PRINCIPIO 33
Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas acerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores. Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura.
Este Principio nos
ofrece la oportunidad de abordar un tema esencial como es el de las
“ilusiones”.
De las
definiciones que nos aporta el diccionario de la Real Academia Española sobre
el término “ilusión”, me quedo con la siguiente: “Concepto, imagen o
representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados
por engaño de los sentidos”.
Tanto el Texto del Curso de
Milagros, como el Libro de Ejercicios prestan una especial atención al tema de
la “realidad” y de la “ilusión”, de hecho, ambos, dan comienzo refiriéndose a
dichos conceptos:
Libro de Ejercicios:
Lección 1
"Nada de lo que veo en esta habitación [en
esta calle, desde esta ventana, en este lugar] significa nada" (L.pI-1).
La definición dada por la RAE, nos aclara que
la ilusión es una representación “sin verdadera realidad”, o lo que es lo
mismo, irreal. Podemos determinar, que tan solo lo real es verdad y que lo
irreal es ilusión. Si consultamos el término “verdad” en el diccionario de la
RAE, entre sus significados, nos gustaría resaltar el siguiente: “Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma
sin mutación alguna”.
Veamos qué nos aporta el
Libro de Ejercicios sobre esta cuestión.
¿Qué
es el mundo?
"El mundo es una
percepción falsa. Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. Persistirá
mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. Cuando
el pensamiento de separación haya sido sustituido por uno de verdadero perdón,
el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera, que
conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos
sus errores. Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus
efectos" (L.pII.3.1:1-5).
"El mundo se
fabricó como un acto de agresión contra Dios. Es el símbolo del
miedo. Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? El
mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el
que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. Esa
fue la cuna de la percepción, pues el conocimiento no podría haber sido la
causa de pensamientos tan descabellados. Mas los ojos engañan, y
los oídos oyen falsedades. Ahora es muy posible cometer errores
porque se ha perdido la certeza" (L.pII.3.2:1-7).
"Y para
sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, que ahora van en
pos de lo que se les ha encomendado buscar. Su finalidad es servir
el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de
él y lo hiciera real. Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una
sólida base donde existe la verdad y donde se mantiene aparte de las mentiras.
No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se
mantienen separadas de la verdad" (L.pII.3.3:1-5).
"Del mismo modo
en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener
otro propósito. Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y
Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda
percepción un nuevo propósito. Sigue Su Luz, y verás el mundo tal
como Él lo ve. Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. Y
deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo
salvaguardó para ti en Él" (L.pII.3.4:1-5).
"No nos quedemos tranquilos hasta
que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. No nos demos
por satisfechos hasta que el perdón sea total. Y no intentemos
cambiar nuestra función. Tenemos que salvar al mundo. Pues
nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de
Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser
restituido a la vida eterna" (L.pII.3.5:1-5).
"La mente que ve ilusiones piensa que éstas son
reales. Existen en cuanto que son pensamientos. Sin embargo, no son reales
porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios" (L.pI-99.3:2-4).
"El perdón es lo único que representa a la verdad en medio de las ilusiones del mundo. El
perdón ve su insustancialidad, y mira más allá de las miles de formas en que
pueden presentarse. Ve las mentiras, pero no se deja engañar por ellas. No hace
caso de los alaridos auto-acusadores de los pecadores enloquecidos por la
culpabilidad. Los mira con ojos serenos, y simplemente les dice: "Hermano
mío, lo que crees no es verdad" (L.pI-134.7:1-5).
"Las ilusiones forjan más ilusiones. Excepto una:
Pues el perdón es la ilusión que constituye la respuesta a todas las demás
ilusiones" (L.pI-198.2:8-10).
"El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque
en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. Todas las ilusiones, salvo
ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. Pero con ésta, a todas las
demás les llega su fin" (L.pI-198.3:1-3).
"La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto,
mora dentro del Reino. Todo lo que está
fuera del Reino es ilusorio" (T-6.V.C.9:1-2).
"Las ilusiones son inversiones.
Perdurarán mientras les sigamos atribuyendo valor. Todos los valores son
relativos, mas todos son poderosos porque son juicios mentales. La única manera
de desvanecer las ilusiones es retirando de ellas todo el valor que les hemos
otorgado. Al hacer eso dejan de tener vida para nosotros porque las hemos
expulsado de nuestra mente. Mientras sigamos incluyéndolas en nuestra mente
estaremos infundiéndoles vida" (T-7.VII.4:1-5).
"La única manera de liberarse de las ilusiones es
dejando de creer en ellas" (T-8.VII.15:5).
"Las ilusiones no
son sino creencias en algo que no existe. Y el aparente conflicto entre la
verdad y la ilusión solo puede ser resuelto separándonos de la ilusión y no de
la verdad" (T-16.III.4:9-10).
“Nadie puede
escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la
manera de protegerlas. No hay necesidad de sentirse amedrentado por ellas,
pues no son peligrosas. Estamos listos para examinar más detenidamente el
sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo
desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar
listo para ello. Mantengámonos muy calmados al hacer esto, pues lo único que
estamos haciendo es buscando honestamente la verdad. La "dinámica"
del ego será nuestra lección por algún tiempo, pues debemos primero examinarla
para poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. Juntos
desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él
hacia la verdad”. (T-11.V.1:1-6)
Podemos decir, que el primer paso en el proceso de
deshacer lo ilusorio es cuestionarlo. En este sentido, el
milagro -la respuesta correcta- lo corrige.
Mientras que
la negación del Ser da lugar a ilusiones, la corrección del error nos libera de
ellas. "El propósito de la Expiación es desvanecer las
ilusiones, no considerarlas reales y luego perdonarlas" (T-13.X.6:6).
"El milagro sitúa a la realidad en el lugar
que le corresponde. A la realidad le corresponde estar, únicamente en el
espíritu, y el milagro reconoce únicamente la verdad. De este modo desvanece
las ilusiones que albergamos con respecto a nosotros mismo, y nos pone en
comunión con nosotros mismo y con Dios. El milagro se une a la Expiación al
poner a la mente al servicio del Espíritu Santo. Así se establece la verdadera
función de la mente y se corrigen sus errores, que son simplemente una falta de
amor. Nuestra mente puede estar poseída por ilusiones, pero nuestro espíritu
es eternamente libre" (T-1.IV.2:3-8).
"El amor no es una ilusión. Es un hecho. Si ha habido desilusión es porque
realmente nunca hubo amor, sino odio, pues el
odio es una ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor" (T-16.IV.4:1-4).
"El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la
fantasía de que es posible destruir el significado del amor. Y a menos que se
restaure en nosotros el significado del amor, no podremos conocernos a nosotros
mismo. La separación no es más que la decisión de no conocernos. Todo este
sistema de pensamiento es una experiencia de aprendizaje cuidadosamente urdida,
diseñada para apartarnos de la verdad y conducirnos a las fantasías" (T-16.V.15:1-4).
¿Cómo llevar las fantasías ante la verdad?
Para dar respuesta a esta
interesante cuestión, nos remitiremos al Capítulo 17 del Curso, dedicado al
Perdón y la Relación Santa:
“La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en
ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia
imaginación. Su realidad es eternamente inmaculada.
El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha
traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en
sueños no tiene lugar realmente. Es imposible convencer al que sueña de que
esto es así, pues los sueños son lo que son debido a la ilusión de que son reales.
Sólo al despertar se libera uno completamente de ellos, pues sólo entonces
resulta perfectamente evidente el hecho de que no afectaron en modo alguno la
realidad y de que no la han cambiado. Las fantasías cambian la realidad. Ese
es su propósito. En realidad no lo pueden hacer, pero sí pueden
hacerlo en la mente que quiere
que la realidad sea diferente" (T-17.I.1:1-10).
"Tu deseo de cambiar la realidad es, por lo tanto, lo
único que es temible, pues al desear que la realidad cambie crees que tu deseo
se ha cumplido. En cierto sentido, esta extraña perspectiva da testimonio de tu
poder. Mas cuando lo distorsionas y lo utilizas en favor del "mal",
haces también que sea algo irreal para ti. No puedes serle fiel a dos amos que
te piden cosas contradictorias. Lo que usas en beneficio de las fantasías, se
lo niegas a la verdad. Mas lo que le entregas a la verdad para que ésta lo use
en tu beneficio, se encuentra a salvo de las fantasías” (T-17.I.2:1-6).
"La verdad no tiene significado dentro de lo
ilusorio. El marco de referencia para entender su significado tiene que ser
ella misma. Cuando tratamos de llevar la verdad ante las ilusiones, estamos
tratando de hacer que las ilusiones sean reales y de conservarlas justificando
nuestra creencia en ellas. Llevar las fantasías ante la verdad, no obstante, es
permitir que la verdad nos muestre que las ilusiones son irreales, lo cual nos
permite entonces liberarnos de ellas" (T-17.I.5:2-5).
"No hay conexión alguna entre la verdad y las
ilusiones. Esto será así eternamente, por mucho que intentemos que haya
conexión entre ellas. Pero las ilusiones están siempre conectadas entre sí, tal
como lo está la verdad. Tanto las ilusiones como la verdad gozan de cohesión
interna y constituyen un sistema de pensamiento completo en sí mismo, aunque
totalmente desconectado del otro. Percibir esto es reconocer dónde se encuentra
la separación, y dónde debe subsanarse. El resultado de una idea no está nunca
separado de su fuente. La idea de la separación dio lugar al cuerpo y permanece
conectada a él, haciendo que éste enferme debido a la identificación de la
mente con él. Creemos que estamos protegiendo al cuerpo, al ocultar esta
conexión, ya que ocultarla parece mantener nuestra identificación a salvo del
"ataque" de la verdad" (T-19.I.7:1-8).
La ilusión es un pensamiento
erróneo, una decisión errónea y en este sentido me gustaría referir lo que el
Curso nos enseña sobre este particular al expresar lo siguiente:
“El deseo de ser especial es el
gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran ilusión de lo que tú
eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí también lo que hace que se ame al
cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar. Ser especial es una
postura que requiere defensa. Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que
lo hacen. Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú
puedas seguir siendo especial es una ilusión” (T.24.I.5:1-6).
Hemos dicho anteriormente, que el Hijo de Dios no
necesita ser perdonado, sino despertado. Las ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. "El hecho de que la verdad
esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro, lo cual quiere
decir que hemos entendido que los sueños, sueños son, y que escaparnos de ellos
depende, no del sueño en sí, sino de que despertemos" (T-29.IV.1:3).
El milagro establece que estamos teniendo un sueño y
que su contenido no es real. Éste es un paso crucial a la hora de lidiar con
ilusiones. Nadie tiene miedo de ellas cuando nos damos cuenta de que fuimos
quien las inventamos.
¿Cómo se superan las ilusiones?
“Ciertamente no
mediante el uso de la fuerza o de la ira, ni oponiéndose a ellas en modo
alguno. Se superan dejando simplemente que la razón te diga que las ilusiones
contradicen la realidad. Las ilusiones se oponen a lo que no puede sino ser
verdad. La oposición procede de ellas, no de la realidad. La realidad no se
opone a nada. Lo que simplemente "es" no necesita defensa ni ofrece
ninguna. Sólo las ilusiones necesitan defensa debido a su debilidad. Mas ¿cómo
podría ser difícil recorrer el camino de la verdad cuando la debilidad es el
único obstáculo? Tú eres el fuerte en este aparente conflicto y no necesitas
ninguna defensa. Tampoco deseas nada que necesite defensa, pues cualquier cosa
que necesite defensa te debilitará”. (T-22.V.1:2-12)
“Nunca te olvides de que cuando sientes surgir la
necesidad de defenderte de algo es que te has identificado a ti mismo con una
ilusión. Consecuentemente, crees ser débil porque estás solo. Ése es el costo
de todas las ilusiones. No hay ninguna que no esté basada en la creencia de que
estás separado; ninguna que no parezca interponerse, densa, sólida e
inamovible, entre tu hermano y tú; ni ninguna que la verdad no pueda pasar por
alto felizmente y con tal facilidad, que tienes que quedar convencido de que no
es nada, a pesar de lo que pensabas que era. Si perdonas a tu hermano, esto es
lo que inevitablemente sucederá. Pues es tu renuencia
a pasar por alto aquello que parece interponerse entre vosotros lo que hace que
parezca impenetrable y lo que defiende la ilusión de su inamovilidad”. (T-22.V.6:1-8)
Para poner fin a este análisis quisiera compartir unos párrafos extraídos del Capítulo 16 del Texto del Curso
y de la Lección 272 del Libro de Ejercicios, respectivamente. Prometo que os
gustarán:
“Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a
aceptar nuestra verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la
que jamás puede infiltrarse ninguna. Nuestra santidad es la Tuya. ¿Qué puede haber en nosotros que
necesite perdón si Tu perdón es perfecto? El sueño del olvido no es más que
nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. No nos dejes caer en la
tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y déjanos
recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú
creaste y que amas. Amén”. (T-16.VII.12:1-7)
“Padre, la verdad me pertenece. Mi
hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad
y la mía. ¿Podrían contentarme los sueños? ¿Podrían brindarme felicidad las
ilusiones? ¿Qué
otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? No me contentaré con
menos de lo que Tú me has dado. Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y
me mantiene a salvo eternamente. El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú
lo creaste" (L.pII-272.1:1-8).
"Hoy dejamos atrás las ilusiones.
Y si oímos a la tentación llamarnos e invitarnos a que nos entretengamos con
un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de
Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos elegir el Cielo con la
misma facilidad que el infierno. Y el amor reemplazará gustosamente todo temor” (L.pII-272.2:1-2)
Gracias J.J
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