VI. La luz de la relación santa (1ª parte).
1. ¿Deseas la libertad del cuerpo
o la de la mente? 2Pues no puedes tener ambas. 3¿Qué
valoras más, el cuerpo o la mente? 4¿Cuál de ellos es tu objetivo? 5Pues
a uno de ellos lo ves como un medio; al otro como un fin. 6Y uno de ellos tiene que servir
al otro y dejar que predomine, realzando su importancia al disminuir la suya
propia. 7Los medios sirven al fin, y a medida que el fin se alcanza,
el valor de los medios disminuye, quedando totalmente eclipsados cuando se
reconoce que ya no tienen función alguna. 8Todo aquel que anhela la
libertad tratará de encontrarla. 9Pero la buscará donde cree que
está y donde cree que puede hallarla. 10Creerá que es igualmente
posible alcanzar o bien la libertad de la mente o bien la del cuerpo, y elegirá
a uno de ellos para que sirva al otro como medio para encontrarla.
Dichas leyes y postulados fueron reforzados por las teorías de Isaac Newton y constituyen los cimientos no sólo de la dinámica clásica, sino también de la física clásica en general. Aunque incluyen ciertas definiciones y en cierto sentido pueden verse como axiomas, Newton afirmó que estaban basadas en observaciones y experimentos cuantitativos; ciertamente no pueden derivarse a partir de otras relaciones más básicas. La demostración de su validez radica en sus predicciones. La validez de esas predicciones fue verificada en todos y cada uno de los casos durante más de dos siglos.
Gracias a las aportaciones procedentes de la física cuántica, las leyes deterministas que han prevalecido hasta ahora son puestas en entredicho cuando son estudiadas las partículas subatómicas, dando lugar a nuevas afirmaciones sobre la realidad del universo. Lo que antes era todo materia, ahora se nos presenta como probabilidades, como ondas, que tan sólo adquieren la condición material cuando son observadas y no antes.
Son avances interesantes en el rígido sistema de la física que nos invitan a abrir nuestras mentes con la intención de aceptar una percepción verdadera del universo.
El cuerpo debe ser entendido como un medio para ayudarnos a alcanzar el fin de utilizar la mente, donde se encuentra nuestro poder creativo.
Os recomiendo la lectura del libro titulado "Deja de ser tú", escrito por Joe Dispenza.
Desde el punto de vista cuántico, el universo es un infinito campo de posibilidades que se encuentra en estado potencial en espera de que nuestra elección le permita transformar su condición de onda en partícula, o lo que es lo mismo, su estado mental favorezca su percepción. El poder de la intención o el uso de la voluntad nos lleva a concentrar nuestra atención en una de esas infinitas posibilidades y, cuando esto ocurre, la elección se convierte en percepción, en nuestra realidad.
Si la mente es utilizada como un medio para alcanzar el logro de un deseo, como por ejemplo el deseo de ser especial, lo que se traduce en que ponemos nuestra atención en ser individuo separado de la fuente de la unidad, ocurrirá que percibiremos el fin perseguido, es decir, percibiremos el cuerpo.
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