sábado, 24 de febrero de 2024

Capítulo 1. III. La Expiación y los milagros (3ª parte)

3. Los perdonados son el medio de la Expiación. 2Al estar infundi­dos por el espíritu, perdonan a su vez. 3Aquellos que han sido liberados deben unirse para liberar a sus hermanos, pues ése es el plan de la Expiación. 4Los milagros son el medio a través del cual las mentes que sirven al Espíritu Santo se unen a mí para la salva­ción o liberación de todas las creaciones de Dios.

No percibirás un mundo que no deseas, de la misma forma, que el mundo que percibes, es el mundo que deseas. Quiero decir con ello, que no esperes que el mundo te perdone, pues no es el mundo el que te condena, sino que eres tú mismo, la única causa, el único agresor contra ti mismo.

La elección de identificarte con lo que no eres, es la causa de todos los ataques que te diriges. Es igualmente, la causa que te lleva a creerte un "pecador", merecedor del castigo y de la venganza divina. Has interpretado tu acción creadora como una agresión a tu Hacedor, y te has condenado por esa creencia. Pero es imposible que pongas fin a tu verdadera Realidad. No puedes eliminar lo que no has creado. Tú piensas que eres fruto de tu creación, pero la realidad con la que te has identificado, es ilusoria, es temporal, efímera e irreal.

Lo que eres, es invulnerable, impecable y eterno. Pero lo hemos olvidado, al identificarnos con un mundo al que le hemos dado el significado de hostil. Ante esa hostilidad, ante el miedo que nos ocasiona la visión de lo percibido, decidimos protegernos, haciendo uso del ataque, creyendo que es nuestra mejor defensa. No son los demás los que nos condenan. Somos nosotros los que nos creemos condenados y proyectamos esa imagen fuera de nosotros. Por lo tanto, no serán los demás los que nos perdonen, pues en verdad, no hay nada real que perdonar, tan solo aquello a lo que nosotros aportamos realidad, sin serlo.

Tomar consciencia de esta realidad, nos sitúa entre los "perdonados", lo que verdaderamente significa, que hemos sido capaces de ver la verdad, de comprender que el mundo que hemos fabricado es una ilusión, un sueño, donde los únicos soñadores somos nosotros mismos. Alcanzar la condición de perdonados nos hace el medio de la Expiación, pues como nos enseña este punto, pasamos a estar infundidos por el espíritu y no por el ego. En ese estado, nos convertimos en dadores de lo que somos. Somos luz y damos la luz; somos unidad y damos unidad; somos amor y damos amor.

Nos enseña el Curso, que una vez que se produce este estado de despertar, aún sabiendo que estamos soñando, es importante que nos hagamos cómplices de otros soñadores, de modo que le ayudemos a tomar conciencia de que lo que llaman realidad, es parte de su sueño. Con esta acción, estamos recuperando nuestra condición de hacedores de milagros, pues compartir milagro significa unir nuestras mentes en la función de ser útiles en el propósito de la Salvación.

Creo reconocerme en este acto de complicidad. Me encuentro "conspirando" a favor de la unicidad, del amor, del perdón, de la liberación. Lo hago compartiendo mis dones y talentos, con los que mi Yo Espiritual se expresa y bajo Su guía. 

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