miércoles, 17 de julio de 2024

Capítulo 13. El Mundo Inocente. Introducción.

 Capítulo 13 

EL MUNDO INOCENTE

 

Introducción. 

1. Si no te sintieses culpable no podrías atacar, pues la condena­ción es la raíz del ataque. 2La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo. 3Y en esto radica la división, 4pues la mente que juzga se percibe a sí misma como separada de la mente a la que juzga, creyendo que, al castigar a otra mente, puede ella librarse del cas­tigo. 5Todo esto no es más que un intento ilusorio de la mente de negarse a sí misma y de eludir la sanción que dicha negación con­lleva. 6No es un intento de renunciar a la negación, sino de afe­rrarse a ella. 7Pues la culpabilidad es lo que ha hecho que el Padre esté velado para ti y lo que te ha llevado a la demencia. 

La disociación de la mente tiene su origen en la creencia en el “pecado” y su efecto inmediato, la culpa. Creer que hemos desobedecido a Dios, al comer de la fruta del Árbol Prohibido del Conocimiento del Bien y del Mal, nos sentencia a ser pecadores y a expiar la culpa por nuestra acción.

La Mente Una, elige ver de otra manera, elige dejar de ver Su Condición y se proyecta al exterior en una nueva forma de ver, la cual sustituye el conocimiento por la percepción.

En ese nuevo estado de visión, la Mente Una es negada, pues, la percepción nos muestra un mundo dividido, lo que da credibilidad a la creencia de estar separados de Dios. 

2. La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación es su final. 2El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloque­cido. 3Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. 4Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. 5Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. 6Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. 7Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. 8Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. 9Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. 10Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. 11Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel. 

Este punto, nos describe con plena claridad, las creencias en las que se sustenta el sistema de pensamiento del ego. ¿Cómo podemos desear ver este mundo sin significados? 

3. Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. 2Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso. 3El amor no mata para salvar. 4Si lo hiciese, el ataque sería la salvación, y ésta es la inter­pretación del ego, no la de Dios. 5Sólo el mundo de la culpabili­dad podría exigir eso, pues sólo los que se sienten culpables podrían concebirlo. 6El "pecado" de Adán no habría podido afec­tar a nadie, si él no hubiese creído que fue el Padre Quien le expulsó del paraíso. 7Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no le comprenden podían haber creído tal cosa. 

El ataque que se infligió a si mismo el Hijo de Dios, eligiendo el miedo, al amor, dio lugar a la auto-condena que le llevó a verse un “pecador” digno de ser “castigado” por su desobediencia al Creador. Creer que Dios le expulsó del paraíso, es negar la realidad de Dios, pues, el Amor no condena, no juzga, no separa, no castiga. El Amor ve tan solo la impecabilidad, pues es Impecable y Perfecto. 

4. Este mundo es la imagen de la crucifixión del Hijo de Dios. 2Y hasta que no te des cuenta de que el Hijo de Dios no puede ser crucificado, éste será el mundo que verás. 3No podrás compren­der esto, no obstante, hasta que no aceptes el hecho eterno de que el Hijo de Dios no es culpable. 4Él sólo merece amor porque sólo ha dado amor. 5No se le puede condenar porque él nunca ha con­denado. 6La Expiación es la última lección que necesita aprender, pues le enseña que puesto que nunca pecó, no tiene necesidad de salvación. 

La Expiación es la corrección de la mente errada, la corrección de la creencia en el pecado, en el miedo, en la separación. La Expiación abre los ojos a la Visión de Cristo, a la Visión del Amor y nos ilumina para que recordemos nuestra verdadera identidad: Hijos de Dios.

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