miércoles, 23 de julio de 2025

Capítulo 21. VIII. El cambio interno (2ª parte).

VIII. El cambio interno (2ª parte).


3. La razón te dirá que no puedes pedir felicidad de una manera inconsistente. 2Pues si lo que deseas se te concede, y la felicidad es constante, entonces no necesitas pedirla más que una sola vez para gozar de ella eternamente. 3si, siendo lo que es, no gozas de ella siempre, es que no la pediste. 4Pues nadie deja de pedir lo que desea a lo que cree que tiene la capacidad de concedérselo. 5Tal vez esté equivocado con respecto a lo que pide, dónde lo pide y a qué se lo pide. 6No obstante, pedirá porque desear algo es una solicitud, una petición, hecha por alguien a quien Dios Mismo nunca dejaría de responder. 7Dios ya le ha dado todo lo que él realmente quiere. 8Mas aquello de lo que no está seguro, Dios no se lo puede dar. 9Pues mientras siga estando inseguro es que no lo desea realmente, y la dación de Dios no podría ser completa a menos que se reciba.

Este punto encierra una interesante lección: la de crear. Si tuviésemos la certeza de que lo que en él se recoge es cierto y lo aplicásemos a nuestra vida, descubriríamos cómo podemos crear nuestra realidad. Pero, ¡cuidado! Si la aceptamos como una verdad y la aplicamos, tendremos que reconocer nuestra autoría. Os invito a que lo aceptemos cuanto antes, pues nuestra percepción de la realidad es obra nuestra. Es la manifestación de lo que hemos deseado, formando parte de nuestras creencias. Es como reconocer que somos los soñadores de nuestro sueño. Y ahora viene lo bueno. Si es así, podemos elegir tener sueños felices. ¿No sabes cómo hacerlo? Aplicando lo que nos enseña este punto.

"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Mateo 7:7.

"Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Lucas 11:9.

Cuando se pide, lo que hacemos es movilizar el poder de la voluntad y lo ponemos al servicio del deseo. Es como si uniésemos el esperma-semilla al óvulo-tierra donde surgirá la creación. La clave está en hacerlo de manera consciente, lo que nos permitirá que la calidad de nuestro deseo sea cercana al amor (unidad) y no al especialismo (división).

Dios responderá a nuestras peticiones inspiradas por el deseo de amar. Ya hemos dicho que el amor es compleción.

El ego responderá a nuestras peticiones inspiradas por el deseo de ser especial. El egoísmo nos hace inconscientes e irresponsables de lo que hemos deseado.

4. Tú que completas la Voluntad de Dios y que eres Su felicidad; tú cuya voluntad es tan poderosa como la Suya, la cual es un poder que no puedes perder ni en tus ilusiones, piensa detenida­mente por qué razón no has decidido todavía cómo vas a contes­tar la última pregunta. 2Tu respuesta a las otras te ha ayudado a estar parcialmente cuerdo. 3Es la última, no obstante, la que real­mente pregunta si estás dispuesto a estar completamente cuerdo.

Es el paso decisivo. Diría que es el último deseo o el único deseo que nos permitirá gozar de la Gracia del Cielo. La venda que ha cubierto nuestros ojos ha caído y ahora vemos la verdad con total nitidez. Nuestra fe se refuerza al percibir esa visión y reconoce que todo ha sido un sueño del que hemos despertado.

Mi único deseo es dar lo que soy, y si lo que soy es Amor, entonces mi único deseo es expandir y compartir el amor con todos y cada uno de mis hermanos en la Filiación. Las huellas de mi personalidad antigua se han borrado cuando las olas del mar las han barrido, envolviéndolas con las aguas del olvido. Ahora soy libre y consciente para crear desde mi nueva visión. Ahora soy consciente para crear como Hijo de Dios.


5. ¿Qué es el instante santo, sino el llamamiento de Dios a que reconozcas lo que Él te ha dado? 2He aquí el gran llamamiento a la razón, a la conciencia de lo que siempre está ahí a la vista, a la felicidad que podría ser siempre tuya. 3He aquí la paz constante que podrías experimentar siempre. 4He aquí revelado ante ti lo que la negación ha negado. 5Pues aquí la última pregunta ya está contestada, y lo que pides, concedido. 6Aquí el futuro es ahora, pues el tiempo es impotente ante tu deseo de lo que nunca ha de cambiar. 7Pues has pedido que nada se interponga entre la santi­dad de tu relación y tu conciencia de esa santidad.

¡Así sea! Esa es mi petición. Que nada se interponga entre la santidad de mi relación con Dios y la Filiación y mi conciencia de esa santidad. Que mi único guía sea el Espíritu Santo y que mi única visión sea la de Cristo.

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