viernes, 26 de abril de 2024

Capítulo 8. III. El encuentro santo.

III. El encuentro santo.

1. Gloria a Dios en las alturas, y también a ti porque así lo ha dispuesto Su Voluntad. 2Pide y se te dará, pues ya se te ha dado. 3Pide luz y aprende que eres luz. 4Si quieres tener entendimiento e iluminación aprenderás que eres luz, ya que tu decisión de apren­der esto es la decisión de querer escuchar al Maestro que sabe de luz y que, por lo tanto, puede enseñarte lo que ésta es. 5No hay límite en lo que puedes aprender porque tu mente no tiene lími­tes. 6Las enseñanzas del Espíritu Santo no tienen límites porque Él fue creado para enseñar. 7AI comprender perfectamente cuál es Su función, la desempeña perfectamente porque ése es Su gozo y el tuyo.

Gloria a Dios en las alturas, y también a ti, hermano, porque así lo ha dispuesto la Voluntad de nuestro Padre.

Desde el sistema de pensamiento del ego, cuando hacemos referencia de la acción de "pedir", lo relacionamos con el deseo de tener, siendo la causa de esa motivación, la creencia en la necesidad, en la escasez, en la carencia de aquello que deseamos poseer.

En cambio, desde el sistema de pensamiento verdadero, como bien recoge este apartado, "pedir" hace referencia a la acción de aprender, por tal razón, nos insta a pedir luz, para aprender lo que somos, esto es, luz. Por lo tanto, no pedimos desde la necesidad, desde la escasez, sino desde la voluntad de recordar lo que somos.

Nos refiere este punto, que no hay límites en lo que podemos aprender porque nuestra mente no tiene límites. Dicho de otro modo, somos luz, somos ilimitados, dado que esa luz tiene el poder de expandirse en lo infinito.

2. Hacer la Voluntad de Dios perfectamente es el único gozo y la única paz que pueden conocerse plenamente, al ser la única fun­ción que se puede experimentar plenamente. 2Cuando esto se alcanza, ninguna otra experiencia es posible. 3Desear otra expe­riencia, no obstante, obstaculiza su logro porque la Voluntad de Dios no es algo que se te pueda imponer, ya que para experimen­tarla tienes que estar completamente dispuesto a ello. 4El Espíritu Santo sabe cómo enseñar esto, pero tú no. 5Ésa es la razón por la que lo necesitas, y por la que Dios te lo dio. 6Únicamente Sus enseñanzas pueden liberar a tu voluntad para que se incorpore a la de Dios, uniéndola a Su poder y gloria y estableciendo a éstos como tuyos. 7Los compartes tal como Dios los comparte porque ése es el resultado natural de su existencia.

Si  nuestra voluntad no vibra al unísono con la Voluntad del Padre, nuestras creaciones no serán verdaderas, serán fabricaciones sujetas a la temporalidad y, por lo tanto, serán falsas creaciones. Hacer la voluntad del Padre ha de llevarnos a entregar nuestra voluntad al servicio del Amor. Siendo así, todas nuestras creaciones tendrán el sello de lo intemporal, de lo infinito.

El amor es el único camino hacia el gozo y hacia la paz. Pensar con la Mente Recta que nos insufla el Espíritu Santo, es el camino para que conozcamos lo que somos y para que pongamos nuestra voluntad al servicio de la Voluntad del Padre.

3. La Voluntad del Padre y la del Hijo son una por razón de Su extensión. 2Dicha extensión es el resultado de la unicidad de la que Ambos gozan, la cual mantiene intacta la unidad de Ambos al extender Su Voluntad conjunta. 3Ésta es la creación perfecta de los que han sido perfectamente creados, en unión con el Creador Perfecto: 4El Padre tiene que dar paternidad a Su Hijo porque Su Propia Paternidad tiene que seguir extendiéndose. 5Tú, cuyo lugar está en Dios, tienes la santa función de extender Su Paterni­dad no imponiendo ningún límite sobre ella. 6Deja que el Espíritu Santo te enseñe cómo hacer esto, pues lo que ello significa sólo lo puedes aprender de Dios Mismo.

La unicidad con nuestro Creador, tan sólo es posible cuando ponemos nuestra voluntad al servicio de Su Voluntad, esto es, cuando decidimos que todas nuestras creaciones lleven el sello del Amor. Amar es el acto de extender nuestra voluntad creadora con la única visión de la unidad.

4. Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. 2Tal como lo consideres a él, así te considerarás a ti mismo. 3Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. 4Tal como pienses de él, así pensarás de ti mismo. 5Nunca te olvides de esto, pues en tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo. 6Cada vez que dos Hijos de Dios se encuen­tran, se les proporciona una nueva oportunidad para salvarse. 7No dejes de darle la salvación a nadie, para que así la puedas recibir tú. 8Yo estoy siempre contigo, en memoria tuya.

Lo has vivido alguna vez? Has vivido el encuentro con el otro como un encuentro santo? Lo has mirado y te has dicho, he ahí a mi hermano, uno conmigo, uno con la filiación Divina.

Si buscas la salvación, no busques más. Tan sólo te la puede ofrecer tu hermano. Así como lo juzgues, te estarás juzgando. Si no ves su inocencia, estarás percibiendo tu propia condena. Si ves tu pureza, estarás viendo tu paz y tu gozo.

5. El objetivo del plan, de estudios, independientemente del maestro que elijas, es: "Conócete a ti mismo”. 2No hay nada más que buscar. 3Todo el mundo anda buscándose a sí mismo y bus­cando el poder y la gloria que cree haber perdido. 4Siempre que estás con alguien, tienes una oportunidad más para encontrar tu poder y tu gloria. 5Tu poder, y tu gloria están en él porque son tuyos. 6El ego trata de encontrarlos únicamente en ti porque no sabe dónde buscar. 7El Espíritu Santo te enseña que si buscas únicamente en ti no te podrás encontrar a ti mismo porque tú no eres un ente separado. 8Siempre que estás con un hermano, estás aprendiendo lo que eres porque estás enseñando lo que eres. 9Tu hermano reaccionará con dolor o con alegría, dependiendo del maestro que tú estés siguiendo. 10Será aprisionado o liberado de acuerdo con tu decisión, al igual que tú. 11Nunca olvides la res­ponsabilidad que tienes hacia él, ya que es la misma responsabili­dad que tienes hacia ti mismo. 12Concédele el lugar que le corresponde en el Reino y tú ocuparás el tuyo.

Si buscas la salvación, "conócete a ti mismo" y como hemos dicho en el punto anterior, la visión que tienes de tu hermano, esa será tu propia identidad. Si lo ves desde la separación, estarás reconociendo tu propia ignorancia y estarás muy alejado de tu propia verdad, de tu propio autoconocimiento. Ve la unidad en él, y te identificarás como una parte de la Filiación.

6. Tú no puedes encontrar el Reino por tu cuenta, y tú, que eres el Reino, no puedes encontrarte a ti mismo por tu cuenta. 2Para lograr el objetivo del plan de estudios, por lo tanto, no debes escuchar al ego, cuyo propósito es derrotar su propio objetivo. 3El ego no sabe esto porque no sabe nada. 4Pero tú puedes aprenderlo, y lo aprenderás si estás dispuesto a examinar lo que el ego quiere hacer de ti. 5Ésta es tu responsabilidad porque una vez que hayas examinado esto aceptarás la Expiación para ti mismo. 6¿Qué otra elección podrías llevar a cabo? 7Una vez que hayas elegido aceptar la Expiación para ti mismo entenderás por qué razón, cuando antes te encontrabas con otra persona, creías que era otra persona. 8Y cada encuentro santo en el que te entregues completamente te enseñará que eso no es así.

El Padre, al extenderse a Si Mismo, creó a la filiación con la cual compartió Su Reino. Por lo tanto, el Hijo de Dios, es el Reino de Dios. Por esta razón, nuestra salvación tan solo es posible desde la visión en la unidad, desde la creencia en la unicidad que nos mantiene unidos a la Filiación,

Para el ego, no existe un único reino, sino una multiplicidad de ellos. Esta falsa creencia lleva al hombre a competir para alcanzar esa condición real. Su visión basada en la separación tan solo se logra corregir desde la aceptación de la Expiación, es decir, desde la corrección de ese error.

7. Sólo puedes encontrarte con parte de ti mismo porque eres parte de Dios, Quien lo es todo. 2Su poder y Su gloria están en todas partes, y tú no puedes estar excluido de ellos. 3El ego te enseña que tu fuerza reside sólo en ti: 4El Espíritu Santo te enseña que toda fuerza reside en Dios y, por ende, en ti. 5La Voluntad de Dios es que nadie sufra. 6Él ha dispuesto que nadie sufra por haber tomado una decisión equivocada, y eso te incluye a ti. 7Por eso es por lo que te ha proporcionado los medios para rectificarla. 8Mediante Su poder y Su gloria todas tus decisiones equivocadas se rectifican completamente, y así tu hermano y tú quedáis libera­dos de todo pensamiento opresivo que cualquier parte de la Filia­ción albergue. 9Las malas decisiones no tienen ningún poder porque no son verdaderas. 10El aprisionamiento que parecen pro­ducir es tan falso como ellas mismas.  

El sufrimiento es el efecto del error. Sufrimos cuando nuestro estilo de vida comparte la falsa creencia en que estamos separados unos de otros. Es una negación al verdadero aprendizaje.

A través de la Expiación, Dios ofrece a Su Hijo, la visión correcta para dejar de percibir el sufrimiento, para corregir la causa del error. Esa corrección nos lleva a sustituir el miedo por el amor, nos lleva a cambiar la creencia de la separación por la visión verdadera de la unidad.          

8. El poder y la gloria le pertenecen únicamente a Dios. 2 también le perteneces únicamente a Él. 3Dios da todo lo que le perte­nece porque da de Sí Mismo, y todo le pertenece. 4Dar de ti mismo es la función que Él te encomendó. 5LIevarla a cabo perfectamente te permitirá recordar lo que tienes de Él, y así recordarás también lo que eres en Él: 6Es imposible que no puedas hacer esto, pues ése es tu poder. 7La gloria es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que Él es. 8Contempla esa gloria en todas partes para que puedas recordar lo que eres.

Finaliza este apartado, recordándonos aspectos de nuestra identidad divina. La gloria es el regalo que Dios nos hace, porque da su propia condición. En la medida en que contemplemos esa gloria en todas partes, estaremos recordando nuestra propia identidad divina. 

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