miércoles, 5 de junio de 2024

Capítulo 11. V. La dinámica del ego (2ª parte)

V. La dinámica del ego (2ª parte)  


7 . El ego siempre ataca en defensa de la separación. 2Al creer que tiene el poder de hacer eso no hace otra cosa, ya que su objetivo de autonomía no es otra cosa. 3El ego está totalmente confundido con respecto a la realidad, pero no pierde de vista su objetivo. 4Está mucho más alerta que tú porque está completamente seguro de su propósito. 5Tú estás confundido porque no reconoces el tuyo.

La autonomía del ego es la idea central de su sistema de pensamiento, el cual le lleva a creer que su identidad, se fortalece con la idea de tener, de poseer, pues así satisface sus necesidades y carencias. En un mundo donde imperan las leyes de lo temporal, de lo irreal, las tenencias y las posesiones, generan miedo a perderlas, lo que origina un círculo vicioso donde el sufrimiento y dolor se alternan.


8. Debes reconocer que lo que menos quiere el ego es que te des cuenta de que le tienes miedo. 2Pues si el ego pudiese producir miedo, menoscabaría tu independencia y debilitaría tu poder. 3Sin embargo, su único argumento para que le seas leal es que él puede darte poder. 4Si no fuera por esta creencia no le escucharías en absoluto. 5¿Cómo iba a poder, entonces, seguir existiendo si te die­ses cuenta de que al aceptarlo te estás empequeñeciendo y priván­dote a ti mismo de poder? 

El ego necesita el poder para afianzar su credibilidad. Es por ello, que su alimento más codiciado es ese poder. Desdotar al ego de poder es reconocer su inexistencia y eso no lo permitirá el ego, pues su único propósito es plantar batalla a la verdadera autonomía, de la que se siente dueño y señor: su propia autoría.


9. El ego puede permitirte, y de hecho lo hace, que te consideres altanero, incrédulo, frívolo, distante, superficial, insensible, des­pegado e incluso desesperado, pero no permite que te des cuenta de que realmente tienes miedo. 2Minimizar el miedo, pero no deshacerlo, es el empeño constante del ego, y es una capacidad para la cual demuestra ciertamente gran ingenio. 3¿Cómo iba a poder predicar separación a menos que la reforzase con miedo?, y, ¿seguirías escuchándole si reconocieses que eso es lo que está haciendo? 

La creencia en la separación favorece y justifica el sentir miedo. El otro es una permanente amenaza para nuestra autonomía y, por lo tanto, debo permanecer alerta para esquivar sus ataques y vencerla en justa batalla por salvaguardar nuestro poder, aquello que poseemos y creemos tener en propiedad.


10. La más seria amenaza para el ego es, pues, que te des cuenta de que cualquier cosa que parezca separarte de Dios es única­mente miedo, sea cual sea la forma en que se manifieste e inde­pendientemente de cómo el ego desee que lo experimentes: 2Su sueño de autonomía se estremece hasta su raíz cuando cobras conciencia de esto. 3Pues si bien puedes tolerar una falsa idea de independencia, no aceptarías el costo en miedo que ello supone una vez que lo reconocieses. 4Pero ése es su costo, y el ego no puede reducirlo. 5Si pasas por alto el amor estás pasándote por alto a ti mismo, y no podrás sino tener miedo de la irrealidad porque te habrás negado a ti mismo. 6Al creer que tu ataque contra la verdad ha tenido éxito, creerás que el ataque tiene poder. 7Dicho llanamente, pues, te has vuelto temeroso de ti mismo. 8Y nadie quiere encontrar lo que cree que le destruiría. 

El ego es fruto de la creencia en la separación y dicha creencia da lugar al miedo. Todo el sistema de pensamiento del ego se basa en esas creencias y sus esfuerzos van encaminado en evitar que tomemos consciencia de que nuestras elecciones están condicionadas, precisamente, por ese miedo. Busca protegerse del miedo, fabricando un sistema basado en el miedo. Para protegerme del ataque del otro, me anticipo con mi propio ataque. La negación de estar unido a Dios, proclamando su propia independencia, le aporta identidad, pero también lo hace hijo del miedo: miedo a perder; miedo a la enfermedad; miedo a la muerte; miedo al sufrimiento, etc.

 

11. Si se pudiese lograr el objetivo de autonomía del ego, el propó­sito de Dios podría ser truncado, y eso es imposible. 2Solamente aprendiendo lo que es el miedo puedes por fin aprender a distin­guir lo posible de lo imposible y lo falso de lo verdadero. 3De acuerdo con las enseñanzas del ego, su objetivo se puede lograr, pero el propósito de Dios no. 4De acuerdo con las enseñanzas del Espíritu Santo, únicamente el propósito de Dios se puede lograr, y ya se ha logrado. 

Cuando se despierta de una pesadilla, estamos en condiciones de aprender a distinguir entre lo ilusorio y lo real. Nos diremos, cuan equivocados habíamos estado al percibir como real las escenas vividas en sueño.

 

12. Dios depende de ti tanto como tú de Él porque Su Autonomía incluye la tuya, y, por lo tanto, está incompleta sin ella. 2Sólo puedes establecer tu autonomía identificándote con Él y llevando a cabo tu función tal como es en verdad. 3El ego cree que alcanzar su objetivo es la felicidad. 4Pero te ha sido dado conocer que la función de Dios es la tuya y que la felicidad no se puede encon­trar aparte de vuestra Voluntad conjunta. 5Reconoce únicamente que el objetivo del ego, que tan diligentemente has perseguido, no te ha aportado más que miedo, y se hará muy difícil mantener que el miedo es felicidad. 6Respaldado por el miedo, esto es lo que el ego quiere que creas. 7Pero el Hijo de Dios no está loco y no lo puede creer. 8De reconocer esto, no lo aceptaría, 9pues sólo un loco elegiría el miedo en lugar del amor, y sólo un loco podría creer que atacando es cómo se alcanza el amor. 10Pero el que ha sanado se da cuenta de que sólo el ataque, del que el Amor de Dios le protege completamente, puede producir miedo. 

El ego cree que alcanzar su objetivo es la felicidad. Sin embargo, el costo de ese logro es el miedo. Aquello que no goce de la seguridad que aporta el Amor, será mantenido por el uso demente del miedo. Todo el sistema de creencias del ego se fundamenta en el miedo. Buscamos el amor en el otro, cuando en verdad lo que buscamos es poseerlo para de este modo no sentirnos solos. Nuestro miedo a perder al ser que creemos amar, nos impide gozar de la felicidad que aporta el verdadero Amor.

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