III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (2ª parte).
3. No eres tú el que es tan vulnerable y susceptible de ser atacado que basta una palabra, un leve susurro que no te plazca, una circunstancia adversa o un evento que no hayas previsto para trastornar todo tu mundo y precipitarlo al caos. 2La verdad no es algo frágil, 3y las ilusiones no pueden afectarla ni cambiarla en absoluto. 4Pero ser especial no es lo que es verdad acerca de ti. 5Pues cualquier cosa puede hacerle perder el equilibrio. 6Lo que descansa sobre lo que no es nada jamás podrá ser estable. 7Por muy grande y desmesurado que parezca, se tambaleará, dará vueltas y revoloteará con la más tenue brisa.
El deseo de ser especial nos hace débiles y vulnerables, lo que sin duda se convierte en un obstáculo para lograr alcanzar la felicidad y la paz.
Tómate tu tiempo y analiza cómo te sientes cuando tus expectativas, tus deseos, tus planes sufren un contratiempo que te impide satisfacerlos tal y como te imaginaste. Te estás viendo. Notas cómo la ira se apodera de tus pensamientos y la cólera envenena el aire que trata de salir por tu boca cuando intentas expresar la frustración que sientes. Percibes cómo una fuerza desmedida que permanecía dormida en tu interior se apodera de tu cuerpo y te insta a reaccionar ante la vivencia que tu mente te está mostrando. No entiendes nada y juzgas al mundo que te rodea condenándolo como la causa culpable de que tus deseos se hayan visto contrariados al no poder cumplir su objetivo. No aceptas lo ocurrido e intentarás forzar la situación en una demostración de que tienes el poder de cambiar las cosas. Tienes una cosa muy clara. El culpable pagará las consecuencias que se han desencadenado en tu vida y que te han hecho sufrir.
Lo que acabo de describir puede formar parte del guion de cualquier experiencia de nuestras vidas. La causa siempre es la misma: el deseo de ser especial, de creernos diferentes a los demás y, evidentemente, superiores. A pesar de ello, el efecto que ocasiona el deseo de ser especial siempre nos muestra nuestra debilidad y nuestra fragilidad, pues ponemos el logro de la felicidad y de la paz en manos de la ilusión, de lo que no es verdad. ¿Acaso lo efímero puede aportarnos un ápice de paz?
4. Sin cimientos nada es seguro. 2¿Habría dejado Dios a Su Hijo en un estado en el que la seguridad no significase nada? 3¡De ninguna manera! aSu Hijo permanece a salvo, descansando en Él. 4Tu deseo de ser especial es lo que se ve atacado por todo lo que camina o respira, se arrastra o se desliza, o simplemente vive. 5Nada está a salvo de su ataque, y ello no está a salvo de nada. 6Jamás habrá de perdonar, pues esto es lo que es: un voto secreto de que lo que Dios quiere para ti nunca se dé y de que te opondrás a Su Voluntad para siempre. 7No es posible tampoco que ambas voluntades puedan jamás ser la misma, mientras tu deseo de ser especial se alce como una llameante espada de muerte entre ellas, haciendo que sean enemigas.¿Elegirías el deseo de ser especial como un cimiento sólido y seguro para levantar los pilares donde albergar tu hogar? Ya hemos visto, en el punto anterior, cómo el deseo de ser especial nos conduce a situaciones en las que la frustración por no conseguir nuestras expectativas nos hace sentir vulnerables y débiles, lo que alimentará aún más, si cabe, el deseo de ser superiores. Esta es la razón por la que el complejo de superioridad desencadena una profunda frustración. En realidad, lo que busca es deshacerse del sentimiento de debilidad que siente cuando se deja llevar por el deseo de ser especial.
El ego o la creencia en la separación basa sus estrategias en el ataque, pues de este modo intenta salvaguardar su seguridad y se protege del miedo de ser asimismo atacado y de su oculto sentimiento de debilidad y vulnerabilidad. Es lógico pensar que el mundo exterior refleje el contenido de su mente y todo cuanto perciba lleve el sello del ataque y del miedo.
Cómo perdonar el deseo de ser especial: una mirada desde el alma:
ResponderEliminarEn el camino espiritual, uno de los obstáculos más sutiles y persistentes es el deseo de ser especial. Aunque a primera vista puede parecer inofensivo —incluso deseable—, Un Curso de Milagros nos enseña que este deseo es, en realidad, una forma de separación. Al querer ser “especial”, nos apartamos de la unidad con los demás y con Dios, y nos sumergimos en una ilusión que nos hace vulnerables, frágiles y dependientes de lo efímero.
El perdón, en este contexto, no es simplemente un acto moral o interpersonal. Es una corrección profunda de la percepción. No se trata de justificar ni de condenar, sino de reconocer que lo que parecía una ofensa, una herida o una injusticia, fue en realidad una ilusión. Y al desaparecer la ilusión, desaparece también la culpa, y con ella el sufrimiento.
El especialismo como raíz del conflicto.
Cuando nuestras expectativas no se cumplen, cuando los planes se desmoronan o alguien no actúa como esperábamos, sentimos frustración, ira, incluso deseo de castigo. Pero si observamos con honestidad, veremos que detrás de esa reacción está el deseo de ser especial: de que el mundo se acomode a nuestra voluntad, de que los demás nos reconozcan como distintos, superiores o más merecedores.
Este deseo nos aleja de la paz, porque pone nuestra felicidad en manos de lo que no es verdad. ¿Puede lo efímero ofrecernos verdadera paz?
El perdón como liberación.
Perdonar el deseo de ser especial es reconocer que no necesitamos ser diferentes para ser valiosos. Es aceptar que ya somos completos, tal como Dios nos creó. El perdón nos libera de la necesidad de defender una identidad frágil y nos devuelve a la verdad de lo que somos: inocentes, unidos, eternos.
Este tipo de perdón no se aplica selectivamente. No podemos perdonar “un poco” o “a veces”. El perdón verdadero es total, porque reconoce que todas las ilusiones —incluido el especialismo— son falsas. Y al soltar esa ilusión, nos liberamos de la culpa que manteníamos oculta.
Práctica cotidiana del perdón:
Al despertar, dedica unos minutos a conectar con tu mente superior. Di: “Hoy elijo ver con los ojos del amor. Estoy dispuesto a perdonar lo que aún no comprendo.”
Durante el día, observa tus pensamientos. Cuando surja el juicio o la molestia, pregúntate: “¿Estoy viendo una ilusión? ¿Estoy reaccionando desde el ego?”
Reinterpreta los conflictos como oportunidades para sanar. En vez de pensar “me hizo daño”, di: “Esto me muestra una parte de mí que aún cree en la separación.”
Antes de dormir, revisa tu día sin juicio. Reconoce dónde reaccionaste desde el ego y dónde elegiste el perdón. Agradece cada oportunidad de aprender.
Y si lo deseas, puedes repetir esta afirmación inspirada en el Curso:
“Te perdono por lo que no hiciste. Lo que pensé que ocurrió fue una ilusión. Elijo ver la verdad en ti y en mí.” ❤️🙏
Con relación al punto 4, os dejo algunas reflexiones:
ResponderEliminarEl deseo de ser especial: ¿puede ser tu cimiento?
En nuestra búsqueda de sentido, muchas veces construimos nuestra identidad sobre el deseo de ser especiales. Queremos destacar, ser reconocidos, sentirnos únicos. Pero Un Curso de Milagros nos invita a mirar más allá de esta necesidad, y nos plantea una pregunta radical: ¿puede lo especial ser un cimiento sólido para tu vida?
La respuesta es clara: no. Lo especial descansa sobre lo que no es nada. Es frágil, inestable, y se tambalea con la más leve brisa. Cuando basamos nuestra seguridad en el especialismo, cualquier palabra, gesto o circunstancia puede hacernos sentir atacados. Vivimos a la defensiva, esperando que el mundo nos confirme que somos valiosos, pero temiendo que nos lo niegue.
¿Qué cimiento eliges?
El texto nos recuerda que Dios no dejó a Su Hijo en un estado de inseguridad. Nuestra verdadera identidad descansa en Él, en la paz, en la unidad. Pero el deseo de ser especial se convierte en un voto secreto contra la Voluntad de Dios. Es como una espada encendida que separa nuestra voluntad de la Suya, haciéndolas parecer enemigas.
Cuando elegimos el especialismo como base, todo lo que percibimos se convierte en amenaza. Nada está a salvo de nuestro juicio, y nosotros no estamos a salvo de nada. El ego, que se alimenta de esta ilusión, vive en constante ataque, tratando de protegerse de un mundo que él mismo ha proyectado como hostil.
El perdón como retorno al hogar
Perdonar el deseo de ser especial no es renunciar a nuestra valía, sino reconocer que ya somos completos. No necesitamos destacar para ser amados. No necesitamos sobresalir para ser dignos. El perdón nos devuelve a la verdad: somos uno con todo lo que vive, y en esa unidad no hay jerarquías, ni competencia, ni miedo.
Así que te invito a reflexionar: ¿estás construyendo tu vida sobre un cimiento que se desmorona con el viento? ¿O estás dispuesto a soltar la ilusión de lo especial y descansar en la seguridad del Amor que no cambia? 🙏❤️