martes, 2 de abril de 2024

Capítulo 5. VI. El tiempo y la eternidad

VI. El tiempo y la eternidad

1. Dios en Su conocimiento no está esperando, pero a Su Reino le falta algo mientras esperes. 2Todos los Hijos de Dios están esperando tu retorno, tal como tú estás esperando el suyo. 3En la eter­nidad las demoras no importan, pero en el tiempo son ciertamente trágicas. 4Has elegido estar en el tiempo en vez de en la eternidad, y, por consiguiente, crees estar en el tiempo. 5Sin embargo, tu elección es a la vez libre y modificable. 6No te corresponde estar en el tiempo. 7Te corresponde estar únicamente en la eternidad, donde Dios Mismo te ubicó para siempre.

Lo hemos visto en anteriores puntos. La importancia de la elección, de la orientación de nuestra voluntad, es el principal determinante de nuestras creencias. Si nos encontramos en el mundo temporal, la razón de ello debemos buscarla en la orientación de nuestro principio motor, la voluntad, la cual se ha puesto al servicio del deseo de ser especial, de crear un mundo diferente al de Dios. Elegir el mundo temporal es el principio fundamental en el que se ampara el sistema de pensamiento del ego.

Pero este punto, es muy claro y enriquecedor. Primero, nos enseña que tenemos plena libertad para elegir y, por lo tanto, para modificar esa creencia. En segundo lugar, nos revela que no nos corresponde estar en el tiempo, y, esto es así, dado que nuestra identidad verdadera no es el ego, sino el Espíritu.

2. Los sentimientos de culpabilidad son los que perpetúan el tiempo. 2Inducen miedo a las represalias o al abandono, garanti­zando así que el futuro sea igual que el pasado. 3En esto consiste la continuidad del ego, 4la cual le proporciona una falsa sensación de seguridad al creer que tú no puedes escaparte de ella. 5Pero no sólo puedes, sino que tienes que hacerlo. 6Dios te ofrece a cambio la continuidad de la eternidad. 7Cuando te decidas a hacer este intercambio, reemplazarás simultáneamente la culpabilidad por la dicha, la crueldad por el amor y el dolor por la paz. 8Mi papel consiste únicamente en desatar las cadenas que aprisionan tu voluntad y liberarla. 9Tu ego no puede aceptar esta libertad, y se opondrá a ella siempre que pueda y en cualquier forma que pueda. 10Y puesto que tú eres su hacedor, reconoces lo que él puede hacer, pues le conferiste el poder de hacerlo.­

Una elección errónea, da lugar al sentimiento de culpabilidad, en el cual se
esconde el temor al castigo, a la represalia, lo que hace que se genere un círculo vicioso en el que la ley causa y efecto adquiere un especial protagonismo.

Tan sólo el perdón, la expresión de amor más elevada que podemos percibir en el mundo temporal, se convierte en el correctivo que pondrá fin a esa secuencia temporal que se nos antoja interminable.

Como bien expresa Jesús a través de este párrafo, tan sólo tenemos que liberar la fuerza de la voluntad para poder ejercer nuestra acción creadora, eligiendo la eternidad. Dicho de otro modo, cuando elegimos Amar, la eternidad es nuestro hogar.

3. Acuérdate siempre del Reino, y recuerda que tú que formas parte de él, jamás te puedes perder. 2La Mente que estaba en mí está en ti, pues Dios crea con absoluta imparcialidad. 3Deja que el Espíritu Santo te recuerde siempre Su imparcialidad, y déjame enseñarte cómo compartirla con tus hermanos. 4¿De qué otra manera sino se te puede brindar la oportunidad de reivindicarla para ti mismo? 5Ambas voces hablan simultáneamente en favor de diferentes interpretaciones de una misma cosa, o casi simultá­neamente, pues el ego siempre habla primero. 6Las interpretacio­nes que representan la otra alternativa no se hicieron necesarias hasta que se concibió la primera de ellas.

La lucidez del Espíritu Santo, unida a la dicha del Amor de Jesús, han de conducirnos a gozar de la Paz del Reino, nuestra verdadera Morada. El Espíritu Santo es imparcial, por lo que no responde bajo el clamor de la represalia y el castigo. La separación deja caer su velo, cuando elegimos libremente sustituir el miedo por el amor. De este modo, la visión dividida que nos lleva a percibir al otro como nuestro enemigo, da paso a la No Dualidad, a la Unicidad.

4. El ego dicta sentencia y el Espíritu Santo revoca sus decisiones, en forma similar a como en este mundo un tribunal supremo tiene la potestad de revocar las decisiones de un tribunal inferior. 2Las decisiones del ego son siempre erróneas porque están basa­das en el error para cuya defensa, se tomaron. 3El ego no interpreta correctamente nada de lo que percibe. 4No sólo cita las Escrituras para defender su causa, sino que incluso las interpreta como testigos a su favor. 5A juicio del ego, la Biblia es algo temi­ble. 6Al percibirla como algo temible la interpreta con miedo. 7Al sentir miedo, no apelas al Tribunal Supremo porque crees que también fallaría en tu contra.

Lo hemos visto anteriormente. El ego fundamenta su poder con la única intención de perpetuarse a sí mismo, por lo que basa todas sus iniciativas en el miedo, en la separación, en el castigo y en la temporalidad. 

En cambio, el Espíritu Santo, a través de la Expiación, nos lleva a corregir los errores causados por el ego. Si el ego, se hace fuerte en lo temporal utilizando la culpa como respuesta a la falsa creencia en que ha creado un mundo distinto al de Dios, el Espíritu Santo, nos enseña que para retornar a nuestra Esencia Primordial no es necesario perpetuar el error de creernos separados de nuestros hermanos.

5. Existen muchos ejemplos que muestran la forma en que las interpretaciones del ego son engañosas, pero con unos pocos bas­tará para mostrar cómo el Espíritu Santo puede reinterpretarlas bajo Su Propia Luz.

6. Para el Espíritu Santo, "Lo que el hombre sembrare, eso cose­chará" quiere decir que lo que consideres digno de ser cultivado lo cultivarás en ti mismo. 2Considerar que algo es valioso es lo que lo hace valioso para, ti.

El sistema de pensamiento del ego, nos ha llevado a interpretar esta sentencia como el justificante de ser merecedores del sufrimiento si nuestras acciones nos han llevado a sembrar dolor. Será lo externo, el mundo que ha fabricado, el que le devolverá el fruto de lo sembrado.

En cambio, desde la visión del Espíritu Santo, no existe un afuera, pues todos formamos partes de la creación del Hijo de Dios. Por lo tanto, lo que sembremos lo cosecharemos en nuestro interior y no tendremos necesidad de que nada externo nos lo "recuerde". 

7. "Mía es la venganza, dice el Señor", puede reinterpretarse fácil­mente si recuerdas que las ideas se expanden sólo al compartirse. 2La aseveración subraya el hecho de que la venganza no se puede compartir. 3Dásela, por lo tanto, al Espíritu Santo, Quien te librará de ella; puesto que no le corresponde estar en tu mente, la cual forma parte de Dios.

Si la venganza fuese un pensamiento divino, estaría justificada su expansión para así mismo conservarla. Pero, tal pensamiento carece de la vibración del amor, por lo que intentar expandirla no puede formar parte de la Mente de Dios.

El papel del Espíritu Santo y la Expiación como medida correctora, tiene como principal misión, elevar nuestra percepción falsa a un estado de percepción verdadera. Esto quiere decir, que el Espíritu Santo debe adaptar el Conocimiento al nivel del mundo perceptivo, lo que le llevará a recibir los impulsos destructivos con el único propósito de reconducirlos hasta convertirlos en impulsos creativos.

8. De acuerdo con la interpretación del ego, "Castigaré los peca­dos de los padres hasta la tercera y cuarta generación" es una ase­veración especialmente cruel. 2Se convierte simplemente en un intento por parte del ego de garantizar su propia supervivencia. 3Para el Espíritu Santo, la frase significa que en las generaciones posteriores Él todavía podrá reinterpretar lo que las genera­ciones previas habían entendido mal, anulando así la capacidad de dichos pensamientos para suscitar miedo.

En la misma línea de pensamiento expuesta en el punto anterior, el Espíritu Santo, bajo los efectos de la temporalidad, utilizará esa percepción transitoria para despertar la conciencia divisoria y la elevará hacia un estado en el que comprenda el origen del error, condición esencial para corregirlo definitivamente.

9. "Los impíos perecerán" se convierte en una declaración de Expiación, si se entiende la palabra "perecerán" con el signifi­cado de "serán des-hechos". 2Todos los pensamientos no amoro­sos tienen que ser des-hechos, palabra ésta que el ego ni siquiera puede entender. 3Para el ego, deshacer significa destruir. 4El ego no será destruido porque forma parte de tu pensamiento, pero como no es creativo, y es, por consiguiente, incapaz de compartir, será reinterpretado de otra manera para así liberarte del miedo. 5La parte de la mente que le diste al ego regresará simplemente al Reino, donde a toda ella le corresponde estar. 6Puedes demorar la compleción del Reino, pero no puedes introducir el concepto de miedo en él.

Que el Espíritu Santo tome el timón de nuestra mente, nos llevará a estados diferentes de consciencia, los cuales se caracterizarán por la calidad de nuestras elecciones, que serán dirigidas por una sólida voluntad guiada por el único propósito de ser un portador del amor.

10. No tienes por qué temer que el Tribunal Supremo te vaya a condenar. 2Éste simplemente declarará sin lugar el caso contra ti. 3No puede haber caso contra un Hijo de Dios, y todo testigo que da fe de la culpabilidad de las creaciones de Dios está levantando falso testimonio contra Dios Mismo. 4Apela jubilosamente todo lo que creas al Propio Tribunal Supremo de Dios, ya que éste habla por Él, y, por consiguiente, lo que afirma es la verdad. 5Declarará sin lugar el caso contra ti, no importa cuán cuidadosamente lo hayas preparado. 6Lo podrás haber planeado a prueba de todo, pero no está a prueba de Dios. 7El Espíritu Santo no le dará audiencia, pues El sólo puede dar testimonio de la verdad. 8Su veredicto será siempre: "Tuyo es el Reino", porque el Espíritu Santo te fue dado para recordarte lo que eres.

Jesús, utiliza terminologías de la jurisprudencia para revelarnos que las leyes que rigen en la tierra, no tienen valía alguna en el Orden Celestial, donde rigen tan sólo la Ley Suprema del Amor. Donde existe el verdadero Amor, el miedo no tiene cabida, es una ilusión, como lo es la falsa creencia en que estamos separados de Dios y Su Creación.

11. Cuando dije: "Yo he venido como una luz al mundo", lo que quise decir fue que vine a compartir la luz contigo. 2Recuerda mi referencia al espejo tenebroso del ego, y recuerda también que dije: "No mires ahí". 3Todavía sigue siendo cierto que es a ti a quien le corresponde decidir dónde has de buscar para encon­trarte a ti mismo. 4La paciencia que tengas con tu hermano es la misma paciencia que tendrás contigo mismo. 5¿No es acaso digno un Hijo de Dios de que se tenga paciencia con él? 6He tenido infinita paciencia contigo porque mi voluntad es la Voluntad de nuestro Padre, de Quien aprendí lo que es la paciencia infinita. 7Su Voz estaba en mí tal como está en ti, exhortándonos a tener paciencia con la Filiación en Nombre de su Creador.

Compartir la Luz, es compartir la capacidad de comprender a nuestro Creador y a la Creación. Compartir la Luz de Cristo nos capacita para responder desde el Amor y dejar de visionar el falso rostro del ego. 

La paciencia, no es un acto pasivo, sino todo lo contrario, es la proyección de la voluntad con el propósito de compartir la luz con aquellos que se encuentran en la oscuridad pasajera. La paciencia está preñada de luz, en la medida en que "juzga" desde la comprensión del Espíritu Santo. 

12. Ahora debes aprender que sólo la paciencia infinita produce resultados inmediatos. 2Así es como el tiempo se intercambia por la eternidad. 3La paciencia infinita recurre al amor infinito, y, al producir resultados ahora hace que el tiempo se haga innecesario. 4Hemos dicho repetidamente que el tiempo es un recurso de aprendizaje que será abolido cuando ya no sea necesario. 5El Espí­ritu Santo, que habla en favor de Dios en el tiempo, sabe también que el tiempo no tiene sentido. 6Él te recuerda esto en todo momento porque Su función especial consiste en conducirte de regreso a la eternidad y permanecer allí para bendecir tus creacio­nes. 7El es la única bendición que realmente puedes dar, pues es verdaderamente bendito. 8Puesto que Dios te dio el Espíritu Santo libremente, tienes que darlo tal como lo recibiste.

Ser portador de luz, es posible gracias a que elegimos al Espíritu Santo, en vez de al ego. Ser portador de luz, significa ser portador de la infinita paciencia a la que se refiere este punto. ser portador de luz, es compartir la esencia del Amor y dejar de seguir alimentando la falsa creencia en el miedo. 

El tiempo adquiere significado para nosotros,  si damos cabida en nuestra mente a la idea de que podemos atacar a Dios en un acto de crear un mundo diferente al Suyo, lo que despierta en nuestra percepción la falsa creencia en la culpabilidad y la ineludible exigencia a ser castigado como vía de redención.

En la medida en que vibramos a la luz, al amor y promovemos la paciencia, el tiempo, deja de tener sentido, pues habremos aceptado lo que realmente somos: Espíritus Eternos.

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