sábado, 11 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 284

LECCIÓN 284

Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.

1. Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correcta­mente. 2El dolor es imposible.  3No hay pesar que tenga causa alguna.  4cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño.
5Esta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas.  6Más tarde se considera seria­mente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad.  7Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.  8Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.

2. Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles.  2Que mi confianza en Ti no fla­quee hoy.  3Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace feliz.

¿Qué me enseña esta lección?

La pérdida, el dolor, el pesar y el sufrimiento son reales solo para el ego, ya que forman parte de su patrón de pensamiento, de sus creencias equivocadas y de su identificación con el cuerpo físico.

Para el Espíritu, la pérdida, el dolor, el pesar y el sufrimiento son parte de la ilusión, de lo irreal. El Espíritu, cuyo Hogar está en el Cielo, no experimenta esas necesidades propias del ego. En el Mundo de Dios, no existe la escasez. En ese Mundo, todos somos Uno, y la pérdida es un concepto irreal.

Desde la perspectiva del ego, dedicamos mucho tiempo y esfuerzo a perfeccionar el cuerpo, pero prestamos muy poca atención a la mente, cuando en realidad son nuestros pensamientos los que crean nuestra realidad.

La mente actúa como un receptor de radio, donde según la frecuencia que elijamos sintonizar, podremos escuchar una cosa u otra.

Hoy he estado reflexionando sobre esta idea y observando mis pensamientos. Según la frecuencia que elegía, podía percibir las cosas de una forma u otra. Si optaba por la frecuencia del ego, al mirar a mi alrededor solo veía las formas externas de los demás y no podía evitar emitir juicios sobre lo que observaba. En cambio, si decidía sintonizar con la frecuencia del Espíritu, mi perspectiva cambiaba por completo y veía en los demás mi propio reflejo.

Sé que mantener la atención y sintonizar con la alta frecuencia del Espíritu en todo momento es, por ahora, un propósito. Sin embargo, creo que con práctica constante llegará el día en que se convierta en parte natural de mi visión cotidiana. 

Ejemplo-Guía: "¿Qué frecuencia sintoniza nuestra mente?"

Esta pregunta se parece mucho a la que ya discutimos cuando reflexionábamos sobre la "voz" que escuchamos. Es simplemente otra forma de abordar el mismo tema, así que no me explayaré demasiado.

Si nuestra mente sintoniza en la frecuencia del "radio ego" o "radio separación", nuestro sistema de pensamiento nos hará creer que el cuerpo puede darnos placer. En este contexto, el Curso nos recuerda que, si creemos esto, también pensaremos que el cuerpo puede causarnos dolor. Esto no se debe a que Dios nos castigue, sino porque al buscar placer fuera de nosotros mismos, ¿qué estamos haciendo realmente? Una vez más, elegimos sustituir a Dios, lo que implica que estamos repitiendo el error original de creer que estábamos separados de Él, ese momento en el que pensamos: "El Cielo no es suficiente, quiero algo más".

La frecuencia "radio ego" nos mantiene cautivados con una sintonía similar a un sueño, donde nuestra conciencia se identifica con cada uno de los personajes que aparecen en lo soñado. Es un sueño tan profundo y real que logramos percibir, a través de los sentidos, la presencia de todos los actores que llenan de historias este sueño.

En los sueños experimentamos una amplia gama de emociones. Algunas nos producen placer y otras dolor, aunque la mayoría de las veces nuestra conciencia no se reconoce como la única fuente de estas experiencias. En su lugar, proyecta su contenido interno hacia el exterior, atribuyendo esas sensaciones a agentes externos que considera responsables de ellas.

En los sueños nocturnos encontramos un reflejo claro de la dinámica que vivimos en el sueño de la vida. Seguramente has experimentado sueños tan vívidos que, al despertar, sientes que realmente los viviste. Tanto es así que lo sucedido en el sueño puede influir en tu estado de ánimo, condicionado por la experiencia ilusoria que parecías haber vivido.

Si alguien cuestionara la realidad de esa experiencia, no le prestarías atención. Sin embargo, si lo piensas con calma, las escenas que surgen en tu mente durante ese sueño nocturno no forman parte de tu realidad, o mejor dicho, de tu sueño de vida. Aun así, eso no cambia el hecho de que te hayan influido intensamente sus sensaciones.

Así, cuando nos conectamos a la frecuencia "radio ego", estamos viviendo un sueño donde todo lo que sucede lo hacemos realidad, incluyendo el dolor, la enfermedad y la temida muerte. Podemos afirmar que el mundo del sueño tiene sus propias leyes, y creer en ellas nos lleva a considerar como real aquello que solo existe en nuestra mente. 

Es únicamente cuando elegimos el milagro y podemos decir y verdaderamente creer que “no me gobiernan otras leyes que las de Dios” (L-pl.76) que los efectos de las leyes del ego desaparecen: “Los milagros despiertan nuevamente la conciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad. Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su poder curativo” (T-1.I.20) (Kenneth Wapnick). 

Existen otras frecuencias, y yo la llamaría -por decirlo así- la "frecuencia verdadera" o la "frecuencia del Espíritu". Sintonizarla implica dejar de ser inconscientes al experimentar el sueño, lo que nos convierte en el "soñador del sueño". Este estado nos permite reconocer que el sueño no nos sueña a nosotros, sino que todo lo que vemos en él lo hemos colocado nosotros mismos.   Como dice Kenneth Wapnick, esto lo hacemos "para satisfacer uno de estos dos propósitos, para satisfacer una de estas metas; para quedarte arraigado en el sueño de la separación y el especialismo o para dar los pasos que te conducirán a que despiertes del sueño".

La práctica de esta lección, sin duda, nos invita a decidir qué frecuencia vamos a sintonizar hoy y en cada momento de nuestra vida. Mi experiencia me dice que podemos empezar "jugando" con el dolor emocional. Alguien nos desprecia y nos sentimos heridos por ello. Podemos expresarlo, reprochando su actitud, o podemos reprimirlo y dejar que crezca dentro de nosotros hasta que "engorde" tanto que nos amenace con explotar.

Si creemos que el otro, el de afuera, puede dañarnos, estamos buscando la causa donde no está. Pero si cambiamos nuestras creencias y entendemos que lo externo es una proyección de nuestra mente, entonces, al recibir un agravio, lo bendeciremos, porque nos trae el regalo necesario para hacernos conscientes de aquello que motivó el reproche. Así, llegará un momento en que nada externo podrá herirnos, ya que el daño habrá sido una herramienta para nuestro despertar.


Reflexión: ¿Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor?

8 comentarios:

  1. Que bonita explicación, la entendí muy bien, gracias.

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  2. Gracias J.J.
    Has explicado con profundidad y claridad lo que se nos olvida la mayoría de las ocasiones.
    A ser Conscientes y a ver el regalo que hay detrás de cualquier agravio .
    Bendiciones

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  3. J.J. El mensaje me ha llegado en el justo momento, tu ejercicio de sintonizar en la frecuencia correcta es la forma de reconocer en el otro nuestras proyecciones, Gracias, gracias gracias y bendiciones

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  4. Me hizo ver clara las cosas la idea de las "frecuencias de radio ego y radio Espíritu".
    Cuesta pero con la práctica algún día lo lograremos. Y como no existe el tiempo. Ese día puede ser hoy.. GRACIAS!!!

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    Respuestas
    1. Sintonizó contigo! Bendiciones y gratitud!🙏

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  5. Gracias Gracias Gracias🙏🙏🙏🙏🙏🙏

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