I.
1. Hoy es Domingo de Ramos, la
celebración de la victoria y la aceptación de la verdad. 2No nos pasemos esta Semana Santa
lamentando la crucifixión del Hijo de Dios, sino celebrando jubilosamente su
liberación. 3Pues
Desde la cultura que he recibido de manos de la religión católica, recuerdo desde muy pequeño que la Semana Santa me atraía de una manera especial, pues el hecho de permitirme vestir los ropajes de un nazareno y de pertenecer a una cofradía que rinde culto a la imagen del Hijo de Dios, para mí adquiría un profundo significado, aunque no comprendiese entonces el porqué me sentía de esa manera. He de reconocer que en la educación religiosa recibida, cuando se abordaba la Semana Santa, me producía miedo y preocupación, pues entendía que para alcanzar el nivel de la santidad había, sin duda alguna, un tramo de humillación, sufrimiento y dolor. El ejemplo que nos mostraba Jesús muriendo en la cruz para purificar los pecados del mundo no me invitaba a seguir sus pasos, sino a elegir otro modo de vida que fuese menos traumático.
Cuando descubrí un mensaje diferente en el simbolismo de la Semana Santa, pude liberarme del miedo que durante muchos años me había acompañado y que me impedía seguir el ejemplo de la crucifixión recibida por el maestro Jesús. El domingo, el día asociado a la luminosidad del Sol, se produce el hecho más importante que nos enseña esta celebración: La Resurrección.
2. Esta semana empieza con ramos y
termina con azucenas, el signo puro y santo de que el Hijo de Dios es inocente.
2No permitas que ningún signo lúgubre de crucifixión se interponga
entre la jornada y su propósito, entre la aceptación de la verdad y su
expresión. 3Esta semana celebramos la vida, no la muerte. 4Y
honramos la perfecta pureza del Hijo de Dios, no sus pecados. 5Hazle
a tu hermano la ofrenda de las azucenas, no la de una corona de espinas; el
regalo del amor, no el "regalo" del miedo. 6Te encuentras
a su lado, con espinas en una mano y azucenas en la otra, indeciso con respecto
a cuál le vas a dar. 7Únete a mí ahora, deshazte de las espinas y,
en su lugar, ofrécele las azucenas. 8Lo que quiero esta Pascua es el
regalo de tu perdón, que tú me concedes y yo te devuelvo. 9No
podemos unirnos en la crucifixión ni en la muerte. 10Ni tampoco
puede consumarse la resurrección hasta que tu perdón descanse sobre Cristo,
junto con el mío.
Os quiero compartir la narración del evangelista Marcos sobre la entrada de Jesús en Jerusalén. Para los que quieran conocer con mayor profundidad el contenido de dicho Evangelio y su significado esotérico, os dejo un enlace que os llevará a la publicación de la obra titulada "Nuevas Creencias, Nuevas Consciencias", en la que trato de desmenuzar la simbología oculta en el Texto Sagrado.
ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALEN"Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, 2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. 4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. 5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. 7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. 8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. 9 Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! (Mc. 11.1.10)".
¿Te imaginas la escena formando parte de la misma? Seguro que te unirías a las voces que clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Esa exclamación está preñada del verdadero significado que representa la Semana Santa. Habla de nuestro reconocimiento por El Salvador. Nadie desea su muerte, salvo los que se encuentran representados en la narración bíblica por el sistema de pensamiento del ego: los representantes del Sanedrín, los vendedores del templo y, por Poncio Pilato, en su papel de juez y verdugo.
3. Una semana es poco tiempo, sin
embargo,
El periodo de tiempo que se recoge en el pasaje bíblico es representativo. No está aludiendo a su sentido específico. Los textos sagrados no recogen una narrativa exclusivamente histórica, sino que en su contenido se encuentran las claves herméticas y esotéricas que deben ser desveladas para así conocer su profundo mensaje y significado. En el caso de la Semana Santa y de cada uno de los personajes que se describen en sus pasajes, debemos leer entre líneas lo que representa para el alma y para la evolución de nuestra conciencia.
De este modo, Jesús, al elegir un pollino para entrar en Jerusalén, nos está enseñando un acto de humildad y sencillez. No eligió un alazán de poderoso porte para demostrar su poder, pues su poder, como su reino, no era de este mundo.
4.
Al igual que sus discípulos, de sus allegados, debemos acompañar a Jesús hasta el último tramo del camino. No podemos quedarnos afligidos cuando percibamos que el sufrimiento y el dolor son el final de nuestros días, pues nuestro verdadero Ser está por encima de esa ilusión. Debemos tener fe en lo que nos muestra Jesús cuando aborda el pasaje de la resurrección.
EL SEPULCRO VACIO"1Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a ungirle. 2 Muy de madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento. 3 Se decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del monumento? 4 Y mirando, vieron que la piedra esta removida; era muy grande. 5 Entrando en el monumento, vieron un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca, y quedaron sobrecogidas de espanto. 6 Él les dijo: No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en que le pusieron. 7 Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que os precederá a Galilea; allí le veréis, como os he dicho. 8 Saliendo, huían del monumento, porque el temor y estupor se había apoderado de ellas, y a nadie dijeron nada; tal era el miedo que tenían" (Mc. 16:8).
Como se puede comprobar en el contenido del pasaje, el miedo nos acompaña hasta el último tramo del camino. Reconocer la existencia verdadera del Ser, su invulnerabilidad, su intemporalidad, no nos resultará fácil. Muchos de nosotros, al igual que Tomás, necesitaremos meter el dedo en la llaga para creer en la resurrección de Jesús. Pero finalmente, la resurrección queda inscrita en nuestra consciencia como la meta que debemos alcanzar para que la verdad prevalezca sobre la ilusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario