jueves, 4 de diciembre de 2025

Capítulo 25. I. El vínculo con la verdad (5ª parte).

I. El vínculo con la verdad (5ª parte).

5. Puesto que crees estar separado, el Cielo se presenta ante ti como algo separado también. 2No es que lo esté realmente, sino que se presenta así a fin de que el vínculo que se te ha dado para que te unas a la verdad pueda llegar hasta ti a través de lo que entiendes. 3El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno, de la misma manera en que todos tus hermanos están unidos en la verdad cual uno. 4Cristo y Su Padre jamás han estado separados, y Cristo mora en tu entendimiento, en aquella parte de ti que comparte la Voluntad de Su Padre. 5El Espíritu Santo es el vín­culo entre la otra parte -el demente y absurdo deseo de estar separado, de ser diferente y especial- y el Cristo, para hacer que la unicidad* le resulte clara a lo que es realmente uno. 6En este mundo esto no se entiende, pero se puede enseñar.

Con respecto a la percepción de separación, Jesús nos confirma en este punto que, debido a la creencia en la separación, incluso el Cielo se percibe como algo separado. Sin embargo, aclara que esto es solo una apariencia, una adaptación para que el vínculo con la verdad pueda llegar a ti de una forma comprensible.

¿Cómo entender que el Cielo se presenta como algo separado por la creencia en la separación?

Este punto del texto de UCDM puede parecer abstracto, pero tiene una lógica espiritual muy profunda. Según el Curso, la mente humana, influida por el ego, cree estar separada de Dios, de los demás y de su verdadera esencia. Esta creencia de separación es tan fuerte que incluso las realidades espirituales (como el Cielo, Dios, la Unidad) se perciben como “algo aparte”, lejano o externo.

Pero el Cielo no está realmente separado. El texto aclara que el Cielo (la experiencia de unidad, paz y amor absoluto) no está separado en realidad. La separación es solo una apariencia, una ilusión creada por la mente para poder comprender y relacionarse con algo que, en verdad, es completamente uno y unido.

El Curso dice que esta “apariencia de separación” es una adaptación pedagógica. Se presenta así para que el vínculo con la verdad pueda llegar a nosotros de una forma que podamos entender. Es decir, como estamos acostumbrados a pensar en términos de “yo aquí, Dios allá”, el mensaje espiritual se adapta a nuestro nivel de comprensión.

El propósito de esta adaptación no es perpetuar la separación, sino usarla como punto de partida para que, poco a poco, podamos ir reconociendo la unidad que siempre ha existido. El Espíritu Santo utiliza nuestra manera de entender el mundo para guiarnos hacia la verdad de la unidad. Es como si un maestro explicara conceptos complejos usando ejemplos sencillos, para que el alumno pueda comprenderlos.

A medida que avanzamos en la práctica espiritual, empezamos a darnos cuenta de que el Cielo no es un lugar externo, sino un estado de conciencia, una experiencia de unidad que ya está en nosotros.

Siguiendo con el análisis del punto 5, diremos que se enfatiza que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno, igual que todos los hermanos están unidos en la verdad. La separación es una ilusión; la verdadera naturaleza es la unidad.

Jesús nos dice en este mensaje que Cristo nunca ha estado separado de Su Padre y mora en nuestro entendimiento, en la parte de nosotros que comparte la Voluntad divina. Esto sugiere que la verdadera identidad espiritual está en la unión con la Voluntad de Dios.

Con respecto al Espíritu Santo, nos dice que actúa como puente entre el deseo de separación (el ego, la especialidad) y el Cristo (la unidad). Su función es hacer clara la unicidad para la mente, que realmente es una.

Para sellar el contenido de esta magnífica aportación, Jesús nos dice que, aunque esta verdad no se comprende fácilmente en el mundo, puede enseñarse y practicarse.

¿Cómo podemos enseñar y practicar la verdad de la unidad?

Enseñando con el ejemplo:

Viviendo la unidad:  Cuando eliges ver a los demás como parte de ti, sin juzgar ni separar, enseñas con tu actitud. La paz, la empatía y la compasión inspiran a otros a hacer lo mismo.

Perdonando:  El perdón es una forma práctica de enseñar la unidad, porque al perdonar reconoces que lo que parecía separaros (el error, el conflicto) no es real ni definitivo.

Con prácticas personales:

Meditación y oración:  Dedica unos minutos al día a meditar sobre la idea de la unidad. Por ejemplo, repite internamente:  “Somos uno en Dios. No hay separación.”

Afirmaciones diarias:  Usa frases como:  “Elijo ver la unidad en todos mis hermanos.” “La separación es solo una ilusión.”

Auto-observación: Observa tus pensamientos y emociones. Cuando notes que te sientes separado, especial o diferente, recuérdate que esa percepción es solo una etapa y pide ayuda interna para ver la unidad.

Practicando en las relaciones:

Ver más allá del cuerpo:  Cuando interactúes con alguien, especialmente si surge conflicto, intenta ver su esencia espiritual, no solo su personalidad o acciones.

Escucha activa y empatía:  Escuchar de verdad, sin juzgar, es una forma de practicar la unidad.

Bendecir mentalmente:  Puedes practicar bendecir internamente a cada persona que encuentres, recordando que ambos comparten la misma esencia.

Compartiendo el mensaje:

Hablar desde la experiencia:  Si surge la oportunidad, comparte con otros cómo te ha ayudado practicar la visión de unidad. No se trata de convencer, sino de compartir vivencias.

Recomendar lecturas o ejercicios:  Puedes sugerir textos, meditaciones o ejercicios que a ti te hayan servido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 338

LECCIÓN 338 Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme. 1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mund...