II. La impecabilidad de tu hermano (2ª parte).
4. La razón te diría que la única manera de escaparte del sufrimiento es reconociéndolo y tomando el camino opuesto. 2Toda verdad es lo mismo y todo sufrimiento es lo mismo también, pero ambos son diferentes entre sí desde cualquier punto de vista, en toda circunstancia y sin excepción. 3Creer que puede haber una sola excepción es confundir lo que es lo mismo con lo que es diferente. 4Una sola ilusión que se abrigue y se defienda contra la verdad priva a ésta de todo significado y hace que todas las ilusiones sean reales. 5Tal es el poder de la creencia, 6la cual es incapaz de transigir. 7Y la fe en la inocencia sería fe en el pecado si la creencia excluyera una sola cosa viviente y le negase la bendición de su perdón.
La Expiación nos guía para recordar nuestra realidad, nuestra verdad. Es la elección de abandonar el sistema de pensamiento del ego como la fuente que nos conduce a vivir en el mundo del miedo y de lo efímero, para regresar a nuestro verdadero hogar, donde la ley de la unidad y del amor nos permitirá fundirnos con el gozo de Dios.
5. Tanto la razón como el ego te dicen eso mismo, pero la interpretación que hacen de ello es completamente diferente. 2El ego te asegura ahora que es imposible que puedas ver a nadie libre de culpa. 3Y si esta manera de ver es la única que puede liberarte de la culpabilidad, entonces la creencia en el pecado no puede sino ser eterna. 4Pero la razón ve eso de otro modo, pues la razón ve que la fuente de una idea es lo que hace que ésta sea cierta o falsa. 5Esto tiene que ser así, si la idea es semejante a su fuente. 6Por lo tanto -dice la razón- si el propósito que se le asignó al Espíritu Santo fue ayudarte a escapar de la culpabilidad, y ese propósito le fue dado por Aquel para Quien nada que Su Voluntad disponga es imposible, los medios para lograr ese objetivo tienen que ser más que posibles. 7Tienen que existir y tú tienes que estar en posesión de ellos.
Me atrevería a decir que Jesús emplea el uso de la "lógica pura" para explicar el contenido de este punto. Siguiendo su ejemplo, podemos admitir que el ego es incapaz de reconocer que puede haber alguien libre de culpa. Pues de haberla, ello significaría que ha negado la identidad del ego, la cual surge tras elegir el pensamiento de ser especial. Siguiendo esta lógica, el ego fundamenta su fe en la creencia de que todos somos pecadores y, por lo tanto, no podemos estar libres de culpa.
Desde el punto de vista de la razón y dado que toda idea sigue a su fuente, la mente recta sirve al amor y a la unidad, lo que nos favorece el pensamiento de impecabilidad y de inocencia. El Espíritu Santo es la Mente Recta y se encuentra en la parte de nuestra mente que no ha olvidado la verdad y que nos lleva a reconocernos como Hijos de Dios. La visión del Espíritu Santo está libre de pecado y de culpa. Luego, la pureza y la santidad se encuentran en nuestro interior, en espera de que sea nuestra elección.
6. Esta es una etapa crucial en este curso, pues en este punto tiene que tener lugar una completa separación entre tú y el ego. 2Pues si ya dispones de los medios para dejar que el propósito del Espíritu Santo se alcance, dichos medios pueden utilizarse. 3A medida que los utilices, tu fe en ellos será cada vez mayor. 4Para el ego, sin embargo, eso es imposible, y nadie emprende lo que no ofrece ninguna esperanza de poderse lograr. 5Tú sabes que lo que
El ego no cree en la unión de las mentes, pues su visión se circunscribe al nivel de lo que percibe a través de los sentidos. Si no lo veo, si no lo percibo, no existe.
Este punto es considerado por Jesús como crucial. A lo largo de la enseñanza que estamos recibiendo, se nos ha facilitado información para facilitar la comprensión de nuestra verdadera naturaleza. Estamos capacitados para comprender que el mundo tal y como lo percibimos no nos aportará la felicidad eterna que añoramos. Ahora sabemos que dicho mundo y dicha percepción responden a un pensamiento erróneo que nos ha llevado a creer que nuestra naturaleza es pecadora. El plan de salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo lo invita a elegir de nuevo, pues todo error puede ser corregido si dirigimos nuestra mente en la dirección correcta.
Es esa la etapa crucial a la que Jesús nos hace referencia. Nos invita a elegir, sin dudas y con la certeza de que la elección que tenemos que hacer es servir a Dios y no al ego, es decir, extender el amor que somos y desechar cualquier pensamiento que alimente al miedo.
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