martes, 29 de julio de 2025

Capítulo 22. I. El mensaje de la relación santa (3ª parte).

I. El mensaje de la relación santa (3ª parte).

6. De todos los mensajes que has recibido y que no has enten­dido, sólo este curso está al alcance de tu entendimiento y puede ser entendido. 2Éste es tu idioma. 3Aún no lo entiendes porque tu comunicación es todavía como la de un bebé. 4No se puede dar credibilidad a los balbuceos de un bebé ni a lo que oye, ya que los sonidos tienen un significado diferente para él, según la ocasión. 5ni los sonidos que oye ni las cosas que ve son aún estables. 6Pero lo que oye y todavía no comprende será algún día su len­gua materna, a través de la cual se comunicará con los que le rodean y ellos con él. 7Y esos seres extraños y cambiantes que se mueven a su alrededor serán quienes lo consuelen, y él recono­cerá su hogar y los verá allí junto con él.

Jesús me admira una vez más con dos mensajes que resuenan en mi alma. Por un lado, nos informa de la credibilidad del curso que estamos estudiando y nos dice que está al alcance de nuestro entendimiento y puede ser atendido. 

El texto de Un Curso de Milagros, llegó a mis manos de forma providencial. Fue un regalo de una amiga que, en gratitud por los servicios que le había prestado, quiso compensármelo ofreciéndome la posibilidad de elegir varios libros. Recuerdo que invoqué a mi ser espiritual para que guiara mi mano hacia los libros que me ofrecieron escoger. Uno de ellos fue el texto mencionado. Durante un tiempo hizo compañía a otros libros que aguardaban su vez para ser leídos. Por entonces era un "devorador" de libros. Cuando le tocó su turno al Curso de Milagros, ya no pude dejar de estudiarlo con un propósito cada vez más intenso y que ganó todo mi interés hasta que me dije: "Esto es lo que buscaba".

El otro mensaje que me ha resonado en el alma es la similitud que establece Jesús con el proceso de entendimiento de un bebé y nuestro estado actual para alcanzar el nivel de entendimiento de los mensajes que este Curso nos ofrece. En este sentido, conozco muchos casos en los que los estudiantes manifiestan dificultad para entender el contenido del Texto, sobre todo aquellos en los que se ocupa de temas con un trasfondo metafísico.

Me siento afortunado al contar con cierto recorrido en lo concerniente al estudio de la metafísica y temas esotéricos. Ello me ha permitido comprender con mayor facilidad los mensajes que contiene el Curso y me ha motivado a compartir con los demás mis puntos de vista, tratando en todo momento de aplicar un método didáctico en mis aportaciones al objeto de facilitar el entendimiento del Curso. Esta labor la hago desde el corazón y totalmente desinteresada. Ya he cubierto el recorrido del estudio del Libro de Ejercicios y ahora lo estoy haciendo con el Texto.

7. Así es como renace en cada relación santa la capacidad de comunicar en vez de la de separar. 2Mas una relación santa, que apenas acaba de renacer de una relación no santa, y que, sin embargo, es más antigua que la vieja ilusión que acaba de reem­plazar, es como un bebé que ahora renaciera. 3Pero con este bebé se te devuelve la visión, ya que te hablará en un idioma que podrás entender. 4Este bebé no se nutre de "aquello otro" que tú creías ser. 5No fue dado ahí, ni tampoco fue recibido por nada excepto por ti mismo. 6Pues no es posible que dos hermanos se puedan unir, excepto a través de Cristo, Cuya visión los ve como uno.

Este punto nos aclara que la unión de dos hermanos tan sólo es posible al nivel de la consciencia crística, cuya visión es la unidad que prevalece en el Cielo, en el Reino de Dios. Ese es el verdadero significado de la relación santa, la cual va más allá de la unión de los cuerpos, lo cual no es real. Son las mentes las que se pueden unir, pues la unidad pertenece al mundo real y responde a la verdad, pues tan sólo la unidad es eterna. 

Pasar de una relación no santa a una relación santa ha de llevarnos a la verdad que acabamos de compartir. No es a través de la relación de los cuerpos, el símbolo del ego, que conseguiremos elevar la condición de la relación de no santa a santa, sino la comunión de nuestras mentes.

8Santo hermano mío, piensa en lo que se te ha dado. 2Este infante te explicará lo que no entiendes y te lo presentará de una manera muy clara. 3Pues su idioma no será una lengua extraña. 4Él no necesitará ningún intérprete para comunicarse contigo, pues fuiste tú quien le enseñó lo que sabe debido a que tú lo sabías. 5Él no habría podido acudir a nadie excepto a ti, nunca a "aquello otro". 6Donde Cristo ha entrado nadie está solo, pues Él nunca podría encontrar Su morada entre los que creen estar separados. 7Mas Él tiene que renacer en Su hogar de antaño -tan aparentemente nuevo, y, sin embargo, tan inmemorial como Él- como un pequeño recién llegado que depende de la santidad de tu relación para sobrevivir.

El despertar de la conciencia a la visión crística transformará nuestra percepción, llevándonos a deshacernos de nuestras viejas y caducas creencias y renaciendo a un modo nuevo de ver las cosas.

3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Juan 3:3-6).

He elegido este pasaje del Nuevo Testamento para facilitar la comprensión del significado del término renacer. Jesús aclara a Nicodemo, representante de la conciencia antigua y tradicional, que el renacimiento no se produce a nivel del ego, es decir, del cuerpo, de la carne, sino a nivel espiritual, a nivel mental.

Cuando se produce ese renacimiento, nuestra manera de ver e interpretar las cosas cambia y, desde ese momento, la creencia en la separación es sustituida por la visión crística de la unidad. Esa etapa queda simbolizada en este punto con la alusión a recibir al infante, a la conciencia nueva, que nos mostrará el lenguaje que no nos resultará extraño y para el que estamos capacitados a comprender.

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