miércoles, 9 de julio de 2025

Capítulo 21. VI. La razón en contraposición a la locura (2ª parte).

VI. La razón en contraposición a la locura (2ª parte) .

3. Nadie puede pensar por separado, tal como Dios no piensa sin Su Hijo. 2Eso sería posible únicamente si los dos morasen en cuer­pos. 3Tampoco podría ninguna mente pensar por separado a menos que el cuerpo fuese la mente. 4Pues únicamente los cuerpos pueden estar separados, y, por lo tanto, ser irreales. 5La morada de la demencia no puede ser la morada de la razón. 6Pero es fácil abandonar dicha morada si ves la razón. 7No puedes abandonar la demencia trasladándote a otro lugar. 8La abandonas simplemente aceptando la razón en el lugar que antes ocupaba la locura. 9La locura y la razón ven las mismas cosas, pero es indudable que las contemplan de modo diferente.

Lo contrario al ejercicio de la razón es el ejercicio de la locura, o lo que es lo mismo, elegir la creencia en que podemos existir separados de nuestra fuente creadora, separados de Dios.

Cuando el ego percibe el cuerpo, se identifica con él y le otorga la plena autoría de su existencia, lo que significa que es su única realidad. La capacidad de pensar es trasladada de la mente al cuerpo, lo que lo convierte en el causante de todo cuanto experimenta, incluido el de identificarlo como el único causante de su naturaleza pecadora.

Los estudios más recientes en física cuántica nos aportan una información que abre nuestra mente a un nuevo paradigma en el que la razón recupera su papel estelar y nos permite corregir los errores a los que hemos rendido culto, confundiéndolo con los ropajes imaginarios del pecado.

La razón nos lleva a recuperar el poder de la mente y sobre todo a reorientar el ejercicio de su uso, enseñándonos que podemos elegir crear a imagen y semejanza de nuestro Creador, es decir, utilizando la fuerza creadora del amor.

4. La locura es un ataque contra la razón que la expulsa de la mente, y ocupa su lugar. 2La razón no ataca, sino que, callada­mente, ocupa el lugar de la locura y la reemplaza si los dementes deciden escucharla. 3Pero los dementes no conocen su propia voluntad, pues creen ver el cuerpo, y permiten que su propia locura les diga que éste es real. 4La razón sería incapaz de eso. 5si tú defiendes el cuerpo en contra de tu razón, no entenderás lo que es cuerpo ni lo que eres tú.

Podemos renombrar la locura y llamarla sinrazón, pues en verdad los pensamientos a los que da lugar la locura son pensamientos que carecen de razón. Es la carencia de la razón, es decir, es la carencia de amor, lo que propicia que nuestros pensamientos nos lleven a creer en la separación. Si nuestro poder mental nos muestra un mundo diferente al de Dios, nos lleva a creer que lo real es lo que estamos percibiendo, que otro mundo puede sustituir al anterior, pues así lo estamos percibiendo. Sin embargo, en esta ecuación estamos olvidando algo esencial: estamos olvidando que los fabricantes de ese mundo somos nosotros mismos, al elegir ver lo que deseamos ver.

Si el deseo de ser especial es lo que moviliza nuestra voluntad creadora, lo que estamos haciendo es hacer real ese deseo especial, lo que nos muestra un mundo individual, manifestándose a través de cuerpos separados con los cuales nos identificamos. Lo tangible sustituye a lo invisible. El cuerpo adquiere el protagonismo de la mente y del espíritu. El miedo sustituye al amor y la sinrazón ocupa el lugar de la razón.

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