VII. La última pregunta que queda por contestar (5ª parte).
11. El contenido de todas esas preguntas es el mismo. 2Pues cada una de ellas te pregunta si estás dispuesto a intercambiar el mundo del pecado por lo que el Espíritu Santo ve, puesto que es esto lo que el mundo del pecado niega. 3Los que ven el pecado, por lo tanto, están viendo la negación del mundo real. 4Sin embargo, la última pregunta suma a tu anhelo de querer ver el mundo real el deseo de permanencia, de tal forma que ese deseo se convierta en el único que tengas. 5Si contestas esta última pregunta con un "sí", añades sinceridad a las decisiones que ya has tomado con respecto a las demás. 6Pues sólo entonces habrás renunciado a la opción de poder cambiar de parecer nuevamente. 7Cuando eso deje de interesarte, las Otras preguntas quedarán perfectamente contestadas.
Al no ver el pecado en nuestra mente, tampoco lo proyectaremos hacia el exterior, lo que hará innecesario emitir juicio alguno. El mundo exterior deja de ser una amenaza donde percibimos nuestras debilidades internas. Ahora nuestra mente tiene el poder consciente para crear desde la visión holística de la unidad. Todo forma parte del Todo.
12. ¿Por qué crees que no estás seguro de que las otras preguntas hayan sido contestadas? 2¿Sería acaso necesario plantearlas con tanta frecuencia si ya se hubiesen contestado? 3Hasta que no se haya tomado la decisión final, la respuesta será a la vez un "sí" y un "no". 4Pues has contestado sin darte cuenta de que "sí' tiene que significar "que no has dicho no". 5Nadie decide en contra de su propia felicidad, pero puede hacerlo si no se da cuenta de que eso es lo que está haciendo. 6Y si él ve su felicidad como algo que cambia constantemente, es decir, ahora es esto, luego otra cosa, y más tarde una sombra elusiva que no está vinculada a nada, no podrá sino decidir en contra de ella.
Este punto viene a reforzar la idea que ya hemos analizado anteriormente. El sistema de pensamiento del ego gobierna nuestras respuestas ante lo que percibimos externamente y cree que es el cuerpo quien tiene el poder para tomar las decisiones, de ahí que lo convierta en el causante de nuestra naturaleza pecaminosa. Ese error es la causa que nos lleva a ser inconscientes en la toma de nuestras decisiones. La mente adquiere un segundo plano y, al proyectar en el exterior su contenido, lo hace fuera de nuestra conciencia, la cual se lo atribuye a los efectos percibidos por el cuerpo.
Cuando se produce un cambio en el sistema de pensamiento, bajo la guía del Espíritu Santo y la Expiación, la mente pasa a ocupar el papel estelar y el cuerpo deja de tener el protagonismo atribuido por el ego. Cuando decidimos elegir de manera consciente, la visión del mundo perceptivo cambia. Ya no se le atribuye al cuerpo el poder regente; ahora ese poder lo ejerce la mente y, si a su poder le unimos nuestra voluntad, adquirimos la facultad para crear de acuerdo a las Leyes Divinas, esto es, en base a la fuerza del Amor.
Acabo de leer un libro titulado "Deja de ser tú", escrito por el Dr. Joe Dispenza, que está inspirado en la misma línea de pensamiento recogida en este apartado de la enseñanza de Un Curso de Milagros. Os lo recomiendo. El autor ofrece una guía para transformar nuestra vida mediante el cambio consciente de nuestra mente y nuestros hábitos. Se centra en cómo las creencias, los pensamientos y las emociones moldean la realidad que experimentamos, y propone herramientas prácticas para reprogramar el subconsciente y alcanzar un estado más elevado de bienestar. Aprovecha sus amplios conocimientos del comportamiento del cerebro físico y nos aporta información sobre los últimos avances en física cuántica, para mostrarnos los efectos que ejerce el uso de nuestra mente y el inmenso poder de esta para transformar aquellos aspectos de nuestra naturaleza que nos impiden ser dueños y señores del estado de ser que nos lleva a ser felices y a vivir en paz.
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