viernes, 31 de mayo de 2024

Capítulo 11. IV. La herencia del Hijo de Dios (2ª parte).

IV. La herencia del Hijo de Dios (2ª parte). 

5. Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. 2no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. 3Por eso es por lo que la culpa tiene que ser des-hecha, no verse en otra parte. 4Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. 5Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. 6No puedes llegar a estar en Presencia de Dios si atacas a Su Hijo. 7Cuando Su Hijo alce su voz en alabanza de su Creador, oirá la Voz que habla por su Padre. 8Mas el Creador no puede ser alabado sin Su Hijo, pues Ambos comparten la gloria y a Ambos se les glorifica juntos. 


La creencia en la culpa procede de un pensamiento erróneo. Dicho pensamiento no es otro que el haber utilizado nuestra voluntad en una dirección diferente a la de nuestro Creador.

Si la Voluntad del Padre es el Ser que somos, la voluntad del Hijo de Dios, es ser su propio creador, dando lugar al estado de separación con Su Fuente: el ego.

Desechar la culpa es recuperar el recuerdo de nuestra inocencia, de nuestra impecabilidad.

Culparnos y culpar a los demás forma parte del mismo proceso y, ambos, pertenecen al ego. 

6. Cristo está en el altar de Dios, esperando para darle la bienve­nida al Hijo de Dios. 2Pero ven sin ninguna condenación, pues, de lo contrario, creerás que la puerta está atrancada y que no puedes entrar. 3La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí donde Dios quiere que estés. 4Pero ámate a ti mismo con el Amor de Cristo, pues así es como te ama tu Padre. 5Puedes negarte a entrar, pero no pueden atrancar la puerta que Cristo mantiene abierta. 6Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente. 7Dios es mi vida y la tuya, y Él no le niega nada a Su Hijo. 

La voluntad-deseo del Hijo de Dios le llevó a abandonar el altar de Su Padre, separándose de Su Mente Una, para dar lugar a pensamientos duales y al aprendizaje a través de la percepción.

A partir de ese instante, la confusión, el conflicto, la demencia, sustituyeron su estado mental, ocasionando que el miedo ocupase el lugar donde debía existir amor. Sus ojos se cerraron a la realidad y su consciencia cayó en un profundo sueño, del cual aún no ha despertado.

El altar de Dios siempre ha estado en Su Fuente, pues de Él emana lo que somos, el Amor. Es por ello, que este punto nos hace la siguiente recomendación: “Pero ámate a ti mismo con el Amor de Cristo, pues así es como te ama tu Padre”. 

7. En el altar de Dios Cristo espera Su propia reinstauración en ti. 2Dios sabe que Su Hijo es tan irreprochable como Él Mismo, y la forma de llegar a Él es apreciando a Su Hijo. 3Cristo espera a que lo aceptes como lo que tú eres, y a que aceptes Su Plenitud como la tuya propia. 4Pues Cristo es el Hijo de Dios, que vive en Su Creador y refulge con Su gloria. 5Cristo es la extensión del Amor y de la belleza de Dios, tan perfecto como Su Creador y en paz con Él. 

Al igual como el Espíritu Santo se encuentra en nuestra Mente Una, Cristo es la extensión del Amor en el Hijo de Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo, representando la Santísima Trinidad, la expresión Plena de la Gloria de Dios. 

8. Bendito es el Hijo de Dios cuyo resplandor es el de su Padre, y cuya gloria él quiere compartir tal como su Padre la comparte con él. 2No hay condenación en el Hijo, puesto que no hay conde­nación en el Padre. 3Dado que el Hijo comparte el perfecto Amor del Padre, no puede sino compartir todo lo que le pertenece a Él, pues de otra manera, no podría conocer ni al Padre ni al Hijo. 4¡Que la paz sea contigo que descansas en Dios, y en quien toda la Filiación descansa! 

¡Qué así sea! 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 152


LECCIÓN 152

Tengo el poder de decidir.

1. Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. 2Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. 3Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea. 4Y nadie muere sin su propio consentimiento. 5Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges. 6He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. 7He aquí toda la realidad que tiene para ti. 8Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación.

2. Tal vez creas que ésta es una postura extrema o demasiado abarcadora para poder ser verdad. 2Mas ¿podría la verdad hacer excepciones? 3Si se te ha dado todo, ¿cómo podría ser real perder? 4¿Puede acaso el dolor ser parte de la paz, o el pesar de la dicha? 5¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse en una mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? 6La verdad tiene que abarcarlo todo, si es que es la verdad. 7No aceptes opuestos ni excepciones, pues hacer eso es contradecir la verdad.

3. La salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y de que nada más lo es. 2Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas aceptado ambas partes de la aseveración. 3Sin la primera, la segunda no tiene sentido. 4Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad. 5La verdad no puede tener opuestos. 6No se puede hacer suficiente hincapié en esto o pensar en ello con demasiada frecuencia. 7Pues si lo que no es verdad fuese tan cierto como lo que es verdad, entonces parte de la verdad sería falsa 8la verdad dejaría de tener significado. 9Sólo la verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.

4. Ésta es la más simple de las distinciones, si bien, la más ambi­gua. 2Mas no porque sea una distinción difícil de percibir, 3sino porque se halla oculta tras una amplia gama de opciones que no parecen proceder enteramente de ti. 4Y así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en entredicho su consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo hayas introducido.

5. Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmuta­ble; y los estados transitorios son, por definición, falsos. 2Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. 3Esta condi­ción de abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es.

6. ¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste tú quien fabricó el mundo que ves? 2Dios no lo creó. 3De eso puedes estar seguro. 4¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la culpabilidad? a¿Qué puede saber de los temero­sos, de los que sufren y de los solitarios; o de la mente que vive dentro de un cuerpo condenado a morir? 5Pensar que Él ha crea­do un mundo en el que tales cosas parecen ser reales es acusarlo de demente. 6Él no está loco. 7Sin embargo, sólo la locura da lugar a semejante mundo.

7. Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia Volun­tad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es arrogancia. 2La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas no proceden de Él. 3¿Y sería posi­ble acaso ver lo que Dios no creó? 4Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de Dios no dispuso que existiera. 5¿Y qué podría ser más arrogante que eso?

8. Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos hecho tal como es. 2Tenemos el poder de decidir. 3Decide únicamente aceptar el papel que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees haber fabricado desaparecerá. 4Lo que entonces emergerá en tu conciencia será todo lo que siem­pre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como es ahora. 5Y entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que inven­taste a fin de usurpar el altar del Padre y del Hijo.

9. Hoy vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la falsa pretensión con la que el ego intenta probar que la humildad es arrogancia. 2Sólo el ego puede ser arrogante. 3Pero la verdad es humilde, puesto que reconoce su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo amado. 4Dejaremos a un lado la arrogancia, que afirma que somos pecadores, culpables, teme­rosos y que estamos avergonzados de lo que somos; y en lugar de ello, elevaremos nuestros corazones con verdadera humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados y semejantes a Él en poder y en amor.

10. Tenemos el poder de decidir. 2Y aceptamos de Él aquello que somos, y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. 3Reconocer al Hijo de Dios implica asimismo que hemos dejado a un lado todos los conceptos acerca de nosotros mismos y que hemos reco­nocido su falsedad. 4También hemos percibido su arrogancia. 5con humildad aceptamos jubilosamente como nuestros el esplen­dor del Hijo de Dios, su mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así como su derecho al Cielo y a liberarse del infierno.

11. Ahora nos unimos en gozoso reconocimiento de que las menti­ras son falsas y de que sólo la verdad es verdad. 2Al levantarnos pensaremos únicamente en la verdad, y pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a nuestras temerosas mentes con lo siguiente:

3Tengo el poder de decidir.
4Hoy me aceptaré a mí mismo  tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese.

5Luego aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño, según le pedimos humildemente a nuestro Ser que se revele ante nosotros. 6Aquel que nunca nos abandonó volverá de nuevo a nuestra conciencia, agradecido de poder devolverle a Dios Su morada, tal como siempre debió ser.

12. Espéralo pacientemente hoy, e invítalo cada hora con las pala­bras con las que diste comienzo al día, el cual se debe concluir con esa misma invitación a tu Ser. 2La Voz de Dios te contestará, pues Él habla en tu nombre y en el de tu Padre. 3Él sustituirá todos tus frenéticos pensamientos por la paz de Dios, los auto-engaños por la verdad de Dios y tus ilusiones acerca de ti mismo por el Hijo de Dios.


¿Qué me enseña esta lección?

Esta lección es esencial si queremos comprender el por qué nuestra mente tomó la decisión de identificarse con el mundo material, lo que dio lugar al nacimiento del ego. 

“El espíritu es, por lo tanto, inalterable porque ya es perfecto, pero la mente puede elegir a quién desea servir. El único límite en su elección es que no puede servir a dos amos” (T-1.V.5:2-3). 

La decisión de servir al ego, lleva al Espíritu a quedar “dormido”, de tal modo que la conciencia a partir de ese estado se alimenta de las sensaciones y percepciones que recibe del cuerpo material. La atención prestada a ese estado de energía hace que la mente adquiera la creencia de que esa es la única verdad. 

Da comienzo la experiencia recogida en la Biblia como la expulsión del Paraíso, y la desconexión de nuestra Fuente Creadora, para habitar en otro estado de conciencia donde el “pan”, es decir, el alimento espiritual, la conciencia, habría que ganársela “con el sudor de la frente”, esto es, a través de la experiencia y el rigor. 

Mientras que nos encontramos en el vientre de nuestra madre, es ésta la que nos alimenta y protege. Después del parto, ese alimento, sigue suministrándolo nuestra madre, pero no tardará en que tengamos que alimentarnos por nosotros mismos y perdemos esa conexión tan especial con nuestro progenitor. 

Mientras que nos identifiquemos con el mundo material, nuestras decisiones irán dirigidas a satisfacer las voces procedentes de este plano. Las consecuencias de estas decisiones nos llevan, sin lugar a dudas, a cuestionarnos, si no estaremos identificados con un mundo ilusorio, pues, no entendemos como el miedo, el castigo, el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, puede ser la moneda de cambio con la que experimentamos. 

Es la hora de “despertar” o lo que es lo mismo, es la hora de recordar nuestra verdadera identidad y recuperar la Voz de la Verdad. Ese instante santo, será un momento especial, pues al abrir nuestros ojos, reconoceremos a nuestros compañeros de ruta como a nuestros verdaderos hermanos. Ya nuestro propósito no será otro que el de llegar a la meta con ellos de la mano. 

Las vendas que nos mantenían separados de los demás, se caerán y nos permitirá gozar de la dicha de la Unidad. Esa es la más hermosa de las decisiones. Es la única decisión que debemos tomar. Lo demás vendrá por añadidura.


Ejemplo-Guía: "Decido ser un cuerpo; decido Ser Espíritu"

El sincronismo de esta lección con mi estado interno actual, me indica una vez más la verdad que anida en nuestro interior. 

Esa verdad, tan solo tiene un rostro, aunque como bien nos enseña la lección de hoy, en el mundo dual la verdad parece refractarse como la luz, en múltiples colores, en múltiples verdades. Pero la verdad de la que estamos hablando, tan sólo tiene un origen, una Fuente, esa Causa es la Unidad, el Ser que Es. 

Decía que existe un especial sincronismo en lo referente a esta lección y mi estado anímico actual. En la medida que, dentro del sueño que estoy soñando, percibo que mi conciencia va ampliándose, va avanzando y evolucionando, tengo cada vez mayor certeza para afirmar, que este mundo nos invita a tomar la decisión de recordad quiénes somos en realidad. De esta decisión, de esta elección, dependerá nuestra visión, dependerá nuestra actitud y sobre todo dependerá nuestra felicidad. 

Mi experiencia, me deja cada vez más claro, que, si tomo decisiones a medias, estaré sirviendo a dos señores a la vez. 

Un ejemplo de ello: mi mente se identifica con el Ser Espiritual y ello me lleva a un estado de desapego del mundo material y a no sentir miedo. Pero al poco rato, me encuentro enfrascado en preocupaciones motivadas por una vivencia de orden práctico que me roba la paz y me causa un profundo temor. 

Soy consciente, que mientras esté viviendo con miedo e identificándome con la búsqueda del bienestar material, aunque dedique unos minutos al mundo espiritual, estaré demorando tomar la decisión correcta que ha de llevarme a la Salvación. 

Me digo en muchas ocasiones, que debo tener cuidado con el rigor de la mente, que está permanentemente juzgando y condenando cuando creemos que no alcanzamos aquello que nos marcamos como metas. En verdad, lo único que tenemos que hacer es tomar la decisión adecuada y ser conscientes, en todo momento, a quién otorgamos el timón de nuestra nave. Esto que digo, nos lleva a ser conscientes de que somos los soñadores de nuestro sueño, y a las vivencias de un sueño no hay que darle el significado de la verdad, pues son frutos de la ilusión. 

Después de alguna práctica, de altos y bajos, he decidido elegir. Considero muy importante, que el hecho de prestar nuestra atención al acto de elegir, ya nos permite conocer que estamos soñando. Cuando nos acostumbremos a estar alerta en cada una de las invitaciones que nos haga la vida, en el día a día, nuestra vida adquirirá un nuevo sentido. Ahora, estamos eligiendo ver las cosas de otra manera. Antes, dábamos respuestas desde el hábito, desde nuestras viejas creencias. Ahora, nos paramos un momento, respiramos y decidimos cómo vamos a responder: desde nuestros viejos patrones basados en la dualidad, en la separación, o lo vamos a hacer, desde una visión holística, integral, no dual, desde una visión basada en la Unidad. 

Afrontar la vida creyendo que somos un cuerpo o creyendo que somos el Hijo de Dios. 

La primera elección, ya todos conocemos dónde nos lleva: tristeza, dolor, preocupaciones, luchas, miedos, enfermedades, rencores, etc.

La segunda elección, nos aportará la certeza de ir de la mano de nuestro Creador, la certeza de que nada nos puede hacer daño, de que nada nos va a faltar, para llevar a cabo el programa que nuestro Padre nos ha encomendado. 

Elige.

Reflexión: ¿Qué opinión te aporta la siguiente afirmación?: Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. 

jueves, 30 de mayo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 151


LECCIÓN 151

Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.

1. Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. 2Eso no es juzgar. 3Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda. 4Su aparente certeza no es sino una capa con la que pre­tende ocultar la incertidumbre. 5Necesita una defensa irracional porque es irracional. 6la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.

2. No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. 2No cues­tionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. 3Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan. 4El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo. 5¿Por qué confías en ellos tan ciegamente? 6¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?

3. ¿Cómo ibas a poder juzgar? 2Tus juicios se basan en el testimo­nio que te ofrecen los sentidos. 3No obstante, jamás hubo testi­monio más falso que ése. 4Mas ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? 5Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. 6Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. 7Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.

4. ¿A eso es a lo que llamas juzgar? 2Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. 3No puedes juzgar. 4Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos. 5El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.

5. El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defende­ría a toda costa, es lo que tú eres. 2Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. 3Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. 4Es únicamente a sí mismo a quien condena. 5Es en sí mismo donde ve culpabilidad. 6Es su propia desespera­ción lo que ve en ti.

6. No prestes oídos a su voz. 2Los testigos que te envía para pro­barte que su propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. 3Confías en ellos ciegamente por­que no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. 4Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.

7. Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que ellos te presentan puedan despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tú creas. 2Él no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él, ni en lo que la boca de su cuerpo le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. 3Él ignora todos esos testigos, los cuales no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. 4Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla.

8. Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. 2Cristo no puede dudar de Sí Mismo. 3La Voz que habla por Dios puede tan sólo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. 4Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpabilidad, al no estar dispuesto ya a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.

9. Así es como Él te juzga. 2Acepta Su Palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. 3¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel que conoce la gloria del Padre y la del Hijo? 4¿Podrían acaso los murmullos del ego llegar hasta Él? 5¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? 6Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. 7Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.

10. Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida. 2Él te concede una visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. 3Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.

11. Él seleccionará los elementos en ellos que representan la ver­dad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles. 2Y re-interpretará desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro y seguro, todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte. 3Y verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y, sobre el mundo, únicamente la bendición del Cielo.

12. Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves. 2Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo. 3En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. 4Así es como verás la santa faz de Cristo en todo, y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.

13. Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del perí­odo que pasamos con Dios. 2Introduciremos estos momentos con una repetición lenta del pensamiento con el que comienza el día. 3Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silen­ciosamente a Aquel que ve los elementos que son verdad en ellos. 4Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Volun­tad de Dios.

14. Ofrécele tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. 2Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asu­mirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. 3Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. 4Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.

15. Pasa así quince minutos al despertar, y dedica gustosamente quince más antes de irte a dormir. 2Tu ministerio dará comienzo cuando todos tus pensamientos hayan sido purificados. 3Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. 4Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. 5Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha re-interpretado en tu mente.

 16. Tal es tu Pascua. 2de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. 3Mediante tu transfiguración el mundo se redime y se le libera jubilosamente de la culpabili­dad. 4Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas llenos de gozo y agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.

17. Y recordaremos cada hora a Aquel que es la salvación y la liberación. 2Y según damos las gracias, el mundo se une a noso­tros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. 3Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos.


¿Qué me enseña esta lección?

Ser Hijo de Dios, nos da la potestad de expresar la Voluntad y dirigir su fuerza en la dirección que creamos conveniente. La cuestión de la dirección es una elección. No es un pecado, el elegir, sin embargo, para el ego, esa elección le llevó a creer que no era digna a la mirada de su Padre.

¿Acaso castigarías a tu hijo por el simple hecho de utilizar los atributos con los que le has creado?
¿No sería más lógico que le permitieses tomar consciencia de los efectos que su acción le reporta?

Dios no ha expulsado a su Hijo del Paraíso Terrenal, del Jardín del Edén, dispuesto para que gozara de su condición divina. En ese Estado, el Hijo de Dios era guiado por su Padre para que en su crecimiento anímico fuese desarrollando su Potencial Creador.

Ese Hijo tomó la decisión de identificarse con el mundo material y en esa toma de contacto con las vibraciones físicas, se quedó “estancado”, situación que se asemeja a un estado de “sueño”, pues ha olvidado su verdadera procedencia.

Una vez en el “sueño”, el Hijo de Dios ha cedido su hegemonía a ego, el cual adquiere una nueva identidad, la que le ofrece la percepción que recibe a través de los sentidos del cuerpo físico. Esas sensaciones se convierten en su verdad y ello le lleva a pensar que su única realidad es la que le aporta su cuerpo. Un cuerpo cuya realidad es temporal, nace y muere.

El recuerdo de lo que fue, de su relación con Dios, se le antoja un recuerdo temeroso, pues interpreta que fue arrojado al mundo de la perdición por el simple hecho de haber utilizado su mente para identificarse con un mundo transitorio e ilusorio. El miedo sustituye al amor; la culpa se erige como el sentimiento de arrepentimiento que debe ser redimido. Ello da lugar al castigo, como el antídoto que nos hace sentir aliviados del remordimiento de nuestros pecados.

Deseamos limpiarnos de nuestra “suciedad” y amparado en la falsa creencias de que nos encontramos separados de los demás, proyectamos nuestra oscuridad sobre el mundo, y nos entregamos a enjuiciar las imperfecciones ajenas en un intento por limpiar las nuestras.

Por lo general, el despertar de la consciencia espiritual suele venir acompañada de una experiencia de extremos dolor: una pérdida de un ser querido; una enfermedad grave; un accidente extremo… Tras esas duras experiencias para el ego, se produce el despertar al mundo espiritual. Es como si se alcance la evidencia de que nos encontrábamos identificados con una falsa creencia, con un error.

Ese despertar, nos lleva a sublimar los sentidos físicos y en su lugar, buscamos otras sensaciones más duraderas, como son la paz, el amor incondicional, la justicia, la unidad…

Cuando esto ocurre, nuestra identidad ya no es el ego, sino el Espíritu, y la Voz que oímos a partir de ese momento proviene de nuestro Padre… Participamos del feliz reencuentro de la Gran Familia Divina: La Filiación.


Ejemplo-Guía: "El juicio condenatorio y la vía del castigo"

Llegado este punto del proceso de aprendizaje ofrecido por las Lecciones del Curso de Milagros, tengo la certeza de que abordamos uno de los puntos más importantes de cara a lo que hemos llamado la Salvación o Despertar. Me estoy refiriendo al juicio condenatorio.

Juzgar, es una función que se le atribuye a la mente. El juicio, requiere percepción y la percepción nos lleva a la creencia en la dualidad. Cada experiencia nos lleva a un aprendizaje, en el que alcanzamos una conclusión que inscribimos en nuestra conciencia. Si tocamos el fuego con nuestras manos nos quemaremos y ello nos reportará una información que interpretaremos como dolorosa, lo que nos llevará a extraer una conclusión, tocar el fuego es malo y doloroso.

Una vez que hemos integrado en nuestra conciencia el resultado de una experiencia, este proceso nos lleva a adoptar una creencia y en el ejemplo del fuego, podemos llegar a la conclusión de que el fuego es malo y dañino. Pero alguien puede objetar que esa conclusión es muy rigurosa y que está condicionada por un elemento que no se ha valorado, el fuego es malo y dañino, dependiendo del uso que se le de, es decir, dependiendo de otra creencia, su utilidad.

Si aplicamos esta dinámica a cualquier aspecto de la vida, podemos concluir que somos un conjunto de creencias, las cuales, todas ellas, se fundamentan en una creencia original que es falsa: pensar que el mundo material es real y que las mentes están separadas.

Desde la creencia en la realidad que nos ofrece el mundo material, no podemos evitar en utilizar nuestra mente con un criterio divisorio y separador. Escudriñar el mundo que percibe, es una invitación que no rechaza, sino que la busca. Juzgar es necesario para conocer lo que es bueno y lo que no lo es.

El juicio se convierte en su principal arma de aprendizaje y de defensa, pues en la medida en que juzgamos, estamos defendiéndonos o atacándolo; atrayéndolo o destruyéndolo.

El juicio es un hábito adquirido por la creencia en la percepción. Se ha convertido en el arma estratégica y favorita del ego, pues de este modo aleja de si mismo aquello que juzga y condena, y de este modo se libera de la culpa que siente conscientemente si decide mirar de frente aquello que está juzgando. De alguna manera, el ego sabe que juzgando mantiene su argumento de ser un cuerpo separado del resto.

El juicio, por lo tanto, nos aleja de la verdad, en cuanto que interpone una condición entre ella y nuestra conciencia. No puedo aceptar ser uno con el otro, pues no puedo aceptar ser uno con lo que condeno.

Hoy, podemos reflexionar sobre un aspecto que nos ayudará a conocernos. Para ello, os invito a responder a la siguiente cuestión:

¿Qué juzgas y condenas en los demás?

Reflexión: ¿Realmente crees que eres lo que tus sentidos te dictan que eres?

miércoles, 29 de mayo de 2024

Capítulo 11. III. De las tinieblas a la luz.

III. De las tinieblas a la luz. 

1. Cuando te sientas abrumado, recuerda que te has hecho daño a ti mismo. 2Tu Consolador te proveerá descanso, pues tú no pue­des proveértelo a ti mismo. 3No sabes cómo hacerlo porque si supieras nunca habrías podido sentirte abrumado. 4Si no te hicie­ras daño a ti mismo no podrías sufrir en absoluto, pues ésa no es la Voluntad de Dios para Su Hijo. 5El dolor es algo ajeno a Él, ya que Él no sabe de ataques, y Su paz te rodea silenciosamente. 6Dios permanece en perfecta quietud, ya que en Él no hay con­flicto alguno. 7El conflicto es la raíz de todos los males, pues al ser ciego no ve a quien ataca. 8Siempre ataca, no obstante, al Hijo de Dios, y el Hijo de Dios eres tú. 

El ego culpa al azar, a las circunstancias, a los demás, de su desconsuelo, de su percepción de sufrimiento y dolor. Para deshacerse de esta creencia, de estos pensamientos que emanan de su mente, proyecta sobre el mundo que le rodea toda la rabia, toda la ira, todo el miedo que lo consume con una profunda insatisfacción.

El ego no conoce la paz verdadera, pues su sistema de pensamiento está basado en el miedo, en el temor. Piensa, que la paz que añora, se encuentra fuera de él, que deben ser los demás, las circunstancias, el azar, los que le provean de esa falsa paz. El conflicto está servido bajo esa ilusoria visión. Si en su mente no hay paz, jamás la encontrará fuera.

2. El Hijo de Dios necesita ciertamente consuelo, pues no sabe lo que hace, al creer que su voluntad no es la suya. 2El Reino es suyo, y, sin embargo, vaga sin hogar. 3Aunque su hogar está en Dios se siente solo y, rodeado de hermanos, se siente sin amigos. 4¿Cómo iba a permitir Dios que esto fuese real, cuando Él no dispuso estar solo? 5Y si tu voluntad es la Suya, estar solo no puede ser verdad con respecto a ti porque no lo es con respecto a El. 

En el punto anterior, Jesús nos dice que el conflicto es la raíz de todos los males. Ese conflicto tiene su causa en la profunda y falsa creencia de que la voluntad del Hijo de Dios no es la Voluntad del Padre. Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas de este Curso, como el Hijo de Dios puede dormirse y creer que su sueño es verdad, pero jamás puede morir, pues su esencia es Eterna como la de Su Creador.

El Hijo de Dios necesita ser consolado, necesita ser guiado hacia el retorno a la verdad y, ese despertar, tan sólo se lo puede ofrecer el Espíritu Santo, es decir, cuando la corrección de la percepción falsa ilumine la Mente Una y se reconozca en la Unidad de la Filiación.

La voluntad del Hijo de Dios es Conocerse como heredero de los Atributos dispuestos por Su Creador, conocerse como un Dios Creador.

3. ¡Ay, criatura de Dios, si supieses lo que Dios dispone para ti, tu gozo sería absoluto! 2Y lo que ÉI dispone ha ocurrido, pues siem­pre fue verdad. 3Cuando venga la luz y hayas dicho: "La Volun­tad de Dios es, la mía", verás una belleza tal que sabrás que no procede de ti. 4Como resultado de tu gozo crearás belleza en Su Nombre, pues tu gozo es tan incontenible como el Suyo. 5El mundo desolado e insignificante se desvanecerá en la nada, y tu corazón estará tan rebosante de alegría que de un salto se elevará hasta el Cielo, ante la Presencia de Dios. 6No puedo, describirte cómo será esto, pues tu corazón no está todavía listo. 7Puedo decirte, no obstante, y recordártelo a menudo, que lo que Dios dispone para Sí Mismo lo dispone para ti y lo que Él dispone para ti es tuyo. 

La efímera voluntad del ego no podrá evitar que la Mente Verdadera abra nuestros ojos a la luz, al entendimiento, permitiéndonos fundir nuestra olvidada voluntad a la Voluntad del Padre.

La ilusión del sueño en el que se ha sumido la consciencia del Hijo de Dios, es como una densa niebla que dificulta la Visión Verdadera. Pero cuando venga la luz y hayas dicho: “La Voluntad de Dios es, la mía”, será el instante santo en el que esa niebla se difuminará y percibiremos la grandeza de la Mente Una.

4. El camino no es arduo, pero es muy diferente. 2El tuyo es el camino del dolor, de lo cual Dios no sabe nada. 3Ése es el camino que en verdad es arduo y muy solitario. 4El miedo y la aflicción son tus invitados y moran en ti, acompañándote dondequiera que vas. 5Pero la jornada tenebrosa no es el camino que el Hijo de Dios desea recorrer. 6Camina en la luz y no veas a los siniestros compañeros, pues no son compañeros dignos del Hijo de Dios, que fue creado de la luz y en la luz. 7La Gran Luz siempre te rodea e irradia desde ti. 8¿Cómo podrías ver a los compañeros siniestros en una luz como ésa? 9Si los ves es únicamente porque estás negando la luz. 10Niégalos a ellos en vez de a la luz, pues la luz está aquí y el camino ha sido despejado. 

La luz y el amor, proceden de Dios y Su Hijo es portador de ambos atributos.

La oscuridad y el miedo, proceden del ego y sus “creaciones” son portadores de dolor y sufrimiento.

El camino que andemos dependerá del invitado que ocupe nuestra mente. Si elegimos al Espíritu Santo, el camino nos conducirá a la paz y a la felicidad. Si elegimos al miedo, el camino nos conducirá a la tribulación y a la aflicción. 

5. Dios no le oculta nada a Su Hijo, aun cuando Su Hijo quiere ocultarse a sí mismo. 2El Hijo de Dios, no obstante, no puede ocultar su gloria, pues Dios dispuso que fuese glorioso y le dio la luz que refulge en él. 3Nunca perderás el rumbo, pues Dios te guía. 4Cuando vagas sin rumbo no haces sino emprender una jornada que no es real. 5Los compañeros siniestros y el camino tenebroso, no son más que ilusiones. 6Vuélvete hacia la luz, pues la pequeña chispa que se encuentra en ti es parte de una Luz tan espléndida que te puede liberar para siempre de las tinieblas. 7Pues tu Padre es tu Creador y tú eres como Él. 

Caminar en la luz, es caminar de la mano de nuestro Padre, la plena garantía de que nunca perderemos el rumbo que ha de conducirnos a nuestro verdadero Hogar. 

6. Las criaturas de la luz no pueden morar en la oscuridad, pues no hay oscuridad en ellas. 2No te dejes engañar por los consoladores siniestros, ni permitas que entren en la mente del Hijo de Dios, pues no tienen cabida en Su templo. 3Cuando te sientas tentado de negar a Dios recuerda que no hay otros dioses que puedas anteponer a Él, y acepta lo que Su Voluntad dispone para ti en paz, 4pues no la puedes aceptar de ninguna otra manera. 

El Hijo de Dios es una criatura de la luz. Elegir la oscuridad a la luz, es elegir una voluntad diferente a la de Su Creador. La luz y las tinieblas no pueden coexistir. Donde hay luz no hay oscuridad y donde hay oscuridad, hay ausencia de luz. Hacer la Voluntad del Padre es vivir en la luz, la única realidad verdadera. 

7. Sólo el Consolador de Dios puede darte consuelo. 2En la quietud de Su templo, Él espera para darte la paz que es tuya. 3Da de Su paz, para que puedas entrar en el templo y encontrarla allí esperándote. 4Mas sé santo en Presencia de Dios, o, de lo contra­rio, no sabrás que estás allí, 5pues lo que no es como Dios no puede entrar en Su Mente porque no fue Su Pensamiento y, por lo tanto, no es de Él. 6Y si quieres saber lo que es tuyo, tu mente tiene que ser tan pura como la Suya. 7Protege cuidadosamente Su tem­plo, pues Él Mismo mora allí en paz. 8No puedes entrar en la Presencia de Dios con los compañeros siniestros a tu lado, pero tampoco puedes entrar solo. 9Todos tus hermanos tienen que entrar contigo, ya que hasta que no los hayas aceptado, no podrás entrar. 10Pues no podrás entender lo que es la Plenitud a menos que tú mismo seas pleno, y ninguna parte del Hijo puede ser excluida si su deseo es conocer la Plenitud de su Padre. 

El camino que nos conduce al Padre, es el camino del amor, el único y verdadero. Ese camino no lo andamos solos. Nuestros hermanos en la Filiación son nuestros acompañantes. Tenemos un pacto de amor para garantizar que, juntos, alcanzaremos la meta de la salvación.

8. Puedes aceptar en tu mente a la Filiación en su totalidad y ben­decirla con la luz que tu Padre le dio. 2Serás entonces digno de morar en el templo con Él, puesto que tu voluntad no es estar solo. 3Dios bendijo a Su Hijo para siempre. 4Si tú le bendices mientras estás en el tiempo, morarás en la eternidad. 5El tiempo no puede separarte de Dios si lo usas en favor de lo eterno. 

Te bendigo, hermano, y, bendigo a Dios, nuestro Padre. 

Así sea.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 150

CUARTO REPASO


LECCIÓN 150

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

(139) Aceptaré la Expiación para mí mismo.
(140) La salvación es lo único que cura.


¿Qué me enseña esta lección?

(139) Aceptaré la Expiación para mí mismo.

La mente inspirada por la voz del ego, al proyectarse, dio lugar al descubrimiento del mundo físico y la identificación con él. Este "acto", ilusoriamente,  ha dado lugar a la visión del ego. La percepción que recibe el ego, a través del cuerpo, da lugar a la conciencia y a creer que dicho vehículo es su única realidad.

Ese error sustenta todo el sistema del pensamiento del ego, el cual, al percibir los cuerpos como entes separados, le lleva a la conclusión que nos encontramos separados unos de otros, negando cualquier vinculación en las vivencias compartidas.

Ese error debe ser corregido, deshecho, y ello sólo es posible a través de la Expiación que nos dispensa el Espíritu Santo.

La Expiación nos permite eliminar todas aquellas capas que nos impedían conocer nuestra verdadera realidad. Corregir el error de la separación, nos lleva recuperar la Esencia de nuestro Ser y, es esa nueva visión, la que nos lleva a la Percepción Verdadera, la antesala, en este mundo, del Verdadero Conocimiento: es la Visión de la Unidad.

Reflexión: ¿Cómo vivo la vida desde la creencia en la separación? ¿Cómo vivo la vida desde la visión del cuerpo?


(140) La salvación es lo único que cura.

La falsa creencia en la separación, nos lleva a sentirnos culpables, pues interpretamos que la orientación que hemos dado a nuestra mente,  nos ha desvinculado de nuestro Creador.

Esta situación es semejante a lo que ocurre en el proceso evolutivo que afrontamos cuando somos una criatura recién nacida. En los primeros años, nuestra mente no es individual, sino que se alimenta de la mente de nuestros padres. Durante ese periodo de tiempo, los conflictos mentales de los padres repercute directamente en la salud de los hijos. Esta apreciación es demostrada en la metodología de la Bioneuroemoción.
Cuando ese niño alcanza la edad en que comienza a utilizar su cuerpo mental individual, suele ocurrir que no sigue las pautas de pensamiento orientada por sus padres, y utiliza su mente para acuñar sus propias creencias, lo que da lugar a una personalidad distinta a la de sus progenitores.

Nuestro Padre es Uno y Es Perfecto. Nuestra personalidad egoica se cree escindida de ese estado de unidad y de perfección y en cambio ha fabricado una realidad en la que se descubre como un ser pecador y merecedor del castigo que le permita redimir su culpa.

Tan solo la salvación nos eleva a la condición que ha de permitirnos deshacer ese error y curar nuestra mente. 

Reflexión: ¿Cuál crees que es la causa de la enfermedad? ¿Cuál crees que es el camino de la curación?

martes, 28 de mayo de 2024

Capítulo 11. II. La invitación a curar.

II. La invitación a curar. 

1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curadores, por lo tanto, es el primer paso en el proceso de reconocer lo que verdaderamente quieres. 2Todo ataque te aleja de esto, y todo pensamiento curativo te lo acerca. 3El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4Unir tener y ser es unir, tu voluntad a la Suya, pues lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti es Él Mismo. 5Y tu voluntad es entregarte a Él porque, en tu perfecto entendimiento de Él, sabes que no hay sino una sola Voluntad. 6Mas cuando atacas a cualquier parte de Dios o de Su Reino tu entendimiento no es perfecto, y, por consi­guiente, pierdes lo que realmente quieres. 

En estado ego, nuestra mente es fiel a la creencia de que estamos separados de nuestro verdadero Creador y de Su Creación. Este estado de pensamiento da lugar a la enfermedad, pues la enfermedad es la percepción de la separación.

En estado Espíritu, nuestra mente es fiel a la creencia de que somos una Unidad en la Mente de nuestro Creador y de que formamos una Unidad en la Filiación Divina. Este estado de pensamiento da lugar a la curación, pues la curación es la percepción correcta de lo que somos. 

2. Curar, por lo tanto, se convierte en una lección de entendi­miento, y cuanto más la practicas mejor maestro y alumno te vuel­ves. 2Si has negado la verdad, ¿qué mejores testigos de su realidad podrías tener que aquellos que han sido curados por ella? 3Pero asegúrate de contarte a ti mismo entre ellos, pues estando dis­puesto a unirte a ellos es como te curarás. 4Todo milagro que obras te habla de la Paternidad de Dios. 5Todo pensamiento curativo que aceptas, proceda éste de un hermano o de tu propia mente, te enseña que eres el Hijo de Dios. 6En todo pensamiento hiriente que albergues, independientemente de donde lo percibas, yace la negación de la Paternidad de Dios y de tu relación filial con Él.  

Curar, es sanar la percepción errónea de estar separados. El tránsito de la percepción errada a la percepción verdadera, lleva consigo una lección de entendimiento. Dicho proceso forma parte del despertar de la consciencia, esto es, la Expiación que nos concede nuestra Mente Recta, el Espíritu Santo, permitiéndonos la comprensión de que somos los únicos soñadores de nuestros sueños. 

3. Y la negación es tan total como el amor. 2No puedes negar parte de ti mismo porque el resto parecerá estar separado de ti, y, por lo tanto, desprovisto de significado. 3Y al no tener significado para ti, no lo entenderás. 4Negar el significado de algo equivale a no comprenderlo. 5Únicamente puedes curarte a ti mismo porque únicamente el Hijo de Dios tiene necesidad de curación. 6Tienes necesidad de ella porque no te entiendes a ti mismo, y por lo tanto, no sabes lo que haces. 7Puesto que te has olvidado de lo que es tu voluntad, no sabes lo que realmente quieres. 

La visión que nos aporta el ego, es un mundo carente de significado, pues nos muestra un mundo carente de amor. La primera lección del Libro de Ejercicios nos enseña: “Nada de lo que veo, significa nada”. Ya hemos visto, que el objetivo de este Curso es ofrecernos el entrenamiento necesario para que nuestra mente recuerde la verdad de lo que somos.

El punto que estamos analizando, nos dice que “negar el significado de algo equivale a no comprenderlo”. Esta información parece contradecirse con el mensaje que nos ofrece la lección 1 del Libro de Ejercicios. Pero no lo hace, pues el único significado posible es el que nos ofrece lo verdadero, lo real, lo inmutable, lo eterno.

Las “creaciones” del ego, carecen de significado, pues son frutos de la percepción errónea, la que nos lleva a creer en un mundo separado de Su Fuente.

Las creaciones del Hijo de Dios, sí tienen significado. El único posible es que son portadoras de la verdad, la que se comparte con Su Creador. No podemos negar el significado de estas creaciones, pues de hacerlo estaríamos reconociendo que no comprendemos lo que somos y, por lo tanto, no comprendemos la naturaleza de Dios. 

4. La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. 2Y el hecho de que estés dispuesto a ello es lo que te permite oír-la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud. 3Él te capacitará para que vayas mucho más allá de la curación que lograrías por tu cuenta, pues a tu pequeña dosis de buena voluntad para reinstaurar la plenitud Él sumará toda Su Voluntad, haciendo así que la tuya sea plena. 4¿Qué podría haber que el Hijo de Dios no pudiese alcanzar cuando la Paternidad de Dios se encuentra en él? 5Mas la invitación tiene que proceder de ti, pues sin duda debes haber aprendido que aquel a quien invites a ser tu hués­ped, será quien morará en ti. 

Invitar al Espíritu Santo, a la Mente Recta, a nuestra morada, significa elegir servir a la Voluntad del Padre, que es nuestra única y verdadera voluntad. Significa que reconocemos a nuestra verdadera Paternidad. 

5. El Espíritu Santo no puede hablarle a un anfitrión que no le dé la bienvenida, puesto que no sería oído. 2El Eterno Invitado jamás se ausenta, pero Su Voz se vuelve cada vez más tenue en compañía de extraños. 3Necesita tu protección, únicamente porque la atención que le prestas es señal de que deseas Su Compañía. 4Piensa como Él aunque sólo sea por un momento y la pequeña chispa se convertirá en una luz tan resplandeciente que inundará tu mente para que Él se convierta en tu único Invitado. 5Siempre que le abres las puertas al ego, menoscabas la bienvenida que le das al Espíritu Santo. 6Él no se ausentará, pero habrás hecho una alianza contra Él. 7Sea cual sea la jornada que decidas emprender, Él irá contigo y esperará. 8Puedes confiar plenamente en Su paciencia, pues Él no puede abandonar a ninguna parte de Dios. 9Mas tú necesitas mucho más que paciencia. 

Este punto nos aproxima a una verdad que es como el verdadero Amor, no se puede explicar, tan solo se puede experimentar, para conocerlo. La presencia del Espíritu Santo en nuestra mente es eterna, pero lo hemos olvidado. El gesto de llamarlo, de invocarlo, es una demostración de que desconocemos su realidad, pues estamos olvidando de que nuestra verdadera esencia es Espiritual, lo que debe llevarnos a comprender, que es imposible que el Espíritu Santo se encuentre fuera de nosotros.

Tal vez, nuestra educación religiosa nos influya para pensar que Dios se encuentra fuera de nosotros. Pero esta interpretación procede de las enseñanzas del ego, que cree en la separación y que se cree su propio creador.

El Hijo de Dios está unido a Su Creador, pues es una extensión de Su Mente. 

6. No podrás descansar hasta que sepas cuál es tu función y la lleves a cabo, pues sólo en esto pueden estar completamente uni­das la Voluntad de tu Padre y la tuya. 2Tener a Dios es ser como Él, y Él se ha dado a Sí Mismo a ti. 3Tú que tienes a Dios debes ser como Dios, pues mediante Su regalo Su función se convirtió en la tuya. 4Invita este conocimiento de nuevo a tu mente y no dejes entrar ninguna otra cosa que lo pueda enturbiar. 5El Invitado que Dios te envió te enseñará cómo hacer esto sólo con que reconozcas la pequeña chispa y estés dispuesto a dejar que se expanda. 6No es necesario que estés enteramente dispuesto a ello porque Él lo está. 7Si simplemente le ofreces un pequeño lugar, Él lo iluminará tanto que gustosamente dejarás que éste se expanda. 8Y mediante esta expansión, comenzarás a recordar la creación. 

Así es. 

7. ¿Qué prefieres ser, del ego o anfitrión de Dios? 2Aceptarás únicamente a aquel que invites. 3Eres libre de determinar quién ha de ser tu invitado y cuánto tiempo ha de permanecer contigo. 4Mas esto no es auténtica libertad, pues depende todavía de cómo la consideres. 5El Espíritu Santo se encuentra ahí, pero no puede ayudarte a menos que tú se lo pidas. 6Y el ego no es nada, tanto si lo invitas a que entre como si no. 7La auténtica libertad radica en darle la bienvenida a la realidad, y de tus invi­tados, sólo él Espíritu Santo es real. 8Date cuenta, pues, de Quién mora en ti, reconociendo simplemente lo que ya se encuentra ahí, y no te conformes con consoladores imaginarios, pues el Conso­lador de Dios se encuentra en ti. 

Una nueva reafirmación en el mensaje que ha de aportarnos la certeza de lo que realmente somos. El Espíritu Santo actúa desde el Amor, es decir, respetando nuestra libertad. Debe ser nuestra voluntad, la que permita oír la Voz del invitado que Dios ha dispuesto para Su Creación. Esa pequeña dosis de voluntad que ha de llevarnos a elegir a quién preferir, al ego o a Dios.

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (2ª parte).

II. El poder de la santidad (2ª parte). 4.  Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado solo.  2 Cada vez que te extendi...