🌈 Mini-milagros cotidianos inspirados
Su hermana llevaba un rato llorando.
No era un llanto fuerte, sino de esos que tiemblan bajito y empujan el corazón hacia adentro.
Él la miró sin saber muy bien qué hacer.
No tenía palabras grandes ni soluciones rápidas, pero sí
algo importante: su manta favorita, esa que lo acompañaba cuando a él también
le dolía algo por dentro.
La colocó despacito a su lado, sin decir nada, como si ofreciera un refugio pequeño pero verdadero.
Ella la abrazó sin pensarlo.
Y en ese gesto simple, suave y sincero, ocurrió el milagro:
la tristeza se sintió acompañada. 💖
💫 Mini-Milagro nº 3: "El volcán que aprendió a dormirse"
El berrinche había empezado como empiezan los volcanes: con un temblor pequeño que nadie nota al principio.
Su cara se fue apretando, sus puños también, y el calor de la rabia empezó a subirle por dentro como lava impaciente.
Yo me acerqué despacio, sin querer apagar nada, solo acompañar.
Entonces, entre sollozos, dijo algo que no esperaba:
“Es mi volcán… pero ya se va a dormir.”
Se abrazó a sí mismo, respiró hondo y cerró los ojos un momento.
Y, como si escuchara una canción secreta, el volcán se calmó.
Así de suaves pueden ser los milagros de un niño. 💖
💫 Mini-Milagro nº 5: "El volcán que aprendió a dormirse"
Sus cejas se fruncían, su respiración se aceleraba y ese brillo inquieto en los ojos anunciaba el inicio de una tormenta.
Yo me preparé para acompañarlo, para sostener lo que viniera.
Pero antes de que el primer grito saliera, él hizo algo inesperado: se lanzó a mis brazos y me apretó con todas sus fuerzas.
“No quiero gritarte”, murmuró contra mi pecho.
El enfado no desapareció del todo, pero se volvió pequeño, manejable.
En ese gesto suave y valiente, entendí que había elegido amor antes que reacción. 💖




No hay comentarios:
Publicar un comentario