lunes, 28 de octubre de 2024

Capítulo 15. V. El instante santo y las relaciones especiales (3ª parte).

V. El instante santo y las relaciones especiales (3ª parte).

8. Todo el mundo aquí en la tierra ha entablado relaciones espe­ciales, y aunque en el Cielo no es así, el Espíritu Santo sabe cómo infundirlas de un toque celestial aquí. 2En el instante santo nadie es especial, pues no le impones a nadie tus necesidades personales para hacer que tus hermanos parezcan diferentes. 3Sin los valores del pasado, verías que todos ellos son iguales y semejantes a ti, 4y que no hay separación alguna entre ellos y tú. 5En el instante santo ves lo que cada relación ha de ser cuando percibas únicamente el presente.

Bendito instante santo, el que nos permite recuperar la Visión Una, la visión de Cristo en nuestra mente. Desaprender lo aprendido, es fundamental para recuperar dicha visión, y para ello, debemos dejar de dar valor al pasado, para que, de este modo, cada presente, cada instante, decidamos ver con ojos nuevos, con una mente inocente ávida de recordar lo que realmente somos: Hijos del Amor.

9. Dios te conoce ahora. 2Él no recuerda nada, pues siempre te ha conocido exactamente como te conoce ahora. 3El instante santo refleja Su conocimiento al desvanecer todas tus percepciones del pasado, y al eliminar de esta manera el marco de referencia que inventaste para juzgar a tus hermanos. 4Una vez que éste ha de­saparecido, el Espíritu Santo lo sustituye con Su Propio marco de referencia, 5el cual es simplemente Dios. 6La intemporalidad del Espíritu Santo radica sólo en esto. 7Pues en el instante santo, el cual está libre del pasado, ves que el amor se encuentra en ti y que no tienes necesidad de buscarlo en algo externo y de arrebatarlo culpablemente de donde pensabas que se encontraba.

Así es. El instante santo, es nuestra decisión de hacer del presente nuestra verdadera realidad, es decir, negar lo que no somos, el ego, y vernos en nuestra grandeza, en nuestro máximo esplendor, en nuestra verdadera esencia, con nuestro verdadero ropaje de amor, de unidad, de paz, de felicidad, de inocencia, de pureza, de vida, de eternidad.

10. Todas tus relaciones quedan bendecidas en el instante santo porque la bendición es ilimitada. 2En el instante santo la Filiación se beneficia cual una sola, y al quedar unida en tu bendición, se vuelve una para ti. 3El significado del amor es el que Dios le dio. 4Atribúyele cualquier otro significado que no sea el que Él le otorga, y te será imposible entenderlo. 5Dios ama a cada uno de tus hermanos como te ama a ti, ni más ni menos. 6Al igual que tú, tiene necesidad de todos ellos por igual. 7En el tiempo, se te ha dicho que obres milagros tal como yo te indique, y que permitas que el Espíritu Santo te traiga aquellos que te andan buscando. 8Mas en el instante santo te unes directamente a Dios, y todos tus hermanos se unen en Cristo. 9Aquellos que están unidos en Cristo no están separados en modo alguno. 10Pues Cristo es el Ser que la Filiación comparte, de la misma manera en que Dios comparte Su Ser con Cristo.

El instante santo, es nuestra elección de abandonar el amor condicional y especial, por el amor incondicional y uno. Elevar el estado de nuestra relación especial al estado de relación inspirada por el instante santo, abrirá nuestros ojos al amor verdadero, al amor que nos hace uno en la Filiación Divina. Dejaremos de sentir miedo por el amor.

11. ¿Crees que puedes juzgar al Ser de Dios? 2Dios lo creó inmune a todo juicio: como resultado de Su necesidad de extender Su Amor. 3Puesto que el amor se encuentra en ti, no tienes otra nece­sidad que extenderlo. 4En el instante santo no hay conflicto de necesidades, ya que sólo hay una necesidad. 5Pues el instante santo se extiende hasta la eternidad y hasta la Mente de Dios. 6únicamente ahí tiene sentido el amor, y únicamente ahí puede ser comprendido. 

El amor, tal y como lo entiende el ego, es seleccionador. Ya lo hemos visto a lo largo de este análisis. El amor, cuando elegimos vivir el instante santo, ya no está bajo la visión del juicio, sino que se entrega a la visión de la Unidad. Ahora seremos conocedores de lo que somos, pues, habremos accedido al Conocimiento del verdadero y único significado del Amor.

El juicio pertenece al sistema de pensamiento del ego, pues su creencia en la separación le ha llevado a olvidar la realidad del Espíritu, el cual, comparte la Unidad de la Mente de Dios.

El juicio es una creencia basada en la percepción errónea del mundo que visionamos exteriormente. Es una proyección  de la autocondena que nos infringimos al rechazar nuestro miedo y nuestra propia culpa. El juicio es la falsa interpretación de lo que somos. Al creernos escindidos del amor, tenemos miedo de él, y, ello, esto es, esa ausencia, al ser percibida en los demás, nos lleva a condenarlos y a juzgarlos.

En el instante santo se produce nuestro despertar. Nuestros ojos se abren a la verdad, a la realidad que somos y nos reconocemos como Hijos de Dios, formando parte de la Filiación Divina.

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