VII. La correspondencia entre medios y fin (1ª parte).
1. Hemos hablado mucho acerca
de las discrepancias que puede haber entre los medios y el fin, y de la
necesidad de que éstos concuerden antes de que tu relación santa pueda
brindarte únicamente dicha. 2Pero hemos dicho también que los medios
para alcanzar el objetivo del Espíritu Santo
emanarán de la misma Fuente de donde procede Su propósito. 3En vista
de lo simple y directo que es este curso, no hay nada en él que no sea consistente.
4Las aparentes inconsistencias, o las partes que te resultan más
difíciles de entender, apuntan meramente a aquellas áreas donde todavía hay
discrepancias entre los medios y el fin. 5Y esto produce un gran
desasosiego. 6Mas esto no tiene porqué ser así. 7Este curso
apenas requiere nada de ti. 8Es imposible imaginarse algo que pida
tan poco o que pueda ofrecer más.
Es posible que el contenido de este apartado nos suponga una exigencia a nuestro actual sistema de pensamiento, el cual está muy arraigado en las leyes inventadas por el ego y que nos lleva a identificarnos con el mundo de la percepción y con la creencia en que somos lo que nuestros sentidos nos muestran, es decir, un cuerpo físico.
En ese debate vital, no reparamos en utilizar los medios que sean necesarios para lograr el fin fijado. Pero nadie puede dar lo que no tiene. Si lo que tenemos es miedo, daremos miedo y lo haremos atacando el mundo que nos rodea, en un intento de asegurarnos de que en nuestra fortaleza está el éxito para evitar que el otro nos despoje de lo que tenemos.
A título de presentación, considero que es muy importante reflexionar sobre el tema que este punto nos presenta. ¿Cuál es nuestro fin y qué medios utilizamos para alcanzarlo?
2. El período de desasosiego que
sigue al cambio súbito que se produce en una relación cuando su propósito pasa
a ser la santidad en lugar del pecado, tal vez esté llegando a su fin. 2En
la
medida
en que todavía experimentes desasosiego, en esa misma medida estarás negándote
a poner los medios en manos de Aquel que cambió el propósito de la relación. 3Reconoces
que deseas alcanzar el objetivo. 4¿Cómo no ibas a estar entonces
igualmente dispuesto a aceptar los medios? 5Si no lo estás, admitamos que eres
tú el que no es consistente. 6Todo objetivo se logra a través de
ciertos medios, y si deseas lograr un objetivo tienes que estar igualmente
dispuesto a desear los medios. 7¿Cómo podría uno ser sincero y
decir: "Deseo esto por encima de todo lo demás, pero no quiero aprender
cuáles son los medios necesarios para lograrlo?"
Y así hasta agotar las fuerzas que nos han llevado a creer que la felicidad nos la otorga el poseer cuanto más mejor. Si la felicidad no se encuentra en el deseo de tener, debe encontrarse en otro lugar, lo que nos llevará a buscar otro fin, otro objetivo, a ver las cosas de otra manera, a orientar el rumbo de nuestra nave hasta otras tierras con el propósito de comenzar a vivir realmente y no a sobrevivir. Esa nueva mirada nos llevará a cambiar nuestra visión interior, a cambiar nuestra mente y a ver la luz que somos en vez de ser servidores de la oscuridad. En esa nueva andadura, ya no invitaremos a los mensajeros del ego, ya no nos dejaremos seducir por los cánticos de sirena procedentes del mundo sensorial, sino que movilizaremos nuestra voluntad para ponerla al servicio de una nueva fe basada en la visión de la unidad y del amor. A partir de ese momento tomamos conciencia de que los medios son secundarios; lo importante es el fin. Ya no deseamos poseer, sino ser, y nuestro objetivo no será la perdición, sino la salvación.
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