viernes, 1 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 213

SEXTO REPASO

Introducción

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:    

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.


LECCIÓN 213

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (193) Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.

2Una lección es un milagro que Dios me ofrece, en lugar de los pensamientos que concebí que me hacen daño. 3Lo que aprendo de Él se convierte en el modo en que me libero. 4Por eso elijo aprender Sus lecciones y olvidarme de las mías.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.


¿Qué me enseña esta lección?

Existe un solo error. Existe una sola corrección.

La Biblia nos lo transcribe como el “pecado original”. Así se ha inscrito en el inconsciente colectivo de la humanidad. Esa visión tergiversada de la verdad ha dado lugar a la creencia en la culpa y en la separación. La acción de nuestro “pensamiento original” nos ha llevado a ver una realidad diferente a la visión de unidad que teníamos cuando seguíamos las directrices de nuestro Creador.

El error original es el error sobre el que se fundamentan el resto de los errores a los que el ego ha llamado “pecados”. Ese error es la creencia en la separación.

Ningún padre deja a su hijo en manos del error. Dios no ve el error de Su Hijo, pero vela para que la luz forme parte del sueño ilusorio en el que permanece. Esa luz adopta el ropaje de lección y se manifiesta en forma de milagro.

El perdón es la corrección de todos los errores. El perdón nos libera de la culpa y hace innecesario el castigo que ha de redimirnos de lo que hemos llamado “pecado”. El perdón desvanece el protagonismo del sufrimiento y del dolor y, en su lugar, favorece la manifestación de la alegría y de la felicidad.

Toda situación vivida por el ego en el mundo material, cuando es afrontada con la visión del perdón, nos permite disolver todo vestigio de conflicto, de preocupación, de contratiempo.

El perdón nos otorga el poder de la liberación.

Reflexión: Detrás de todo conflicto hay una lección de perdón.

Capítulo 22. II. La impecabilidad de tu hermano (2ª parte).

II. La impecabilidad de tu hermano (2ª parte).

4. La razón te diría que la única manera de escaparte del sufri­miento es reconociéndolo y tomando el camino opuesto. 2Toda ver­dad es lo mismo y todo sufrimiento es lo mismo también, pero ambos son diferentes entre sí desde cualquier punto de vista, en toda circunstancia y sin excepción. 3Creer que puede haber una sola excepción es confundir lo que es lo mismo con lo que es diferente. 4Una sola ilusión que se abrigue y se defienda contra la verdad priva a ésta de todo significado y hace que todas las ilu­siones sean reales. 5Tal es el poder de la creencia, 6la cual es inca­paz de transigir. 7Y la fe en la inocencia sería fe en el pecado si la creencia excluyera una sola cosa viviente y le negase la bendición de su perdón.

La inmutabilidad de la verdad se basa en la ley de la eternidad. Si es verdad, siempre lo será y siempre lo ha sido. La verdad no acepta matices. Los matices, las diferencias, las especializaciones proceden del sistema de pensamiento del ego. El desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza nos lleva a percibirnos como personalidades que cambian y evolucionan. Pero lo que parece evolucionar y cambiar no es la mente recta que sirve al amor y a la unidad, sino la mente errada que nos lleva a percibir un mundo cuya dimensión es temporal e ilusoria.

La Expiación nos guía para recordar nuestra realidad, nuestra verdad. Es la elección de abandonar el sistema de pensamiento del ego como la fuente que nos conduce a vivir en el mundo del miedo y de lo efímero, para regresar a nuestro verdadero hogar, donde la ley de la unidad y del amor nos permitirá fundirnos con el gozo de Dios.

5. Tanto la razón como el ego te dicen eso mismo, pero la inter­pretación que hacen de ello es completamente diferente. 2El ego te asegura ahora que es imposible que puedas ver a nadie libre de culpa. 3Y si esta manera de ver es la única que puede liberarte de la culpabilidad, entonces la creencia en el pecado no puede sino ser eterna. 4Pero la razón ve eso de otro modo, pues la razón ve que la fuente de una idea es lo que hace que ésta sea cierta o falsa. 5Esto tiene que ser así, si la idea es semejante a su fuente. 6Por lo tanto -dice la razón- si el propósito que se le asignó al Espíritu Santo fue ayudarte a escapar de la culpabilidad, y ese propósito le fue dado por Aquel para Quien nada que Su Volun­tad disponga es imposible, los medios para lograr ese objetivo tienen que ser más que posibles. 7Tienen que existir y tú tienes que estar en posesión de ellos.

Me atrevería a decir que Jesús emplea el uso de la "lógica pura" para explicar el contenido de este punto. Siguiendo su ejemplo, podemos admitir que el ego es incapaz de reconocer que puede haber alguien libre de culpa. Pues de haberla, ello significaría que ha negado la identidad del ego, la cual surge tras elegir el pensamiento de ser especial. Siguiendo esta lógica, el ego fundamenta su fe en la creencia de que todos somos pecadores y, por lo tanto, no podemos estar libres de culpa.

Desde el punto de vista de la razón y dado que toda idea sigue a su fuente, la mente recta sirve al amor y a la unidad, lo que nos favorece el pensamiento de impecabilidad y de inocencia. El Espíritu Santo es la Mente Recta y se encuentra en la parte de nuestra mente que no ha olvidado la verdad y que nos lleva a reconocernos como Hijos de Dios. La visión del Espíritu Santo está libre de pecado y de culpa. Luego, la pureza y la santidad se encuentran en nuestro interior, en espera de que sea nuestra elección.

6. Esta es una etapa crucial en este curso, pues en este punto tiene que tener lugar una completa separación entre tú y el ego. 2Pues si ya dispones de los medios para dejar que el propósito del Espí­ritu Santo se alcance, dichos medios pueden utilizarse. 3A medida que los utilices, tu fe en ellos será cada vez mayor. 4Para el ego, sin embargo, eso es imposible, y nadie emprende lo que no ofrece ninguna esperanza de poderse lograr. 5Tú sabes que lo que la Voluntad de tu Creador dispone es posible, pero aquello que tú inventaste no lo cree. 6Ahora tienes que elegir entre ti y lo que es sólo una ilusión de ti. 7No ambas cosas, sino una sola. 8No tiene objeto intentar eludir esta decisión. 9Hay que tomarla. 10La fe y la creencia pueden inclinarse hacia cualquiera de esas dos opciones, pero la razón te dice que el sufrimiento se encuentra únicamente en una de ellas y la dicha en la otra.

Para el ego, alcanzar el propósito del Espíritu Santo, la visión de la unidad, se convierte en el deseo de unir los cuerpos, fortaleciendo su realidad en el nivel perceptivo.

El ego no cree en la unión de las mentes, pues su visión se circunscribe al nivel de lo que percibe a través de los sentidos. Si no lo veo, si no lo percibo, no existe.

Este punto es considerado por Jesús como crucial. A lo largo de la enseñanza que estamos recibiendo, se nos ha facilitado información para facilitar la comprensión de nuestra verdadera naturaleza. Estamos capacitados para comprender que el mundo tal y como lo percibimos no nos aportará la felicidad eterna que añoramos. Ahora sabemos que dicho mundo y dicha percepción responden a un pensamiento erróneo que nos ha llevado a creer que nuestra naturaleza es pecadora. El plan de salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo lo invita a elegir de nuevo, pues todo error puede ser corregido si dirigimos nuestra mente en la dirección correcta.

Es esa la etapa crucial a la que Jesús nos hace referencia. Nos invita a elegir, sin dudas y con la certeza de que la elección que tenemos que hacer es servir a Dios y no al ego, es decir, extender el amor que somos y desechar cualquier pensamiento que alimente al miedo.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 213

SEXTO REPASO Introducción 1.  Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos.  2 Además d...