jueves, 21 de noviembre de 2024

Capítulo 16. EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES. I. La verdadera empatía (1ª parte).

 Capítulo 16

EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES 


I. La verdadera empatía (1ª parte).

1. Sentir empatía no significa que debas unirte al sufrimiento, pues el sufrimiento es precisamente lo que debes negarte a com­prender. 2Unirse al sufrimiento de otro es la interpretación que el ego hace de la empatía, de la cual siempre se vale para entablar relaciones especiales en las que el sufrimiento se comparte. 3La capacidad de sentir empatía le es muy útil al Espíritu Santo, siem­pre que permitas que Él la use a Su manera. 4La manera en que Él la usa es muy diferente. 5Él no comprende el sufrimiento, y Su deseo es que enseñes que no es comprensible. 6Cuando se rela­ciona a través de ti, Él no se relaciona con otro ego a través del tuyo. 7No se une en el dolor, pues comprende que curar el dolor no se logra con intentos ilusorios de unirte a él y de aliviarlo com­partiendo el desvarío.

El juicio que hace el ego, de la falta de empatía, es demoledor. Su argumento es el siguiente: "¿cómo no vas a ser sensible al dolor y al sufrimiento de un ser querido?" "Tú egoísmo, te ciega, impidiéndote amar al que sufre". Podríamos poner más ejemplos, pero creo que "para muestra, un botón".

Tales argumentos, ocultan los macabros pensamientos del ego. Su respuesta de empatía y su sensibilidad, ante el sufrimiento ajeno, lo utiliza como una máscara social que le permite mantener en "olvido", la fuerte aversión que siente hacia sí mismo por reconocerse un ser pecador, por mantener oculta la culpa que siente por ser hijo del pecado, y, sobre todo, para ocultar que su creencia en la separación, le lleva a interpretar al otro, como a su rival, a su oponente, al enemigo, a quien hay que atacar, para asegurarnos, de que así, no seremos atacados y de que nuestras posesiones siguen intactas.

¿Cómo la creencia en la separación, puede expresar verdadera empatía por el otro? La empatía es una actitud que se extrae del amor por los demás. Preguntémonos, ¿cómo vamos a sentir empatía por el otro, cuando lo juzgamos como nuestro competidor? La empatía y la sensibilidad que muestra el ego por los demás, es una falsa, como todo su sistema de pensamiento.

El verdadero amor no realiza gestos demostrativos para ganar la simpatía y el agrado o aceptación de los demás. El verdadero amor, se expresa en su cualidad primordial, mostrándose libre y permitiendo, al otro, que se exprese libremente. El verdadero amor, no se solidariza con el error, lo trasciende, aportando luz y verdad, allí donde nos sentimos identificados con la oscuridad y el dolor.

2. La prueba más clara de que la empatía, tal como el ego la usa, es destructiva, reside en el hecho de que sólo se aplica a un deter­minado tipo de problemas y a ciertos individuos. 2Él mismo los selecciona y se une a ellos. 3Pero nunca se une a nada, excepto para fortalecerse a sí mismo. 4Al haberse identificado con lo que cree entender, el ego se ve a sí mismo y procura expandirse com­partiendo lo que es como él. 5No dejes que esta maniobra te engañe, aEl ego siempre utiliza la empatía para debilitar, y debili­tar es atacar. 6Tú no sabes lo que es la empatía. 7Pero de esto puedes estar seguro: sólo con que te sentases calmadamente y permitieses que el Espíritu Santo se relacionase a través de ti, sentirías empatía por la fortaleza, y, de este modo, tu fortaleza aumentaría, y no tu debilidad.

Identificarse con el dolor, bien sea el propio o el ajeno, es servir a los intereses del ego, que lo único que persigue es mantenernos como esclavos a su sistema de pensamiento, el cual, se sustenta en la percepción falsa que le aporta su símbolo, el cuerpo físico. El ego, menosprecia el valor integral de la mente, y niega, que el simple hecho de poder emitir pensamientos, sea razón suficiente para establecer el vínculo de la unidad. El sentir, de manera selectiva, empatía por el dolor del ser querido, es una manifestación más, de la falta de Visión de la que carece el ego, pues, en su demostración de amor, lo que está diciendo al mundo es que el ama a quien le reporta amor, esto es, al que considera especial y al que elige, de una manera inconsciente, para afrontar le redención de su culpa. Al resto, no son merecedores de su empatía y de su atención. Para el ego, el resto, no son nada.

3. Tu papel consiste únicamente en recordar esto: no quieres que nada que tú consideres valioso sea lo que tiene lugar en una rela­ción. 2No decides hacer nada a tu manera para deteriorarlas o para crear armonía en ellas. 3No sabes lo que es curar. 4Todo lo que has aprendido acerca de la empatía procede del pasado. 5Y no hay nada del pasado que desees compartir, pues no hay nada del pasado que desees conservar. 6No te valgas de la empatía para otorgarle realidad al pasado y así perpetuarlo. 7Hazte a un lado tranquilamente y deja que la curación se lleve a cabo por ti. 8Mantén un solo pensamiento en la mente y no lo pierdas de vista, por muy grande que sea la tentación de juzgar cualquier situación, y de determinar tu reacción basándote en los juicios que has hecho de la misma. 9Concentra tu mente sólo en esto: 

10No estoy solo, y no quiero imponer el pasado a mi Invitado.
11Lo invité y Él está aquí.
12No tengo que hacer nada, excepto no interferir.

El pasado ancestral, se convierte en una pesada carga que llevamos sobre nuestra conciencia, y, que, debido a su insoportable recuerdo, y a la errónea interpretación que hemos hecho de ello, hemos delegado a nuestro inconsciente. Desde el inconsciente, elegimos proyectar en los demás, aquello que ocultamos en nuestro interior con un celo especial para que nadie lo descubra. En ese movimiento estratégico y defensivo, fraguado por el sistema de pensamiento del ego, nos sentimos protegidos del dolor insoportable que nos causa la culpa. Así, que nos entregamos a la más noble de las causas, la de juzgar de manera condenatoria, el comportamiento de los demás, con la intención de hacerlo consciente de la culpa que subyace en su interior. Es como jugar al ping-pong donde la pelota es el sentimiento de culpa. Mientras que la pelota se encuentre en el terreno del otro, nos sentiremos ganadores.

La empatía, es uno de los mejores golpes con los que cuenta el ego. Siguiendo con el símil del ping-pong, es su saque con mejor efecto, lo que impedirá al contrincante, devolvernos la bola. Dicho de otra manera, mi empatía, es un señuelo para el otro, el cual se siente atendido e incluso, piensa, que se siente amado, pero en verdad, el hecho de que estemos haciendo real el dolor y el sufrimiento, es una declaración de que estamos apostando por el ego y su símbolo, el cuerpo, y los efectos que estamos compartiendo, es impedir, que el otro salga de su propia oscuridad para lograr ver la luz que le permitirá ver la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (2ª parte).

II. El poder de la santidad (2ª parte). 4.  Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado solo.  2 Cada vez que te extendi...