan su fuente. 4Si esto es verdad, ¿cómo ibas a poder estar separado de Dios? 5¿Cómo ibas a poder caminar por el mundo solo y separado de tu Fuente?

2. No somos inconsistentes con los pensamientos que presenta­mos en nuestro programa de estudios. 2La verdad tiene que ser verdad de principio a fin, si es que es la verdad. 3No puede con­tradecirse a sí misma, ni ser dudosa en algunas partes y segura en otras. 4No puedes caminar por el mundo separado de Dios porque no podrías existir sin Él. 5Él es lo que tu vida es. 6Donde tú estás, Él está. 7Hay una sola vida. 8Ésa es la vida que compartes con Él. 9Nada puede estar separado de Él y vivir.

3. Y ahí donde Él está tiene que haber santidad así como vida. 2Él no posee ningún atributo que no comparta con todas las cosas vivientes. 3Todo lo que vive es tan santo como Él, pues lo que comparte Su vida es parte de la Santidad y no puede ser pecami­noso, de la misma manera en que el sol no puede elegir ser de hielo, el mar estar separado del agua o la hierba crecer con las raíces suspendidas en el aire.

4. Hay una luz en ti que jamás puede extinguirse y cuya presencia es tan santa que el mundo se santifica gracias a ti. 2Todo lo que vive no hace sino ofrecerte regalos y depositarlos con gratitud y alegría ante tus pies. 3El aroma de las flores es su regalo para ti. 4Las olas se inclinan ante ti, los árboles extienden sus brazos para protegerte del calor y sus hojas tapizan el suelo para que camines sobre algo mullido, mientras que el sonido del viento amaina hasta convertirse en un susurro en torno a tu santa cabeza.

5. La luz que refulge en ti es lo que el universo ansía contemplar. 2Todas las cosas vivientes se detienen en silencio ante ti, pues reconocen a Aquel que camina a tu lado. 3La luz que llevas con­tigo es la suya propia. 4Y así, ven en ti su propia santidad, y te saludan como salvador y como Dios. 5Acepta su reverencia, pues le corresponde a la Santidad Misma, que camina a tu lado, trans­formando con Su dulce Luz todas las cosas en Su semejanza y en Su pureza.

6. Así es como opera la salvación. 2Al tú hacerte a un lado, la luz que refulge en ti da un paso adelante y envuelve al mundo. 3No proclama que el castigo y la muerte vayan a ser el final del pecado. 4Éste desaparecerá entre jolgorios y risas, pues se recono­cerá su extraña absurdidad. 5Es un pensamiento descabellado, un sueño tonto, ridículo quizá, pero no temible. aMas ¿quién pos­pondría un solo instante su acercamiento a Dios a cambio de un capricho tan absurdo?

7. No obstante, tú has desperdiciado muchos, pero que muchos años precisamente en este pensamiento descabellado. 2El pasado ha desaparecido junto con todas sus fantasías. 3Éstas ya han dejado de hacer presa en ti. 4El acercamiento a Dios se avecina. 5en el pequeño espacio de duda que todavía queda, es posible que pierdas de vista a tu Compañero y que lo confundas con el sueño ancestral e insensato que ya pasó.

8. "¿Quién camina a mi lado?" 2Debes hacerte esta pregunta mil veces al día hasta que la certeza haya aplacado toda duda y esta­blecido la paz. 3Deja que hoy cesen las dudas. 4Dios habla por ti al contestar tu pregunta con estas palabras:

5Camino con Dios en perfecta santidad.
6Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo.


¿Qué me enseña esta lección?

Hoy camino con paso firme y la posición erguida. No es una posición que denote altivez o prepotencia, sino todo lo contrario, es un gesto de humildad y santidad, pues es el significado de que reconozco la Santa Presencia del Padre en mí.

Esa visión de unidad me llevará a elevar la mirada hacia el cielo y dar gracias al que me ha enviado, pues reconozco mi identidad y me proclamo Su Hijo bien amado.

¿Qué puedo temer en ese instante santo? El amor se expresa como la única verdad y su luz ha disipado la oscuridad en la que se regocijaba el ego. El miedo ya no tiene presencia en mi mente; la culpa, al no encontrar a su fiel aliado, el pecado, se ha fundido en el abrazo que le ofrece el perdón; el castigo ya no encuentra a su víctima y ahora adopta los ropajes del valor; la tristeza ha olvidado las fruncidas muecas de su rostro y presume de una pletórica sonrisa, es la imagen de la felicidad.

Mi caminar se acompasa al rítmico son de la paz, de la dicha, de la plenitud. Cada paso es certero y me acerca cada vez más a la Morada de Dios. Soy consciente de que Dios es el Camino y que ese Camino se encuentra trazado en mi genética espiritual.

Hoy es un día de gran importancia, pues tengo la certeza de que camino con Dios en perfecta santidad, en perfecta unidad.


Ejemplo-Guía: "¿Con quién caminas?

Si lo has experimentado, sabrás reconocer de lo que te hablo, de lo que nos habla esta lección.

Habrás vivido momentos de desolación, de tristeza, de confusión, de miedo y de soledad. Habrás experimentado todas estas situaciones, pues, como yo, habrás elegido como tu acompañante de camino al ego. Incluso, habrás confundido momentos efímeros de felicidad, que en un abrir y cerrar de ojos, en un pestañeo, habrán desaparecido de tu vida. Sí, la felicidad que ofrece el mundo del ego es ilusoria.

Pero un día, decides cambiar al compañero de viaje. Dices adiós al ego, le agradeces las lecciones y el aprendizaje que te ha ofrecido, sobre todo el reconocimiento de lo irreal y el verdadero valor de lo real, y decides tomar la mano de Aquel que aguardaba esa decisión con paciente Amor.

Ese instante es glorioso, es un instante santo, en el que te fundes con tu Creador, en el que reconoces la Fuente de donde procedes. Ya no hay dudas, tan sólo certeza. Ya no hay miedo, tan sólo confianza. Ya no hay culpa, tan sólo impecabilidad e inocencia. Ya no hay dolor, tan sólo dicha. Ya no hay tristeza, tan sólo felicidad. Ya no hay enfermedad, ni muerte, tan sólo plenitud y vida. Ya no hay temporalidad, tan sólo presencia.

Preguntémonos con quién caminamos de la mano. Si lo has experimentado, sabrás reconocer de lo que te hablo. Tendrás la certeza de que Dios se encuentra presente en cada uno de tus pensamientos, en cada uno de tus sentimientos. Lo sabrás, porque ya no creerás en la separación y en el pecado. Lo sabrás, porque ya no verás, ni percibirás el ataque de tu hermano. Lo sabrás, porque ya no necesitarás levantar elevados muros que te aporten una ficticia defensa. Lo sabrás, porque te verás pletórico, radiante como un sol que desea expandir su luz con la vida. Lo sabrás, sin duda, lo sabrás, y, entonces, recordarás que siempre has sido Santo.


Reflexión: ¿Quién camina a mi lado?

Capítulo 21. Razón y Percepción: Introducción

 Capítulo 21

RAZÓN Y PERCEPCIÓN

 

Introducción.

1. La proyección da lugar a la percepción. 2El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. aNada más. 3Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. 4Por lo tanto, es importante para ti. 5Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. 6Tal como el hombre piense, así percibirá. 7No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. 8La percepción es un resultado, no una causa. 9Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. 10Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. 11Nada que se perciba sin ella tiene significado. 12Y donde no hay significado, hay caos.

Si analizamos el aprendizaje que nos aporta el proceso creativo de Dios, podemos tener una visión correcta y verdadera del poder de la mente y comprenderemos el mecanismo por el cual se produce la proyección.

La frase “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza” aparece en la Biblia en el libro de Génesis 1:27.

En el texto del Curso, se recoge lo siguiente con relación a esta frase: "La afirmación "Dios creó al hombre a imagen y semejanza pro­pia" necesita ser reinterpretada. 2"Imagen" puede entenderse como "pensamiento", y "semejanza" como "de una calidad semejante." 3Dios efectivamente creó al espíritu en Su Propio Pensa­miento y de una calidad semejante a la Suya Propia. 4No hay nada más" (T.3.V.7:1-4).

Aceptar esta interpretación nos lleva a conocer el proceso de crear. Si la creación de Dios es parte de Sí Mismo, en Su Propio Pensamiento y de una calidad semejante a la Suya Propia, nuestras creaciones serán semejantes a las Suyas y tendrán su mismo sello, esto es, serán verdaderas y eternas. Su calidad está garantizada por la esencia del Amor y aporta la visión interna de la Unidad. 

Cuando la voluntad se dirige hacia la visión de Si Mismo, a la visión interna de lo que se Es, da lugar a creaciones que son extensiones del Ser. Cuando la voluntad, que goza de libre albedrío, se dirige en otra dirección inspirada por el deseo, se produce un desajuste en la visión y en vez de visionar nuestro interior, elegimos ver en otra dirección, lo que produce una alteración en lo creado. Esa alteración se conoce como proyección. Ya no es una extensión semejante a lo que vemos en nuestro interior. Ya no es una extensión del amor-unidad, ahora responde a la fuerza llamada deseo que nos lleva a ver de otra manera, es decir, a sustituir la unidad por un pensamiento separado que da lugar a la percepción, abandonando de este modo la visión del Conocimiento de lo que somos.

5La percepción, por otra parte, no puede tener lugar sin la creencia en "más" y en "menos". 6La percepción entraña selectivi­dad a todo nivel. 7Es un proceso continuo de aceptación y rechazo, de organización y reorganización, de sustitución y cam­bio. 8Evaluar es un aspecto esencial de la percepción, ya que para poder seleccionar es necesario juzgar" (T.3.V.7:5-48).

La percepción es el efecto de utilizar nuestra mente al servicio de una voluntad que sirve al deseo. Dicho de otro modo, la percepción es el efecto de la proyección de nuestra creencia en la separación.

2. La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. 2Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. 3Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. 4Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. 5Estas son las únicas alternativas que tienes ante ti. 6Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. 7El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. 8Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti.

No podemos menospreciar el poder de la mente. Cuando sirve al deseo de ser especial, da lugar a un mundo que lleva ese mismo sello, es decir, es a nuestra imagen y semejanza, de nuestro mismo pensamiento y de la misma calidad. El deseo de ser especial da lugar a la proyección y a la percepción, donde el Ser Espiritual es sustituido por el cuerpo físico.

Las consecuencias de sentirnos especiales nos llevaron a la creencia en el pecado y en la culpa. La pérdida de la inocencia desencadenó el deseo profundo y necesario de redimirnos de nuestros pecados. De este modo, el sacrificio y el dolor se convierten en los fervientes servidores de nuestra salvación.

La condenación forma parte de nuestro sistema de pensamiento dado que es lo que nos estamos aplicando interiormente, entendiéndola como la vía que ha de ganar el perdón de Dios.

Al formar parte de nuestros pensamientos, de nuestra visión, la proyectaremos y la percibiremos, recibiendo del mundo exterior el juicio de nuestros actos y su condenación como el único camino para alcanzar la salvación.

El plato del dolor y el sufrimiento está servido y todos comeremos de él.

El Curso que estamos estudiando es una invitación a cambiar nuestra manera de ver las cosas y a recordar nuestra verdadera identidad. Tenemos que ejercitar y entrenar nuestra mente para que sirva a una voluntad dirigida correctamente hacia la visión de la unidad. Tan solo así podremos andar el camino que ha de conducirnos a la salvación.

miércoles, 4 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 155

LECCIÓN 155

Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.

1. Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo. 2No cambias de apariencia, aunque sí son­ríes mucho más a menudo. 3Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos. 4Y aquellos que caminan por el mundo con la misma actitud que tú reconocen en ti a alguien semejante a ellos. 5No obstante, los que aún no han percibido el camino también te reconocerán y creerán que eres como ellos, tal como una vez lo fuiste.

2. El mundo es una ilusión. 2Aquellos que eligen venir a él andan buscando un lugar donde poder ser ilusiones y así escapar su propia realidad. 3Mas cuando se dan cuenta de que su realidad se encuentra incluso aquí, entonces se hacen a un lado y dejan que ésta les muestre el camino. 4¿Qué otra alternativa tienen real­mente? 5Dejar que las ilusiones vayan delante de la verdad es una locura. 6Mas dejar que las ilusiones se rezaguen detrás de la ver­dad y que ésta se alce como lo que es, es simplemente muestra de cordura.

3. Ésta es la sencilla elección que hoy llevaremos a cabo. 2La demente ilusión permanecerá de manifiesto por un tiempo para ser contemplada por aquellos que eligieron venir y que aún no han experimentado el regocijo de descubrir que se equivocaron al decidir. 3Ellos no pueden aprender directamente de la verdad, puesto que la han negado. 4Y así, tienen necesidad de un Maestro que pueda percibir su demencia, pero que pueda ver también más allá de la ilusión la simple verdad que mora en ellos.

4. Si la verdad exigiese que renunciasen al mundo, les parecería como si se les estuviese pidiendo que sacrificasen algo que es real. 2Muchos han elegido renunciar al mundo cuando todavía creían que era real. 3como resultado de ello se han visto abati­dos por una sensación de pérdida, y, consecuentemente, no se han liberado. 4Otros no han elegido otra cosa que el mundo, y su sensación de pérdida ha sido aún mayor, lo cual no han sido capaces de entender.

5. Entre estas dos sendas hay un camino que conduce más allá de cualquier clase de pérdida, pues tanto el sacrificio como la priva­ción se abandonan de inmediato. 2Éste es el camino que se te pide recorrer ahora. 3Caminas por esta senda tal como otros lo hacen, mas no pareces ser distinto de ellos, aunque ciertamente lo eres. 4Por lo tanto, puedes ayudarlos al mismo tiempo que te ayudas a ti mismo, y encauzar sus pasos por el camino que Dios ha despe­jado para ti y para ellos, a través de ti.

6. La ilusión aún parece estar ceñida a ti, a fin de que puedas comunicarte con ellos. 2Sin embargo, ha retrocedido. 3Y no es de ilusiones de lo que te oyen hablar, ni son ilusiones  lo que les presentas para que sus ojos las vean y sus mentes las entiendan. 4La verdad, que va delante de ti, tampoco puede hablarles a tra­vés de ilusiones, pues este camino conduce ahora más allá de la ilusión, y mientras sigues adelante los llamas para que te sigan.

7. Todos los caminos conducen finalmente a éste. 2Pues el sacrifi­cio y la privación son sendas que no llevan a ninguna parte, deci­siones que conducen al fracaso, así como metas que jamás se podrán alcanzar. 3Todo esto retrocede a medida que la verdad se alza en ti para que conduzcas a tus hermanos lejos de los caminos de la muerte y los encamines por la senda de la felicidad. 4Su sufrimiento es pura ilusión. 5Sin embargo, necesitan un guía que los ayude a escapar de ella, pues confunden las ilusiones con la verdad.

8. Tal es la llamada de la salvación. 2Te pide que aceptes la verdad y permitas que vaya delante de ti alumbrando la senda que te rescata de lo ilusorio. 3No se trata de un rescate que tiene un pre­cio, pues no cuesta nada. 4Al contrario, sólo te aporta ganancias. 5Las ilusiones tan sólo dan la impresión de mantener al santo Hijo de Dios encadenado. 6Es únicamente de las ilusiones de lo que se le salva. 7A medida que éstas retroceden, él se vuelve a encontrar a sí mismo.

9. Camina seguro ahora, pero con cuidado, ya que esta senda es nueva para ti. 2Puede que descubras que aún te sientes tentado de ir delante de la verdad y de dejar que las ilusiones sean tu guía. 3Se te dieron tus santos hermanos para que siguiesen tus pasos conforme tú caminas seguro de tu propósito hacia la ver­dad. 4Ésta va delante de ti ahora, para que ellos puedan ver algo con lo que poder identificarse, algo que entiendan que les señale el camino.

10.  Al final de la jornada, no obstante, no habrá brecha ni distan­cia alguna entre la verdad y tú. 2Y todas las ilusiones que marcha­ban por el mismo camino que tú recorres se alejarán de ti, y no quedará nada que mantenga a la verdad separada de la compleción de Dios, la cual es tan santa como Él Mismo. 3Hazte a un lado con fe y deja que la verdad te muestre el camino. 4No sabes adónde vas. 5Pero Uno que sabe te acompaña. 6Deja que Él te guíe junto con los demás.

11. Cuando los sueños se hayan acabado, cuando el tiempo haya cerrado sus puertas a todo lo pasajero y los milagros ya no tengan objeto, el Hijo de Dios no emprenderá más jornadas. 2Ya no tendrá ningún deseo de ser una ilusión en vez de la verdad. 3Hacia esto es hacia lo que nos encaminamos, a medida que seguimos ade­lante por el camino que la verdad nos señala. 4Ésta es nuestra jornada final, la cual llevamos a cabo por todos. 5No perdamos el rumbo. Pues así como la verdad va delante de nosotros, también va delante de los hermanos que nos seguirán.

12. Nos encaminamos hacia Dios. 2Haz una pausa y reflexiona sobre esto: 3¿Qué camino podría ser más santo, más merecedor de tus esfuerzos, de tu amor y de tu absoluta dedicación? 4¿Qué camino podría darte más de lo que es todo, u ofrecerte menos y aun así satisfacer al santo Hijo de Dios? 5Nos encaminamos hacia Dios. 6La verdad que va delante de nosotros es una con Él ahora, y nos conduce allí donde Él siempre ha estado. 7¿Qué otro camino sino éste podría ser una senda que quisieses elegir?

13. Tus pies ya están firmemente asentados en el camino que con­duce al mundo hasta Dios. 2No busques otros caminos que parez­can llevar a otra parte. 3Los sueños no son guías dignos de ti que eres el Hijo de Dios. 4No olvides que Él te ha tomado de la mano, y te ha dado tus hermanos con la confianza de que eres merece­dor de la Confianza que Él ha depositado en ti. 5Él no puede ser engañado. 6Su Confianza ha hecho que tu trayectoria sea induda­ble y tu meta segura. 7No les fallarás a tus hermanos ni a tu Ser.

14. Y ahora sólo te pide que pienses en Él por un rato cada día, para que pueda dialogar contigo y hablarte de Su Amor, recor­dándote cuán grande es Su Confianza, cuán infinito Su Amor. 2En tu nombre y en el Suyo, que son el mismo, gustosamente practi­camos con este pensamiento:

3Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino, pues deseo recorrer el camino que me conduce hasta Él.

¿Qué me enseña esta lección? 

Cuando se produce el despertar de la consciencia o percepción verdadera, tu manera de actuar se acomoda a tu nueva identidad. 

Mientras que hemos permanecido identificados con el ego y hemos seguido sus pautas de comportamiento, nos hemos sentido parte del mundo y nos hemos dejado gobernar por sus leyes, principalmente la que nos ha llevado a creer firmemente en el castigo como única vía de redención de nuestros pecados. 

La base principal de las creencias del ego se fundamenta en que somos cuerpos y que estamos separados unos de otros. Esa convicción nos ha llevado a interpretar al “otro” como una fuente de ataque, recordándonos que la separación representa nuestro acto pecaminoso y desobediente a las Leyes de Dios. El temor a Dios lo proyectamos sobre nuestro hermano, al que condenamos por recordarnos constantemente la absurda y demente idea de que nos hemos separado de Dios y de su creación. 

El despertar de la consciencia se convierte en nuestro mejor regalo, dado que recuperamos nuestra verdadera identidad, la cual es impecable y eterna. A partir de ese momento, estamos en el mundo, pero sabemos que no pertenecemos a él. 

Esta verdad se convertirá en nuestra estrella y marcará el rumbo que debemos dar a nuestras vidas. Se trata de Ser y no de estar. Podemos acompañar a un hermano que se encuentra recorriendo un camino abrupto y ayudarle a orientar sus pasos en otra dirección, y no por ello identificarnos con el sendero equivocado. 

Es preciso apartarse y dejar que la nueva luz ilumine nuestra senda. La certeza de que, en cualquier circunstancia, estamos acompañados por Dios debe aportarnos la confianza necesaria para recorrer cualquier camino de este mundo, pues ya hemos dejado de pertenecer a él y esa condición nos hace libres. 

La Verdad nos revelará que cualquier camino, siempre, debemos recorrerlo con la mente puesta en la Unidad, en el Amor y en la Paz, es decir, con la mente recta inspirada por la Voz que habla por Dios, el Espíritu Santo.


Ejemplo-Guía: "¿Qué nos inspira, la Verdad, o, la ilusión?

No nos costará mucho esfuerzo dar una respuesta a esta cuestión. Otra cosa es que nos guste el reconocer que nuestros pasos siguen la estela de lo irreal, que es lo mismo que decir que seguimos y servimos al ego y que estamos identificados con el cuerpo y con la búsqueda del bien-estar.

En nuestra defensa (pues nos sentimos atacados), diremos: “Es lo que nos han enseñado durante toda nuestra vida, a creer en la identidad del ego, en prestar culto al cuerpo, en ganar y vencer, en competir y triunfar, en obtener y poseer”.

Pero si no hemos querido seguir ahondando en los beneficios de esa identificación, es porque hacerlo —lo sabemos— nos conduce a reconocer que somos infelices, que sentimos un profundo y arraigado temor por la soledad, por la enfermedad, por la muerte, por la pérdida, por la escasez, por la venganza de nuestro creador, por sentirnos pecadores.

Seguir la estela del ego como guía nos conduce al sufrimiento. Si esto es así, ¿qué esperamos para cambiar de guía?

La resistencia proviene del apego y de las falsas creencias que hemos aceptado como verdaderas. El cambio de guía nos exige tan sólo una nueva decisión: elegir la verdad y abandonar la ilusión.

¿Qué significa esta elección? Para mí, me gusta poner el ejemplo del bien-estar y el bien-ser. Ya lo hemos visto en otras ocasiones. El bien-estar persigue lo ilusorio y transitorio y está sometido a las leyes del mundo fabricado por el ego, que son perecederas, con lo cual nos conducen a la pérdida, circunstancia que nos produce dolor y sufrimiento.

El bien-ser no persigue ninguna ilusión, sino que se centra en la esencia del Ser. La felicidad deja de ser un objetivo y se convierte en una condición. El miedo a la pérdida cede su hegemonía al Amor, fuente de toda Abundancia, pues está basado en el dar-recibir. El guía del bien-ser nos inspira el camino a seguir y nos conduce al Cielo. El bien-ser visiona la vida desde la Unidad y su función es fusionarse con el resto de la Filiación.

Reflexión:  Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo.  ¿Cómo vives en el mundo?

Capítulo 20. VIII. La visión de la impecabilidad (4ª parte).

VIII. La visión de la impecabilidad (4ª parte).

9. Sólo dos propósitos son posibles: 2el pecado y la santidad. 3No existe nada entremedias, y el que elijas determinará lo que veas. 4Pues lo que ves simplemente demuestra cómo has elegido alcan­zar tu objetivo. 5Las alucinaciones sirven para alcanzar el objetivo de la locura. 6Son el medio a través del cual el mundo externo, proyectado desde adentro, se ajusta al pecado y parece dar fe de su realidad. 7Aún sigue siendo cierto, no obstante, que no hay nada afuera. 8Sin embargo, es sobre esta nada donde se lanzan todas las proyecciones. 9Pues es la proyección la que le confiere a la "nada" todo el significado que parece tener.

Si nuestra visión no estuviese alterada por el deseo de ser especial, no creeríamos en la separación, en la división, con lo cual gozaríamos de la auténtica visión en la unicidad. Esta visión nos lleva a reconocer la semejanza existente con todos nuestros hermanos y con nuestro Creador. Esa unicidad se complace en la igualdad y, al no existir percepción separada, se visualiza tal como es, es decir, como una sola mente, donde lo externo carece de significado, no existe. Ese es el estado de la mente santa. Ese es el estado que rige las leyes del Cielo. Ese es el estado verdadero de lo que somos, de la Filiación.

Cualquier otra visión que no sea la descrita anteriormente no gozará de la fortaleza de la verdad. Responderá a una visión ilusoria e irreal, que inventa personajes externos que personifiquen las diferentes tendencias que habitan en el interior de una mente dividida: pecado, culpa, miedo, odio, soledad, necesidad, sufrimiento, dolor, muerte…

10. Lo que carece de significado no puede ser percibido. 2Y el sig­nificado siempre busca dentro de sí para encontrar significado, y luego mira hacia afuera. 3Todo el significado que tú le confieres al mundo externo tiene que reflejar, por lo tanto, lo que viste dentro de ti, o mejor dicho, si es que realmente viste o simplemente emi­tiste un juicio en contra de lo que viste. 4La visión es el medio a través del cual el Espíritu Santo transforma tus pesadillas en sue­ños felices y reemplaza tus dementes alucinaciones -que te muestran las terribles consecuencias de pecados imaginarios- ­por plácidos y reconfortantes paisajes. 5Estos plácidos paisajes y sonidos se ven con agrado y se oyen con alegría. 6Son Sus susti­tutos para todos los aterradores panoramas y pavorosos sonidos que el propósito del ego le trajo a tu horrorizada conciencia. 7Ellos te alejan del pecado y te recuerdan que no es la realidad lo que te asusta, y que los errores que cometiste se pueden corregir.

Así es. Cuando la visión de lo que somos no siente el deseo de ser especial, lo que vemos nos hace uno con la visión del resto de la filiación. Desde esa visión se comparte el amor y se extiende a través de nuestras creaciones, que serán eternas y portadoras de las leyes de la verdad.

En cambio, cuando nuestra visión de lo que somos siente el deseo de ser especial, lo que vemos en nuestro interior son partes separadas que conforman nuestra personalidad. Esa visión nos muestra los diferentes rostros de nuestra personalidad especial, los cuales ya hemos descrito en el punto anterior. Una vez que tenemos identificados esos rostros y los aceptamos como parte de nuestra realidad, los proyectamos hacia afuera y son considerados como partes esenciales que forman parte del mundo que percibimos.

Si al mirar en tu interior te juzgas un pecador, querrás ocultarlo a los demás para que no perciban tu debilidad. Para evitarlo, decides proyectar afuera tu visión y para ello decides juzgar a los demás, en los cuales has creído ver tu propio pecado. Te dirás, ¿qué mejor modo de ponerle fin a ese pecado que condenarlo y castigarlo? Y de este modo, establecemos leyes y comportamientos que son considerados como salvadores para poner fin a la semilla del miedo que nos corroe.

11. Cuando hayas contemplado lo que parecía infundir terror y lo hayas visto transformarse en paisajes de paz y hermosura, cuando hayas presenciado escenas de violencia y de muerte y las hayas visto convertirse en serenos panoramas de jardines bajo cielos despejados, con aguas diáfanas, portadoras de vida, que corren felizmente por ellos en arroyuelos danzantes que nunca se secan, ¿qué necesidad habrá de persuadirte para que aceptes el don de la visión? 2una vez que la visión se haya alcanzado, ¿quién podría rehusar lo que necesariamente ha de venir des­pués? 3Piensa sólo en esto por un instante: puedes contemplar la santidad que Dios le dio a Su Hijo. 4Y nunca jamás tendrás que pensar que hay algo más que puedas ver.

Nuestro actual estado de conciencia se compara con el de un sueño, donde lo percibido nos muestra una situación ilusoria e irreal. Cuando soñamos podemos tener sueños felices o terroríficas pesadillas. Cuando tenemos sueños felices, al despertar nos inunda una sensación de bienestar que nos mantiene eufórico y feliz. En cambio, cuando el contenido del sueño ha sido una pesadilla, al despertar, el sentimiento de pánico vivido por nuestra mente aún nos mantiene sumidos en un profundo temor.

Jesús utiliza este símil para enseñarnos los efectos que tendrá sobre nuestra conciencia el hecho de elegir tener sueños felices o, en su lugar, continuar siendo los protagonistas de los guiones propios de las pesadillas. Lo importante de este mensaje es que tenemos la opción de elegir qué tipo de sueño tener. Ello es posible dado que somos los soñadores del sueño. No podemos culpar al mundo exterior del contenido de nuestros sueños, pues estos tan solo reflejan nuestros deseos.

Elijamos, pues, tener sueños felices.

martes, 3 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 154

LECCIÓN 154

Me cuento entre los ministros de Dios.

1. No seamos hoy ni arrogantes ni falsamente humildes. 2Ya hemos superado tales necedades. 3No podemos juzgarnos a no­sotros mismos, ni hace falta que lo hagamos. 4Eso no es sino apla­zar la decisión y posponer entregarnos de lleno al ejercicio de nuestra función. 5Nuestro papel no es juzgar nuestra valía, ni tampoco podríamos saber cuál es el mejor papel para nosotros o qué es lo que podemos hacer dentro de un plan más amplio que no podemos captar en su totalidad. 6Nuestro papel se nos asigna en el Cielo, no en el infierno. 7Y lo que pensamos que es debili­dad puede ser fortaleza, y lo que creemos que es nuestra forta­leza a menudo es arrogancia.

2. Sea cual sea el papel que se te haya asignado, fue seleccionado por la Voz que habla por Dios, Cuya función es asimismo hablar por ti. 2El Espíritu Santo escoge y acepta tu papel por ti, toda vez que ve tus puntos fuertes exactamente como son, y es igualmente consciente de dónde se puede hacer mejor uso de ellos, con qué propósito, a quién pueden ayudar y cuándo. 3Él no actúa sin tu consentimiento. 4Pero no se deja engañar con respecto a lo que eres, y escucha solamente Su Voz en ti.

3. Mediante esta capacidad Suya de oír una sola Voz, la Cual es la Suya Propia, es como tú por fin cobras conciencia de que en ti solo hay una Voz. 2Y esa sola Voz te asigna tu función, te la comu­nica, y te proporciona las fuerzas necesarias para poder entender lo que es, para poder llevar a cabo lo que requiere, así como para poder triunfar en todo lo que hagas que tenga que ver con ella. 3Dios se une a Su Hijo en esto, y Su Hijo se convierte de este modo en el mensajero de la unidad junto con Él.

4. Esta unión de Padre e Hijo, a través de la Voz que habla por Dios, es lo que hace que la salvación sea algo aparte del mundo. 2Ésta es la Voz que habla de leyes que el mundo no obedece, y la que promete salvarnos de todo pecado y abolir la culpabilidad de la mente que Dios creó libre de pecado. 3Ahora esta mente vuelve a cobrar conciencia de Aquel que la creó y de su eterna unión consigo misma. 4Y así, su Ser es la única realidad en la que su voluntad y la de Dios están unidas.

5. El mensajero no escribe el mensaje que transmite. 2Tampoco cuestiona el derecho del que lo escribe, ni pregunta por qué razón ha escogido aquellos que han de recibir el mensaje del que él es portador. 3Sólo necesita aceptarlo, llevárselo a quienes va destinado y cumplir con su cometido de entregarlo. 4Si trata de determinar cuáles deben ser los mensajes, cuál es su propósito o adónde se deben llevar, no estará desempeñando debidamente su papel de portador de la Palabra.

6. Hay una diferencia fundamental en el papel que desempeñan los mensajeros del Cielo que los distingue de los mensajeros del mundo. 2Los mensajes que transmiten van dirigidos en primer lugar a ellos mismos. 3Y es únicamente en la medida en que los pueden aceptar para sí que se vuelven capaces de llevarlos aún más lejos, y de transmitirlos allí donde se dispuso que fueran recibidos. 4Al igual que los mensajeros del mundo, ellos no escri­bieron los mensajes de los que son portadores, pero se convier­ten, en rigor, en los primeros que los reciben, a fin de prepararse para dar.

7. Un mensajero terrenal cumple su misión transmitiendo todos los mensajes de que es portador. 2Los mensajeros de Dios desem­peñan su papel aceptando Sus mensajes como si fuesen para ellos mismos, y demuestran que han entendido los mensajes al trans­mitírselos a otros. 3No eligen ningún papel que no les haya sido asignado por Su autoridad. 4Y de esta forma, se benefician con cada mensaje que transmiten.

8. ¿Queréis recibir los mensajes de Dios? 2Pues así es como os convertís en Sus mensajeros. 3Sois nombrados ahora. 4Sin embargo, os demoráis en transmitir los mensajes que habéis reci­bido. 5Y de esta forma, no os dais cuenta de que son para vosotros, y así, no los reconocéis. 6Nadie puede recibir, y comprender qué ha recibido, hasta que no dé. 7Pues sólo al dar puede aceptar que ha recibido.

9. Vosotros que sois ahora los mensajeros de Dios, recibid Sus mensajes. 2Pues eso es parte de la función que se os asignó. 3Dios no ha dejado de ofreceros lo que necesitáis, ni ello ha dejado de aceptarse. 4No obstante, hay otra parte de la tarea que se os ha señalado que todavía tiene que llevarse a cabo. 5Aquel que reci­bió los mensajes de Dios por vosotros quisiera que vosotros tam­bién los recibierais. 6Pues de esta manera os identificáis con Él y reivindicáis lo que es vuestro.

10. Esta unión es lo que nos proponemos reconocer hoy. 2No trata­remos de mantener nuestras mentes separadas de Aquel que habla por nosotros, pues es nuestra propia voz la que oímos cuando le prestamos atención a Él. 3Únicamente Él puede hablar­nos a nosotros y hablar por nosotros, uniendo en una sola Voz el recibir y el dar de la Palabra de Dios; el dar y el recibir de Su Voluntad.

11. Nuestra práctica de hoy consiste en darle a Él lo que es Su Voluntad tener, de manera que podamos reconocer los dones que nos hace. 2Él necesita nuestra voz para poder hablar a través de nosotros. 3Necesita nuestras manos para que acepten Sus mensa­jes y se los lleven a quienes Él nos indique. 4Necesita nuestros pies para que éstos nos conduzcan allí donde Su Voluntad dis­pone que vayamos, de forma que aquellos que esperan acongoja­dos puedan por fin liberarse. 5Y necesita que nuestra voluntad se una a la Suya, para que podamos ser los verdaderos receptores de los dones que Él otorga.

12. Aprendamos sólo esta lección el día de hoy: que no reconoce­remos lo que hemos recibido hasta que no lo demos. 2Has oído esto cientos de veces y de cien maneras diferentes, y, sin embargo, todavía no lo crees. 3Mas ten por seguro esto: hasta que no lo creas, recibirás miles y miles de milagros, pero no sabrás que Dios Mismo no se ha quedado con ningún regalo que tú ya no poseas, ni le ha negado a Su Hijo la más mínima bendición. 4¿Qué significado puede tener esto para ti a no ser que te hayas identificado con el Hijo y con lo que es suyo?

13. Nuestra lección de hoy reza así:

2Me cuento entre los ministros de Dios, y me siento agradecido de disponer de los medios a través de los cua­les puedo llegar a reconocer que soy libre.

14. El mundo retrocederá a medida que iluminemos nuestras men­tes y reconozcamos la veracidad de estas santas palabras. 2Pues constituyen el mensaje que hoy nos envía nuestro Creador. 3Ahora demostraremos cómo han cambiado lo que pensábamos de noso­tros mismos y de lo que nuestra función era. 4Pues al demostrar que no aceptamos ninguna voluntad que no sea la que comparti­mos, los numerosos dones que nuestro Creador nos otorga apare­cerán de inmediato ante nuestra vista y llegarán a nuestras manos, y así reconoceremos lo que hemos recibido.


¿Qué me enseña esta lección? 

Ser ministro de Dios nos convierte en mensajeros de su Palabra y nos asigna la misión de extenderla y compartirla con el resto de criaturas de la Tierra. 

Para adquirir esa condición, es preciso tomar consciencia de lo que realmente somos. Desde el momento en que nos ponemos al servicio de nuestro Yo espiritual, nuestra voluntad no es otra que ser útiles a la Voluntad de Dios. Ya no encontramos satisfacción en los logros procedentes de la personalidad del ego; ahora, nuestro mayor placer radica en actuar como servidores de la Luz, del Amor, de la Gracia y de la Abundancia Divina. 

Nos convertimos en los representantes en la Tierra de nuestro Hacedor. Le ofrecemos nuestro cuerpo para que lo utilice en el propósito de propagar su Plan de Salvación. Nuestras palabras, nuestras acciones, serán portadoras de paz, de unidad, de armonía y despertarán las conciencias de nuestros hermanos aún sumidos en el sueño del ego. 

En la medida en que compartimos el mensaje de Dios con los demás, estamos recibiéndolo, pues no existe separación entre las mentes de los hombres. 

Debemos ser receptivos, en cada momento y en cada lugar, al mensaje que recibimos a través de nuestra relación con los demás, pues, en sus voces, descubriremos la Voz de Dios que nos invita a encontrar su Palabra. 

Nuestras voces y las voces de nuestros hermanos son mensajeras de la inspiración de Dios.


Ejemplo-Guía: ¿Cómo puedo estar seguro de que soy un ministro de Dios?


Hace unos años, coincidiendo con la etapa de inicio en mi propósito de difundir las enseñanzas de Un Curso de Milagros, me vi envuelto en un debate interno en el que me surgieron muchas dudas con respecto a cómo distinguir a los verdaderos ministros de Dios.

Recuerdo que, por entonces, había contactado con muchos conferenciantes que se empleaban en compartir sus "voces" a través de distintos medios, entre los más frecuentes, la red internet. Reconozco, que, al margen de sus habilidades, de sus dones y talentos, y, de sus inclinaciones mercantilistas, todos ellos, en alguna medida, me han aportado mucha luz a la hora de encontrar respuestas. 

Sin embargo, no tardé en caer en el tentador juego de los juicios, lo que me llevó a seleccionar a los que consideraba más cercanos a mi manera de ver las cosas. Los clasifiqué en dos grupos, los que utilizaban sus habilidades para transmitir conocimiento a cambio de un precio material, y los que utilizaban sus habilidades para transmitir conocimiento desinteresadamente.

Bueno, hoy he corregido ese error típico de una visión basada en el sistema de pensamiento del ego, y he comprendido, en primer lugar, que no debo juzgar condenatoriamente, y, en segundo lugar, que desconozco el papel asignado por el Espíritu Santo a cada uno de ellos. Tan sólo tengo claro una cosa, más allá de las acciones, lo importante es el Amor con el que compartimos lo que somos.

Me siento afortunado al poder reconocer lo que la lección de hoy nos enseña. Todos y cada uno de nosotros tenemos un papel asignado en el Cielo y todos y cada uno de nosotros somos mensajeros de un mensaje que no nos pertenece, sino que procede de nuestra Mente Recta, el Espíritu Santo. Eso es lo esencial y esa es la fuerza que nos debe mover.

Por mi experiencia, tengo la certeza, de que lo que digo y comparto, no procede de mí. Disfruto como un niño, al que embarga la sorpresa, cuando recibo las impresiones de aquellos a los que ha llegado el mensaje y comentan que le ha llegado en el momento justo, que era lo que estaba buscando. Doy fe, de que no tengo la oportunidad de conocer físicamente a estas personas, pero estoy seguro de que nuestras mentes sí se conocen y participan de la misma Fuente.

Tengo la certeza, que entre mis dones y talentos se encuentra ser un difusor de la Palabra de Dios. Cuando lo hago, como en este momento, tengo la sensación de estar fuera del tiempo. Jamás me canso y siento un placer especial que me llena de felicidad. Me satisface compartir desde la gratitud y desde la gratuidad, pero lo hago porque así me lo dicta el corazón, no porque considere que ese gesto sea, ni mejor ni peor.

Reflexión: ¿Cómo percibes la Voz del Espíritu Santo en ti?

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 157

LECCIÓN 157 En Su Presencia he de estar ahora. 1.  Éste es un día de silencio y de fe.  2 Es un tiempo especial y muy prometedor en el calen...