PRINCIPIO 41
El contenido perceptual de los milagros es la
plenitud. De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de
carencia.
El Principio 41 nos ofrece la oportunidad de
afrontar el análisis de uno de los temas que más nos suele inquietar, el de la
dualidad abundancia-escasez.
Kenneth Wapnick, sobre este particular nos
refiere lo siguiente:
“El principio básico del ego es el principio
de escasez, que falta algo porque hemos excluido a Dios. De ahí es que procede
la culpa, del pensamiento de que hay una carencia, que hace al ego y, por lo
tanto, al cuerpo real. Vemos a la gente y a nosotros mismos carentes; el
milagro refleja para nosotros la integridad que es nuestra verdadera Identidad.
"Integridad" puede equipararse con abundancia, la negación del
principio de escasez del ego. "Abundancia" no significa nada
material, una asociación que se hace frecuentemente con lo que se llama
Consciencia de Prosperidad.
En la Consciencia de Prosperidad, se piensa típicamente que la abundancia del espíritu puede traducirse en forma material: si pienso abundancia, recibiré abundancia. No cabe duda de que nuestros pensamientos sí influyen en lo que nos rodea. Fue así que se hizo el mundo para empezar. Pero eso no lo convierte en un principio espiritual. Desde la perspectiva del Curso, ese es el error aquí. Nuestras mentes sí afectan al mundo, pero esto es sólo una aseveración sobre el poder de la mente. Es un fenómeno psíquico, no espiritual. Lo que lo hace espiritual, como hemos visto, es entregarle ese poder al Espíritu Santo. Sin Su ayuda y orientación simplemente continuaríamos escogiendo de acuerdo con las necesidades de nuestro ego, arraigándonos más aún en este mundo de ilusión.
Así que, el milagro
no nos da cosas materiales. El milagro sencillamente deshace las defensas que
se fundamentaron en nuestra creencia en la escasez y la cual refuerza este
principio de carencia. Este proceso regresa nuestra mente a su original y
vigente estado de ser uno con Dios, poseedores de todo lo que Dios nos otorgó
en la creación: dicha, unidad, libertad, felicidad, etc” (Los 50 Principios del Milagro).
Este Principio
asemeja la percepción del milagro con el estado de “plenitud” y con ello nos
está revelando, que la experiencia que nos aporta el milagro nos lleva a
recordar nuestro verdadero estado espiritual. La Plenitud es el estado que
compartimos con nuestro Creador.
Un Curso de Milagro nos dice: "¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte
del Reino que la de restituirlo a la perfecta integración que le devuelve la plenitud?" (T-5.II.10:9).
"La unidad que existe entre el Creador y la creación constituye tu plenitud, tu cordura y tu poder ilimitado. Este poder ilimitado es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que eres. Si separas tu mente de dicho poder, no podrás sino percibir la fuerza más grande del universo como si fuese débil, ya que no creerás formar parte de ella" (T-7.VI.10:4-6).
"Tu plenitud es ilimitada porque el estado de
ser es infinito" (T-7.VIII.7:5).
"El egoísmo es cosa del ego, pero la plenitud del Ser pertenece al ámbito del
espíritu porque así es como Dios lo creó" (T-7.IX.1:4).
"El Reino se extiende para siempre porque está en la Mente de Dios. No conoces tu propio gozo porque no conoces la plenitud de tu propio Ser. Excluye cualquier parte del Reino y no podrás gozar de plenitud. Una mente dividida no puede percibir su llenura, y necesita que el milagro de su plenitud alboree en ella y la cure. Esto vuelve a despertar la plenitud en dicha mente; y al aceptar dicha plenitud se reincorpora al Reino. Cuando aprecias por completo la llenura de Ser de tu mente, el egoísmo se vuelve imposible y la extensión inevitable. Por eso es por lo que el Reino goza de perfecta paz. El espíritu está cumpliendo su función, y sólo el pleno cumplimiento produce paz." (T7.IX.4:1-8).
Es evidente, que cuando hablamos
en estos términos de “plenitud”, de “abundancia”, no nos estamos refiriendo a
riqueza material. El mundo físico es fruto de la mente separada, de la mente
dividida y esa mente, como hemos visto, no puede percibir llenura. Podemos ser
ricos en posesiones materiales y ello no significa que gocemos de paz y
plenitud.
La
creación es plena, y la señal de la plenitud es la santidad. Los milagros son
afirmaciones de Filiación, que es un estado de compleción y abundancia (T.1.V.4:5-6).
Nos refiere el Curso que, "si el miedo y el amor no pueden coexistir, y si es imposible estar completamente atemorizado y seguir viviendo, el único estado de plenitud posible es el del amor. No existe diferencia alguna entre el amor y la dicha. Por lo tanto, el único estado de plenitud posible es el de absoluta dicha. Curar o hacer feliz es, por lo tanto, lo mismo que integrar y unificar. Por eso es por lo que no importa a qué parte de la Filiación se le ofrece la curación o qué parte la lleva a cabo. Todas las partes se benefician, y se benefician por igual" (T-5.In.2:2-7).
"La plenitud es indivisible,
pero no puedes saber de la plenitud que gozas hasta que no la veas por
todas partes" (T-9.VI.4:6). De igual modo, "no podrás entender lo que es la Plenitud a menos que nosotros mismos seas plenos" (T-11.III.7:10).
Alcanzaremos la plenitud a medida que restauremos la
plenitud de otros, pues "dar a un hermano lo que realmente desea es ofrecérnoslo
a nosotros mismo, ya que nuestro padre dispone que comprendamos que nuestro
hermano y nosotros somos lo mismo" (T-12.II.3:4).
Nos revela el Curso, con relación al principio de
escasez, que "los que atacan no saben que son benditos. Atacan
porque creen que les falta algo" (T-7.VII.7:5-6). Desde este punto de vista, las Enseñanzas nos
hace una recomendación: “Comparte tu abundancia libremente y enseña a tus
hermanos a conocer la suya. No compartas sus ilusiones de escasez, pues, de lo
contrario, te percibirás a ti mismo como alguien necesitado” (T-7.VII.7:7-8).
Consciente de que el tema que estamos tratando, la abundancia-plenitud
y las escasez-separación, ocupa mucho de nuestros pensamientos hasta
convertirse en una de las asignaturas pendientes en nuestras vidas, me gustaría
compartir dos testimonios extraídos de dos autores practicantes de las
Enseñanzas de Un Curso de Milagros, cuyo contenido nos ayudará a enfocar, de un
modo más cercano, el tema que estamos analizando.
El primero de esos testimonios es el aportado por Marianne Williamson
en su obra “Volver al amor” de UCDM:
EL DINERO
«La dicha no cuesta nada.»
Haz lo que te guste, lo que haga que tu
corazón cante. Y nunca lo hagas por dinero. No trabajes para ganar dinero;
trabaja para difundir la alegría. Busca primero el reino de los Cielos, y el
Maseratti llegará cuando sea el momento.
Dios no tiene conciencia de pobreza. No
quiere que lleves una vida aburrida ni que tu trabajo te harte. No tiene nada
en contra de las cosas de este mundo. "El dinero no es malo; simplemente
no es nada." Como todo lo demás, se lo puede usar con fines sagrados o
impíos.
Una vez tuve una pequeña librería. Un día
entró un hombre que me dijo que me enseñaría a ganar dinero. -Cada persona que
entra por esa puerta- me explicó es un comprador en potencia. Y eso es lo que
usted tiene que decirse para sus adentros cada vez que un cliente entre en la
tienda: «Comprador en potencia, comprador en potencia».
Lo sentí como el consejo de un explotador. Me
estaba aconsejando que considerase a los demás como peones en mi propio juego.
Recé y recibí las siguientes palabras: «Tu tienda es una iglesia». Desde el
punto de vista esotérico, iglesia alude a la reunión de almas. No es un
fenómeno del plano exterior, sino más bien del interior. La gente no acude a tu
tienda o tu empresa para que tú consigas algo. Esas personas te son enviadas
para que puedas darles amor.
Después de la oración y de haber sentido
realmente que mi tienda era una iglesia, entendí que mi único trabajo era amar
a la gente que venía a ella. Y fue lo que hice: cada vez que veía entrar a un
cliente, lo bendecía en silencio. No todos me compraban un libro cada vez que
entraban, pero la gente empezó a considerar que yo era su librera. Los clientes
sentían la atracción de una atmósfera de paz. Aunque la gente no sepa
exactamente de qué se trata, percibe cuándo se está irradiando amor en su
dirección.
Yo me quedo atónita cuando me encuentro con
dependientes groseros, que se comportan como si al dejarte estar en la tienda
te hicieran un favor. La rudeza es destructiva para la trama emocional del
mundo. En el lugar donde yo crecí, la gente no va a una tienda que irradia esa
clase de energía, porque uno no se siente bien allí. Cuando nuestro objetivo es
hacer dinero, la creatividad se desvirtúa. Si yo creyera que el dinero es el
objetivo final de mi enseñanza, tendría que pensar más en lo que le gustaría
oír a la gente y menos en lo que yo siento que es importante que diga. Mi
energía quedaría contaminada por mis esfuerzos para conseguir venderles mi
conferencia y que volvieran otra vez trayendo a sus amigos. Pero si el propósito
de mi trabajo es canalizar el amor de Dios, entonces sólo estoy ahí para abrir
el corazón, el cerebro y la boca.
Cuando no trabajamos más que por el dinero,
nuestra motivación se centra en obtener y no en dar. La transformación
milagrosa significa pasar de una mentalidad de ventas a una mentalidad de
servicio. Mientras no realizamos este cambio, funcionamos desde el ego y nos
concentramos en las cosas de este mundo y no en el amor. Esta idolatría nos
arroja a un territorio emocional extraño, en el que siempre tenemos miedo.
Tenemos miedo tanto del éxito como del fracaso. Si nos acercamos al éxito, lo
tememos; si nos aproximamos al fracaso, también lo tememos. El problema no está
en el éxito ni en el fracaso, sino en la presencia del miedo, y en su inevitabilidad
allí donde el amor está ausente.
Como todo lo demás, el dinero puede ser
sagrado o impío, según cuál sea el fin a que lo destine la mente. Tendemos a
hacer con él lo mismo que hacemos con el sexo: lo deseamos, pero juzgamos el
deseo. Entonces es el juicio lo que deforma el deseo, convirtiéndolo en una
expresión desagradable. Como nos avergüenza admitir que deseamos esas cosas,
fingimos de una manera insidiosa que no es así; por ejemplo, condenamos
nuestros deseos incluso en el momento en que nos entregamos a ellos. Y, por lo
tanto, la falta de pureza está en nosotros, no en el dinero ni en la
sexualidad, que no son más que pantallas sobre las que proyectamos nuestro
sentimiento de culpabilidad.
Así como la mente temerosa es la fuente de la
promiscuidad, y no el sexo, que sólo es el medio por el cual ésta se expresa,
tampoco el dinero es la fuente de la codicia, sino sólo una de las maneras de
expresarse que ésta tiene. La fuente de la codicia es la mente. Tanto al dinero
como a la sexualidad se los puede usar con fines sagrados o impíos. Como con la
energía nuclear, el problema no está en la energía, sino en cómo se la aplica.
Nuestro concepto de la riqueza es, en
realidad, una estratagema del ego para asegurarse de que nunca lleguemos a
tener nada. Una vez conducía por un barrio de Houston habitado por personas muy
ricas, y pensé: «Esta gente trabaja para las grandes empresas multinacionales
que oprimen al Tercer Mundo». Entonces, yo misma me detuve: «¿Cómo puedo saber
de qué manera se ganan la vida todas estas personas y qué es lo que hacen con
su dinero?». Mi actitud enjuiciadora, disfrazada de conciencia política, era en
realidad el intento de mi ego de asegurarse de que nunca tuviera dinero. Lo que
mentalmente no permitimos a los demás, nos lo negamos a nosotros mismos. Lo que
bendecimos en los demás, lo atraemos hacia nosotros.
Cuando era una muchacha, tenía la creencia de
que al ser pobre estaba, de alguna manera, demostrando mi solidaridad con los
más necesitados. Ahora veo que detrás de aquella idea se escondía mi miedo de
fracasar si intentaba hacerme rica. Al final me di cuenta de que los pobres no
tenían tanta necesidad de mi simpatía como de dinero en efectivo. No hay nada
de puro ni de espiritual en la pobreza. Hay personas necesitadas que son muy
santas, pero no lo son porque sean pobres. He conocido a gente rica sumamente
espiritual, y a gente pobre que no lo era en absoluto.
La Biblia dice que es más difícil para un
rico entrar en el reino de los Cielos que para un camello pasar por el ojo de
una aguja. Eso se debe a que el apego al dinero hace que nos apartemos del
amor. Pero el imperativo moral no es rechazar el dinero en nuestra vida. El
reto consiste en espiritualizar nuestra relación con él, teniendo claro que su
único fin es sanar al mundo. En una sociedad iluminada, los ricos no tendrán
necesariamente menos dinero, sino que los pobres tendrán mucho más. El
problema, contrariamente a la forma en que lo percibe el ego, no es simplemente
de distribución de la riqueza, sino de la conciencia que la acompaña. El dinero
no escasea ni es un recurso finito. No somos pobres porque los ricos sean
ricos, sino porque no trabajamos con amor.
Tenemos que recordar que nuestro dinero es el
dinero de Dios; aceptemos tener todo lo que Él quiera que tengamos para poder
hacer lo que Él quiere que hagamos. Dios quiere que tengamos la base material
necesaria para conseguir nuestra mayor felicidad. El ego intenta convencernos
de que Dios exige sacrificios, y de que la vida de servicio ha de ser una vida de
pobreza, pero no es así. "Nuestro objetivo aquí en la Tierra es ser
felices, y la función del Espíritu Santo es ayudarnos a lograrlo. Él nos
conduce a la abundancia material que necesitamos para avanzar alegremente en el
mundo, sin esclavizarnos a ella.
Hay mucho trabajo por hacer para sanar al
mundo, y parte de él cuesta dinero. Con frecuencia el Espíritu Santo nos envía
dinero para que podamos llevar a cabo tareas que Él quiere ver cumplidas en Su
nombre. Una actitud responsable hacia el dinero es estar abiertos para recibir
lo que venga, y confiar en que nunca nos faltará.
Al pedir milagros, pedimos al Espíritu Santo
que elimine los obstáculos que impiden que recibamos dinero, obstáculos que
toman la forma de ideas como: el dinero es impuro, si tenemos dinero es que
somos codiciosos, los ricos son malos, o yo no debería ganar más dinero del que
ganan o ganaron mis padres. Tener dinero significa que podemos dar trabajo a
otras personas y sanar al mundo. Lo que le sucede a una sociedad cuando el
dinero deja de circular no es nada agradable.
Uno de los principios que hay que recordar en
lo que se refiere al dinero es la importancia que tiene pagar por los servicios
que otras personas nos prestan. Si negamos a alguien su derecho a ganarse la
vida, lo mismo nos negamos a nosotros. Lo que demos recibiremos, y lo que no
queramos dar nos será negado. Y para el universo no hay diferencia alguna entre
robar a una gran multinacional y robar a una arrugada y simpática ancianita.
El universo apoyará siempre nuestra integridad.
A veces nuestras deudas son tan grandes o confusas que, aunque tengamos la
mejor de las intenciones, la carga y la culpa resultan abrumadoras, y
simplemente amontonamos las facturas en el fondo de un cajón y tratamos de
olvidarlas. O cambiamos de número de teléfono. El universo no nos apoyará en
eso. Una gran persona no es alguien que nunca se cae, sino alguien que, cuando
se cae, hace lo necesario para ponerse de nuevo en pie. Como siempre, de lo que
se trata es de pedir un milagro. En general, nadie va a la cárcel en nuestro
país por tener deudas. Una vez más, como dice Un curso de milagros, «Todo el
mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es necesario una purificación».
La pureza de corazón hace que progresemos rápidamente. Si tienes deudas, por
grandes que sean, escribe una carta a las empresas o personas a quienes debes
dinero, reconoce el problema, discúlpate si es necesario y hazles saber que les
ofreces un plan de pagos, efectivo a partir de ese momento. Envíales algo de
dinero con la carta, y no te prepares para el fracaso. Si puedes pagarles
quince mil pesetas al mes, perfecto. O págales cinco mil, si no llegas a más.
Pero no te olvides de pagar regularmente y con puntualidad. No importa si la
deuda es de cinco millones de pesetas. El Curso afirma que «no hay grados de
dificultad en los milagros». No importa la forma que asuma un problema ni su
magnitud; un milagro puede resolverlo. ¿Qué significa esto? Que en cualquier
momento podemos volver a empezar. No importa cuál sea el problema; si
mentalmente tomamos una actitud respetuosa, el universo siempre nos ayudará a
solucionar el desastre y empezar de nuevo. Arrepentirse significa volver a
pensar. En cualquier aspecto de nuestra vida, el universo nos apoyará en la
misma medida en que lo apoyemos.
La mayoría de nosotros arrastramos algún
lastre con respecto al dinero, que puede ir desde una necesidad inadecuada de
tenerlo a un concepto inadecuado de lo que es. De niños, muchos recibimos
intensos mensajes sobre el dinero. De palabra o con hechos, nos enseñaron que
es de suma importancia, o que no es espiritual, o que es difícil de ganar, o
que es la raíz de todo mal. Muchos tenemos miedo de que los demás no nos
quieran si no tenemos dinero, o si tenemos demasiado. Se trata de un ámbito en el
que, individual o colectivamente, necesitamos una sanación radical de nuestros
hábitos mentales.
Recemos: «Dios amado, en Tus manos pongo
todos mis pensamientos sobre el dinero, todas mis deudas, toda mi riqueza. Abre
mi mente para que reciba abundante mente. Por mi mediación, canaliza Tu
abundancia de una manera que sirva al mundo. Amén».
El segundo de los testimonios lo he extraído de la obra escrita por
Gary Renard, “La desaparición del universo”:
Una tarde lluviosa de Agosto de
1998 me encontraba en casa cuando Arten y Pursah se presentaron en su visita
número trece. Pursah, sonriendo, abrió el debate.
Pursah: Hola, Gary. Es un gusto verte, como siempre. Nos
alegra que hayas ido a ver a Ken.
Evidentemente podrías aprender de
él sin tener que ir a verle, pero es divertido que hayas ido.
Gary: Puedes estar segura, y también fue muy agradable
conocerle personalmente. Me sorprendió lo divertido que es para ser un erudito
intelectual.
Pursah: Una de las mejores herramientas del Espíritu Santo
es la risa, hermano mío. Si te tomas el mundo demasiado en serio, te comerá.
Gary: Sí, ojalá me acordara de reírme un poco más a
menudo. Aún retraso el perdón algunas veces. Estoy seguro de que sabéis de qué
quiero hablar hoy. Me gustaría mejorar mi capacidad de recibir guía, y aprecio
mucho que me consintáis mis actuales intereses.
Pursah: Todo es parte del plan. Vamos a hablar de una guía
que no es de este mundo. Hoy no nos quedaremos mucho tiempo, de modo que
vayamos al grano. Has leído el folleto “La Canción de Oración”, ¿no es
así?
Gary: Claro. Es una de mis lecturas favoritas.
Pursah: Entonces hablemos de qué es la verdadera oración y
de cómo puedes obtener beneficios secundarios de ella cuando no tratas de
conseguirlos.
Gary: ¿Puedo plantearte una pregunta rápida?
Arten: Sólo venimos a servir.
Gary: Bien, he estado pensando en la devoción de los verdaderos
mensajeros espirituales, desde San Francisco de Asís hasta la Madre Teresa, y
hace que me pregunte si verdaderamente merezco ser un mensajero de Dios. A
veces no soy muy devoto, ¿sabes?
Arten: Esto es algo que has de recordar siempre; la prueba
de tu devoción es tu perdón. Ahora estás muy acostumbrado a perdonar, y olvidas
que antes no era algo natural para ti. Cada vez que perdonas, piensa en ello
como si fuera un regalo que te haces a ti mismo y a Dios. Te irá bien.
Gary: Gracias, lo intentaré. Pero también siento que no
tengo el impulso necesario para escribir nuestro libro, o para ir por ahí
intentando ser un portavoz del Curso. No tengo buena voz.
Arten: No tienes que hacer eso si lo no deseas, pero, si eliges
hacerlo, recuerda esto: Moisés no tenía buena voz; Hitler, sí. Lo importante es
el mensaje, no la forma que adopte. Si lo intentas, podrías llevarte una
sorpresa. Simplemente recuerda que te estás hablando a ti mismo. No hay nadie
allí fuera, y puedes recordar este hecho en cualquier momento que lo desees. Y
en cuanto al impulso, tanto si se trata del impulso de hacer el amor como del
impulso de trabajar, la gente lo tiene porque temen la muerte. Tienen un plazo
dado, por así decirlo. En el caso de un haragán como tú, el miedo a la muerte
adopta otras formas. Cuando surja, recuerda lo erróneo que es tu miedo a la
muerte y tu miedo a Dios.
Gary: En realidad, siento ese miedo respecto a no poder
vivir en Hawai. Creo que lo he deseado más de lo que creía.
Arten: En primer lugar, no deberías sentirte culpable por
desear vivir allí, ¿por qué no ibas a poder hacerlo? Todo el mundo tiene que
vivir en alguna parte. Es una simple preferencia. ¿Por qué darle tanta importancia?
Las ballenas son lo suficientemente inteligentes para ir allí en invierno. ¿Por
qué no debería hacerlo un Piscis tan majo como tú?
Gary: Aún no tengo los medios para quedarme allí una larga
temporada.
Arten: Eso es porque has estado poniendo el carro por
delante del caballo. Por suerte para ti, hoy vamos a hablar de cómo poner el
caballo por delante del carro.
Pursah: Una de las cosas que tienes que entender es que eres
inocente, independientemente de lo que parezca ocurrir en tu vida. Algunas
personas se sienten culpables por ser pobres y otras se sienten culpables por
ser ricas. ¿No crees que has sido ambas cosas, rico y pobre, en tus numerosos
sueños de vida? Sin embargo, ninguna de las dos cosas es verdad. ¡Sólo es un
sueño! Como hemos sugerido, si tienes bien incorporadas las bases del sistema
de pensamiento del Curso, deberías ser capaz de aplicar lo aprendido a
cualquier cosa. Por ejemplo, cuando tengas un profundo deseo de algo, debes
estar pensando que eres un cuerpo, o que de algún modo estás separado de Dios.
¿De qué otro modo podrías desear
algo? Si eres un espíritu, o si estás unido a Dios, no necesitas nada.
Si recuerdas que no eres un
cuerpo, entonces puedes dar un paso atrás y ver que tu deseo no tiene valor.
Una vez más, no estamos hablando
de renunciar a todos los bienes materiales; estamos hablando de tu manera de
mirarlos. Si necesitas algo -y tendría que faltarte para que lo necesitaras-,
puedes recordar que tan sólo es un sustituto de Dios, y que tú único problema
es tu sensación de separación de Él. Estás teniendo un sueño de escasez, pero
no es verdad. En lugar de hacer que algo a nivel de la forma sea más importante
que cualquier otra cosa, puedes recordar que en realidad todo es la misma nada.
Cristo no necesita nada. Si
necesitas algo, estás partiendo de un lugar de debilidad, pero si no necesitas nada,
puedes venir desde la fuerza de Cristo.
Gary: ¿Y qué pasa si simplemente me gusta Hawai y lo elijo
porque es precioso?
Pursah: Un modo de hacerlo es considerar que la belleza que
ves, o incluso la belleza en la que piensas, es un símbolo de tu abundancia
como Cristo. De ese modo, si llueve el día de tu cumpleaños y no puedes salir a
ver la belleza, ésta sigue estando allí, donde siempre ha estado, en tu mente.
Arten: En tu caso, la carencia emerge en forma de problemas
económicos. Eso es resultado de tu culpabilidad inconsciente. No te sientas mal
por ello. Tu culpabilidad inconsciente podría expresarse de formas mucho
peores. Por ejemplo, es preferible tener tus dificultades que tener graves
problemas de salud y muchas otras cosas con las que la gente tiene que
enfrentarse. Sabes perdonar; tienes una presión sanguínea perfecta y pareces
muchos años más joven de lo que eres. Cuenta tus bendiciones y siéntete
agradecido de que la mayoría de tus lecciones sean suaves, y de que tu perdón
está haciendo que despiertes a la conciencia de lo que verdaderamente eres.
Gary: Tengo una idea bastante precisa de cómo orar y estar
con Dios, pero no sé si comprendo esta idea del beneficio secundario.
Arten: De acuerdo. La repasaremos brevemente y después nos
iremos para que puedas practicar. Con la práctica se consigue la perfección.
Míralo de este modo. Si el
universo ilusorio está en perpetuo cambio y Dios es inmutable y eterno, ¿en cuál
de ellos preferirías tener tu origen? Tu problema de escasez, que es un símbolo
del pensamiento de separación, queda ampliado por el hecho de que estás
poniendo tu fe en algo con lo que no puedes contar. Si consideras que tu fuente
de abastecimiento es algo de este mundo, por ejemplo, tu carrera profesional,
un trabajo específico o tus propias habilidades, entonces, cuando algo cambia
-como siempre lo hace en este mundo-, podrías quedarte en desventaja. Un origen
ilusorio puede perderse.
Pero, ¿qué pasa si tu Fuente de
origen no puede cambiar ni fallar? Entonces estás poniendo tu fe donde está
justificado que la pongas. Ahora puedes ver tus profesiones transitorias y tus
iniciativas y empeños como simples herramientas que son expresiones simbólicas
de tu abastecimiento constante. Ahora tu Fuente se convierte en un pozo sin
fondo donde puedes acudir para obtener guía, que siempre se presentará como
algún tipo de inspiración. Si se te rompe la herramienta, no pasa nada. No
tienes que permanecer atado a ella porque no es tu Fuente de origen. Si tu
Fuente es constante, entonces una herramienta puede ser sustituida rápida y
cómodamente por otra a través de una ocurrencia muy natural: la inspiración.
Puedes relajarte sabiendo que no puedes perder tu Fuente.
Gary: Ya he experimentado parte de lo que estás diciendo,
pero podrías ser un poco más explícito respecto a cómo es este proceso.
Pursah: Sí. La instrucción de J en La Canción de Oración es
muy específica, pero la unión con Dios es abstracta. Más adelante, generalmente
cuando menos te lo esperas, te llegará una respuesta a tus problemas surgida de
la nada, por así decirlo, como un efecto secundario de haberte unido a Dios.
Aunque ya lo has leído, voy a
repetirte parte de lo que dice esta joya:
El secreto de la verdadera
oración es olvidarte de las cosas que crees que necesitas. Pedir lo específico
es muy parecido a mirar el pecado y después perdonarlo. Del mismo modo, en la oración
pasas por alto tus necesidades específicas tal como las ves, y las dejas en
manos de Dios. Allí, ellas se convierten
en tus regalos para Él, porque Le dicen que no tienes otro Dios más que Él;
ningún Amor más que el Suyo.
Como ejemplo, cuando meditas,
podrías visualizarte tomando la mano de J o del Espíritu Santo y yendo hacia
Dios. Entonces podrías pensar en ti mismo dejando tus problemas, objetivos e
ídolos ante Su altar como regalos. Quizás diga a Dios cuánto lo quieres y lo
agradecido que te sientes por estar completamente a su cuidado, por siempre
seguro y totalmente amparado. Entonces te quedas en silencio. Mantienes la actitud
de que Dios te creó para ser como Él y para estar eternamente con Él.
Ahora puedes olvidarte de todo,
unirte al Amor de Dios y perderte en alegre comunión con Él.
Un par de días después, podrías
estar comiendo un bocadillo o trabajando en el ordenador, y de repente te
impacta, llega a ti una idea inspirada. La palabra, inspirada, como
sabes, significa “en espíritu”. Al unirte al espíritu has recibido la
respuesta. La gente siempre busca que Dios responda a sus plegarias.
Si supieran algo más de cómo han
de rezar, también sabrían cómo viene la respuesta. Sus respuestas no vienen en
forma de respuestas físicas, vienen a la mente en forma de guía; una idea
inspirada, que el folleto describe como un eco del Amor de Dios.
(...) La forma de respuesta, si
está dada por Dios, encajará con tu necesidad tal como tú la ves.
Esto es meramente un eco de la
respuesta de Su Voz. El verdadero sonido siempre es una canción de acción de
gracias y de amor.
Ésa es la clave: unirse a Dios en
Amor y gratitud. Te olvidas de todo lo demás y te pierdes en Su Amor. Eso es lo
que significa llenarse del espíritu. Ésa es la Canción de Oración. El eco es un
beneficio añadido, pero no el propósito de la oración. Simplemente es algo que
ocurre de manera natural cuando te unes a Dios y Le amas.
No puedes, entonces, pedir el
eco. La canción es el regalo. Junto con ella vienen los sobretonos, las armonías,
los ecos, pero todos estos son secundarios.
Gary: ¿Sería posible que pasara algo en el mundo que
respondiera a mi necesidad tal como yo la veo?
Pursah: Las respuestas de Dios son internas, no externas. Si
algo aparece en el mundo es un símbolo. No pienses que Dios actúa en el mundo,
porque no lo hace. Los resultados de seguir su guía pueden mostrarse en el
mundo como símbolos de seguridad o abundancia.
Arten: Ahora puedes operar desde una posición de fuerza en
lugar de debilidad. Tal vez descubras que tienes más paciencia y te relajas más
en tu trabajo, consiguiendo así una mayor eficacia. Vaciando tu mente de los
deseos que percibes en ella cuando vas a Dios, puedes experimentar Su Amor. Al
retornar al mundo donde piensas que estás, puedes recordar con más regularidad
el lugar donde verdaderamente estás: con Dios. A veces verás de manera muy
clara y natural lo que deberías hacer en el mundo para resolver tus problemas,
o, si tienes que afrontar una decisión importante, en qué sentido debes
decidir. La prueba más contundente de la validez de este método será que
funciona. A medida que aceptes los regalos de tu Padre, recuerda que estás eternamente
con Él.
(...) Dios sólo responde para la
eternidad. Pero, aún así, todas las pequeñas respuestas están contenidas en
esto.
Pursah: Ahora te vamos a dejar, pero sólo en la forma.
Cuando desaparezcamos, queremos que te unas con Dios, y nosotros estaremos
allí. Cuando vas a Dios no estás tratando de conseguir nada, simplemente Le
amas. Al hacerlo, te das cuenta de que eres amado por Él, ahora y por toda la
eternidad.
(...) En la verdadera plegaria,
sólo oyes la canción. Todo el resto es mero añadido. Has buscado primero el
Reino del Cielo, y todo lo demás se te ha dado por añadidura.
((( ♥ )))
ResponderEliminarGracias...
ResponderEliminarhermoso, gracias x tu amor, abrazos!!
ResponderEliminarGratitud.
EliminarTal pareciera que ucdm le saca la vuelta o tiene miedo de los milagros o de una conciencia de riqueza, total, si el mundo es una proyección de la mente, porque no podria proyectar ser un elon musk? Claro, a menos que ucdm tenga inconsistencias,algo no cuadra ahi. O el mundo externo o material si existe o la proyeccion del todo no es cierta. Aparte, si el mundo fuese una proyeccion y un medio de defensa que el ego creo, en automatico desapareceria una vez que hemos perdonado, y entonces? O el mundo es real o el perdon es irreal.
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