lunes, 6 de mayo de 2024

Capítulo 9. III. La corrección del error

III. La corrección del error

1. La vigilancia que el ego ejerce en relación con los errores de otros egos no es la clase de vigilancia que el Espíritu Santo quiere que mantengas. 2Los egos critican basándose en el tipo de "lógica" de que son partidarios. 3Entienden esa clase de lógica porque para ellos tiene sentido. 4Para el Espíritu Santo, no obstante, no tiene ningún sentido.

En este apartado de las Enseñanzas que estamos estudiando, el Curso profundiza, aún más, en la importancia que tiene tomar consciencia de nuestra verdadera identidad y percibirnos correctamente como Dios nos ha creado, seres puros, amorosos, perfectos, libres y plenos.

Olvidar esa Identidad, nos lleva a fabricar un mundo donde la Unidad de la Filiación Divina se sustituye por un mundo ilusorio, dual y de separación. En ese mundo irreal y falso, la identidad del ego adquiere los ropajes de un cuerpo y su visión le lleva a creer tan sólo en aquello que sus sentidos físicos les muestra. Una visión al servicio de sus deseos, pues lo que ve es el resultado de aquello que desea y aquello en lo que cree.

Esa falsa creencia, ver un mundo donde impera la separación, nos lleva a dar significado a lo percibido, pues el ego, necesita sentir que su realiza se sustenta en aquello que controla y conoce, ignorando, que cuanto percibe está sujeto a la temporalidad y por tanto a su desaparición, pues tan solo lo real es intemporal.

El miedo que lo acompaña al descubrirse como el efecto del error de haber fabricado un mundo diferente al creado por Dios, le lleva a un sentimiento de culpa que le atormenta y para librarse de él, proyecta su miedo y su culpa al exterior, juzgando los comportamientos de los demás, con la misma intensidad y desprecio como el que se dirige a sí mismo.

Cuando el ego hace uso del juicio, cree estar corrigiendo el error en el otro, cuando en realidad, lo que está haciendo es proyectar su miedo, su culpa, su error, en los demás. Sin saberlo, pues el acto es inconsciente, está reconociendo que está unido con el resto del mundo, pues el otro se muestra como el espejo donde el ego puede verse a sí mismo y conocer su verdadera identidad. Ya hemos visto como el Curso nos enseña que la Salvación no será posible sin el acompañamiento de nuestros hermanos.

2. Para el ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalar­les a otros sus errores y tratar de "corregirlos". 2Esto tiene per­fecto sentido para él porque no tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es la corrección. 3Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. 4Cuando corriges a un hermano le estás diciendo que está equivocado. 5Puede que en ese momento lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si está hablando desde su ego no lo tiene. 6Tu tarea, sin embargo, sigue siendo decirle que tiene razón. 7No tienes que decírselo verbal­mente si está diciendo tonterías. 8Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel. 9Sigue teniendo razón porque es un Hijo de Dios. 10Su ego, por otra parte, está siempre equivocado, no importa lo que diga o lo que haga.

El Curso no va dirigido al ego, pues si así fuese, estaría reconociendo su realidad. Cada mensaje que se recoge en este Manual de Enseñanza va dirigido al Hijo de Dios, que es Uno en la Filiación. Por tal motivo, dado que la perfección es un atributo de Dios y de Su Hijo Amado, el error y su corrección no pueden formar parte de la Visión Crística del Hijo de Dios.

3. Si le señalas a tu hermano los errores de su ego, tienes forzosa­mente que estar viendo a través del tuyo porque el Espíritu Santo no percibe sus errores. 2Esto tiene que ser verdad, toda vez que no existe comunicación entre el ego y el Espíritu Santo. 3Lo que el ego está diciendo no tiene sentido, y el Espíritu Santo no intenta com­prender nada que proceda de él. 4Puesto que no lo entiende, tampoco lo juzga, pues sabe que nada que el ego haga tiene sentido.

Al reconocernos como Hijos de Dios, no podemos seguir viendo el error como una invitación a corregirlo, pues dicha visión pertenece al mundo falso fabricado por el ego.

4. Reaccionar ante cualquier error, por muy levemente que sea, significa que no se está escuchando al Espíritu Santo. 2Él simple­mente pasa por alto todos los errores, y si tú les das importancia, es que no lo estás oyendo a Él. 3Si no lo oyes, es que estás escu­chando al ego, y mostrándote tan insensato como el hermano cuyos errores percibes. 4Esto no puede ser corrección. 5Y como resultado de ello, no sólo se quedan sus errores sin corregir, 6sino que renuncias a la posibilidad de poder corregir los tuyos.

La aplicación de este punto nos lleva a decidir, de manera plenamente consciente, vivir cada presente al servicio de la Verdad, al servicio del Amor, al servicio de la Unidad, a vivir nuestra divinidad.

5. Cuando un hermano se comporta de forma demente sólo lo puedes sanar percibiendo cordura en él. 2Si percibes sus errores y los aceptas, estás aceptando los tuyos. 3Si quieres entregarle tus errores al Espíritu Santo, tienes que hacer lo mismo con los suyos. 4A menos que ésta se convierta en la única manera en que lidias con todos los errores, no podrás entender cómo se deshacen. 5¿Qué diferencia hay entre esto y decirte que lo que enseñas es lo que aprendes? 6Tu hermano tiene tanta razón como tú, y si crees que está equivocado te estás condenando a ti mismo.

Se nos muestra el correcto proceder a la hora de percibir lo que consideremos nuestros errores y los de los demás. La percepción verdadera nos lleva a comprender la falsedad de la mente egoica y ello propiciará el deseo de rectitud. Esa Mente Recta es el Espíritu Santo, con el cual debemos sintonizar depositando toda nuestra confianza en Su correcta Visión.

6. Tú no te puedes corregir a ti mismo. 2¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro? 3Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. 4Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente acep­tarlo tal como es. 5Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. 6Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti. 7Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. 8No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás.

La Percepción Verdadera, nos permitirá ver las cosas con rectitud. Este estado se alcanza cuando dejamos de identificarnos con la falsa personalidad, con el ego. De este modo, dejaremos de juzgar a los demás y nos entregaremos al servicio de la Verdad.

7. Los errores que tu hermano comete no es él quien los comete, tal como no eres tú quien comete los tuyos. 2Considera reales sus errores, y te habrás atacado a ti mismo. 3Si quieres encontrar tu camino y seguirlo, ve sólo la verdad a tu lado, pues camináis juntos. 4El Espíritu Santo en ti os perdona todo a ti y a él. 5Sus errores le son perdonados junto con los tuyos. 6La Expiación, al igual que el amor, no opera aisladamente. 7La Expiación no puede operar aisladamente porque procede del amor. 8Cualquier intento que hagas por corregir a un hermano significa que crees que puedes corregir, y eso no es otra cosa que la arrogancia del ego. 9La corrección le corresponde a Dios, Quien no conoce la arrogancia.

El Hijo de Dios no comete errores. Es la falsa fabricación del ego, quien alimenta el error desde el instante-creencia llamado “pecado original”. La culpa, sustituyó al estado de pureza primigenia, y a partir de ese momento, todas las fabricaciones del ego llevan el sello del error original, acompañado del miedo a ser castigado por el Creador. Pero el Hijo de Dios es parte de Su Creador. Sus Mentes permanecen unidad en el Amor. En esa Vibración Espiritual no hay cabida para el error.

8. El Espíritu Santo lo perdona todo porque Dios lo creó todo. 2No trates de asumir Su función, o te olvidarás de la tuya. 3Acepta únicamente la función de sanar mientras estés en el tiempo por­que para eso es el tiempo. 4Dios te encomendó la función de crear en la eternidad. 5No necesitas aprender cómo crear, pero necesitas aprender a desearlo. 6Todo aprendizaje se estableció con ese pro­pósito. 7Así es como el Espíritu Santo utiliza una capacidad que tú inventaste, pero que no necesitas. 8iPonla a Su disposición! 9Tú no sabes cómo usarla. 10ÉI te enseñará cómo verte a ti mismo sin con­denación, según aprendas a contemplar, todas las cosas de esa manera. 11La condenación dejará entonces de ser real para ti, y todos tus errores te serán perdonados.

No necesitamos aprender cómo crear, pero sí necesitamos aprender a desearlo. Tan sólo el Amor crea. Ya hemos visto a lo largo de estas enseñanzas, como el miedo da lugar a fabricaciones irreales e ilusoria. Si el Amor es la única fuerza verdadera que nos permitirá ser Dioses Creadores, la invitación que nos hace este punto, es que nuestro único y verdadero deseo debe ser AMAR.

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