PRINCIPIOS 47 y 48
El
milagro es un recurso de aprendizaje que reduce la necesidad del tiempo.
Establece un intervalo temporal fuera de lo normal que no está sujeto a las
leyes usuales del tiempo. En ese sentido es intemporal.
El
milagro es el único recurso que tienes a tu inmediata disposición para
controlar el tiempo. Sólo la revelación lo trasciende al no tener absolutamente
nada que ver con el tiempo.
Reducir, controlar,
trascender el tiempo. No es la primera vez que nos acercamos a la idea del
tiempo. Ya lo hicimos al analizar el Principio 15, donde se recoge que el “tiempo es, por lo tanto, un recurso de enseñanza y un
medio para alcanzar un fin. El tiempo cesará cuando ya no sea útil para
facilitar el aprendizaje” (T-1.I.15:3).
En el Principio 19, veíamos como “los milagros reflejan, por lo tanto, las
leyes de la eternidad, no las del tiempo” (T-1.I.19:3).
Y en el Principio 25, se nos revela, que “los milagros son parte de una cadena
eslabonada de perdón que, una vez completa, es la Expiación. La Expiación opera
todo el tiempo y en todas las dimensiones del tiempo” (T-1.I.25:1-2).
Cuando tuvimos ocasión de abordar esos tres
Principios nos centramos, principalmente, en el estudio de los conceptos
“milagro” y “expiación”. En esta ocasión, aprovecho la nueva oportunidad que
nos ofrece los Principios 47 y 48 para dedicar un monográfico al concepto
“tiempo”.
Para empezar, comparto una de las
afirmaciones recogidas a lo largo de las enseñanzas de Un curso de Milagros
que, sin duda, removerá esa zona de confort que nos proporciona nuestras
creencias:
“El
tiempo no existe realmente” (T-1:II.4:1). “Ni el espacio ni el tiempo tienen ningún sentido.
Ambos son meramente creencias” (T-1.VI.3:5).
Estas afirmaciones pueden despertar en
nosotros diferentes reacciones. Desde la negación, más absoluta, hasta la participación
consciente en hacerla real.
Me siento tentado a ofrecer referencias
recientes, en el campo científico, que nos ayudarán a ver la cuestión del
tiempo desde una perspectiva muy diferente, pero abordar este tema desde dicho
enfoque nos exigiría ocupar un espacio, que dimensionaría excesivamente el
propósito de este estudio, por lo que me conformaré con centrarme en las
aportaciones procedentes de Un Curso de Milagros.
Simplemente, referir, que desde las teorías
newtonianas, pasando por la de Einstein, hasta llegar al nuevo paradigma
abordado por la Física Cuántica, el concepto tiempo ha evolucionado
notablemente, hasta el punto, que se está muy cerca de la corroboración
científica de que el tiempo no existe realmente.
¡Pero el tiempo es muy real! Es el argumento
del ego, es su creencia, lo que le lleva a su aceptación sin reservas. Sin
embargo, el único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.
Hablar de ego, es hablar de tiempo. Hablar de
ego, es hablar de separación, luego, la creencia en la separación, nos lleva a
la creencia en el tiempo. Podemos decir que, "antes de la separación los actos
eran innecesarios porque no existía la creencia en el tiempo ni en el espacio" (T-2.II.4:4).
"La creación falsa hizo que esto -el tiempo- fuese necesario como recurso de corrección (T-2.VII.5:13).
¿Qué estado existía antes del que el tiempo
existiese para el ego?
Es posible que esta pregunta forme parte de
otras muchas que se despiertan en nuestra mente cuando se aborda el tema del
tiempo. El Texto del Curso nos ofrece una respuesta, que no nos dejará
indiferentes:
“El
presente existe desde antes de que el tiempo diese comienzo y seguirá
existiendo una vez que éste haya cesado. En el presente se encuentran todas las
cosas que son eternas, las cuales son una. La continuidad de esas cosas es
intemporal y su comunicación jamás puede interrumpirse, pues no están separadas
por el pasado. Sólo el pasado puede producir separación, pero el pasado no está
en ninguna parte” (T-13.VI.6:5-8).
El Padre de la Iglesia cristiana San Agustín escribió que el tiempo existe sólo dentro del universo creado, de manera que Dios existirá fuera del tiempo, ya que para Dios no existe pasado ni futuro, sino únicamente un eterno presente.
En contraposición a la anterior
afirmación, diremos que, "el único propósito
que el ego percibe en el tiempo, es que, bajo su dirección, haya continuidad
entre pasado y futuro, y que el presente quede excluido a fin de que no se
pueda abrir ninguna brecha en su propia continuidad. Su continuidad, por
consiguiente, te mantiene en el tiempo, mientras que el Espíritu Santo quiere liberarte de él" (T-13.IV.8:2-3).
Para el ego, el pasado adquiere un especial
sentido, pues al basar su sistema de creencia en la culpa, es mediante esa
visión que se aferra al pasado. "Pues la
culpabilidad determina que serás castigados por lo que has hecho, y, por
lo tanto, depende del tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se
extiende hasta el futuro. Nadie que crea esto puede entender lo que significa
"siempre", y de este modo la culpabilidad le impide apreciar la
eternidad. Eres inmortal porque eres eterno, y "siempre"
no puede sino ser ahora" (T-13.I.8:3-5).
"Los sentimientos de culpabilidad son los que
perpetúan el tiempo. Inducen miedo a las represalias o al abandono, garantizando
así que el futuro sea igual que el pasado. En esto consiste la continuidad del
ego, la cual le proporciona una falsa sensación de seguridad al creer que no puedes escaparte de ella. Pero no sólo puedes, sino que tienes que hacerlo. Dios nos
ofrece a cambio la continuidad de la eternidad. Cuando decides hacer este
intercambio, reemplazas simultáneamente la culpabilidad por la dicha, la
crueldad por el amor y el dolor por la paz" (T-5.VI.2:1-7).
Hemos dicho, anteriormente, que el Espíritu
Santo nos ayuda a liberarnos del tiempo, que es lo mismo que decir, que quiere
liberarnos de la falsa creencia en la separación y en la culpa como única vía
de redención.
"El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en, él. Puesto que Él procede de Dios, usa todo
para el bien, pero no cree en lo
que no es verdad" (T-6.II.10:1-2).
¿Cómo nos ayuda el Espíritu Santo a conseguir
esa corrección?
A través de la Expiación. Este concepto ha
sido desarrollado, ampliamente, en el estudio de otro Principio, por lo que no
nos vamos extender más sobre su significado. Lo que sí haremos es indicar que, "la Expiación se instituyó dentro de la creencia en el tiempo y en el espacio
para fijar un límite a la necesidad de la creencia misma, y, en última
instancia, para completar el aprendizaje. La Expiación es la lección final" (T-2.II.5:1-2).
"La evolución es un proceso en el que aparentemente pasas de una etapa a la siguiente. Corriges tus previos tropiezos yendo hacia adelante. Este proceso es realmente incomprensible en términos temporales, puesto que retornas a medida que avanzas. La Expiación es el medio a través del cual puedes liberarte del pasado a medida que avanzas. La Expiación desvanece los errores que cometiste en el pasado, haciendo de este modo innecesario el que sigas volviendo sobre tus pasos sin avanzar hacia tu retorno. En este sentido la Expiación ahorra tiempo, pero al igual que el milagro al que sirve, no lo abole. Mientras siga habiendo necesidad de Expiación, seguirá habiendo necesidad de tiempo. Pero la Expiación, en cuanto que plan que ya se ha completado, tiene una relación única con el tiempo. Hasta que la Expiación no se complete, sus diversas fases evolucionarán en el tiempo, pero la Expiación en su totalidad se encuentra al final del tiempo. En ese punto el puente de retorno ya se ha construido" (T-2.II.6:1-10).
El milagro no abole el tiempo, pero reduce al
mínimo su necesidad, es decir, acelera el proceso de aprendizaje y corrección.
Un Curso de Milagros nos dice a este
respecto: “En el plano
longitudinal u horizontal el reconocimiento de la igualdad de los miembros de
la Filiación parece requerir un tiempo casi interminable. El milagro, no
obstante, entraña un cambio súbito de la percepción horizontal a la vertical.
Esto introduce un intervalo del cual tanto el que da como el que recibe
emergen mucho más adelantados en el tiempo de lo que habrían estado de otra
manera. El milagro, pues, tiene la propiedad única de abolir el tiempo en la
medida en que hace innecesario el intervalo de tiempo que abarca. No existe
relación alguna entre el tiempo que un milagro tarda en llevarse a cabo y el
tiempo que abarca. El milagro substituye a un aprendizaje que podría haber
durado miles de años. Lo hace en virtud del reconocimiento implícito de la
perfecta igualdad que existe entre el que da y el que recibe en la que se basa
el milagro. El milagro acorta el tiempo al producir su colapso, eliminando de
esta manera ciertos intervalos dentro del mismo. Hace esto, no obstante, dentro
de la secuencia temporal más amplia” (T-1.II.5:2-10).
"La decisión básica del que se ha decidido por
el camino de los milagros es no esperar en el tiempo más de lo necesario. EI
tiempo puede causar deterioro y también puede desperdiciarse. El que obra
milagros, por lo tanto, acepta gustosamente el factor de control del tiempo.
Reconoce que cada colapso de tiempo nos acerca más a todos al punto en el que
finalmente nos podemos liberar de él y en el que el Hijo y el Padre son uno" (T-1.V.2:1-4).
"Si un número suficiente de nosotros llega a
alcanzar una mentalidad verdaderamente milagrosa, este proceso de acortar el
tiempo puede llegar a ser virtualmente inconmensurable" (T-2.VIII.2:7).
"Tanto el tiempo como la eternidad se encuentran en
nuestra mente, y estarán en conflicto hasta que percibamos el tiempo
exclusivamente como un medio para recuperar la eternidad" (T-10.In.1:1-2).
"Mientras el tiempo perdure en tu mente te verás obligado a elegir. El tiempo en sí es algo que tú elegiste. Si quieres recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos reales porque se contradicen entre sí. Sólo con que aceptes lo intemporal como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya" (T-10.V.14:3-9).
Nos dice el Curso que, "debes aprender que sólo la paciencia infinita
produce resultados inmediatos. Así es como el tiempo se intercambia por la
eternidad. La paciencia infinita recurre al amor infinito, y, al producir
resultados ahora hace que el
tiempo se haga innecesario. Como ya hemos dicho, el tiempo es un recurso de
aprendizaje que será abolido cuando ya no sea necesario. El Espíritu Santo,
que habla en favor de Dios en el tiempo, sabe también que el tiempo no tiene
sentido" (T-5.VI.12:1-5).
¿Tiene
alguna utilidad el tiempo?
Para responder a esta cuestión, voy a exponer
parte del contenido que se recoge en el capítulo 15 del Curso de Milagros,
titulado, “Los dos usos del tiempo”:
“¿Puedes imaginarte lo que sería no tener
inquietudes, preocupaciones ni ansiedades de ninguna clase, sino simplemente
gozar de perfecta calma y sosiego todo el tiempo? Ése es, no obstante, el
propósito del tiempo: aprender justamente eso y nada más. El Maestro de Dios no
puede sentirse satisfecho con Sus enseñanzas hasta que éstas no constituyan lo
único que sabes. Su función docente no se consumará hasta que no seas un alumno
tan dedicado que sólo aprendas de Él. Cuando eso haya ocurrido, ya no tendrás
necesidad de un maestro, ni de tiempo en el que aprender" (T-15.I.1:1-5).
"La razón del aparente
desaliento del que tal vez padezcas es tu creencia de que ello toma tiempo y de
que los resultados de las enseñanzas del Espíritu Santo se encuentran en un futuro remoto. Sin embargo, no es así,
pues el Espíritu Santo usa el tiempo a Su manera, y no está limitado por él. Él tiempo es Su amigo a la hora de
enseñar. No causa deterioro en Él como lo hace en ti. Todo el
deterioro que el tiempo parece ocasionar se debe únicamente a tu identificación
con el ego, que se vale del tiempo para reforzar su creencia en la destrucción.
El ego, al igual que el Espíritu Santo, se vale del tiempo para convencerte de
la inevitabilidad del objetivo y del final del aprendizaje. Él objetivo del
ego es la muerte, que es su propio fin. Mas el objetivo del Espíritu Santo es la vida,
la cual no tiene fin” (T-15.I.2:1-9).
“El infierno es
únicamente lo que el ego ha hecho del presente. La creencia en el infierno es
lo que te impide comprender el presente, pues tienes miedo de éste. El Espíritu
Santo conduce al Cielo tan ineludiblemente como el ego conduce al infierno.
Pues el Espíritu Santo, que sólo conoce el presente, se vale de éste para
desvanecer el miedo con el que el ego quiere inutilizar el presente. Tal como
el ego usa el tiempo, es imposible librarse del miedo. Pues el tiempo, de
acuerdo con las enseñanzas del ego, no es sino un recurso de enseñanza para
incrementar la culpabilidad hasta que ésta lo envuelva todo y exija eterna
venganza” (T-15.I.7:2-7).
“El Espíritu Santo
quiere desvanecer todo esto ahora. No es el presente lo que da miedo, sino el
pasado y el futuro, mas éstos no existen. El miedo no tiene cabida en el
presente cuando cada instante se alza nítido y separado del pasado, sin que la sombra
de éste se extienda hasta el futuro. Cada instante es un nacimiento inmaculado
y puro en el que el Hijo de Dios emerge del pasado al presente. Y el presente
se extiende eternamente. Es tan bello, puro e inocente, que en él sólo hay
felicidad. En el presente no se recuerda la oscuridad, y lo único que existe es
la inmortalidad y la dicha" (T-15.I.8:1-7).
"Esta lección no
requiere tiempo para aprenderse. Pues, ¿qué
es el tiempo sin pasado ni futuro? El que te hayas descarriado tan
completamente ha requerido tiempo, pero ser lo que eres no requiere tiempo en absoluto. Empieza a usar el tiempo tal como
lo hace el Espíritu Santo: como un instrumento de enseñanza para alcanzar paz y
felicidad. Elige este preciso instante, ahora mismo, y piensa en él como si
fuese todo el tiempo que existe. En él
nada del pasado te puede afectar, y es en él donde te encuentras completamente
absuelto, complemente libre y sin condenación
alguna. Desde este instante santo donde tu santidad nace de nuevo, seguirás
adelante en el tiempo libre de todo temor y sin experimentar ninguna sensación
de cambio con el paso del tiempo” (T-15.I.9:1-7).
“Si
sientes la tentación de desanimarte pensando cuánto tiempo va a tomar poder,
cambiar de parecer, tan radicalmente, pregúntate a ti mismo: "¿Es mucho
un instante?" ¿No le ofrecerías al Espíritu Santo un intervalo de tiempo
tan corto para tu propia salvación? Él no te pide nada más, pues no
tiene necesidad de nada más. Requiere mucho más tiempo enseñarte a que estés
dispuesto a darle a Él esto que lo que Él tarda en valerse de ese ínfimo
instante para ofrecerte el Cielo, en su totalidad. A
cambio de ese instante, Él está listo para darte el
recuerdo de la eternidad" (T-15.I.11:1-5).
"Mas
nunca le podrás dar al Espíritu Santo ese instante santo en favor de tu
liberación, mientras no estés dispuesto a dárselo a tus hermanos en favor de la
suya. Pues el instante de la santidad es un instante que se comparte, y no
puede ser sólo para ti. Cuando te sientas tentado de atacar a un hermano,
recuerda que su instante de liberación es el tuyo. Los milagros son los
instantes de liberación que ofreces y que recibirás. Dan testimonio de que
estás dispuesto a ser liberado y a ofrecerle el tiempo al Espíritu Santo a fin
de que Él lo use para Sus propósitos" (T-15.I.12:1-5).
"¿Cuánto
dura un instante? Dura tan poco para tu hermano como para ti.
Practica conceder ese bendito instante de libertad a todos aquellos que están
esclavizados por el tiempo, haciendo así que para ellos éste se convierta en su
amigo. Mediante tu dación, el Espíritu Santo te da a ti el bendito instante que
tú les das a tus hermanos. Al tú ofrecerlo, Él te lo ofrece a ti. No seas
reacio a dar lo que
quieres recibir de Él, pues al dar te unes a Él. En la cristalina pureza de la
liberación que otorgas radica tu inmediata liberación de la culpabilidad. Si
ofreces santidad no puedes sino ser santo" (T-15.I.13:1-8).
"¿Cuánto
dura un instante? Dura el tiempo que sea necesario para re-establecer la
perfecta cordura la perfecta paz y el perfecto amor por todo el mundo, por
Dios y por ti; el tiempo que sea necesario para recordar la inmortalidad y a
tus creaciones inmortales, que la comparten contigo; el tiempo que sea necesario
para intercambiar el infierno por el Cielo. Dura el tiempo suficiente para que
puedas trascender todo lo que el ego ha hecho y ascender hasta tu Padre” (T-15.I.14:1-5).
Es una experiencia muy común, compartida por
los estudiantes de Un Curso de Milagros, creer que liberarnos del tiempo, nos
supondrá mucho tiempo. Sin embargo, el Texto del Curso nos invita a pensar de
otra manera bien distinta cuando nos dice lo siguiente:
“Dios te dio Su Maestro para que
reemplazase al que tú inventaste, no para que estuviese en conflicto con él. Y lo que Él ha dispuesto reemplazar ya ha sido
reemplazado. El tiempo tan solo duró un instante en tu mente, y no afectó a la
eternidad en absoluto. Y así es con todo el tiempo que ha pasado; y todo permanece
exactamente como era antes de que se construyese el camino que no lleva a
ninguna parte. El brevísimo lapso de tiempo en el que se cometió el primer
error -en el que todos los demás errores están contenidos- encerraba también la
Corrección de ese primer error y de todos los demás que partieron de él. Y en
ese breve instante el tiempo desapareció, pues eso es lo que jamás fue. Aquello
a lo que Dios dio respuesta ha sido resuelto y ha desaparecido" (T-26.V.3:1-7).
"A
ti que aún crees vivir en el tiempo sin saber que ya desapareció, el Espíritu
Santo te sigue guiando a través del laberinto infinitamente pequeño e
insensato que todavía percibes en el tiempo a pesar de que ya hace mucho que
desapareció. Tú crees estar viviendo en lo que ya pasó. Cada cosa que ves la
viste sólo por un instante, hace mucho, antes de que su irrealidad sucumbiese
ante la verdad. No hay ni una sola ilusión en tu mente que no haya recibido
respuesta. La incertidumbre se llevó ante la certeza hace tanto tiempo que es
ciertamente difícil seguir abrigándola en tu corazón como si aún estuviese
ante ti" (T-26.V.4:1-5).
"Este
ínfimo instante que deseas conservar y hacer eterno, se extinguió tan
fugazmente en el Cielo que ni siquiera se notó. Lo que desapareció tan
rápidamente que no pudo afectar el conocimiento del Hijo de Dios, no puede
estar aún ahí para que lo puedas elegir como maestro. Sólo en el pasado -un
pasado inmemorial, demasiado breve como para poder erigir un mundo en
respuesta a la creación- pareció surgir este mundo. Ocurrió hace tanto tiempo y
por un intervalo tan breve que no se perdió ni una sola nota del himno
celestial. Sin embargo, en cada acto o
pensamiento que aún no hayas perdonado, en cada juicio y en cada creencia
en el pecado, se evoca ese instante, como si se pudiese volver a reconstruir en
el tiempo. Lo que tienes ante tus
ojos es una memoria ancestral. Y quien vive sólo de recuerdos no puede saber
dónde se encuentra" (T-26.V.5:1-7).
"El
perdón es lo que nos libera totalmente del tiempo y lo que nos permite aprender que el pasado ya pasó.
Ya no se oye hablar a la locura. Ya no hay ningún otro maestro ni ningún otro
camino. Pues lo que ha sido erradicado ha dejado de existir. ¿Y quién puede
encontrarse en una ribera lejana, y soñar que está al otro lado del océano en
un lugar y en un tiempo que hace mucho que desaparecieron? ¿Cómo iba a poder
impedir este sueño que él esté donde realmente está? Pues donde él está es un
hecho, y sus sueños, de la clase que sean, no pueden cambiarlo. Con todo, puede
imaginarse que está en otro lugar y en otro tiempo. Lo que a lo sumo puede
hacer es engañarse a sí mismo creyendo que eso es verdad y convertirlo de meras
imaginaciones en creencias y en locura, completamente convencido de que donde
prefiere estar es donde está" (T-26.V.6:1-6).
"Mas
¿podría eso impedirle estar donde está? ¿Es cualquier eco del pasado que él
pueda oír un hecho en comparación con lo que se puede oír donde él está ahora? ¿Y
en qué medida pueden sus propias ilusiones con respecto al tiempo y al espacio
cambiar el lugar donde él realmente está?" (T-26.V.7:1-3).
"Lo
que no se ha perdonado es una voz que llama desde un pasado que ya pasó para
siempre. Y lo único que lo considera real es
el deseo de que lo que ya pasó pueda volver a ser real y verse aquí y ahora, en
lugar de lo que realmente se encuentra aquí y
ahora. ¿Supone esto acaso un obstáculo para la verdad de que el pasado ya pasó
y de que no se te puede devolver? ¿Y querrías conservar ese temible instante en
el que el Cielo pareció desaparecer y a Dios se le temió y se le convirtió en
el símbolo de tu odio?" (T-26.V.8:1-4).
"Olvídate
de ese momento de terror que ya hace tanto tiempo que se corrigió y se
des-hizo. ¿Podría acaso el pecado resistir la Voluntad de Dios? ¿Podría estar
en tus manos poder ver el pasado y ubicarlo en el presente? No puedes volver a
él. Y todo
lo que señala hacia él no hace sino embarcarte en una misión cuya consecución
sólo podría ser irreal. Tal es la justicia que tu Amoroso Padre se aseguró de
que se hiciese contigo. Y te ha protegido de tu propia injusticia contra ti
mismo. No puedes extraviarte porque no hay otro camino que el Suyo y no puedes
ir a ninguna parte excepto hacia Él" (T-26.V.9:1-8).
"¿Cómo
iba a permitir Dios que Su Hijo se extraviase por un camino que es sólo la
memoria de un instante que hace mucho que pasó? Este curso te enseña sólo lo
que es ahora.
Un terrible instante de un pasado lejano que ha sido completamente corregido
no es motivo de preocupación ni tiene valor alguno. Deja que lo muerto y lo
pasado descansen en el olvido. La resurrección ha venido a ocupar su lugar. Y
ahora tú eres parte de la resurrección, no de la muerte. Ninguna ilusión del
pasado tiene el poder de retenerte en un lugar de muerte: la bóveda en la que
el Hijo de Dios entró por un instante, para ser instantáneamente restaurado al
perfecto Amor de su Padre. ¿Y cómo iba a podérsele mantener encadenado cuando
hace tanto tiempo que se le liberó de las cadenas, que éstas desaparecieron de
su mente para siempre?" (T-26.V.10:1-8).
"El
Hijo que Dios creó sigue siendo tan libre como Dios lo creó. Renació en el
mismo instante en que eligió morir en vez de vivir. ¿Y te negarías ahora a
perdonarlo porque cometió un error en un pasado que Dios ni siquiera recuerda y
que no existe? Estás ahora oscilando entre el pasado y el presente. A veces el pasado te parece real,
como si fuese el
presente. Oyes voces del pasado y luego dudas de que las has oído. Eres como
alguien que aún tiene alucinaciones, pero que no está seguro de lo que percibe.
Ésta es la zona fronteriza entre los dos mundos, el puente entre el pasado y el
presente. Aquí todavía ronda la sombra del pasado; sin embargo, se vislumbra ya
la luz del presente. Una vez que esta luz se ve, es imposible olvidarse de
ella. Y esa luz te rescatará del pasado y te conducirá al presente, donde
realmente te encuentras" (T-26.V.11:1-11).
"Las
sombrías voces no alteran las leyes del tiempo ni las de la eternidad. Proceden
de lo que ya pasó y dejó de existir, y no suponen ningún obstáculo para la
verdadera existencia del aquí y del ahora. El mundo real es la contrapartida a
la alucinación de que el tiempo y la muerte son reales, y de que tienen una
existencia que puede ser percibida. Esta terrible ilusión fue negada en el
mismo lapso de tiempo que Dios tardó en responder a ella para siempre y en toda
circunstancia. Y entonces desapareció y dejó de
experimentarse como algo que estaba ahí" (T-26.V.12:1-5).
"Cada
día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no haces
sino revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor.
Y así
mueres cada día para vivir otra vez, hasta que cruces la brecha entre el pasado
y el presente, la cual en realidad no existe. Esto es lo que es toda vida: un
aparente intervalo entre nacimiento y muerte y de nuevo a la vida; la
repetición de un instante que hace mucho que desapareció y que no puede ser
revivido. Y el tiempo no es otra cosa que la creencia demente de que lo que ya
pasó todavía está aquí y ahora" (T-26.V.13:1-4).
"Perdona el pasado y olvídate de
él, pues ya pasó. Ya no te encuentras en el espacio que hay entre los dos
mundos. Has seguido adelante y has llegado hasta el mundo que yace ante las
puertas del Cielo. Nada se opone a la Voluntad de Dios ni hay necesidad de que
repitas una jornada que hace mucho que concluyó. Mira a tu hermano dulcemente,
y contempla el mundo donde la percepción de tu odio ha sido transformada en un
mundo de amor” (T-26.V.14:1-5).
Cada vez que repaso este capítulo del Curso, me
ratifico más en pensar que su contenido corresponde a una de las lecciones más
maravillosas, sobre metafísica, que he podido leer. Si logramos aplicar su
mensaje, habremos dado un importante paso hacia la Salvación y hacia la Iluminación.
"El tiempo parece ir en una dirección, pero cuando llegues a su final, se enrollará hacia el pasado como una gran alfombra extendida
detrás de ti y desaparecerá. Mientras sigas creyendo que el Hijo de
Dios es culpable seguirás caminando a lo largo de esa alfombra,
creyendo que conduce a la muerte. Y la jornada parecerá larga, cruel y absurda,
pues en efecto, lo es" (T-13.I.3:5-7).
"Cuando ninguna percepción se
interponga entre Dios y Sus creaciones, o entre Sus Hijos y las suyas, el
conocimiento de la creación no podrá sino continuar eternamente. Los reflejos
que aceptes en el espejo de tu mente mientras estés en el tiempo o
bien te acercan a la eternidad o bien te alejan de ella. Pero la eternidad en
sí está más allá del
tiempo" (T-14.X.1:1-3).
Sigamos el consejo que nos
comparte el Curso para alcanzar nuestro estado original, la eternidad:
“Salte del tiempo y con la ayuda
del reflejo de la eternidad en ti, extiéndete y tócala. Y pasarás del
tiempo a la santidad tan inevitablemente como el reflejo de la santidad
exhorta a todos a dejar a un lado la culpabilidad. Sé un reflejo de la paz del
Cielo aquí y lleva este mundo al Cielo,
pues el reflejo de la verdad atrae a todo el mundo a ésta, y a medida que todos
entran en ella, dejan atrás todos los reflejos” (T-14.X.1:4-7).
No hay comentarios:
Publicar un comentario