PRINCIPIO 42
Uno
de los mayores beneficios que se deriva de los milagros es su poder para
liberarte de tu falso sentido de aislamiento, privación y carencia.
En el anterior
Principio tuvimos ocasión de hablar de la aportación del Milagro con relación a
la Plenitud y veíamos, cómo el Milagro nos lleva a la corrección del
pensamiento de carencia.
Con el Principio
42, continuaremos ahondando en esa misma idea y analizaremos las aportaciones
del Curso con relación a la causa que dio origen a la falsa creencia en la
privación, la soledad, el aislamiento, la carencia y como consecuencia de ello,
de la falta de paz.
¿Cómo encontrar la
paz?
La respuesta del
Curso a esta cuestión es clara y directa: “Tú que quieres la paz sólo la puedes encontrar
perdonando completamente” (T-1.VI.1:1). Con esta frase, comienza el punto VI del Capítulo I
del Texto, titulado “La Ilusión de las necesidades”. Doy continuidad al mismo,
pues en él queda explicado el origen de la necesidad:
“Nadie aprende a menos que quiera aprender y crea que de
alguna manera lo necesita. Si bien en la creación de Dios no hay carencia, en
lo que tú has fabricado es muy evidente. De hecho, ésa es la diferencia
fundamental entre lo uno y lo otro. La idea de carencia implica que crees que
estarías mejor en un estado que de alguna manera fuese diferente de aquel en el
que ahora te encuentras. Antes de la "separación", que es lo que significa la "caída", no se carecía de nada. No había necesidades de ninguna clase.
Las necesidades surgen debido únicamente a que tú te privas a ti mismo. Actúas
de acuerdo con el orden particular de necesidades que tú mismo estableces.
Esto, a su vez, depende de la percepción que tienes de lo que eres" (T-1.VI.1:2-10).
"La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensación de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría
surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote
así a ti mismo como alguien necesitado. La idea de un orden de necesidades
surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya te habías
fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades. A medida que te
vas integrando te vuelves uno, y tus necesidades, por ende, se vuelven una.
Cuando las necesidades se unifican suscitan una acción unificada porque ello
elimina todo conflicto" (T-1.VI.2:1-5).
"La idea de un orden de necesidades, que proviene del error
original de que uno puede estar separado de Dios, requiere corrección en su
propio nivel antes de que pueda corregirse el error de percibir niveles. No te
puedes comportar con eficacia mientras operes en diferentes niveles. Sin
embargo, mientras lo hagas, la corrección debe proceder verticalmente, desde
abajo hacia arriba. Esto es así porque crees que vives en el espacio, donde
conceptos como "arriba" y "abajo" tienen sentido. En última
instancia, ni el espacio ni el tiempo tienen ningún sentido. Ambos son
meramente creencias” (T-1.VI.3:1-6).
He de reconocer que el tema me fascina. Me declaro un eterno
buscador de la verdad en lo referente a los “orígenes” del ser. La cuestión
¿por qué el Hijo de Dios se separó de su Padre? siempre la he considerado de
vital importancia para comprender nuestra existencia.
De lo expuesto en el párrafo anterior, me quedo con tres
ideas interesantes:
- Actuamos
de acuerdo con el orden particular de necesidades que establecemos. Esto,
a su vez, depende de la percepción que tenemos de lo que somos.
- La
separación jamás habría surgido si no hubiésemos distorsionado nuestra
percepción de la verdad, percibiéndonos como alguien necesitado.
- La idea de un orden de necesidades surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya nos habíamos fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades.
Como bien expresa el Curso, no podemos comportarnos con
eficacia mientras operemos en diferentes niveles. Sin embargo, esa fue la
causa. En la Unidad
compartida con El Padre, el Ser es Uno y se “alimenta” de Su Mente. En ese
Estado no existe necesidad, pues no hay división de niveles. Todo Es Mente.
La cuestión es que hemos sido creados a Imagen y Semejanza
de Dios, lo que significa que potencialmente somos portadores de sus mismos
Poderes Creadores. Entre estos Poderes se encuentra la Voluntad , la cual nos
capacita para actuar con total libertad.
Se nos enseña en el punto que estamos estudiando, que nadie
aprende a menos que quiera aprender y crea que de alguna manera lo necesita. ¿Necesitaba
aprender el Hijo de Dios? ¿Aprender qué, cuando ya formaba parte del
Conocimiento Absoluto?
Me atrevería a decir, que el Hijo de Dios, quiso hacer uso
de su Potencial Creador, lo que le llevó a dirigir Su Pensamiento por sí mismo,
lo que propició un estado de “pre-conciencia” individualizada, a lo que se ha
llamado estado de “separación”. La
Verdad (Unidad) queda distorsionada y esa sensación primigenia
de separación se traduce en la percepción de la carencia.
El Pensamiento del Hijo de Dios no fue un acto de creación,
sino de proyección. Los actos creadores emanan de la fuente de la Unidad , mientras que los
actos de proyección emanan de la fuente de la división, de la separación, de la dualidad.
Lo que debió ser un Pensamiento Unificado, emanado de la
Mente Una , surgió como un deseo dividido
emanado de la mente separada. De este modo, el Hijo de Dios, comienza a
percibir en distintos niveles y a sentir la necesidad procedente de cada uno de
ellos (nivel mental; nivel emocional y nivel físico).
Ese Pensamiento Original responde pues a la errónea
necesidad del Hijo de Dios por aprender, de manera individual, lo que ya Es.
Sigamos profundizando en la idea de la separación. Para ello,
me remitiré al Capítulo 2, que trata de la “Separación y la Expiación ” y más
concretamente al punto I, “Los orígenes de la separación”:
“La capacidad de extenderse es un aspecto fundamental de
Dios que Él le dio a Su Hijo. En la creación, Dios Se extendió a Sí Mismo a Sus
creaciones y les infundió la misma amorosa Voluntad de crear que Él posee. No
sólo fuiste plenamente creado, sino que fuiste creado perfecto. No existe
vacuidad en ti. Debido a la semejanza que guardas con tu Creador eres creativo.
Ningún Hijo de Dios puede perder esa facultad, ya que es inherente a lo que él
es, pero puede usarla de forma inadecuada al proyectar. El uso inadecuado de la
extensión -la proyección- tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna
carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de
con la verdad. Este proceso comprende los siguientes pasos:
Primero: Crees que tu mente puede cambiar lo que Dios creó.
Segundo: Crees que lo que es perfecto puede volverse imperfecto
o deficiente.
Tercero: Crees que puedes distorsionar las creaciones de
Dios, incluido tú.
Cuarto: Crees que puedes ser tu propio creador y que estás a
cargo de la dirección de tu propia creación" (T-2.I.1:1-12).
"El jardín del Edén -la condición que existía antes de la
separación- era un estado mental en el que no se necesitaba nada. Cuando Adán
dio oídos a "las mentiras de la serpiente", lo único que oyó fueron falsedades.
Tú no tienes por qué continuar creyendo lo que no es verdad, a no ser que así
lo elijas. Todo ello puede literalmente desaparecer en un abrir y cerrar de
ojos porque no es más que una percepción falsa” (T-2.I.3:1-4).
Me gustaría resaltar la aclaración que nos aporta el párrafo anterior cuando se refiere al jardín del Edén: "era un estado mental en el que no se necesitaba nada". Para recrear esa condición en nuestra vida y, por ende, en nuestra conciencia, debemos reconocer que la plenitud, la abundancia, es un estado mental de "no carencia", de comunión con nuestro Padre, es decir, de tener la plena certeza de que somos el Hijo de Dios, que junto a nuestros hermanos, formamos la Filiación Divina. Dicho esto, continuamos profundizando en el análisis del origen de la separación.
El erudito y excelente traductor de los Textos Sagrados,
Fabre d´Olivet, con referencia a la serpiente, protagonista del episodio de la “caída
del hombre”, nos refiere lo siguiente: “Nahash, el
ardor cupido, envidioso, interesado, egoísta, serpenteando en el corazón del
hombre, era la pasión que arrastraba la vida elemental..”
No voy a extenderme
sobre este tema, pues ello nos llevaría a adentrarnos en estudio del Génesis y
no es ese el motivo del presente estudio. No obstante, dejo un enlace a un artículo
donde se desarrolla más ampliamente este tema:
El “pensamiento
original” nos ha llevado a identificarnos con la visión ilusoria del mundo físico.
A dicha identificación la hemos llamado “sueño”, aludiendo que dicho mundo es
irreal.
Dentro de ese mundo
irreal, "tenemos que aprender a ver el mundo como un medio para
poner fin a la separación" (T-2.III.5:12).
"El perdón es lo que sana la percepción de la separación. Es necesario que percibas correctamente a tu hermano debido a que las mentes han elegido considerarse a sí mismas como entidades separadas" (T-3.V.9:1-2).
"La separación es un sistema de pensamiento que si bien es
bastante real en el tiempo, en la eternidad no lo es en absoluto" (T-3.VII.3:2).
Como bien recoge el Texto, “la mente puede hacer que la
creencia en la separación sea muy real y aterradora, y esta creencia es lo que
es el "diablo". Es una idea poderosa, dinámica y destructiva que está
en clara oposición a Dios debido a que literalmente niega Su Paternidad" (T-3.VII.5:1-2).
Felix Gracia, nos refiere con relación a la figura del “diablo”: "la etimología del término diablo procede del latín diabolus y del griego diábolos, que significan dividir, separar. El “diablo”, pues, no es una entidad, sino una función: la de dividir o separar, que muestra las partes del Todo y genera la sensación de independencia de dichas partes frente a la Unidad subyacente".
Podemos decir que, "la separación no fue una pérdida de
la perfección, sino una interrupción de la comunicación. La voz del
ego surgió entonces como una forma de comunicación estridente y áspera. Esto no
podía alterar la paz de Dios, pero sí podía alterar la nuestra. Dios no la
acalló porque erradicarla habría sido atacarla. Habiendo sido cuestionado, Él
no cuestionó. Él simplemente dio la Respuesta. Su Respuesta es nuestro
Maestro" (T-6.IV.12:5-11).
"El núcleo
de la ilusión de la separación reside simplemente en la fantasía de que es
posible destruir el significado del amor. Y a menos que se restaure en nosotros
el significado del amor, nosotros que compartimos su significado no podremos
conocernos a nosotros mismo. La separación no es más que la decisión de no
conocerte a ti mismo. Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de
aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarnos de la verdad y
conducirnos a las fantasías. Mas por cada enseñanza que pueda hacernos daño,
Dios nos ofrece corrección y el escape total de todas sus consecuencias" (T-16.V.15:1-5).
"La
separación se supera mediante la unión. No se
puede superar separando. La decisión de unirse tiene que ser inequívoca, o, de
lo contrario, la mente misma estaría dividida e incompleta. La mente es el
medio por el cual determinamos nuestra propia condición, ya que la mente es el
mecanismo de decisión. Es el poder mediante el que nos separamos o nos unimos,
y, consecuentemente, experimentamos dolor o alegría" (T-8.IV.5:4-8).
Pongo fin a este estudio, no sin antes dejaros un
mensaje con un gran aporte de paz:
¿Qué dispone la Voluntad de Dios? Dispone que Su Hijo lo tenga
todo. Y Él garantizó
esto
cuando lo creó para que fuese todo. Es imposible perder nada, si lo que tienes es lo que eres. Éste es el milagro mediante el cual la creación se convirtió en tu función, la cual compartes con Dios. Esto no se entiende estando separado de Él, y, por lo tanto, no tiene sentido en este mundo. Aquí el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo, a cambio de su propio miserable tesoro. Mas no puede hacer esto sin experimentar una sensación de desolación, de pérdida y de soledad. Éste es el tesoro tras el que ha ido en pos. Y sólo puede tener miedo de ello. ¿Es acaso el miedo un tesoro? ¿Puede ser la incertidumbre tu deseo? ¿O es simplemente que te has equivocado con respecto a lo que es tu voluntad y a lo que realmente eres? (T-26.VII.11:1-14).
cuando lo creó para que fuese todo. Es imposible perder nada, si lo que tienes es lo que eres. Éste es el milagro mediante el cual la creación se convirtió en tu función, la cual compartes con Dios. Esto no se entiende estando separado de Él, y, por lo tanto, no tiene sentido en este mundo. Aquí el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo, a cambio de su propio miserable tesoro. Mas no puede hacer esto sin experimentar una sensación de desolación, de pérdida y de soledad. Éste es el tesoro tras el que ha ido en pos. Y sólo puede tener miedo de ello. ¿Es acaso el miedo un tesoro? ¿Puede ser la incertidumbre tu deseo? ¿O es simplemente que te has equivocado con respecto a lo que es tu voluntad y a lo que realmente eres? (T-26.VII.11:1-14).
¿Qué crees?
Gracias J.J
ResponderEliminar