martes, 26 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (2ª parte).

II. El poder de la santidad (2ª parte).

4. Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado solo. 2Cada vez que te extendiste hasta otra mente y te uniste a ella tuviste éxito. 3Cuando dos mentes se unen y compar­ten una idea por igual, se establece el primer eslabón de la con­ciencia de que la Filiación es una. 4Cuando estableces esta unión tal como el Espíritu Santo te pide, y se la ofreces para que Él se valga de ella como crea conveniente, la percepción que natural­mente tiene de dicho regalo le permite a Él comprenderla, y a ti usar Su comprensión en beneficio propio. 5Es imposible conven­certe de la realidad de lo que sin duda se ha logrado por el hecho de haber estado tú dispuesto a ello, mientras creas que a menos que tú lo entiendas no es real.

Reconocer que la unidad está en el Todo y que el Todo se encuentra en la unidad es conocer la Verdad que rige en las Leyes del Cielo y en la esencia con la que hemos sido creados, de la cual somos portadores potenciales y debemos extenderla para que nuestras obras sean creadoras de Vida.

El milagro es una expresión de esa Verdad. Es el reconocimiento de que formamos una unidad con el Todo, esto es, con la Filiación Divina, con la Creación de Dios, Fuente de Ese Todo.

Cada vez que nos unimos a la mente de un hermano, estamos activando las leyes de la creación y propiciando que las mentes milagrosas se unan. Poner al servicio del Espíritu Santo esa Visión le permitirá extender la fuerza del Amor hacia otras mentes, pues el amor actuará como una llamada a formar parte, de manera consciente, en el plan de salvación.

5. ¿Cómo puedes tener fe en la realidad mientras sigas empeñado en querer hacerla irreal? 2¿Crees realmente que te encuentras más salvo afirmando que las ilusiones son reales que aceptando jubilosamente la verdad tal como es y dando gracias por ella? 3Honra la verdad que se te ha dado, y regocíjate de que no la comprendas. 4Los milagros son algo natural para Aquel que habla por Dios, 5pues Su tarea es traducir el milagro al conocimiento que repre­senta, pero que se encuentra vedado para ti. 6Permite que el entendimiento que Él tiene de los milagros te baste, y no les vuel­vas la espalda a los testigos que Él te ha dado, quienes dan fe de Su realidad.

No debemos preocuparnos si no entendemos la verdad que se nos ha dado. Si hemos estado identificados con una falsa realidad, si hemos permanecido dormidos experimentando pesadillas en nuestro sueño, si nos hemos desvinculado del Conocimiento por perseguir satisfacer nuestros deseos de ver de forma diferente, es lógico que ahora no comprendas esa verdad. Lo único que se nos pide es que renunciemos a seguir eligiendo como guía al ego y que dejemos de rendir culto a su sistema de pensamiento. Lo único que se nos pide es que movilicemos nuestra voluntad en otra dirección, que veamos las cosas de otra manera, que dejemos de juzgar el mundo que nos rodea y que confiemos en el único guía que nos llevará por el camino correcto.

El Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo ha de despejar todas nuestras dudas, pues lo único que nos pide es que reconozcamos la unidad que nos mantiene unidos a nuestros hermanos.

6. No hay prueba que pueda convencerte de la verdad de lo que no deseas. 2No obstante, tu relación con Él es real. 3No veas esto con miedo, sino con regocijo. 3Aquel que invocaste está contigo. 5Dale la bienvenida y honra a los testigos que te traen las buenas nuevas de Su llegada. 6Es cierto, tal como temes, que reconocerlo a Él supone la negación de todo lo que crees saber. 7Pero lo que crees saber nunca fue verdad. 8¿De qué te sirve aferrarte a ello y negar las pruebas en favor de la verdad? 9Pues estás demasiado cerca de la verdad como para poder renunciar a ella ahora, y no podrás sino ceder ante su irresistible atracción. 10Puedes demorar esto ahora, pero sólo por un tiempo. 11El Anfitrión de Dios te ha llamado y tú le has oído. 12Nunca jamás volverás a estar completamente dispuesto a no escuchar.

Si creemos que somos el Hijo de Dios, si creemos en esa verdad, entonces, no dudaremos a la hora de elegir a qué guía seguir. 

Si elegimos al ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia en la separación, no comprenderemos el plan de salvación y seguiremos viendo a nuestros hermanos como nuestros potenciales enemigos, de los cuales tendremos que defendernos.

Si elegimos al Espíritu Santo, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia en la unidad, honraremos a todos los testigos que nos hablarán de su enseñanza, de la vivencia de la unidad.

Es hora de elegir.

lunes, 25 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 330

LECCIÓN 330

Hoy no volveré a hacerme daño.


1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. ¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya pro­pia. 5El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.

2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Con­tigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.

¿Qué me enseña esta lección?

¿Quién ha creado el pecado? ¿Quién le ha otorgado tanto poder a esa creencia?

¿Acaso reporta algún beneficio creerse un pecador?
 
No, no es el cuerpo, la causa que buscamos. El cuerpo está bajo el mandato de la mente. Por lo tanto, el origen de la creencia en el pecado procede de la dirección que le ha otorgado el Hijo de Dios a la mente. El pecado es un pensamiento.

Mientras que existía plena conexión con el Padre, el Hijo de Dios compartía la Voluntad de Su Creador. La elección de hacer un uso individualizado de la voluntad le llevó a adquirir una nueva visión, la separación. Percibirlo le lleva a la creencia de que se encuentra separado del resto y de su creador.

A este acto le asignó el significado de pecado y se marcó el firme propósito de recuperar su estado de pureza, para lo cual renunció a la inocencia, a la felicidad, a la alegría, a la abundancia y cedió su hegemonía a la culpa, al castigo, al dolor, al sufrimiento, a la tristeza, a la enfermedad y a la muerte.

Condenar nos atribuye poder sobre los demás, pero en realidad, es una búsqueda de dominio propio. Nos sentimos culpables por lo que hacemos, pero no por amor a actuar correctamente, sino por miedo. Podríamos considerar nuestras acciones como erróneas, en vez de pecaminosas, pues el error se corrige, mientras que el pecado nos lleva a exigir castigo y sufrimiento.

Soy Hijo de Dios, inocente y puro. No juzgaré mis actos condenatoriamente y no exigiré castigo para tomar conciencia de mis errores. Me perdono y perdono al mundo. Me libero de toda culpa.

Mi mente sirve al Amor y mis ojos ven la Unidad en todo lo creado. 

Ejemplo-Guía: "Una historia real de culpa y dolor".
 
Resumo brevemente el sentimiento de una persona que decide compartir su sufrimiento con el único deseo de encontrar comprensión y amor.
 
"Me encuentro agotada. Hay momentos en los que no deseo vivir por más tiempo la vida que estoy experimentando. No tengo fuerzas para seguir adelante con esta carga".
 
Madre de familia, que se enfrenta a una experiencia de fracaso en su matrimonio y que sufre muy intensamente al ver que su familia está desecha. Se ve obligada a tener que tomar decisiones que a veces no le aportan paz, pero al mismo tiempo se siente engañada y humillada, lo que la lleva a una lucha interior que la agota.
 
Esta persona visualiza su vida desde el papel de víctima. No comprende cómo ha podido llegar a esta situación, cuando ha ofrecido tanto en su relación. En su mundo interno, mantiene ocultos sentimientos de culpa hacia la situación de uno de sus hijos. El recuerdo de un embarazo no deseado y los actos afrontados, a veces inconscientemente, para no desear que esa criatura llegase a este mundo, ahora la atormentan al contemplar las limitaciones con las que nació su hijo. A pesar de estar entregada en cuerpo y alma en la educación y cuidado de ese hijo, no puede evitar sentir un profundo dolor al verse culpable de esa experiencia.
 
Este ser debe comprender que, entre padres e hijos, entre esposo y esposa, entre hermanos, siempre hay un pacto de amor que los hace cómplices para que cada una de las partes de la relación pueda afrontar el programa que su Ser Divino ha elegido. Con la visión del ego, con la creencia en la separación, esta luz no se percibe. Pero cuando logramos recordar lo que realmente somos, entonces sí abrimos los ojos a la realidad y dejamos de ver la ilusión.
 
Un nuevo argumento alcanza la mente de esta madre y esa visión le aporta paz. No hay culpa. Nunca la ha habido, salvo por su creencia en ella.
 
Esa práctica de perdón, aplicada a la relación de su matrimonio, le permitirá alcanzar, igualmente, el estado de paz deseado. Comprender que los demás son nuestras proyecciones nos permite verlos como nuestros maestros, pues nos están revelando nuestro mundo interno. Ese pacto de Amor, no pertenece a este mundo. Se elige en el Cielo y su plan consiste en ser útiles, unos a otros, en el inevitable encuentro con el Plan de Salvación.


Reflexión: Tan solo desde la ilusión podemos hacer real el sufrimiento y el dolor.

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (1ª parte).

II. El poder de la santidad (1ª parte).

1. Puede que aún pienses que no es posible entender lo que es la santidad porque no puedes ver cómo se puede extender de manera que incluya a todo el mundo. 2Y se te ha dicho que para que sea santa tiene que incluir a todo el mundo. 3La extensión de la santidad no es algo que te deba preocupar, pues no compren­des la naturaleza de los milagros. 4Tampoco eres tú el que los obra. 5Esto lo demuestra el hecho de que los milagros se extien­den más allá de los límites que tú percibes. 6¿Por qué preocuparte por cómo se va a extender el milagro a toda la Filiación cuando no entiendes lo que es el milagro? 7Un atributo no es más difícil de entender que el todo del que forma parte. 8Si los milagros existen, sus atributos tienen que ser milagrosos al ser parte de ellos.

Cuando nuestra mente sirve a los intereses del ego, a su sistema de pensamiento, estará totalmente identificada con el tiempo, lo que significa que la vida es percibida como el transcurrir cíclico entre el pasado y el futuro. El mundo percibido responde a ese ciclo temporal, el cual se convierte en uno de los principales argumentos utilizados por el ego para asegurar su existencia.

Prisionero de esa percepción, el ego no cree en el presente, le pasa inadvertido, al ocuparlo con el recuerdo del pasado y con las expectativas del futuro. Las consecuencias que se derivan de esa percepción nos impiden ver y entender el inmenso poder que ofrece cada presente, el cual se nos presenta libre de las pesadas cargas del pasado y libre de los miedos de un futuro incierto. Ese instante presente pasa inadvertido, y el ego se pierde el hermoso espectáculo que nos brinda ser consciente de cada presente, donde tenemos la oportunidad de perdonar el pasado y quedar libres de la carga de la culpabilidad.

Es en el presente, en el instante, en el ahora, donde podemos ser testigos del poder milagroso del amor. Debemos dejar en manos del Espíritu Santo la capacidad para extender ese poder y compartirlo donde sea necesario. Nuestra función en esa ecuación es ofrecernos en el instante presente con el único propósito de ser conscientes de lo que realmente somos, pues no existe otra secuencia temporal donde podamos llevar a cabo el despertar espiritual que nos sacará del sueño de la muerte.

2. Existe una tendencia a fragmentar, y luego a ocuparse de la verdad de una pequeña porción del todo. 2Eso no es más que un intento, de evitar el todo o de no querer contemplarlo, concen­trándote en lo que crees que te sería más fácil entender, 3lo cual no es sino otra manera en la que aún tratas de limitarte a tu propio entendimiento. 4Otra manera de considerar los mila­gros -que es mucho mejor y más útil- es ésta: los milagros son algo que no entiendes ni total ni parcialmente. 5Pero se han mani­festado a través de ti. 6Por lo tanto, tu entendimiento no es nece­sario. 7Mas sigue siendo imposible llevar a cabo lo que no entiendes. 8Así que debe haber Algo en ti que sí entiende.

La creencia en la separación tiene su origen en el deseo de ser diferente, de ser especial, de utilizar el libre albedrío para ver de otra manera. La Visión de Dios es Una, como Una es Su Creación. El lazo de unión que establece esa igualdad en lo creado por Dios es Su Fuente: La Mente de Dios Emanó de Sí Misma la identidad de Su Hijo, compartiendo Su misma Imagen y Semejanza. 

Su Hijo, dotado de ese poder creador, elige ver de otra manera, y la Mente Integral se convierte en una mente fragmentada, lo que le lleva a desconectarse del Conocimiento y elige percibir. Ese proceso de percepción se caracteriza por su poder fragmentador. El deseo de conocer lleva a la mente a seccionar lo percibido en un intento de dar significado a lo desconocido. En ese proceso, la Unidad queda dividida en pequeñas porciones de lo que es el Todo.

El ego no entiende los milagros. Sin embargo, la Mente sigue siendo el canal a través del cual comparte el poder milagroso. Dicho poder emana de la esencia creadora del Amor, cuya Fuente es Dios. Al ser Hijos de Dios, nuestra esencia tiene la capacidad para obrar milagros. Ello se hace posible cuando nos ponemos al servicio de nuestro Ser y de la Mente Recta, el Espíritu Santo.

3. Es imposible que los milagros te parezcan naturales porque lo que has hecho para hacerle daño a tu mente, la ha vuelto tan anti­natural que no recuerda lo que le es natural. 2Y cuando se te dice lo que es natural, no puedes comprenderlo. 3El reconocimiento de que la parte es igual al todo y de que el todo está en cada parte es perfectamente natural, pues así es como Dios piensa, y lo que es natural para Él es natural para ti. 4Una percepción completamente natural te mostraría de inmediato que es imposible que haya gra­dos de dificultad en los milagros, pues ello estaría en contradic­ción con su significado. 5Y si pudieses comprender su significado, sus atributos no podrían causarte perplejidad.

El Curso nos enseña que los milagros trascienden la manifestación del tiempo, pues no responden a la percepción que se encuentra sustentada por la creencia en la separación. 

La pérdida del Conocimiento, lleva al ego a escudriñar el mundo que percibe. Su intención no es otra que superar el miedo que le produce la pérdida de ese Conocimiento. El modo en cómo su sistema de pensamiento trata de acallar ese miedo a la ignorancia le lleva a perpetuar aún más dicha ignorancia, pues, en sus investigaciones, la verdad queda tan fragmentada que es incapaz de reconocerla, aunque se dibuje con bellos colores.

domingo, 24 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 329

LECCIÓN 329

He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.


1. Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra volun­tad más poderosa que la Tuya. 2En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. 3Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. 4Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo. 5Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya. 6Esa decisión se tomó para siempre. 7No puede cambiar ni oponerse a sí misma. 8Padre, mi voluntad es la Tuya. 9Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha intermina­ble porque así lo dispone Tu Voluntad.

2. Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. 2No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. 3A través de Ella reconocemos que somos uno solo. 4A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios.



¿Qué me enseña esta lección?

Somos el Hijo de Dios, creado a Su Imagen y Semejanza. Somos la extensión de la Mente Creadora de Dios y, por lo tanto, somos Uno con Él.

Como fruto de su labor creadora, somos portadores potenciales de sus mismos atributos. Por lo tanto, tenemos la potestad de utilizar esos dones con plena libertad.


Ser herederos legítimos de Sus Poderes nos hace Uno con Él.  Sin embargo, el uso del libre albedrío nos ha llevado a prestar atención y a dirigir nuestra facultad volitiva hacia un estado de la energía a la que hemos dado la cualidad de la forma, sustituyendo el conocimiento por la percepción.

La identificación del Hijo de Dios con su fabricación le ha llevado a creer que ese mundo es la realidad. Le ha llevado a creer que su acto ha sido un acto pecaminoso, indigno a los ojos de Su Padre.

En verdad, la acción del Hijo de Dios le ha llevado al error de creerse separado de su esencia, de la Fuente que lo ha creado, y ello lo ha sumido en el sueño de la espesa niebla de la culpa.

Mientras que permanece identificado con el cuerpo, con el mundo físico, su voluntad está supeditada a la satisfacción de los deseos, ese impulso que propició la conciencia dual.

“Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo". Podemos traducirlo: “Permíteme amar la Unidad, vivir en la Unidad, Ser la Unidad”.

 Ejemplo-Guía: "Hágase Tu Voluntad"

 ¿Qué dispone la Voluntad del Padre? 

Estamos habituados a sentir una atracción especial por conocer lo que el destino nos depara. En ocasiones, ese deseo es tan intenso que decidimos consultar con oráculos sobre este particular. En verdad, nos angustia saber que el destino nos depara un futuro de necesidad, de infelicidad, de enfermedad y calamidades, etc.

Cuestionarnos estas preocupaciones es propio del sistema de pensamiento del ego, pues de este modo mantiene ocupada la mente con pensamientos dirigidos hacia la percepción del mundo de la ilusión. En esta visión es obvio que encontramos la presencia del miedo y una total ausencia de amor.

En nuestras oraciones solemos utilizar la expresión "Hágase Tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo", y si realmente hemos visionado la realidad, en vez de la ilusión, con esta súplica, lo que estamos pidiendo es que nos permita comprender Su Plan de Salvación y, para ello, lo único que tenemos que hacer es reconocer que somos un Ser Espiritual:
1. O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu. 2En esto no hay términos medios. 3Si uno de ellos es real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a su opuesto. 4La visión no ofrece otra opción que ésta. 5Lo que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo lo que consideras que es verdad. 6De esta elección depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o espíritu. 7Si eliges ser carne jamás podrás escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. 8Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir.

2. La salvación es un deshacer. 2Si eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de sucesos que no tienen ningún sentido. 3Alguien aparece y luego desaparece al morir; otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. 4Y nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo. un instante después. 5¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio? a¿Y qué valía puede tener quien no es más que polvo? 6La salvación es el proceso que deshace todo esto. 7Pues la constancia es lo que ven aquellos cuyos ojos la salvación ha liberado de tener que contemplar el costo que supone conser­var la culpabilidad, ya que en lugar de ello eligieron abando­narla.


3. La salvación no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. 2Simplemente te pide que ésa sea tu elección. 3Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes cómo contemplar otro mundo aparte de él. 4Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar. 5Cómo va a lograrse esto no es algo que deba preocuparte. 6No comprendes cómo apareció ante ti lo que ves, 7pues si lo comprendieses, desaparecería. 8El velo de la ignorancia está corrido igualmente sobre lo bueno que sobre lo malo, y se tiene que traspasar para que ambas cosas puedan desaparecer a fin de que la percepción no encuentre ningún lugar donde ocul­tarse. 9¿Cómo se puede hacer esto? 10No se puede hacer en abso­luto. 11Pues ¿qué podría aún quedar por hacer en el universo que Dios creó?

4. Sólo la arrogancia podría hacerte pensar que tienes que allanar el camino que conduce al Cielo. 2Se te han proporcionado los medios para que puedas ver el mundo que reemplazará al que tú inventaste. 3¡Hágase tu voluntad! 4Esto es verdad para siempre tanto en el Cielo como en la tierra, 5independientemente de dónde creas estar o de lo que creas que la verdad acerca de ti mismo debe realmente ser. 6Independientemente también de lo que contem­ples, y de lo que elijas sentir, pensar o desear. 7Pues Dios Mismo ha dicho: "Hágase tu voluntad". 8Y, consecuentemente, se hace.

5. Tú que crees que puedes ver al Hijo de Dios como quisieras que fuese, no olvides que ningún concepto que abrigues de ti mismo puede oponerse a la verdad de lo que eres. 2Erradicar la verdad es imposible. 3Pero cambiar de conceptos no es difícil. 4Una sola visión que se vea claramente y que no se ajuste a la imagen que antes se percibía, hará que el mundo sea diferente para aquellos ojos que hayan aprendido a ver porque el concepto del yo habrá cambiado.

6. ¿Eres invulnerable? 2Entonces el mundo te parece un lugar ino­fensivo. 3¿Perdonas? 4Entonces el mundo es misericordioso, pues le has perdonado sus ofensas, de modo que te contempla tal como tú lo contemplas a él. 5¿Eres un cuerpo? 6Entonces ves en cada hermano un traidor, listo para matar. 7¿Eres espíritu, inmor­tal y sin la más mínima posibilidad de corrupción ni mancha alguna de pecado sobre ti? 8Entonces ves estabilidad en el mundo, pues ahora es absolutamente digno de toda tu confianza: un lugar feliz en donde descansar por un tiempo, en donde no hay nada que temer, sino sólo amar. 9¿Le negarían los puros de corazón la bienvenida a alguien? 10¿Y qué podría herir a los que son verdaderamente inocentes?

7. ¡Hágase tu voluntad, santa criatura de Dios! 2No importa si crees estar en el Cielo o en la tierra. 3Lo que la Voluntad de tu Padre ha dispuesto para ti jamás ha de cambiar. 4La verdad en ti permanece tan radiante como una estrella, tan pura como la luz, tan inocente como el amor mismo. 5Y tú eres digno de que se haga tu voluntad. (T-31.VI.1:7)
Reflexión: Tu voluntad y la míano pueden ser diferentes, pues ambas son una con la de Dios.

sábado, 23 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 328

LECCIÓN 328

Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.

1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero, pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz que habla por Dios. 2Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía si nos esforzamos por estar separados, y que la manera de salvarnos es aislándonos del resto de la creación de Dios. 3No obstante, lo único que podemos derivar de ello es enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4Esto no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. 5Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. 6Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.

2. No hay otra voluntad que la Tuya. 2Y me alegro de que nada que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. 3Tu Volun­tad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. 4Y comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de mí.


¿Qué me enseña esta lección?

No puedo evitar que mi mente recuerde la parábola recogida por Mateo en su evangelio en la que se nos enseña que “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.

Permitid que comparta su contenido. Es una hermosa lección:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: 

El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 

Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo. 

Salió de nuevo a mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: 

¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar? 

Ellos le respondieron: 

Porque nadie nos ha contratado. 

Él les dijo: 

Vayan también ustedes a mi viña. 

Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: 

Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros. 

Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. 

Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole:

Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora y, sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor. 

Pero él respondió a uno de ellos: 

Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. Que, ¿no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?” De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos"  (Mateo 20. 1-16.

Como bien recoge la lección, en el mundo físico, percibimos todo al revés.

En el mundo donde impera la visión de la separación, donde dar es perder, ser el primero se convierte en el primordial propósito, pues alcanzar la primacía es sinónimo de poder y de orgullo. Pero no estaríamos analizando esta singularidad, si no fuese porque, por lo general, para alcanzar ese puesto relevante, no importan los medios que utilizamos para conseguirlo. Vemos al otro como al rival y su oposición es interpretada como un ataque, lo cual nos faculta para defendernos, por supuesto, con un buen ataque.

Pero las cosas son diferentes cuando se produce en nosotros una inversión en nuestros valores. Comenzamos a ver que la separación es un error, portador de sufrimiento, dolor, tristeza, enfermedad y muerte, y en su lugar, sustituimos el miedo por el Amor, lo que nos llevará a ceder el lugar de primogénito a nuestro hermano. Ese acto está exento de vanidad; tan sólo lo mueve el impulso de dar.

¿Qué valor tiene, desde el punto de vista de la Unidad, ser el primero?

La competitividad pertenece al mundo del ego. En el Reino de los Cielo, ese concepto no tiene valor alguno.

En la sociedad, el acto de ceder la primacía al otro se interpreta como un acto de debilidad, de falta de carácter y de personalidad. Nada más lejos de la verdadera realidad.

Ejemplo-Guía: "Ser el primero en el mundo no es igual que ser el primero en la eternidad".

Así nos lo presenta el Curso:
"El primero en el tiempo no significa nada, pero el Primero en la eternidad es Dios el Padre, Quien es a la vez Primero y Uno. Más allá del Primero no hay ningún otro, pues no hay ninguna secuencia, ni segundo ni tercero, ni nada excepto el Primero" (T-14.IV.1:7-8).
¿Por qué necesitamos ser el primero? ¿Por qué tenemos ese deseo de ser especiales?

Podemos leer en el Capítulo 24 del Curso, en el apartado I, que el deseo de ser especial es el sustituto del amor.
“La única creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende, aunque no se reconoce, es la fe en ser especial. Esto se manifiesta de muchas formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la grandeza con la que Él dotó a Su Hijo. ¿Qué otra cosa podría justificar el ataque? ¿Quién podría odiar a alguien cuyo Ser es el suyo propio y a Quien conoce? Sólo los que se creen especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. Y cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una ineludible necesi­dad de juzgar” (T-24.I.3:1-6).

“Lo que Dios creó no puede ser atacado, pues no hay nada en el universo que sea diferente de ello. Lo que es diferente, sin embargo, exige juicios, y éstos tienen que proceder de alguien que es "mejor", alguien incapaz de ser como aquel a quien con­dena, alguien "superior" a él, y en comparación, inocente. Y así, el deseo de ser especial se convierte simultáneamente en un medio y en un fin. Pues ser especial no sólo separa, sino que también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser "inferiores", es "natural" y "justo". Los que se creen especiales se sienten débiles y frágiles debido a las diferencias, pues lo que los hace especiales es su enemigo. Sin embargo, ellos lo protegen y lo llaman "amigo". Luchan por él contra todo el universo, pues no hay nada en el mundo que sea más valioso para ellos (T-24.I.4:1-7).

“El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí también lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar. Ser especial es una postura que requiere defensa. Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que lo hacen. Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú puedas seguir siendo especial es una ilusión. Hay que atacar a aquel que es "peor" que tú, de forma que tu especialismo pueda perpetuarse a costa de su derrota. Pues ser especial supone un triunfo, y esa victoria consti­tuye la derrota y humillación de tu hermano. ¿Cómo puede vivir tu hermano con el fardo de todos tus pecados sobre él? ¿Y quién, sino tú, es su conquistador?” (T-24.I.5:1-10).

“Los que se creen especiales se ven obligados a defender las ilusiones contra la verdad, pues ¿qué otra cosa es el deseo de ser especial sino un ataque contra la Voluntad de Dios? No amas a tu hermano mientras sea eso lo que defiendes en contra suya. Esto es lo que él ataca y lo que tú proteges. He aquí el motivo de la batalla que libras contra él. Aquí él no puede sino ser tu ene­migo, no tu amigo. Jamás podrá haber paz entre los que son diferentes. Mas él es tu amigo precisamente porque sois lo mismo” (T-24.I.9:1-8).
Aplicar esta enseñanza en nuestras vidas nos lleva a visionar una nueva sociedad, donde la competitividad deje paso a otro tipo de valores, en los que primen los dones y talentos de cada uno, de forma natural. De esta manera, sí podremos compartir lo que somos.

No se trata de atacar los sistemas sociales actuales. Se trata de dirigir nuestra atención a la verdadera causa que nos ha llevado a diseñar un mundo a nuestra medida; me estoy refiriendo a nuestra mente. Es en nuestros pensamientos donde debemos realizar el cambio que queremos ver reflejado en el mundo. Cuando el amor prime por encima de nuestro deseo de ser especiales, dejaremos de ver la separación, dejaremos de percibir la rivalidad, dejaremos de atacar y dejaremos de tener miedo a dar.

Reflexión: ¿Para qué necesitamos ser el "primero"?

viernes, 22 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 327

LECCIÓN 327

No necesito más que llamar y Tú me contestarás.


1. No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. 2Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. 3Déjame aprender mediante mi experien­cia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. 4Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. 5Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.

2. Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. 2Permíta­seme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. 3Tú eres Tu Palabra. 4Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convicción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.

¿Qué me enseña esta lección? 

La duda procede del miedo, y el miedo tiene su origen en la falta de amor.
 
El Hijo de Dios ha olvidado su procedencia, aunque añora los recuerdos de Paz y Felicidad que se convierten en su meta más preciada. 
 
El hecho de prestar atención al mundo tridimensional donde las formas adoptan una identidad propia le ha llevado a creer que aquello que percibe a través de los sentidos físicos es totalmente real; es más, cree que es la única realidad posible, lo que le ha llevado a olvidar el origen de su poder creador.
 
Ha fabricado un mundo al que tiene miedo, pues le hace sentir temeroso de que su Creador no apruebe su creación, al no haber actuado según la Voluntad del Padre, la cual siempre nos inspira actuar de acuerdo al Amor, pues es la única fuerza que nos permitirá crear bajo las leyes de la Eternidad.
 
Alejado de su Hogar, el Hijo de Dios fabrica su propio hogar. De sus acciones, recibe la falsa creencia de que es un pecador; se siente el violador de las Leyes Divinas. Pero lo único que ha hecho es obrar en consecuencia a los atributos y poderes con los que ha sido bendecido, utilizándolos inadecuadamente.
 
Su consciencia se encuentra dormida, temporalmente, identificada con una realidad ilusoria y transitoria. En ese estado de somnolencia, el Hijo de Dios duda de todo aquello que no forma parte de su percepción sensorial. Lo que no ve es negado.
 
Pero llega un día en el que sentimos que el camino que hemos elegido no nos conduce a la “tierra prometida”. Entonces comprendemos que el mundo al que le hemos prestado nuestra atención jamás nos ofrecerá la posibilidad de alcanzar el estado de Felicidad, de Paz y de Unidad que estamos buscando. 
 
Es el momento de entregar en manos de nuestro Padre los asuntos que nos privan de su Paz. Es el momento de elevar hasta Él nuestra plegaria y decirle: Padre, en tus manos me encomiendo. "Hágase tu Voluntad”.
 
Ya no le pediremos que perpetúe la ilusión que nos ofrece la visión del mundo material. Lo único que le pediremos es que nos permita hacer consciente su Presencia en nuestras Vidas. Ello nos permitirá sentir su protección, la fuerza de su Amor, la cual nos inspirará, en cada momento, cómo percibir correctamente.
 
Ejemplo-Guía: "¿Has perdido la fe en Dios porque no te ha concedido lo que le has pedido?
 
Es una experiencia bastante común. Nos hemos acercado a Dios con la esperanza de que arregle nuestros asuntos y hemos elevado nuestras plegarias con esa intención. Cuando la respuesta no ha sido acorde a lo que le hemos pedido, renegamos de Su Presencia y decidimos darle la espalda. Dejamos de creer en Él.
 
A estas alturas de las enseñanzas que estamos estudiando, tenemos información que nos permite comprender que "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César".
 
Dios no percibe el mundo que nosotros hemos elegido percibir y hacer real. Luego, difícilmente, puede interferir a favor de nuestros asuntos mundanos. Pero sí podemos pedirle que nos ayude a percibir este mundo desde la verdad, desde la realidad. Esa es la petición que debe salir de nuestro corazón y debemos tener la total certeza de que esa llamada sí será contestada.
 
Hemos aludido a la oración como una vía de comunicación con el Creador. Respecto a la oración, el Curso nos dice:
 
"La oración es una forma de pedir algo. Es el vehículo de los milagros. Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. Una vez que se ha aceptado el perdón, la oración, en su sentido usual, deja de tener sentido. La oración del perdón no es más que una petición para que puedas reconocer lo que ya posees. Cuando elegiste la percepción en vez del conocimiento, te colocaste en una posición en la que sólo percibiendo milagrosamente podías parecerte a tu Padre. Has perdido el conocimiento de que tú mismo eres un milagro de Dios. La creación es tu Fuente y es también la única función que verdaderamente tienes" (T-3.V.6:1-8).
Cuando pedimos desde la visión del ego, ignoramos que lo que estamos pidiendo nos aleja de la verdad. El Curso nos anima a poner nuestras peticiones en manos de la Voz que habla por el Padre, el Espíritu Santo: 
“Cuando le pides al Espíritu Santo lo que te podría hacer daño, Él no puede contestarte porque no hay nada que te pueda hacer daño, y por lo tanto, no estás pidiendo nada. Cualquier deseo que proceda del ego es un deseo de algo que no existe, y solicitarlo no constituye una petición. Es simplemente una negación en forma de petición. El Espíritu Santo no le da importancia a la forma, ya que sólo es consciente de lo que tiene significado. El ego no puede pedirle nada al Espíritu Santo porque no existe comunicación entre ellos. Tú, en cambio, puedes pedirle todo porque las peticiones que le haces a Él son reales, al proceder de tu mente recta. ¿Negaría el Espíritu Santo la Voluntad de Dios? ¿Y podría dejar de reconocerla en Su Hijo? (T-9.I.10:1-8)".

Reflexión: ¿Qué padre hace caso omiso a la llamada de un hijo? 

Capítulo 16. EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES. I. La verdadera empatía (2ª parte).

 I. La verdadera empatía (2ª parte).

4. La verdadera empatía procede de Aquel que sabe lo que es. 2Tú aprenderás a hacer la misma interpretación que Él hace de ella si le permites que se valga de tu capacidad para ser fuerte y no débil. 3Él no te abandonará, pero asegúrate de que tú no lo abandonas a Él. 4La humildad es fuerza sólo en este sentido: reconocer y aceptar el hecho de que no sabes, es reconocer y aceptar el hecho de que Él sí sabe. 5No estás seguro de que Él desempeñará Su función porque tú nunca has desempeñado la tuya completamente. 6Es imposible que sepas cómo responder a lo que no comprendes. 7No caigas en esta tentación ni sucumbas al uso triunfante que el ego hace de la empatía para su propia vanagloria.

Uno de los pensamientos que el ego lleva regular, es el saberse ignorante. La ignorancia, para el ego, es una demostración de debilidad. Tanto es así, que uno de su eslogan más utilizados por su sistema de pensamiento, es: "Saber es poder". Para defender esa afirmación, emplea muchos recursos y esfuerzos en inventar sistemas educativos dirigidos a la comprensión de verdades basadas en el peso de la historia, esto es, en el recuerdo del pasado. Así, establece cánones que son defendidos por ilustres académicos, los cuales, son considerados como dioseS en la materia.

Las verdades que tan celosamente custodian dichos ilustres académicos, son demostraciones de vanidad y carentes de humildad, que se convierten en sus propios obstáculos para aceptar nuevas verdades.

Reflexiona, el tiempo que consideres, la siguiente cuestión: ¿Crees que aquellos que ostentan el poder de las naciones, emplean la empatía correctamente? ¿Crees que la empatía parcial, es verdaderamente empatía?

No se trata de responder con juicios condenatorios, sino de aprender del error que percibimos en nuestros líderes, de modo que nos planteemos, en qué medida, nuestra empatía es parcial y en qué medida, tenemos claro, que dicha empatía no es verdadera.

5. El triunfo de la debilidad no es lo que deseas ofrecerle a un hermano. 2Sin embargo, no reconoces otro triunfo que ése. 3Eso no es conocimiento, y la forma de empatía que suscitaría es tan distorsionada, que no haría sino aprisionar lo que quiere liberar. 4Los que no han sido redimidos no pueden redimir, sin embargo, tienen un Redentor. 5No trates de ser Su maestro. 6Tú eres el estu­diante. aÉl, el Maestro. 7No confundas tu papel con el Suyo, pues eso nunca le brindará paz a nadie. 8Ofrécele tu capacidad de sen­tir empatía, pues lo que deseas compartir es Su percepción y Su fortaleza. 9Y permite que Él te ofrezca Su fortaleza y Su percep­ción, para que puedan ser compartidas a través de ti.

No permitamos, que la visión que nos está aportando este punto de la enseñanza, nos lleve a sentirnos culpables, al reconocer, que estamos equivocado con respecto al modo en cómo entendíamos la empatía. En su lugar, alégrate de este momento, de este instante, en el que se nos brinda la oportunidad de ver las cosas de otra manera, de comprender el verdadero significado de la empatía, y, regocíjate en la fortaleza que nos brinda el espíritu de la humildad, abriendo nuestra mente a corregir la percepción errónea por la percepción verdadera.

Ahora, sí nos reconoceremos como estudiantes y no como maestros. Ahora, sí sabremos a qué Guía seguir. Ahora, si seremos discípulos de Aquel que nos mostrará la verdad.

6. El significado del amor se pierde en cualquier relación que vaya en busca de la debilidad y espere encontrar amor en ella. 2El poder del amor, que es su significado, radica en la fuerza de Dios que se cierne sobre ella y que la bendice silenciosamente al envol­verla en sus alas sanadoras. 3No intervengas en esto, ni trates de reemplazarlo con un "milagro" tuyo. 4He dicho que si un her­mano te pide que hagas algo que a ti te parece absurdo, que lo hagas. 5Pero ten por seguro que esto no significa que tengas que hacer algo que pudiese ocasionarte daño a ti o a él, pues lo que le hace daño a uno, le hará daño al otro. 6Las peticiones absurdas son absurdas sencillamente porque son conflictivas, ya que siem­pre contienen ciertos elementos del deseo de ser especial. 7Sólo el Espíritu Santo reconoce las necesidades absurdas así como las rea­les. 8Y Él te enseñará cómo satisfacer las dos sin que ninguna quede excluida.

Considero la aportación que nos brinda este punto, muy interesante y esclarecedora, pues, el mensaje: "Si un hermano te pide que hagas algo que a ti te parece absurdo, hazlo", sin el matiz adicional y aclaratorio, añadido en este punto, podría llevarnos, guiados por nuestra fidelidad ciega, a acometer acciones que vayan más allá de las consideradas absurdas, estas son, aquellas que nos pueden ocasionar un daño propio o ajeno.

Siguiendo el método de aprendizaje alumbrado por estas enseñanzas, lo recomendable, para asegurar que nuestro hacer es el correcto, es poner en manos del Espíritu Santo la situación, de modo que nos inspire el camino a seguir. Lo hará del tamo, que ninguna de las propuestas que nos hagan quede excluida.

7. Tú intentarás hacer esto únicamente en secreto. 2Y pensarás que al satisfacer las necesidades de uno, el otro no se ve afectado por­que los mantienes separados y ocultos el uno del otro. 3No es ése el camino que debes seguir, pues no conduce ni a la verdad ni a la vida. 4Ninguna necesidad quedará insatisfecha por mucho tiempo si la pones en manos de Aquel Cuya función es satisfa­cerla. 5Ésa es Su función, no la tuya. 6Él no satisfará ninguna nece­sidad en secreto, pues quiere compartir todo lo que des a través de Él. 7Por eso es por lo que lo da. 8Lo que tú das a través de Él es para toda la Filiación, no sólo para una parte de ella. 9Deja Su función en Sus manos, pues Él la llevará a cabo sólo con que lo invites a formar parte de tus relaciones y a bendecirlas por ti.

Todo lo que hagamos de manera oculta, está debilitando la creencia en la unidad. Cuando actuamos siguiendo las leyes del amor, que como hemos dicha en otras ocasiones, se fundamentan en el respeto del libre albedrío, estaremos siguiendo el guión correcto de las enseñanzas que nos ofrece el Espíritu Santo.

Cuando nuestra mente sintonice la frecuencia de la Mente Recta, esta es, la frecuencia del Espíritu Santo, nuestra comunicación se fortalecerá y aquello que tengamos que decir, llevará Su sello, que no es otro, que el del Amor. 

jueves, 21 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 326

 LECCIÓN 326


He de ser por siempre un Efecto de Dios.


1. Padre, fui creado en Tu Mente, como un Pensamiento santo que nunca abandonó su hogar. 2He de ser por siempre Tu Efecto, y Tú por siempre y para siempre, mi Causa. 3Sigo siendo tal como Tú me creaste. 4Todavía me encuentro allí donde me pusiste. 5Y todos Tus atributos se encuentran en mí, pues Tu Voluntad fue tener un Hijo tan semejante a su Causa, que Causa y Efecto fuesen indistinguibles. 6Que tome con­ciencia de que soy un Efecto Tuyo y de que, por consiguiente, poseo el mismo poder de crear que Tú. 7Y así como es en el Cielo, sea en la tierra. 8Sigo Tu plan aquí, y sé que al final congregarás a todos Tus Efectos en el plácido Remanso de Tu Amor, donde la tierra desaparecerá y todos los pensamientos separados se unirán llenos de gloria como el Hijo de Dios. 

2. Veamos hoy la tierra desaparecer, al principio transformada, y después, una vez que haya sido perdonada, veámosla desvane­cerse completamente en la santa Voluntad de Dios.

¿Qué me enseña esta lección? 

Somos Hijos de Dios y hemos deseado ver la realidad a nuestra manera, lo que nos ha llevado a percibir erróneamente el mundo. Nuestra mente, guiada por ese deseo, ha fabricado la creencia en la separación, lo que ha originado pensamientos falsos sobre la realidad percibida.

El uso de los atributos heredados de nuestro Padre nos ha llevado a creer que lo que hemos percibido fuera de nosotros es nuestra verdadera identidad, olvidando nuestra procedencia divina.

Todo lo que hemos fabricado en el uso de nuestra capacidad divina forma parte de un sueño. En dicho sueño, formamos parte del elenco de actores a los que damos vida en él, pero no somos conscientes de que estamos soñando y de que somos el soñador.

Tomar consciencia de que hemos dado el poder de la verdad a un mundo que no lo es se convierte en el primer paso para despertar del sueño.

Mientras que permanezcamos en el sueño, podemos dar al mundo físico una función lo más cercana a la realidad, a la verdad. Esta función es la de permitirnos tomar consciencia de los efectos de nuestras acciones, es decir, conocer la calidad de las energías con las que estamos fabricando. En este sentido, podemos aprender que el Amor crea, mientras que el miedo destruye; podemos aprender que el pecado es un error y que el error podemos corregirlo. Sobre todo, podemos aprender que, al igual que nosotros somos Efecto de la Causa creadora de nuestro Padre, nuestras obras también son efectos de nuestros pensamientos y sentimientos, los cuales se convierten en la verdadera causa de todo cuanto experimentamos.

Sí, el mundo, tal y como lo percibimos, desaparecerá, pues la percepción es temporal y forma parte de nuestra mente errada. Cuando perdonemos el uso de esa mente errada, el mundo será percibido correctamente, y recordaremos que todos formamos parte de la Causa Original, de la Mente de Dios, como el Hijo de Dios.


Ejemplo-Guía: "Crear en la tierra, como en el Cielo".

En más de una ocasión, he oído opiniones que juzgan a la tierra, al mundo que percibimos, como la fuente que tiene el poder de despertar nuestras tentaciones, y siguiendo la máxima "si tu mano te hace pecar, córtatela", abogan por sacrificar todo lo que interpretan como causa de la tentación.

En esa valoración del mundo, se olvidan de algo esencial. El mundo es un efecto y no la causa. Es el efecto de un pensamiento errado; luego, si lo que queremos es no ser un esclavo de lo que nos ofrece ese mundo, lo que tenemos que hacer es cambiar la causa que nos ha llevado a percibirlo de tal manera.

Nos enseña la lección de hoy, que hemos sido creados a Semejanza de nuestro Creador y que tenemos Sus mismos atributos creadores, añadiendo que así como es en el Cielo, así sea en la tierra, es decir, tenemos la capacidad de crear en la tierra, como en el Cielo.

¿Qué significado tiene lo que hemos dicho? Tiene el profundo significado de que podemos crear en la tierra siempre que nuestra mente utilice la visión que impera en el Cielo, la visión de la Unidad. Esa visión, cuando la aplicamos en la tierra, la llamamos la Visión de Cristo, pues está basada en el Amor, la Esencia de la Unidad.

La lección nos invita a tomar consciencia de la Ley de Causa-Efecto. Si reflexionamos sobre ello, llegaremos a entender que Causa y Efecto forman una Unidad, aunque en su manifestación la percibamos de distinta manera. 

La semilla y el fruto no siempre tienen la misma forma, pero ambas participan de la unidad.

En nuestra vida, podemos aplicar esta ley, lo que nos ayudará a conocernos en aquellos aspectos en los que somos resistentes a hacerlo, especialmente cuando toca cosechar efectos que no son agradables. En esas circunstancias, nos es más fácil desentendernos de la posibilidad de que hayamos sido los causantes de tal experiencia y adoptamos el papel, tan socorrido, de víctimas.


Reflexión: ¿Cómo entendemos el mensaje "Veamos hoy la tierra desaparecer"?

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (2ª parte).

II. El poder de la santidad (2ª parte). 4.  Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado solo.  2 Cada vez que te extendi...