miércoles, 20 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 325


LECCIÓN 325
 
Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.

1. Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. 2A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. 3Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. 4De deseos dementes nace un mundo demente, 5y de juicios, un mundo condenado. 6De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.

2. Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. 2Déjame contem­plar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que estable­cen la verdad.


¿Qué me enseña esta lección? 

La Voluntad es el Principio más elevado de la Divinidad. Todo encuentra su causa en un acto de voluntad. Se trata de un impulso vital, no definido, pero que encierra potencialmente el contenido de los efectos que va a crear.

El Hijo de Dios es portador de ese Atributo Divino. En este sentido, podemos asegurar que el Hijo de Dios tiene el poder de utilizar la voluntad, bien para crear, bien para fabricar. La diferencia de crear y fabricar radica en la dirección que demos al impulso motor de todo acto creador.

Si nuestra voluntad sirve a la unidad y al amor, entonces nuestra acción dará lugar a un acto de expansión, a un acto creador, que irá impregnado de la esencia de la eternidad.

Si nuestra voluntad sirve a la separación y al miedo, entonces nuestra acción dará lugar a la fabricación de una realidad ilusoria y temporal.

La voluntad que sirve al Amor y a la Unidad nos lleva a la Salvación. Cuando actuamos de este modo, estamos haciendo la Voluntad del Padre, pues estamos extendiendo la esencia primordial del Amor.

La voluntad que sirve al miedo y al pecado nos lleva al castigo, al dolor, al sufrimiento. Cuando actuamos de este modo, estamos fabricando un mundo que no es real, pues no está sustentado por la Verdad.

Todo aquello que no es verdad, no es real.

En el mundo que hemos fabricado, la percepción más correcta es la que nos lleva a perdonar. El perdón corrige la causa que dio origen a la creencia en el pecado y deshace el efecto de la culpa y del castigo.

Ejemplo-Guía: "Lo que vemos es lo que creemos. Lo que creemos es lo que deseamos".

Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. Difícilmente se podría explicar con tanta claridad la mecánica del sistema de pensamiento sustentado por el ego. Si fuésemos conscientes, permanentemente, de esta dinámica, dejaríamos de forma inmediata de vernos como víctimas de un destino del que no nos sentimos co-partícipes, cuando en verdad, no existe un mundo fuera de nosotros que no hayamos fabricado (soñado), proyectado.
"Somos responsables de lo que vemos". Tan solo estoy citando la afirmación que da título al segundo de los apartados recogidos en el Capítulo 21 del Curso. Reconozco que la enseñanza expresada en dicho apartado es de una profunda trascendencia. Permitid que lo transcriba íntegramente:

“Hemos repetido cuán poco se te pide para que aprendas este curso. Es la misma pequeña dosis de buena voluntad que necesi­tas para que toda tu relación se transforme en dicha; el pequeño regalo que le ofreces al Espíritu Santo a cambio del cual Él te da todo, lo poco sobre lo que se basa la salvación, el pequeño cambio de mentalidad por el que la crucifixión se transforma en resurrección. Y puesto que es cierto, es tan simple que es imposible que no se entienda perfectamente. Puede ser rechazado, pero no es ambiguo. Y si decides oponerte a ello, no es porque sea incom­prensible, sino más bien porque ese pequeño costo parece ser, a tu juicio, un precio demasiado alto para pagar por la paz” (T-21.II.1:1-5).
“Esto es lo único que tienes que hacer para que se te conceda la visión, la felicidad, la liberación del dolor y el escape del pecado. Di únicamente esto, pero dilo de todo corazón y sin reservas, pues en ello radica el poder de la salvación: 

Soy responsable de lo que veo.4Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí. No te engañes por más tiempo pensando que eres impotente ante lo que se te hace. Reconoce únicamente que estabas equi­vocado, y todos los efectos de tus errores desaparecerán“ (T-21.II.2:1-7).

“Es imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos externos a él. Es imposible que él mismo no haya ele­gido las cosas que le suceden. Su poder de decisión es lo que determina cada situación en la que parece encontrarse, ya sea por casualidad o por coincidencia. Y ni las coincidencias ni las casualidades son posibles en el universo tal como Dios lo creó, fuera del cual no existe nada. Si sufres es porque decidiste que tu meta era el pecado. Si eres feliz, es porque pusiste tu poder de decisión en manos de Aquel que no puede sino decidir a favor de Dios por ti. Éste es el pequeño regalo que le ofreces al Espíritu Santo, y hasta esto Él te da para que te lo des a ti mismo. Pues mediante este regalo se te concede el poder de liberar a tu salva­dor para que él a su vez te pueda dar la salvación a ti” (T-21.II.3:1-8).

“No resientas tener que dar esta pequeña ofrenda, pues si no la das seguirás viendo el mundo tal como lo ves ahora. Mas si la das, todo lo que ves desaparecerá junto con él. Nunca se dio tanto a cambio de tan poco. Este intercambio se efectúa y se conserva en el instante santo. Ahí, el mundo que no deseas se lleva ante el que sí deseas. Y el mundo que sí deseas se te con­cede, puesto que lo deseas. Mas para que esto tenga lugar, debes primero reconocer el poder de tu deseo. Tienes que aceptar su fuerza, no su debilidad. Tienes que percibir que lo que es tan poderoso como para construir todo un mundo puede también abandonarlo, y puede asimismo aceptar corrección si está dis­puesto a reconocer que estaba equivocado” (T-21.II.4:1-10).
“El mundo que ves no es sino el testigo fútil de que tenías razón. Es un testigo demente. Tú le enseñaste cuál tenía que ser su testimonio, y cuando te lo repitió, lo escuchaste y te conven­ciste a ti mismo de que lo que decía haber visto era verdad. Has sido tú quien se ha causado todo esto a sí mismo. Sólo con que comprendieses esto, comprenderías también cuán circular es el razonamiento en que se basa tu "visión". Eso no fue algo que se te dio. Ése fue el regalo que tú te hiciste a ti mismo y que le hiciste a tu hermano. Accede, entonces, a que se le quite y a que sea reemplazado por la verdad. Y a medida que observes el cam­bio que tiene lugar en él, se te concederá poder verlo en ti mismo” (T-21.II.5:1-9).
“Tal vez no veas la necesidad de hacer esta pequeña ofrenda. Si ése es el caso, examina más detenidamente lo que dicha ofrenda representa. Y no veas en ella otra cosa que el absoluto intercam­bio de la separación por la salvación. El ego no es más que la idea de que es posible que al Hijo de Dios le puedan suceder cosas en contra de su voluntad, y, por ende, en contra de la Voluntad de su Creador, la cual no puede estar separada de la suya. Con esta idea fue con lo que el Hijo de Dios reemplazó su voluntad, en rebelión demente contra lo que no puede sino ser eterno. Dicha idea es la declaración de que él puede privar a Dios de Su poder y quedarse con él para sí mismo, privándose de este modo de lo que Dios dispuso para él. Y es esta descabellada idea la que has entronado en tus altares y a la que rindes culto. Y todo lo que supone una amenaza para ella parece atacar tu fe, pues en ella es donde la has depositado. No pienses que te falta fe, pues tu creencia y confianza en dicha idea son ciertamente firmes” (T-21.II.6:1-9).
“El Espíritu Santo puede hacer que tengas fe en la santidad, y darte visión para que la puedas ver fácilmente. Mas no has dejado libre y despejado el altar donde a estos dones les corres­ponde estar. Y donde ellos debieran estar has colocado tus ído­los, los cuales has consagrado a otra cosa. A esa otra "voluntad" que parece decirte lo que ha de ocurrir, le confieres realidad. Por lo tanto, aquello que te demostraría lo contrario no puede por menos que parecerte irreal. Lo único que se te pide es que le hagas sitio a la verdad. No se te pide que inventes o que hagas lo que está más allá de tu entendimiento. Lo único que se te pide es que dejes entrar a la verdad, que ceses de interferir en lo que ha de acontecer de por sí y que reconozcas nuevamente la presencia de lo que creíste haber desechado” (T-21.II.7:1-8).
“Accede, aunque sólo sea por un instante, a dejar tus altares libres de lo que habías depositado en ellos, y no podrás sino ver lo que realmente se encuentra allí. El instante santo no es un instante de creación, sino de reconocimiento. Pues el reconoci­miento procede de la visión y de la suspensión de todo juicio. Sólo entonces es posible mirar dentro de uno mismo y ver lo que no puede sino estar allí, claramente a la vista y completamente independiente de cualquier inferencia o juicio. Deshacer no es tu función, pero sí depende de ti el que le des la bienvenida o no. La fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea” (T-21.II.8:1-6).
“Ya hemos dicho que hacerse ilusiones es la manera en que el ego lidia con lo que desea para tratar de convertirlo en realidad. No hay mejor demostración del poder del deseo, y, por ende, de la fe, para hacer, que sus objetivos parezcan reales y posibles. La fe en lo irreal conduce a que se tengan que hacer ajustes en la realidad. para que se amolde al objetivo de la locura. El objetivo del pecado induce a la percepción de un mundo temible para justificar su propósito. Verás aquello que desees ver. Y si la rea­lidad de lo que ves es falsa, lo defenderás no dándote cuenta de todos los ajustes que has tenido que hacer para que ello sea como lo ves” (T-21.II.9:1-6).
“Cuando se niega la visión, la confusión entre causa y efecto es inevitable. El propósito ahora es mantener la causa oculta del efecto y hacer que el efecto parezca ser la causa. Esta aparente autonomía del efecto permite que se le considere algo inde­pendiente, y capaz de ser la causa de los sucesos y sentimientos que su hacedor cree que el efecto suscita. Anteriormente habla­mos de tu deseo de crear a tu propio creador, y de ser el padre y no el hijo de él. Éste es el mismo deseo. El Hijo es el efecto que quiere negar a su Causa. Y así, él parece ser la causa y producir efectos reales. Pero lo cierto es que no puede haber efectos sin causa, y confundir ambas cosas es simplemente no entender ninguna de las dos” (T-21.II.10:1-8).
“Es tan esencial que reconozcas que tú has fabricado el mundo que ves, como que reconozcas que tú no te creaste a ti mismo. Pues se trata del mismo error. Nada que tu Creador no haya crea­do puede ejercer influencia alguna sobre ti. Y si crees que lo que hiciste puede dictarte lo que debes ver y sentir, y tienes fe en que puede hacerlo, estás negando a tu Creador y creyendo que tú te hiciste a ti mismo. Pues si crees que el mundo que construiste tiene el poder de hacer de ti lo que se le antoje, estás confun­diendo Padre e Hijo, Fuente y efecto” (T-21.II.11:1-5).
“Las creaciones del Hijo son semejantes a las de su Padre. Mas al crearlas, el Hijo no se engaña a sí mismo pensando que él es independiente de su Fuente. Su unión con Ella es la Fuente de su capacidad para crear. Aparte de esto no tiene poder para crear, y lo que hace no significa nada, no altera nada en la creación, depende enteramente de la locura de su hacedor y ni siquiera podría servir para justificarla. Tu hermano cree que él fabricó el mundo junto contigo. De este modo, niega la creación, y cree, al igual que tú, que el mundo que fabricó lo engendró a él. De éste modo, niega haberlo fabricado” (T-21.II.12:1-9).
“Mas la verdad es que tanto tú como él fuisteis creados por un Padre amoroso, que os creó juntos y como uno solo. Ve lo que "prueba" lo contrario, y estarás negando toda tu realidad. Reco­noce en cambio que fuiste tú quien fabricó todo lo que aparente­mente se interpone entre tú y tu hermano y os mantiene separados al uno del otro, y a los dos de vuestro Padre, y tu instante de liberación habrá llegado. Todos los efectos de eso que hiciste desaparecerán porque su fuente se habrá puesto al descubierto. La aparente autonomía de su fuente es lo que te mantiene prisionero. Ése es el mismo error que pensar que eres inde­pendiente de la Fuente mediante la cual fuiste creado, y que nunca has abandonado” (T-21.II.13:1-6).
Se puede concluir que es el momento de elegir. Podemos seguir soñando, sin tomar consciencia de que somos los soñadores, lo que nos llevará a experimentar permanentes pesadillas o, por lo contrario, podemos seguir soñando, tomando plena consciencia de que somos los hacedores del sueño, lo que nos permitirá elegir soñar sueños felices. 

Reflexión: Elige: ¿estar dormido o despierto?

19 comentarios:

  1. Gracias, que hermisa lección y cuanto me he nutrido de ella. Bendiciones y gracias una vez más por este aporte tan importante

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  2. Graciasss Juan José!!
    Maravillosa lección y excelente mensaje!!
    🤗

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  3. Extraordinario, me parece un resumen invaluable del curso.

    Gracias

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  4. Hermosa lección, y la manera que la explica despeja cualquier duda que aún pudiera aunque sea por momentos existir. Gracias Gracias Gracias

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  5. MUCHAS GRACIAS ETERNAMENTE, ESTA PAGINA SE HA CONVERTIDO EN OBLIGADO PUNTO DE REFERENCIA, TAMBIEN BENDICIONES ILIMITADAS Y ETERNAS.

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  6. Espíritu Santo,conducenos del Error a la Verdad,del miedo al Amor,del la Ignorancia al Perdón.....Amén🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏

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  7. Somos Instrumentos tuyos en Este Mundo....hágase Siempre tu Santa y Verdadera Voluntad....Amén🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏

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  8. Haz de tu lo que Quieras a través de mi...Amen🙏🙏🙏🙏🙏🙏✨✨✨✨✨✨🤍🤍🤍🤍🤍🤍💙💙💙💙💙💙💙

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  9. Gracias infinitas, Juan Jose. Amor y bendiciones. ❤❤❤

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