V. La entrada al arca (2ª parte).
3. Hay otra visión y otra Voz en las que reside tu libertad que tan sólo están aguardando tu decisión, 2y si depositas tu fe en Ellas, percibirás otro ser en ti. 3Este otro ser considera que los milagros son algo natural. 4Pues son tan simples y naturales para él como respirar lo es para el cuerpo. 5Constituyen la respuesta obvia a las peticiones de ayuda, que es la única que él ofrece. 6Los milagros le parecen antinaturales al ego porque no entiende cómo es posible que mentes separadas puedan influenciarse unas a otras. 7Y si estuviesen separadas ciertamente no podrían hacerlo. 8Pero las mentes no pueden estar separadas. 9Este otro ser es perfectamente consciente de esto. 10Y así, reconoce que los milagros no afectan la mente de otro, sino la suya propia. 11Los milagros siempre cambian tu mente, 12pues no hay ninguna otra.

Originalmente, la fuerza del deseo se le atribuye a la participación del "diablo" en nuestra vida. Tenemos que remontarnos a la historia sagrada de nuestros ancestros, Adán y Eva, para encontrar las referencias alegóricas de lo que se consideró como "pecado original" o desobediencia a Dios y que dio lugar a que fuésemos expulsados, separados, del estado de unidad y de abundancia del que gozábamos en el "paraíso terrenal". En ese episodio, el Texto Sagrado nos describe lo acontecido en el "paraíso" dispuesto por Dios para Su Hijo. No vamos a describir todo el contenido de lo que recoge el Génesis, pero sí identificaremos la presencia de uno de los protagonistas que acontece en lo sucedido y que tuvo un papel estelar dadas las consecuencias que originó su aportación. Me estoy refiriendo al "diablo" que, adoptando el cuerpo de una serpiente, le ofreció la manzana tentadora a "Eva", la representante de la naturaleza emocional. Os dejo algunas referencias de la traducción convencional de este pasaje, comparándola con la aportada por el estudioso de la Lengua Hebráica, Fabre d´Olivet.
Traducción Convencional: “Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios, dijo a la mujer: ¿Conque os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso?”
Traducción de Fabre d´Olivet: “Mientras tanto, Nahash, el ardor cupido, envidioso, interesado, egoísta, serpenteando en el corazón del hombre, era la pasión que arrastraba la vida elemental, el principio interior de la Naturaleza, obra de Jehová. Y esta pasión insidiosa dijo a Aisha, la facultad volitiva de Adam: ¿Por qué os ha recomendado, Él-los-Dioses, que no os alimentéis de toda la substancia de la esfera orgánica?”
Nahash, la serpiente, el diablo, es la fuerza a la que Fabre d´olivet describe como el ardor cupido, envidioso, interesado y egoísta, es decir, la fuerza del deseo de ser especial. El término "diablo" proviene del latín diabolus, que a su vez proviene del griego diabolos, que se traduce como “adversario”. La definición del origen del término "diablo" como adversario nos indica que estamos ante la fuerza que se opone a la de Dios, esto es, al Amor, a la Unidad. Podemos decir que el "diablo" es la fuerza que divide y que da lugar al miedo.
Ahora tenemos más información sobre la fuerza que se esconde detrás del deseo de ser especial. Siempre es una elección.
4. No te das cuenta de hasta qué punto la idea de la separación ha interferido en el ejercicio de la razón. 2La razón mora en el otro ser que has excluido de tu conciencia. 3Y nada de lo que has permitido que permanezca en ella es capaz de razonar. 4¿Cómo va a ser posible que aquel segmento de la mente que está desprovisto de razón pueda entender lo que es la razón, o comprender la información que ésta le podría suministrar? 5De ese segmento pueden surgir todo tipo de preguntas, pero dado que la pregunta básica sólo puede proceder de la razón, él jamás la podrá plantear. 6Al igual que todo lo que procede de la razón, la pregunta básica es simple y obvia, si bien, aún no se ha planteado. 7Mas no creas que la razón no la podría contestar.

Si aplicamos el significado que aporta el Diccionario de la Real Academia Española al término "razón", el ejercicio de la razón debe ser entendido como la facultad de discurrir y, si aplicamos sus sinónimos, debemos entenderla como una facultad propia de la inteligencia que nos permite alcanzar el entendimiento. Con dicha información, me atrevería a deducir que lo que nos está enseñando Jesús al hacer referencia al ejercicio de la razón se refiere al ajuste que introduce en la mente la idea de la separación, pues interfiere en nuestra capacidad de discernimiento hasta tal punto que nos lleva a la falsa creencia en lo que no somos.
Como hemos dicho en el anterior punto, el deseo de ser especial es la fuerza que nos lleva a colapsar el pensamiento de ser diferente; sus consecuencias no serán otras que la de identificarnos con la imagen tangible que nos muestra la materialización de dicho deseo. Me estoy refiriendo al cuerpo.
El ejercicio de la razón, cuando está libre de esa interferencia, nos muestra nuestra verdadera identidad, la cual procede del mundo de lo invisible, del mundo del espíritu. Utilizando terminología cuántica, el ejercicio de la razón o, lo que es lo mismo, la inteligencia, la mente recta, nos muestra la esencia de la energía, nos muestra el estado de la onda, de la vibración que habita en el campo de las infinitas posibilidades. Esa visión, aportada por la razón, está capacitada para hacer la pregunta básica que tan sólo ella nos puede contestar: ¿Quién soy? ¡Soy el Hijo de Dios!