XI. El estado de gracia.
1. El Espíritu Santo siempre te
guiará acertadamente porque tu dicha es
Seré feliz, cuando esté alimentado, cuando esté protegido, cuando me sienta realizado, cuando me sienta amado, cuando sea aceptado, cuando me encuentre sano, cuando experimente la abundancia, cuando...
La felicidad, para el ego, no es un estado de gracia natural. Está sujeto a su creencia de que poseer, tener, atesorar, es el camino recto hacia la felicidad. Pero como adelantábamos, el mundo temporal no facilita ese estado de permanente plenitud, y el miedo a perder lo que hemos conseguido y nos hace feliz, nos priva de la deseada felicidad.
Este punto, nos recuerda que nuestra dicha, el estado de gracia, no debe ser una búsqueda externa, sino que debe ser un renovado estado de consciencia que nos lleve a tener la certeza de que somos Seres Espirituales cuyo estado natural es la Gracia. Somo Hijo de Dios y herederos de Su Grandeza. Tan sólo el uso de una voluntad al servicio de una Voluntad distinta a la de nuestro Creador, nos ha llevado a un estado de falsa creencia en la escasez y en la necesidad.
2. La gracia es el estado natural
de todos los Hijos de Dios. 2Cuando no están en estado de gracia,
están fuera de su medio ambiente, y, por lo tanto, no se desenvuelven bien. 3Todo
lo que hacen les produce tensión porque no fueron creados para el medio
ambiente que ellos mismos se han labrado. 4No pueden, por lo tanto,
adaptarse a él, ni hacer que dicho ambiente se adapte a ellos. 5De
nada sirve intentarlo. 6Un Hijo de Dios es feliz únicamente cuando
sabe que está, con Dios. 7Ése es el único medio ambiente en el que
no sufre tensión porque ahí es donde le corresponde estar. 8Es
también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá
de cualquier cosa que él pueda inventar.
Este punto viene a confirmar lo que se ha expuesto en el anterior. El Mundo del Dios, es el ambiente natural de su Creación, la Filiación. La felicidad es real cuando nos unimos a Dios y compartimos su Voluntad: Amar.
3. Examina el reino que
fabricaste y juzga su valor imparcialmente. 2¿Es acaso
digno de ser la morada de una criatura de Dios? 3¿Protege tal mundo
su paz e irradia amor sobre ella? 4¿Evita acaso que su corazón se
vea afectado por el miedo, y le permite dar siempre sin experimentar ninguna
sensación de pérdida? 5¿Le enseña que esa forma de dar es su dicha,
y que Dios Mismo le agradece lo que da? 6Ése es el único ambiente en
el que puedes ser feliz. 7Tú no lo puedes "crear", como
tampoco puedes "crearte" a ti mismo. 8Fue creado para ti,
tal como tú fuiste creado para él. 9Dios vela por Sus Hijos y no les
niega nada. 10Mas cuando ellos lo niegan a Él, dejan de ser
conscientes de eso porque se niegan todo a sí mismos. 11Tú, que
podrías estar dando el Amor de Dios a todo lo que ves, a todo lo que tocas y a
todo lo que recuerdas, estás literalmente negándote el Cielo a ti mismo.
El simple hecho de buscar la felicidad fuera de nosotros mismos, es un manifiesto evidente de que no nos vemos plenos y dichosos. En un intento de alcanzar esa meta tan codiciada, los medios que empleamos para ello, nos alejan cada vez más de alcanzarla. Nuestra visión de separación, ve en los otros, en los demás, obstáculos, enemigos, que compiten en su contra para privarles del gozo de alcanzar aquello que supuestamente ha de otorgarles la felicidad. Desde el miedo, sembramos y cosechamos miedo. Elegimos una senda larga y penosa para descubrir, que el camino elegido no nos llevará a la meta deseada.
El dolor y el sufrimiento que percibimos en este mundo, nos llevará a plantearnos lo acertado de nuestra elección. Cuando a lo largo de nuestro caminar, cansados de experimentar los frutos de nuestros miedos, abriremos los ojos para ver que la dicha, la verdadera fuente de la felicidad, siempre ha estado con nosotros, en nuestro interior. Es tan fácil como recordar lo que realmente somos: seres inocentes y puros, creados del Amor y portadores de la Plenitud de los Tesoros que nuestro Creador pone a nuestra disposición.
4. Te exhorto a recordar que te
he escogido a ti para que le enseñes al Reino lo que es el Reino. 2Esta
lección no admite excepciones porque la falta de excepciones es la
lección en sí. 3Cada Hijo que regresa al Reino con esta lección en
su corazón ha sanado a
¡Qué así sea! Manifiesto mi fidelidad a ese propósito y mi voluntad se pone al servicio de enseñar lo que es el Reino.
La luz, al igual que la felicidad, no es un logro que se obtiene desde el exterior. La luz, al igual que la felicidad, es nuestro estado natural, pero hemos decidido dirigir nuestra voluntad hacia la oscuridad, fabricando una falsa realidad que nos mantiene prisioneros de las cadenas del miedo y el desamor.
Si la luz es nuestro estado natural, debemos tener la certeza de que esa luz se encuentra en todos nuestros hermanos, con los que formamos la Filiación. Ver la luz en nuestros hermanos es el único camino para expandir el Poder Creador con el que hemos sido dotados.
6. Al hallarte
fuera de tu ambiente natural es muy posible que te preguntes:"¿Qué es la
verdad?", toda vez que la verdad es el medio ambiente por el cual y para
el cual fuiste creado. 2No te conoces a ti mismo porque no conoces a
tu Creador. 3No conoces tus creaciones porque no conoces a tus
hermanos, quienes las crearon junto contigo. 4He dicho que
únicamente
Se refuerza en este punto la verdad que debemos expandir, si realmente queremos hacer la Voluntad de nuestro Padre. La luz, nuestro estado natural, se encuentra en todos y cada uno de los Seres que conforman la Filiación. Negar tal verdad, es el reconocimiento de que no conocemos a nuestro Creador y no creemos en nuestra identidad divina.
7. No puedes
negar parte de la verdad. 2No conoces tus creaciones porque no
conoces a su creador. 3 No te conoces a ti mismo porque no conoces
el tuyo. 4Tus creaciones no pueden establecer tu realidad, tal como
tú tampoco puedes establecer la de Dios. 5Pero sí puedes conocer tu realidad y la de Dios. 6Al
Ser se le conoce mediante el acto de compartirlo. 7Puesto que Dios
compartió su Ser contigo, Lo puedes conocer. 8Pero tienes también
que conocer todo lo que Él creó, para saber lo que ellos han compartido. 9Sin
tu Padre no podrás conocer tu propia paternidad. 10El Reino de Dios
incluye a todos Sus Hijos y a los hijos de éstos, que son tan semejantes a los
Hijos como éstos son semejantes al Padre. 11Conoce, entonces, a los
Hijos de Dios, y habrás conocido a toda la creación.
Conociendo a los Hijos de Dios, conoceremos a toda la creación y conoceremos nuestra propia identidad y nuestras propias creaciones. Esta es la verdad que debemos conocer y dar cumplimiento.
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