PRINCIPIO 44
Los milagros son expresiones de una conciencia
interna de Cristo y de haber aceptado Su Expiación.
He observado, que la descripción del título
de este Principio difiere en la transcripción de la palabra conciencia, con la
que nos aporta Kenneth Wapnick en su obra "Los 50 Principios de Un Curso en Milagros", en la cual utiliza el término consciencia. Podría
tratarse de un lapsus ortográfico, de hecho, en el Texto del Curso tan sólo se
utiliza la palabra conciencia, en ningún caso, "consciencia".
Sin embargo, he podido comprobar que existen
publicaciones que desarrollan las diferencias existentes entre ambos términos.
Yo mismo, he participado en conversaciones y debates sobre este particular y
he argumentado a favor de esa diferenciación.
En verdad, en el Curso tan sólo he encontrado
una referencia al concepto conciencia escrita en mayúscula:
“Si te entregases tal como tu
Padre entrega Su Ser, entenderías lo que es la Conciencia de Ser. Y con ello entenderías el significado del amor” (T-15.VI.7:3-4).
Si bien es cierto, que el Curso nos define claras
diferencias cuando se hace alusión a la conciencia del cuerpo y la conciencia
del cielo:
“Mas por encima de todo, pierdes toda conciencia del cuerpo y dejas de
dudar acerca de si todo esto es posible o no” (T-18.VI.13:6).
“La creencia de que puedes dar u obtener otra cosa -algo externo a ti- te
ha costado la conciencia del Cielo y la de tu Identidad” (T-18.VI.2:3).
Creo que merece la pena dedicar este espacio a
desarrollar las posibles diferencias de enfoque que podemos encontrarnos al
utilizar los términos “conciencia” y “consciencia”. Para ello, voy a presentar
dos trabajos que se ocupan de ese propósito.
CONCIENCIA Y
CONSCIENCIA
A veces son términos intercambiables, pero no siempre.
Con el sentido general de “percepción o conocimiento”, se usan ambas formas.
Conciencia:
Conocimiento de lo que nos rodea, en base a los órganos de los sentidos. En
sentido moral, como “capacidad de distinguir entre el bien y el mal” (el Pepito
Grillo de Pinocho), sólo se usa la forma conciencia. También tener mala
conciencia, remorderle a alguien la conciencia, no tener conciencia.
Consciencia:
Conocimiento de sí mismo. La consciencia define al ser. Se es consciente de sí
mismo y de lo que nos rodea en base a lo que uno Es. Otra definición es la que
asocia la consciencia a un estado de unión con la vida universal. Es una
expansión continua, igual que el universo.
¿Se
puede ser consciente, sin conciencia?
Parece que si apagamos la conciencia, no estamos
en el aquí y en el ahora, difícilmente llegaremos a elevar la consciencia. Es
lo que nos da a entender el cuento del maestro zen que recibía muchas visitas
de personas en busca de consejos:
“Un día recibió a un joven que se tomaba muy en
serio su camino espiritual. Se sentía preparado para convertirse en la mano
derecha de cualquier gran maestro.
Ese día había llovido cuando el joven llegó a la
casa del maestro. El joven se quitó los zapatos y dejó el paraguas antes de
entrar en la habitación. Se inclinó ante el maestro y le dijo que le gustaría
convertirse en su discípulo.
El maestro sonrió, pero no dijo ni una palabra.
El joven, un poco incomodado por el silencio, le
dijo que había estudiado mucho. Que pensaba que estaba llamado a convertirse en
uno de los “iluminados”.
El maestro le preguntó: ¿sabes a qué lado de la
puerta has dejado el paraguas y a qué lado de la puerta has dejado los zapatos?
N-n-no, tartamudeó el joven, desconcertado, ¿Por
qué?
El maestro le respondió de forma muy calmada:
“Porqué lo que tu buscas es la consciencia” ¿Y cómo puedes estar consciente si
ni siquiera sabes dónde has dejado los zapatos y el paraguas?”
¿Cuál
es la diferencia entre una persona que no es consciente y otra que sí lo es?
Si no soy consciente considero que mis límites
son fronteras inexpugnables, acumulo límites… En cambio, un ser consciente
conoce sus límites y sin embargo aspira a la totalidad, quiere ir más allá de
los mismos. (www.karmayoga.es)
La diferencia entre: conciencia, consciencia y Consciencia.
(Extracto del libro: La realización del espíritu. I. Portilla. Editorial Mirlo)
(Extracto del libro: La realización del espíritu. I. Portilla. Editorial Mirlo)
Tener conciencia, ser consciente y la Consciencia
en sí misma, son tres conceptos relacionados pero diferentes:
Tener
conciencia se relaciona con la ética, la moral y
las virtudes humanas. Así, cuando se dice que alguien “tiene conciencia”,
significa que es consciente de los valores morales e intenta vivir de acuerdo a
los mismos. Por ello, cuando alguien dice que “tiene la conciencia tranquila”
se refiere a que no ha hecho nada en contra de dichos valores o que se ha
redimido de sus “faltas”, por lo que se encuentra en paz con la existencia.
Ser
consciente se utiliza con respecto a algo. Una
persona puede ser consciente de muchas cosas: de lo que sucede a su alrededor,
de sus emociones y pensamientos, de sus virtudes y defectos, de lo que sucede
en su organismo, etc.
En las prácticas de realización, el concepto de consciencia se asocia a la
atención. Por ejemplo, se puede dar la siguiente instrucción: “Prestar atención
a las cosas que se ven, sin juzgarlas”, lo cual sirve para tomar consciencia de
la percepción visual sin que intervenga el intelecto para su interpretación. Si
a esta instrucción, se añade, “…y tomar consciencia del espacio que hay entre
las cosas que se ven y en ellas mismas”, entonces se está ligando la
consciencia con la Consciencia en sí misma, la cual se describe a continuación:
La
Consciencia, en su forma más absoluta, es el espíritu
universal, inmutable (constante o que no cambia), presente en todo y en todo
momento (eterno). También se puede llamar realidad no-dual (o no-polar) por ser
independiente de los cambios o alteraciones que suceden en todo lo que está
formado por materia y energía (lo cual es dual o polar -por existir dos polos
opuestos que interactúan-).
La Consciencia se da al mismo tiempo que la conciencia y la consciencia. Así,
una persona solo es consciente de algo cuando pone su atención en ello (solo
cuando se mira un árbol se toma consciencia de este), sin embargo, la
Consciencia siempre está presente independientemente de las cosas que uno
perciba (de las que uno sea consciente).
Por ejemplo, una persona puede decirle a otra, “soy consciente de que estás
aquí y al mismo tiempo, la percepción de la Consciencia (del espíritu
universal) es simultánea y no está localizada solo en ti. Además, cuando miro a
otro lado ya no soy consciente de que tú estés aquí, y sin embargo la
percepción de la Consciencia sigue siendo obvia independientemente de donde
pongo mi atención”.
Con respecto al vínculo entre la conciencia y la Consciencia, hay que
diferenciar entre la conciencia ética y la conciencia espiritual. La primera es
respecto a los valores propios en condiciones óptimas, y la segunda respecto a
los valores que se expresan cuando el espíritu (la Consciencia) es realizado e
integrado en el cuerpo-mente. La conciencia ética puede estar más o menos
alineada con la consciencia espiritual, y solo es posible su completa
alineación, mediante la realización del espíritu universal, y el proceso de alineación
espiritual.
Como se puede comprobar, existen evidentes
matices que establecen una diferenciación a la hora de utilizar un término u
otro. A partir de este punto voy a centrarme en las aportaciones que hace Un
Curso de Milagros sobre el término conciencia. No lo hemos dicho aún, pero la
descripción del título del Principio alude a la “conciencia interna de Cristo”,
lo que, sin haber entrado en mayores profundidades, me lleva a pensar que
estamos hablando de Consciencia.
Comenzaré con la siguiente frase:
“La
conciencia -el nivel de la percepción- fue la primera división que se
introdujo en la mente después de la separación, convirtiendo a la mente de
esta manera en un instrumento preceptor(*) en vez de en un instrumento creador. La
conciencia ha sido correctamente identificada como perteneciente al ámbito del
ego. El ego es un intento erróneo de la mente de percibirte tal como deseas
ser, en vez de como realmente eres. Sin embargo, sólo te puedes conocer a ti
mismo como realmente eres, ya que de eso es de lo único que puedes estar
seguro. Todo lo demás es cuestionable” (T-3.IV.2:1-5).
Estamos ante el nacimiento de la conciencia
del cuerpo.
Sin embargo, "los milagros despiertan
nuevamente la conciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la
verdad. Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su poder
curativo" (T-1.I.20:1-2).
Nos refiere el Curso que, "la revelación te une directamente a Dios, mientras que los milagros te unen directamente a
nuestro hermano. Ni la revelación ni los milagros emanan de la conciencia, aunque
ambos se experimentan en ella. La conciencia es el estado que induce a la
acción, aunque no la inspira" (T-1.II.1:5-8).
Y añade: “Cuando
se te haya restituido la conciencia de tu estado original pasarás naturalmente
a formar parte de la Expiación” (T-1.III.1:5).
Sin duda, esta última aportación nos acerca a
la idea de la Consciencia, ya que nos indica que recuperaremos nuestra
verdadera identidad, es decir, dejaremos de tener una conciencia corporal, para
tener una consciencia celestial o espiritual.
En este sentido, el milagro tiene como objeto
restablecer la conciencia de la realidad.
“El propósito de la Expiación es devolvértelo todo, o más bien,
devolvérselo a tu conciencia” (T-1.IV.3:6).
"Todo lo que resulta de la conciencia
espiritual simplemente se canaliza hacia la corrección" (T-1.V.7:7).
"Únicamente la percepción entraña una
conciencia parcial. El verdadero conocimiento transciende las leyes que
gobiernan la percepción porque un conocimiento parcial es imposible" (T-3.V.8:5-6).
Ya hemos tenido ocasión de referirnos a la
Expiación en el desarrollo de otros Principios, pero me gustaría recordar que, "tener plena conciencia de
la Expiación es, reconocer que la separación nunca tuvo lugar" (T-6.II.10:7).
Es cierto, que todo estudiante
pasa por fases en las que duda sobre la certeza de su identidad. Las teorías le
aportan una base cognoscitiva que ofrecen un nuevo marco para abordar nuevas
creencias, pero a la hora de la verdad, a la hora de experimentar el mundo, de
percibir, lo físico, que se muestra tan real a los sentidos, se convierte en
una dura prueba, en una sutil tentación que pone en jaque nuestra integridad
espiritual, nuestra consciencia espiritual.
Tal vez por ello, el Curso nos revela lo siguiente:
“Sólo tu conciencia necesita protección, puesto que el estado de ser no
puede ser atacado. No obstante, no
podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas
teniendo dudas con respecto a lo que eres. Por eso es por lo que es esencial
que te mantengas alerta. No permitas
que entre en tu mente ninguna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario,
no podrás saber con certeza lo que eres. La certeza es el regalo que Dios te
hace. La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí” (T-6.V.C.8:4-9).
Si esto nos ocurre, “has reemplazado tu conocimiento
por una conciencia de sueños”
(T-10.II.1:5).
En esa conciencia de sueño,
hemos perdido la conciencia de nuestra grandeza pues, hemos elegido
reemplazarla con algo que hemos inventado.
“Todo ataque es un ataque contra
uno mismo. No puede ser otra cosa. Al proceder de tu propia decisión de no ser
quien eres, es un ataque contra tu identidad. Atacar es, por lo tanto, la
manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal
inequívoca de que has olvidado quién eres. Y si tu realidad es la
de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. Esto no se debe a
que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo
conscientemente no recordarlo” (T-10.II.5:1-6).
Quizás nos ayude saber que, "el
espíritu sabe que la conciencia de todos sus hermanos está incluida en su
propia conciencia, tal como está incluida en Dios" (T-7.IX.2:1).
Dentro del sueño, dentro del
mundo que hemos elegido inventar, podemos percibir verdaderamente. ¿Qué significa
percibir verdaderamente?
"Percibir verdaderamente es ser consciente de toda la
realidad a través de la conciencia de nuestra propia realidad. Pero para que
esto tenga lugar no debemos ver ninguna ilusión, pues la realidad no da cabida
a ningún error" (T-13.VI.1:1-2).
Ya sabemos, que para no caer en
el error de identificarnos con la ilusión, contamos con la inestimable ayuda del
Espíritu Santo, la Voz que habla por Dios.
"El Espíritu Santo es la Mente de Cristo, la cual es
consciente del conocimiento que yace más allá de la percepción" (T-5.I.5:1).
"Cristo es la extensión del Amor
y de la belleza de Dios, tan perfecto como Su Creador y en paz con Él" (T-11.IV.7:5).
Recordemos la frase que da
título a este Principio: “Los milagros son expresiones de una conciencia interna de Cristo y
de haber aceptado Su Expiación”.
Kenneth Wapnick nos indica respecto a este Principio:
“Aquí vemos,
una vez más, la idea de que el milagro es la expresión de Cristo, no la
consciencia en sí. Esto es lo mismo que discutimos antes -que el milagro es un
reflejo de la verdad, no la verdad misma. Aún existe y tiene sentido sólo en el
mundo de la ilusión”.
Me gustaría añadir una aportación que podemos
encontrar en el Texto y que considero
reconfortante:
“Aprender de Cristo es fácil,
pues percibir con Él no entraña ningún esfuerzo. Sus percepciones son tu
conciencia natural, y lo único que te fatiga son las distorsiones que
introduces en ésta. Deja que sea
el Cristo en ti Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con
creencias pueriles indignas del Hijo de Dios. Pues hasta
que Cristo no sea aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí
mismo huérfano” (T-11.VI.3:7-10).
"Cristo es el Hijo de Dios que no
está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos
como el Pensamiento de Su Padre, mediante el cual fue creado" (T-11.VIII.9:4).
"Cada Hijo de Dios es uno en
Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios" (T-12.VI.6:1).
Si te preguntas, ¿cómo saber si
has obtenido la visión de Cristo?, ten en cuenta esto:
“La visión de Cristo se otorga en el mismo instante
en que se percibe” (T-14.II.8:3).
(*) El significado que aporta el Diccionario de la Lengua Española al término "preceptor" que se utiliza en este párrafo, es el siguiente: Persona que enseña -instructor, educador, maestro, tutor, ayo, mentor, consejero, guía-. Su significado no parece estar relacionado con el tema que se trata en dicho párrafo. Es posible que se haya querido expresar el término más apropiado para tal fin: "perceptor", cuyo significado es el siguiente: que percibe.
Me encanta la explicación
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ResponderEliminarGracias.Excelente.
Que difìcil es todo èsto, dicho de otra forma, si todo el mundo subjetivo es una ilusiòn, lo mejor serìa entonces sentarse en posiciòn de loto, cerrar los ojos, no hacer nada y asi quedarse hasta que el cuerpo (que es ilusiòn) se desintegre por si mismo y esperar que nunca màs vuelva a aparecer (por la razòn que fuere que hace que aparezca).
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