martes, 9 de abril de 2024

Capítulo 6. V. Las lecciones del Espíritu Santo.

V. Las lecciones del Espíritu Santo.

1. Como cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora, y sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. 2te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto. 3No creíste en tu propia perfección. 4¿Iba acaso Dios a ense­ñarte que habías fabricado una mente dividida, cuando Él sabe que tu mente es íntegra? 5Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él, lo cual le impide impartir­les Su gozo y, así, saber que Sus Hijos son completamente dicho­sos. 6El dar de Su gozo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad. 7La extensión de Dios, aunque no Su comple­ción, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él cual una sola. 8Así que Dios pensó: "Mis Hijos duermen y hay que despertarlos".

En ocasiones, me he cuestionado si la comunicación con Dios es una cuestión de fe. La influencia de una educación católica me ha enseñado que creer en Dios es una cuestión de fe. Sin embargo, en la medida en que he ido conociendo otras visiones, esa creencia ha dado lugar a otro punto de vista. Pienso que la visión de Dios no es una cuestión de fe, ni tan siquiera una creencia. Para mi es una certeza.

Experimento un profundo gozo al afirmar que Dios es una certeza y la razón de ello responde a mi experiencia de Dios, esto es, a conectar con Su Esencia. Dios es Amor en su más elevada vibración. Si nuestra mente alcanza a conectar con esa vibración por un solo instante, tendremos la certeza de Dios.

El Espíritu Santo allana el camino que nos ha de conducir a esa Comunicación y lo hace corrigiendo las falsas creaciones con las que nos hemos identificado. En la pureza que irradia el Amor, no tiene cabida el miedo y no existe la visión dual.

2. ¿Qué podría despertar más dulcemente a un niño que una tierna voz que no lo asusta sino que simplemente le recuerda que la noche ya pasó y que la luz ha llegado? 2No se le dice que las pesadillas que lo estaban aterrorizando tanto no eran reales, pues los niños creen en la magia. 3Simplemente se le asegura que ahora está a salvo. 4Más tarde se le enseña a distinguir la diferencia entre estar dormido y estar despierto, para que entienda que no tiene que tener miedo de los sueños. 5Y así, cuando vuelva a tener pesa­dillas, él mismo invocará la luz para desvanecerlas.

El Curso utiliza en este punto la metáfora del sueño y el despertar, tal y como lo percibimos en este mundo, para facilitarnos el proceso que experimentaremos cuando el Espíritu Santo nos conduzca a ese estado de iluminación que nos permitirá reconocer que hemos estado identificados con el error.

3. Un buen maestro enseña mediante un enfoque positivo, no mediante uno negativo 2No hace hincapié en lo que tienes que evitar para escapar de lo que te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender para ser feliz. 3Piensa en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría si le dijeran: "No hagas eso porque es muy peligroso y te puede hacer daño, pero si haces esto otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás miedo". 4Defi­nitivamente es mucho mejor usar tan solo tres palabras: "¡Haz sólo esto!" 5Esta simple afirmación es perfectamente inequívoca y muy fácil de entender y de recordar.

Ya hemos visto que el sistema de pensamiento del ego está basado en el miedo. Cualquier argumento que haga real esa creencia, potenciará el error y no aportará la luz que se requiere para salir de la oscuridad.

La visión del error se corrige con la visión de lo correcto. Indagar en el error puede despertar profundos sentimientos de culpa, lo que favorecería entrar en un círculo vicioso que no nos permitiría adquirir la visión correcta.

4. El Espíritu Santo nunca hace una relación detallada de los erro­res porque Su intención no es asustar a los niños, y los que carecen de sabiduría son niños. Siempre responde, no obstante, a su lla­mada, y el hecho de que ellos puedan contar con Él los hace sen­tirse más seguros. 3Los niños ciertamente confunden las fantasías con la realidad, y se asustan porque no pueden distinguir la dife­rencia que hay entre ellas. 4El Espíritu Santo no hace distinción alguna entre diferentes clases de sueños. 5Simplemente los hace desaparecer con Su luz. 6Su luz es siempre la llamada a despertar, no importa lo que hayas estado soñando 7No hay nada duradero en los sueños, y el Espíritu Santo, que refulge con la Luz de Dios Mismo, sólo habla en nombre de lo que perdura eternamente.

Este punto establece las pautas a seguir si queremos tratar adecuadamente los estados alterados de consciencia. Ya hemos dicho que profundizar en los detalles del error, no ayudará a ver la luz. Por lo tanto, apliquémonos esta solución cuando nos encontremos identificados con situaciones de dolor y sufrimiento basados en el miedo y la visión de la separación. Todo error-miedo-oscuridad desaparece ante la presencia de la verdad-amor-luz.

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