lunes, 4 de agosto de 2025

Capítulo 22. II. La impecabilidad de tu hermano (3ª parte).

II. La impecabilidad de tu hermano (3ª parte).

7. No abandones a tu hermano ahora, pues vosotros que sois lo mismo no decidiréis por separado ni en forma diferente. 2Os dais el uno al otro o bien vida o bien muerte; sois cada uno el salvador del otro o su juez, y os ofrecéis refugio o condenación. 3Este curso o bien se creerá enteramente o bien no se creerá en absoluto. 4Pues es completamente cierto o completamente falso, y no puede ser creído sólo parcialmente. 5tú te escaparás enteramente del sufri­miento o no te escaparás en absoluto. 6La razón te dirá que no hay un lugar intermedio donde te puedas detener indeciso, esperando a elegir entre la felicidad del Cielo o el sufrimiento del infierno. 7Hasta que no elijas el Cielo, estarás en el infierno y abatido por el sufrimiento.

La idea de la inmutabilidad de la verdad, de lo que es real, se fortalece con el contenido de este punto. Ya habíamos reflexionado sobre este tema y veíamos cómo la verdad no puede ser verdad a medias, ni puede ser verdad ahora y mañana no. La verdad es eterna y no está sujeta al cambio ni a la temporalidad. Por esa condición, la verdad es verdad.

Si nuestra naturaleza verdadera es la espiritual, significa que en todas las situaciones, esto es, eternamente, seremos espirituales. No podemos creer que podemos ser un cuerpo y al mismo tiempo un espíritu. Esto es imposible, ya que si el cuerpo está sujeto a las leyes de la temporalidad, entonces no puede gozar de la condición que otorga la eternidad.

Soy consciente del reto que estas afirmaciones nos plantean, pues a pesar de sentirnos atraídos por las enseñanzas espirituales, por las enseñanzas de este Curso, no nos sentimos con la firmeza mental para declarar que somos, en todas las situaciones, seres espirituales. Cuando nuestra mente presta atención a los asuntos mundanos, queda prisionera de sus vibraciones, del miedo, del sufrimiento, del dolor, de la pérdida, etc.

Para alcanzar el estado de inmutabilidad al que nos invita la verdad, debemos elegir desde la certeza, desde la fe, que nos ofrece la visión de que somos el Hijo de Dios.  A pesar de percibirnos en un ropaje temporal, dicho ropaje es ilusorio y, al desaparecer, nuestra naturaleza espiritual emergerá con la fuerza de su esencia, con la fuerza del amor.

8. No hay ninguna parte del Cielo de la que puedas apropiarte y tejer ilusiones de ella. 2Ni hay una sola ilusión con la que puedas entrar en el Cielo. 3Un salvador no puede ser un juez ni la miseri­cordia puede ser condenación. 4la visión no puede condenar, sino únicamente bendecir. 5Aquel Cuya función es salvar, salvará. 6Cómo lo ha de lograr está más allá de tu entendimiento, pero cuándo lo va a hacer está en tus manos. 7Pues el tiempo es una invención tuya y, por lo tanto, lo puedes gobernar. 8No eres esclavo de él ni del mundo que fabricaste.

El mundo que percibimos es ilusorio dado que su percepción está originada por el pensamiento dividido, por la creencia en la separación. El Cielo en cambio, es el Estado del Ser Uno. Su visión es Cristo al representar la fuerza del amor y de la unidad. En el Cielo vivimos formando parte de la verdad y el lenguaje con el que nos comunicamos es el pensamiento directo emanado desde las mentes unidas.

Nos aclara Jesús en este punto que nuestra función es salvar y que el modo en cómo lo haremos está más allá de nuestro entendimiento. En cambio, el cuándo lo haremos sí está en nuestras manos, dado que el tiempo es una invención nuestra y lo podemos gobernar. Con ello nos está invitando a que tomemos la decisión que sí podemos elegir, la de prestarnos a la tarea de compartir nuestra salvación interior con el resto de nuestros hermanos.

9. Examinemos más de cerca la ilusión de que lo que tú fabricaste tiene el poder de esclavizar a su hacedor. 2Esta es la misma creen­cia que dio lugar a la separación. 3Es la idea insensata de que los pensamientos pueden abandonar la mente del pensador, ser dife­rentes de ella y oponerse a ella. 4Si eso fuese cierto, los pensa­mientos no serían extensiones de la mente, sino sus enemigos. 5Aquí vemos nuevamente otra forma de la misma ilusión fundamental que ya hemos examinado muchas veces con anterioridad. 6Sólo si fuese posible que el Hijo de Dios pudiera abandonar la Mente de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su Voluntad, sería posible que el falso ser que inventó, y todo lo que éste fabricó, fuesen su amo.

Una de las ideas principales que nos enseña este curso es que la idea, el pensamiento, sigue a su fuente. Con ello lo que trata de enseñarnos es que un pensamiento no puede ser diferente de la fuente de donde ha emanado. El Hijo de Dios ha sido creado a imagen y semejanza de su creador, siguiendo el principio que hemos anunciado al principio. El Hijo de Dios puede crear porque es tal y como Dios lo ha creado, tiene sus mismos atributos creadores, lo que significa que está unido a Su Fuente.

A pesar de ello, la mente puede dividirse y creer que puede tener pensamientos diferentes a su fuente original, esto es, pensamientos que sean diferentes a los emanados desde dicha fuente. Eso le otorgaría una identidad distinta, individual y no compartida con Su Fuente y con el resto de la creación. Ese pensamiento sirve al deseo de ser especial y da lugar a la creencia del ego.

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